Juan Gómez, un fotógrafo trascendente.
Ayer conversando con Ernesto Ipas digimos nuestra charla a mi hijo Marcial que se está iniciando en las artes de la fotografía. Y decíamos que en otro tiempo no era tan fundamental el hcer cursos en la materia porque el aprendizaje era empirico.
En eso Ernesto recordó un maestro que tuvo, ciego él, que no ostante ello enseñaba a revelar a la perrfección.
Y otro que explicaba lo que era la fotografía mediante anécdotas-
Ambos recordamos Don Juan Gómez que en un par de oportunidades visitó nuestra isla, y que conocimos con su trabajo cencano al entonces Centro Histórico Documental.
De allí esta foto donde se lo puede ver en el entonces Salón de Usos Múltiples del Hotel los Yaganes proyectando slides con imágenes antiguas de nuestra Tierra del Fuego.
He hicimos memoria sobre este libro donde él da detalles sobre los origenes de la fotografía en el siglo XIX aquí en el sur.
Ernesto dijo tener una filmación que el obtuviera en Magallanes, donde se ve a nativos pescando el estrecho: el hombre en la canoa, la mujer en las frías aguas.
Y yo le conté que el me envió las Memorias del Padre José María Beauvoir.
Aquellos que se ocupan de la historia local tendrían que retomar los vínculos con Juan Gómez.
Un cuento para este fin de año: A la Lauri me la enganché por el puré de zapallo. Escribe Eduardo César Petrizzi
Durante unos años Eduardo vivió en Río Grande, en la gamela de gobierno, en las fronteras de mi barrio: La Vega. Después sentó sus reales en Ushuaia y conocí de su andar literario gracias a Horacio Pico. En vísperas de Navidad pasó por casa y hablamos de la vida y zonas aledañas. Los relatos de Petrizzi levantan el ánimo y yo estaba necesitando de ese impulso. Al fin se dió que para este año en fuga pueda presentarlo en su letra. ¿Y díganme si no tiene merecido un lugar en el mundo de los escribas de este sur?
Yo a
la Lauri hacía rato que le tenía ganas, pero ella era distinta a las demás
pibas del barrio, ella pintaba para otra cosa, era como una actriz, siempre
peinada de peluquería, oliendo a perfume Siete
Brujas y esa pollerita insinuante y la remerita ajustada, donde los ratones
de mi adolescencia, al verla, bailaban lentos toda la noche…
El
tiempo pasó y nos encontró con el tele a color en aquel Mundial ´78, y ese día,
¿quién no iba a festejar? Y la Lauri, también seguro que iría. Yo esa semana
estaba a las expectativas de los movimientos de la actriz del barrio.
Un día
me enteré que la Lauri estaba interesada en bajar unos kilitos, porque era,
como decirlo, voluptuosa, curvilínea, pero con curvas peligrosas, al menos a mi
vista. La Nancy, su amiga íntima, me pasó el dato, que le habían recomendado
para su dieta puré de zapallo, y yo
empecé a preparar la estrategia.
La
Lauri siempre compraba en la verdulería de Don Pocho, porque él mismo iba al
Mercado Central para conseguir verdura fresca.
Un
viernes a la mañana me aparecí en lo de Don Pocho, y caminando entre los cajones de verdura me fui eligiendo un
zapallo lindo y carnoso. Luego, cuando pasé por la casa de la Lauri, le dejé
colgado en la puerta de calle el zapallo con un cartelito “Para que tu cuerpo
de paloma vuele a mis brazos, me gustás. Rulo”. Rajé y me fui a esconder detrás
del árbol de la esquina y espié desde ahí. Al rato salió la Lauri, sacó la
bolsa y se metió para adentro. A mí el corazón se me salía de la camisa.
Entonces me dije: “el puntapié inicial está lanzado, solo hay que esperar el
festejo del mundial.”
Eran las seis de la tarde y Argentina
le había ganado a Holanda, y ahí salimos. Yo le hice guardia a la Lauri y casi
me pierdo el gol de Kempes, pero cuando las cornetas y los bombos anunciaban la
caminata al obelisco, ahí salió de su casa la Lauri, acompañada de la Nancy. Yo
iba dos cuadras atrás, ellas encararon por San Juan, yo salí por Boedo y caminé
hasta Cochabamba, doblé por Maza y las encontré. Con una mirada nos prendimos
fuego con la Lauri; ella llevaba una vincha
celeste y la camiseta de argentina, y se notaba que el zapallo no le
había hecho mucho efecto porque las rayas de la camiseta parecían que reventaban y estaban más anchas que
largas… yo estaba ciego y entonces corrí para alcanzarlas, pero me trabó una
columna de los Mimosos de la Paternal,
que era una murga que desfilaban en los
carnavales de Boedo y parece que se habían puesto de acuerdo en hacer un
vallado y no dejarme acercar a la dama de la dieta del zapallo. Corrí y las
tuve a cincuenta metros, yo iba mirando esas rallas de la camiseta que
descendían por la espalda y salían para curvarse de nuevo, ese espectáculo le
daba más color a todo lo que estaba
viviendo ese día. De pronto las volví a perder de vista, parece que la Lauri
también me buscaba porque en un momento sin darme cuenta yo las pasé caminando
porque ellas se habían parado cerca del cordón para ver pasar a la gente, pero
yo sabía que la Lauri me estaba haciendo la pasadita en ese momento. Fui aminorando
el paso y la volví a tener a pocos metros, pero ellas estaban de un lado de la
calle y yo de otro, y en el medio, toda la gente que como un río correntoso
arrastraba todo lo que se le ponía a su paso y no iba a perder mi presa, les
hice seña que nos encontrábamos en la esquina que me esperan ahí.
La Lauri le dijo algo a la Nancy y
cuando yo llegué a la esquina ella
estaba sola. ¿Vos sabés lo que fue tenerla cerca de mi. Nos miramos, la mirada
nos abrazó a los dos y mis brazos quisieron ver de cerca las rayas de la
camiseta de la selección. Ella se dejó, me clavó la mirada de nuevo,
temblábamos, el beso fue de un minuto que duró un siglo, porque no lo voy a olvidar
jamás, me hundí en sus labios y nos mandamos mensajes mediante el dúo de lenguas
con aromas a Pepsoden y Kolinosm
juntos. Yo me pellizcaba el brazo porque no lo creía, y te digo más, el viernes
en el café de Boedo no me lo van a creer, ni el Pela, ni el Chachi, ni Jeringa
me lo va a creer, lo que fue ese beso, porque no se los voy a poder expresar,
no se los voy a poder describir, porque
eso no fue un beso, eso fue caerse en un colchón de nubes, eso fue una pizza
con faina y moscato, eso fue el gol del Chango Cárdenas al Celtic, ese beso fue
el Polaco cantando Afiches, eso fue
Loche en el Luna Park, ese beso fue dos canelones con salsa blanca gratinados,
eso fue Armstrong pisando la luna, eso fue el descubrimiento de la penicilina
por Fleming, ese beso tenía el asombro de la teoría de relatividad restringida
de Albertito Einstein.
Qué se yo, me quedo corto con todo lo
que te dije, pero cuando salí de ese beso, la volví a mirar a la Lauri y le
dije: “después de los festejos, cuando volvamos del obelisco, te voy hacer un purecito de zapallo, ¿te parece?”. Y
ella afirmó: “Soy tuya, Rulo, y quiero comer de tu mano”. Yo estaba en el cielo
mientras el que no saltaba era holandés.
Nos fuimos de la mano derecho a la verdulería,
había zapallo en lo de Don Pocho.
En la foto me verán -con mi indumentaria característica en este año de enfermedades: el piyama. Junto al Horacio, de mayor altura, y Eduardo de rostro límpido.
Los primeros de la familia
He terminado de leer un escrito de LUCILA APOLINAIRE donde recuerda el centenario de la construcción del Galpón de Esquila de la Estancia José Menéndez, y el centenario de la Estancia Despedida que formó parte del establecimiento anteriormente mencionado.
Y también una reflexión suya que dice:
Creo que casi todos los que habitamos hace muchos años Tierra del Fuego tenemos alguna conexión o relación con el desarrollo de la ganadería en la isla. En cada familia, hay un abuelo, padre, tío u otro pariente que vino al sur a trabajar al campo, muchos de Chile, algunos de Europa, otros de las provincias del norte del país, (recordando que para los fueguinos, “norte” es cualquier zona del continente una vez
cruzado el Estrecho de Magallanes). Son muchas las personas que aún hoy guardan relación con el trabajo de la tierra. Ovejeros y puesteros, peones, administradores, capataces y encargados, cadetes, mecánicos, carpinteros y pintores, herreros, tractoristas, jardineros y quinteros, , cocineros, mozos y mucamas, esquiladores, alambradores, en fin…muchos trabajadores y sus familias dedicaron su vida al trabajo rural.
Esto me llevó a hacer memoria sobre lo particular, relacionado con mi familia. Con la complejidad que tienen los rumbos de la sangre.
Por eso quiero mencionar los que primeros llegaron los la lìnea paterna.
Y en este caso cae la primacìa en la persona de Vicente Quesada Gutiérrez, un primo de mi padre, que fue empleado de estancia Ruby, en el recuerdo de mis mayores del àrea contable del establecimiento de la familia Braun. Él era hijo de Nieves Gutierres Fuentes, hermana de mi abuelo Onofre, y de Vicente Quezada. Chilenos ellos, de la provincia de Cautín, zona de la frontera. Este primero en llegar estaba casado con Juana Berta Fuentes Campos, al decir de mi padre: una prima. Pero no estoy, hoy por hoy, de señalar el lazo exacto de la relaciòn. Cierto es que aparece la reiteraciòn del apellido Fuentes y en cuanto al nombre: Juana, lo tuvo tambièn una hermana de papá. Por lo que dicen los papeles era hija de Zenón y Juan Cruz Campos.
Viviendo en nuestro lugar el 15 de septiembre fueron padres de una niña, a la que llamaron Marta Eugenia de 1924. Pero la niña no vivió mucho. Para el 13 de febrero del año siguiente se producía su deceso en la misma estancia, a consecuencia "de debilidad congénita". Entre los testigos del deceso aprece Eduardo Van Aken, que ya lo había sido del nacimiento, y también Marcial Gutiérrez, mi tío, hermano de mi padre que ya había venido tras el primo a trabajar en ese establecimiento donde la haría hasta su muerte en 1961.
Mi tío no tuvo descendencia. Vivió solo como tantos hombres de campo. La soledad que gobierna nuestras vidas en el sur ya ha sido trabajada literariamente por Domingo Melfi, por Manuel Andrade leiva y porque no en mi novela Hasta el próximo recuerdo.
Tras la huella del hermano llegó un día mi padre: Oscar Gutierrez Carrillo, y por la misma impronta el primo de este Hipólito Casiano Canales Lara. El primero se empleó por el 30 en Carmen Vieja, realizò innumerables tareas -entre ellas la de alambrador- para terminar su vìnculo con lo rural como encargado de estancia Laura. El tìo Polo, entanto, fue carpintero en zona rural, y por los dìas del criadero de zorros, verdugo, perpetuando una relaciòn con con la familia Van Aken que ya aparece en la documentaciòn relacionada con los primos Quezada.
Canales tuvo un hijo, habido en Punta Arenas, con Juana Lara: Juan Canales Lara. Quién nunca vino a la isla por distancias con el padre. El fue tornero de oficio y poeta de vocación.
Mi padre me tuvo a mí, hijo único con Margarita Martinovich que vino por primera vez el 26 acompañando a su hermana Francisca luego de haber alumbrado esta a su primer hijo an Punta Arenas: Héctor Rene. Venía a hacer trabajo de tía.
Pero dejemos el rastro por aquí. La chispa encendió su fuego.
Mientras tanto digamos que en algún lugar del cementerio de La Candelaria se han venido diluyendo los restos de aquella que fue la primera de la familia en nacer aquí: María Eugenia Quesada Fuentes.
Nota: El mapa muestra el establecimiento al que fue a trabajar mi padre.
Falleció Antonio Jesús Menéndez Rendic
Su deceso se dio este 13 de diciembre, un Día del Petróleo que tal vez recuerde su largo desempeño en esa actividad.
Yo lo conocí con este rostro que aqui mostramos, cuando vivia en la cuadra del 200 de la calle Alberdi.
Para entonces se había dado su matrimonio con una joven rubia: Graciela Aldé Barsoti; y de esa unión vendrían tres hijos a los que me tocó con los años tenerlos de alumnos: Graciela, la que emigró pero cnserva su corazón en nuestro sur, Daniel pilar del periodismo deportivo en El Sureño y promotor de la aCtividad atlética, y Fernando no hace mucho fallecido quien qudó en mostrarme alguna vez las fotos de la familia.
La familia era remontarse a los Menéndez pobres, en vínculo con Don Jesús Menéndez sobrino de José, el asturiano.
Graciela me ha llamado durante años para saludarme en los días de mi cumpleaños, en su cabeza, sin recursos de internet están las fechas importantes para la vida de casi todos los antiguos riograndenses.
Jesus desde hace años vivió pleando, con ayuda médica, para prolongar su existencia.
En tanto quedó a medio hacer esa casa/edificio que quiso levantar en Belgrano al 400.
Hoy nos dijo adiós, y desde su silencio, mientras su sangre bulle en el espíritu de sus descendientes.
Yo lo conocí con este rostro que aqui mostramos, cuando vivia en la cuadra del 200 de la calle Alberdi.
Para entonces se había dado su matrimonio con una joven rubia: Graciela Aldé Barsoti; y de esa unión vendrían tres hijos a los que me tocó con los años tenerlos de alumnos: Graciela, la que emigró pero cnserva su corazón en nuestro sur, Daniel pilar del periodismo deportivo en El Sureño y promotor de la aCtividad atlética, y Fernando no hace mucho fallecido quien qudó en mostrarme alguna vez las fotos de la familia.
La familia era remontarse a los Menéndez pobres, en vínculo con Don Jesús Menéndez sobrino de José, el asturiano.
Graciela me ha llamado durante años para saludarme en los días de mi cumpleaños, en su cabeza, sin recursos de internet están las fechas importantes para la vida de casi todos los antiguos riograndenses.
Jesus desde hace años vivió pleando, con ayuda médica, para prolongar su existencia.
En tanto quedó a medio hacer esa casa/edificio que quiso levantar en Belgrano al 400.
Hoy nos dijo adiós, y desde su silencio, mientras su sangre bulle en el espíritu de sus descendientes.
Los amores de María, los amores de Manuel.
María le confió a su enfermera, en la etapa final de su
vida, que ella nunca supo lo que es el amor. A ella le llamó la atención porque
sabía de los largos años de su relación con Manuel del que por otra parte decía
que nunca había recibido un mal trato.
Manuel no habló nunca de otra mujer como no fuera María.
Y eso menos cuando volvió a la isla vestido de argentino,
impresionando en el almacén de la familia de María, a donde concurría a cada
hora para comprar algo, que cigarrillos, que confites, que un par de guantes..
Era curioso ver al gaucho vestido con guantes tejidos al crochet por la joven
hija de los dueños de aquel comercio de menestras.
María tenía un festejante, eso nunca lo confesó.
Un día que este salió en navegación, tareas de pesca, se
consumó el idilio entre la niña y el visitante.
Se juntaron las dos familias, se realizó la boda y los
brindis, pasando por alto las obligaciones eclesiásticas que disponían anuncios
de varias semanas previas a la consumación del matrimonio.
El festejante quedó sorprendido al regreso. Según lo que
dijo luego de una borrachera expiatoria, la María le había manifestado que lo
quería, y el había dicho y hecho lo propio.
Juró que iría a la Patagonia a buscarla, y cuando le dijeron
que no estaba en ese lugar sino mucho más allá: en la Tierra del Fuego, daría
la vuelta al mundo si fuera preciso. Y prorrumpió una amenaza en al almacén de
los que iban a ser sus suegros.
Pero una noche recibió un ataque, se supone que por los
familiares de María, y se rumoreó que lo dejaron en estado de no servir más
para una mujer.
Pasaron los años y María y Manuel vieron crecer en los hijos
un hogar feliz. El mayor había venido en el vientre de la mujer, el segundo
tardó un poco en llegar al mundo, pero llegó..
Con los años se hicieron de una posición económica, ella en
tareas de costura, él como carpintero y constructor.
Anciano ya Manuel fue perdiendo la vista, y permanecía
largas horas en torno la mesa en que María cosía, escuchando lo que decía el
televisor, mientras la esposa le contaba sobre lo que se veía en la pantalla.
Pero llegó el progreso, y así se supo que había cirugías que
devolvían la vista a la persona más impedida para ver.
También hubo cambios en la vida de nuestra gente y en la
pantalla chica llegó el destape.
Manuel, el operado, se pasaba las horas soldado a los
programas de espectáculos.
María, la que nunca conoció el amor, solía decir sobre su
esposo –que cada vez estaba más sordo- ¡Se la pasa el día mirando culos!
ALEJANDRO PINTO, palabras de caminante.
Pasó por casa para entregarme sus producciones literarias, esas que nacen de sus manos de manera artesanal bajo el seyo editorial de Klóketen Tintea. Estaba por salir al día siguiente rumbo a Ushuaia, se alojaría en Bosque Yatana por la hospitalida de Mónica Alvarado y partiría al día siguiente para recorrer el Paso Beban.
Mientras esperaba conseguir pastillas para potabilizar el agua porque, contrariamente a lo que se cree es un riesgo consumir agua en esos espacios cordilleranos.
Me contó de una caminante que tomó agua cristalina de un arroyo pero que al subir apreció que en curso de agua había un animal muerto desde hacía varios días, los efectos nocivos de la ingesta no tardaron en hacerse notar.
Alejandro vivió con anterioridad una experiencia iniciática por los senderos fueguinos de la mano de una francesa ducha en estos menesteres.
Pero ahora dispone de cinco días para los cuales se ha venido preparando durante mucho tiempo.
El paso Beban fue uno de los primeros en facilitar el transporte de personas, cabalgaduras y ganados entre el norte y el sur fueguino, y lleva su nombre por el apellido de un pionero croata -el Fortunato- ducho en andares marìtimo por sus memorables goletas.
Alejandro muestra su sencibilidad en el trato memorioso de lo cotidiano. La casa que vendiera su padre al irese al norte, el estado en que se encuentra lo mismo -donde se estan borrando los rasgos de la infancia- la desapariciòn del cementerio de mascotas que existìa en un rincòn del patio.
Una de mis perras se subiò al sillòn desde donde me hablaba y miraba curiosamente los gestos que acompañaban su decir.
¡Pronto estará de vuelta entre nosotros! Tal vez vuelque en discrusos similares su relaciòn de todo lo vivido, o tal vez apure escritos -como los de La isla me llama- que està al alcance de la mano para que comience a leerlos.
Pero el estará en lo suyo recorriendo las calles en su condicón de cartero, y no registrarà en imagenes su andar -que por otra parte requerirìa de una tecnologìa que no dispone- pero si guardarà en la memoria poética de sus narraciones, su condiciòn de caminante... encandilado por las bellezas de este sur.
FREDY GALLARDO, por los valles urgentes de la vida
Creo que hay que ser paciente una vez más, ya sé que todo
tiene un límite, pero ya llegará ese momento en que los temores y las dudas que
tenemos, se despejen de una buena vez; como este retazo de cielo límpido que
ahora estoy mirando. Para que así podamos caminar por las anchas avenidas con
dignidad.
Oye me parece que me fui del tema, pero yo creo que sentí la
necesidad de decirlo, será porque paso demasiado tiempo que no le escribía a
alguien. Creo que tu sabrás disculparme. Lo importante es que vos estás bien.
Bueno querida amiga, creo que esta tinta no da para más, y
hasta la próxima carta.
Un beso. Fredy.
Los asalariados
recorren las calles con el dedo en el gatillo,
apuntando al corazón.
Marchan hacia los límites del infierno.
No se rinden ante la realidad macabra
de la pobreza.
Del trauma abierto por el filo del pasado.
Pero, ocultarse en el sótano tendrá su recompensa
Izar el estandarte de la impaciencia
a la hora justa, no es nada más que la señal
del dios del tiempo.
Dejar atrás los muertos
sin mirarlos a los ojos será un peso
en la conciencia.
La injusticia remontando los ríos
de los cielos.
En las imágenes: Fredy Gallardo en el reciente homenaje a Julio Leite, Biblioteca Schmidt (h) -foto de María desde aquí, fragmento de una carta, portada del libro que escribiera durante su residencia laboral en la cabecera del lago, escribiente a máquina en los días primeros de la Fundación Poética de Río Grande, junto a Patricia Cajal y a mí - Colón 1091, foto de Raúl Ortigoza.
RASTROS EN EL RIO. 2 de agosto de 1992. “Y está el miedo, que es lo que da más identidad a los pueblos que el coraje”.
El río fluye de una edad a otra y las
historias de su gente transcurren en la orilla. Transcurren para ser olvidadas
y para que el río siga fluyendo.
Milan Kundera.
Siempre le tuve más miedo al cuco que al
diablo. Y en mis primeras confesiones encontré dudas al tener que contestar si
se había tocado, me había dejado tocar o por mi parte toqué. Yo atribuía mis
faltas al gran placer que tenía simplemente en jugar a la mancha venenosa.
La muerte estaba cerca, aunque nunca
alcanzaron a ser los velorios esa fiesta que tanto hadado motivos al folklore y
al humorismo, pero los muertos se velaban en casa, y como las casas eran
pequeñas se pedía prestada la de un compadre, la pensión o el club. Los muertos
llegaban descubiertos a la iglesia donde se echaban responsos en esa lengua
solemne que repetíamos sin conocerla, y envueltos en el vaho del incienso
ascendías con el cántico del Tantum Ergo, o “La paz de lo santos concede a las
almas que en penas y llanto imploran perdón...”
La advertencia de la muerte pretendía limitar
nuestras incursiones invernales que nos llevaban muy lejos, o nuestros paseos
estivales a lo largo de la costa con el riesgo de la marea.
El miedo estaba allí, en los misterios de la
mente de los niños, en el acicate de orden que imponían los mayores, que
supongo que –también a su modo-tendrían miedo.
Por eso hoy voy a escribirles rastreando en mi
memoria sobre mi miedo de niño, ese que también compartían otros de mi edad y
que resultaba terrible cuando salía de la boca de una madre que ante nuestras
travesuras decía:
-¡Me voy a morir!
-¡Ya van a ver cuando yo les falte..!
Nuestras madres especulaban con su ausencia o
nos atemorizaban con relatos en los cuales el niño desobediente era secuestrado
por los gitanos, aunque secuestrado no era la palabra; esa se asignaba para
casos que habían conmovido a nuestros padres en su juventud, como “El caso
Lindberg” o “Martita Schulz”, aquí lisa
y llanamente se nos decía que nos podían robar.
Pero los gitanos no aparecían nunca en este
pueblo bien provisto de hojalateros, y falto aun de un parque automotor
atrayente. Así que se generalizaba el llamado “Viejo de la bolsa”, que solía
ser algún inocente borrachín, o como decía mi amigo Raúl –aunque él es de otros
suelos- un “changarín” que resumía las depravaciones innombrables.
De conversar con el Petiso Andrade, con un té
frío de por medio, nos acordamos de un poema de Laura Vera, en que manifiesta
sus temores infantiles ante Manguay: “Doce del mediodía/ hora de sopa densa,/
-¡Toma toda la sopa/ que allá viene Manguay/ Y Manguay siempre pasa: /
enfundado en las manchas/ de un perramus eterno,/ botines embarrados/ y algún
bulto en el hombro,/( barba de algunos días/ y cabellos muy cano./ Su gran
porte encorvado/ su perdida mirada/ -a veces muy celeste/ y otras casi
aguachenta/ pronto me fascinaron./ Mi viejo de la bolsa:/nunca te tuve miedo,/
ya casi adolescente/ te vi hosco y gruñón./ Un día las comadres proclamaron a
coro:/ -que Manguay era rico,/ que guardaba un millón.../ mirá como vivía/ que
italiano... que inglés.../ Creo que nadie supo tu humanidad escondida/ solo se
que cumpliste muy bien con el papel.
Manguay era solo el marginal que podía asustar
a algunos niños, pero que para los grandes era otra cosa; así lo describió el
Petiso en su libro:
“Recuerdo a Manguay , que después terminó por
vivir en Ushuaia, este hombre tenía una obsesión, no agarraba nunca con la mano
la manija de una puerta, se ponía un guante izquierdo, y cuando lo perdía
escondía la mano en la manga y con ella hacía la agarradera. Una vez pasó por
una casa y viendo un corderito apropiado para su apetito, lo enlazó con una
soga y al pasar frente a la Comisaría –el vivía sobre la playa- lo detuvieron
por ser esa una actitud sospechosa. Manguay no reclamó el corderito,
calladamente reconoció el delito, pero eso sí, exigía que le entreguen la soga
porque: -¡La soguita es mía! Nunca trabajó, cosa que veía la vendía, y parece
que no le faltaban clientes, salía para afuera como zepelinero.
El cuco era un ánima para los más pequeños. El
podía estar en la despensa, a la que nos gustaba tanto meternos para incautar alguna deliciosa provisión que
se reservaba para otro momento. El cuco estaba siempre en la oscuridad. Que
problema cuando por ser más grandes debíamos salir a hacer nuestras necesidades
al fondo, y el cuco parecía asomarse en la noche sin estrellas o en las
turbulencias ópticas de la escarcha. Y contra él no había remedio.
Muchos padres se esmeraban en que los hijos no
creyeran en estas cosas que después les intranquilizaba el sueño; pero el
aprendizaje se producía de conversar con otros amiguitos que no entraban en
nuestras razones de la misma forma que nosotros entrábamos en sus temores; y
así también, ya más crecidos, aprendíamos con ellos las malas palabras que no
se escuchaban en casa, o su significado, y el laberinto excitante de lo sexual
en el que escasamente se nos orientaba en el hogar.
En resumen: ¡que gran culpa la del otro en eso
de andar metiendo miedo!
Si el médico era un pan de Dios, el enfermero
o practicante era un inquisidor de primer orden al manejar un instrumento de
tortura: la jeringa. Mi mayor miedo se concentraba entonces en la figura de
Pedro Bay, quien además de enfermero era policía, y por ello –si llorabas te
podía llevar preso-; luego continuaba Paleta Saldivia, al que yo por lo flaco
llamaba “Tablita”, y él se reía mientras me aplicaba la intramuscular, mientras
yo temblaba pensando como se vengaría si no le gustaba su nombre; después
estaba Vicente Barría Clausen, quien me impresionaba con su enorme estatura y
unas manos que creía de carnicero. Pero el simple trámite de vacunarnos nos
tenía intranquilos, cuando no llorosos, para burla de los mayores que se creían
faquires en este trámite. Ni que decir de la amenaza representada por el
irrigador o el empacho.
Nuestras madres devotas nos amenazaban con
situaciones concretas de distanciamiento del hogar:
-Si te portás mal, ¡te mandamos a La Misión!
-Si no estudiás, ¡te irás de comparsa a la
esquila!
La Misión era levantarse temprano, comer lo
que venga, estudiar compulsivamente, el sermón cotidiano, la agresión de los
más grandes sobre los más chicos.
La esquila era ingresar antes de tiempo a la
edad adulta, ser tratado en forma grosera, vivir sucio, comer mal, dormir entre
cueros, y volver con mucha plata... pero no para uno, sino para la casa.
Doña Jovita fue de esas, lo envió a a
Guillermo castigado a La Misión, y después el h ijo no quería seguir estudiando
en el pueblo.
Canito, que era un barrabás, no sintió como un
castigo la libertad de andar como gente grande en el mundo de la esquila.
Los miedos llegados a tiempo comenzaba
disiparse pero mientras duraban era el mecanismo psicológico que empleaban los
padres, con más eficacia que el chicote, ese que se colgaba siempre en un lugar
visible.
¡Qué miedo le tenía al chicote! Estaba allí
colgado en la cocina de la pensión. Lo había trenzado uno de los inquilinos en
sus ratos de ocio; hombre de campo, habilidoso para el cuento, que relataba la
ferocidad de loa herramienta de siete patas que ponía en manos de mi madre.
Bueno para el cuento, también, se fue un día sin pagar. Mi madre andaba
intolerante por ello, y alguna minúscula picardía mía estuvo a punto de
inaugurar sobre mi cuerpo al instrumento construido por el prófugo. Otros pibes
de mi edad eran intimidados con el cinturón. Nos contaban que le habían pegado
con la hebilla, o con la mano abierta: como se le pega a una mujer, o aun
niño...
Pero regresemos al conjunto de los miedos
menos contundentes.
Los sermones de los religiosos abundaban tanto
en castigos a los desobedientes, que ingresar a la iglesia cuando no había
nadie era una proeza similar a la de entrar en un cementerio de noche. La
Virgen podía aparecer y con ello vaya a saber cada castigo...
Lo santos tapados en la Semana Santa escondían
al mismo diablo, que por otra parte sabíamos que andaba suelto no sólo en
Carnaval –donde andaba suelto y alegre- sino también entre el Viernes Santo y
el Domingo de resurrección, donde se ponía fatal con los pecadores.
Otro miedo terrible que se despertaba en
nosotros era el miedo a la condena eterna. Nuestros pecados tan difíciles de
evitar nos conducirían al infierno. Y si lográbamos salvarnos seguramente que
allí irían a parar nuestros seres más queridos. Nuestros padres, nuestros tíos,
nuestros abuelos, no tenían para nada aquella conducta santificadora en que nos
embarcábamos entre la Comunión y la Confirmación; ellos ni iban a Misa, como lo
exigía la Santa Madre Iglesia, ni ayunaban si no se los recordábamos, tenían
una falta de virtud humana y hasta pensábamos con tanta prédica insustanciada
que podían ser masones y blasfemos, y con ellos pasto del fuego del averno. Por
suerte, algunos más prácticos, confesamos y comulgamos durante nueves meses los
primeros viernes de casa mes, y creíamos con ello ya tener asegurada nuestra
salvación.
Las niñas no aparentaban tener miedos
distintos a los nuestros. Nunca oí hablar de la Fiura, del Trauco, que como el
Pombero correntino tiene la mitología chilota para limitar actitudes del deseo
y justificar a los hijos no queridos. Si recuerdo aquello del dolor que
acompaña el parto, como una advertencia para que las jovencitas se midan en lo
que hoy es placer y mañana condena.
No era casual que nos metieran miedo con la
policía, ni con los ladrones, era como que ambos podían afectar el mundo de los
adultos, no así el de los pequeños.
Donde si sabíamos del miedo –julepe
directamente- era en el cine. Ni que contar lo que podía pasar en una película
de Drácula, que casi siempre era de las prohibidas por la tremenda carga
erótica que tenía el mordisco en el cuello. Yo era de los que se atemorizaba
con la bruja de Blancanieves, así que imagínense como elegía mi programa
cinematográfico;: preguntando por la calificación que daba la iglesia y que
divulgaba hasta por teléfono el Colegio María Auxiliadora. Pero el miedo
cinematográfico no estaba ligado a la muerte en duelo en el oeste, o en el
frente de batalla, el miedo esencial era del de los muertos que caminan, los
muertos que se levantan, los muertos vivos.
Un buen día, por el sólo hecho que estábamos
creciendo, advertíamos el miedo más terrible, ese que anidaba en el alma de
muchos de nuestros mayores: el miedo a la soledad. Y de la mano de nuestros
impulsos aparecía el miedo al otro sexo, a ese mundo prohibido pro los
convencionalismos, estimulado por los pícaros, ignorado por la infancia...
PATRICIA, poema de Oscar Barrionuevo.
mi amigo Domingo
tiene una casa
dentro de otra casa-
dónde una tarde
se le ha colgado de los balcones
un ramo de sonrisas
junto al sol propio que duerme
al lado/
mi amigo Domingo
tiene una casa de grandes ventanales
por dónde entra la mañana
a hacerle el alma/
tiene las puertas como el viento
para vender la distancia/
mi amigo Domingo
tiene una casa
dentro de otra casa/ dpmde
la luz sigue creciendo.
Los colaciches de la tía Kate
La tía era una de las hermanas de mamá, la que le seguía en edad puesto que había nacido el año siguiente en 1908. Viivió buena la mayor parte de su vida en Monte Grnde, Partido de Esteban Echeverría, hasta su fallecimiento el 19 de junio de 1974.
Desde cuando que no como colaciches?
Su hija Aurora Clara Kovacic vino a quebrar ea abstinencia al proporcionarnos la receta.
Partimos con los ingredientes:
Medio kilo de harina leudante.
Dos huevos.
Media taza de azúcar.
Media Taza de aceite
Media taza de leche.
Ralladura de limón, naranja o esencia de vainilla.
Preparación:
Poner en un bols la harina, el azúcar, luego los huevos. Mezclar el aceite y la leche en una taza e incorporarlos al bols, luego los huevos.
Tomar la masa, agregar la ralladura y amasar apenas agregndo un poco de harina de ser necesario, dejar descansar y tomar pellizcos de masa para formar las roquitas.
Hornear 15 o 20 minutos, hasta que estén apenas doradas (o muy) si les gustan más sequitas. Durán mucho si se guardan en envase cerrado.
Receta que habrá llegado de las "Croacias".
Oscar Domingo Gutiérrez, en una biografía de Patricia Liliana Cajal
Quién es Mingo? Patricia escribió hace algo más de un año esta biografía, destinada tal vez para una enciclopedia. Después pasaron muchas cosas, entre ellas el deceso de la autora, pero el tiempo nos lleva a que ella tome la palabra
Nació en Río Gallegos el
28 de Marzo de 1953, su padre Oscar Gutiérrez Carrillo, trabajador rural,
portuario y posteriormente maderero. Su madre Margarita Martinovich, ama de
casa, que de tanto viajar a Río Grande a cuidar a sus sobrinos terminó junto a su
esposo y único hijo radicándose en la zona norte de tierra del fuego.
Entonces Mingo, cursó sus estudios primarios en
el colegio Salesiano Ceferino Namuncurá, el secundario en el Instituto Don
Bosco y luego en la Ciudad de la Plata en la Escuela Superior de Periodismo.
Ni bien se radicó en nuestra ciudad comenzó a despuntar el vicio de este oficio que abrazó desde muy jóven en el Periódico El Austral de propiedad del señor Higinio Fernández pero que en áquel entonces editaba Abraham Vázquez, por otro lado en el devenir del tiempo surgieron otras publicaciones como el mensuario "Truco" o "El Río" revista literaria que salió a la calle durante 4 años.
Con su esposa, Patricia Cajal, compartió los comienzos de la Fundación Poética Río Grande que integraba también, Fredy Gallardo.
De sus publicaciones destacamos: "Libro de Relatos de la Candelaria" ( 1989); después fueron "Temprano Río Grande"; "Los Shelknam ausencias y presencias"; "Rastros en el Río"; "Historias del Petróleo en Tierra del Fuego" compartido con Néstor Ortíz; el libro protocolar que nos representa a todos los riograndenses con fotos de Alfio Baldovin; "Poemario El Secreto" y su única novela titulada: "Hasta el próximo recuerdo".
La radio que fué otra de sus compañeras de toda la vida se cruzó en su camino en 1977, ni bien despuntaba ese año en enero inició su carrera de periodista, locutor historiador, relator de anécdotas regionales, rescatando en su derrotero las vidas de las familias que se fueron asentando en la incipiente ciudad.
Desde entonces cuenta con más de cuatro mil horas de grabaciones y mas de siete mil imágenes del ayer fueguino.
La dirección de la primera radio de la zona la ejercía por el año 77, don Jorge De Amuchástegui, trabajando en ella entre otros los locutores Mabel Traber,Guillermo Boucho y Enrique Bischof, y los operadores Luján Muñiz, Juan Francisco Marín, Angel Acosta y Daniel Pisano, sólo por recordar algunos nombres.
Desde entonces su voz llevó a la audiencia riograndense programas de su autoría tales como "Los Gajos de la Tierra", "Memorias del Río", "Fronteras del Pasado", Río Grande en un nuevo Siglo","Evocaciones" y desde muy temprano en los últimos años: "Matinal puesta a punto".
Debemos decir que, además, MIngo también pasó por las aulas en su rol de docente de Historia y Formación Cívica en el colegio Don Bosco primero y luego en el Instituto María Auxiliadora, entre el 75 al 87.
Como muchos de nosotros la presencia de la democracia restaurada en el país lo encontró militando activamente en el Partido Justicialista llegando a ocupar una banca en el Concejo Deliberante en el período 83/85, durante la intendencia de Chiquito Martínez, y posteriormente ocupó el cargo de Director de Cultura del municipio.
Asimismo desde el año 1991 su veta periodística se vió plasmada en las páginas de "El Sureño" en el rol de columnista dominical hasta el 2000 con "Rastros en el río", y desde el 91 reprodujo la memoria fotográfica de los lectores con el siempre reconocido hasta nuestros días "Cordón Cuneta".
De todas estas facetas de periodista, poeta, narrador, articulista, recopilador de voces e imágenes, militante político, funcionario, vecino destacado, sobresale la que Mingo señala como su legado más trascendente sus hijos frutos del matrimonio con la docente Yolanda González: María Florencia, abogada; Damián Eloy, Kinesiólogo y Ana Laura, psicomotricista, y de su segundo matrimonio con Patricia Cajal, Marcial Fermín, actualmente estudiante universitario. Pero sus ojos se encienden cuando nombra a sus dos nietas Mía Carolina y Lucina, con N, como él dice.
Su vida transcurre entre su voz, su palabra y sus imágenes.
Ni bien se radicó en nuestra ciudad comenzó a despuntar el vicio de este oficio que abrazó desde muy jóven en el Periódico El Austral de propiedad del señor Higinio Fernández pero que en áquel entonces editaba Abraham Vázquez, por otro lado en el devenir del tiempo surgieron otras publicaciones como el mensuario "Truco" o "El Río" revista literaria que salió a la calle durante 4 años.
Con su esposa, Patricia Cajal, compartió los comienzos de la Fundación Poética Río Grande que integraba también, Fredy Gallardo.
De sus publicaciones destacamos: "Libro de Relatos de la Candelaria" ( 1989); después fueron "Temprano Río Grande"; "Los Shelknam ausencias y presencias"; "Rastros en el Río"; "Historias del Petróleo en Tierra del Fuego" compartido con Néstor Ortíz; el libro protocolar que nos representa a todos los riograndenses con fotos de Alfio Baldovin; "Poemario El Secreto" y su única novela titulada: "Hasta el próximo recuerdo".
La radio que fué otra de sus compañeras de toda la vida se cruzó en su camino en 1977, ni bien despuntaba ese año en enero inició su carrera de periodista, locutor historiador, relator de anécdotas regionales, rescatando en su derrotero las vidas de las familias que se fueron asentando en la incipiente ciudad.
Desde entonces cuenta con más de cuatro mil horas de grabaciones y mas de siete mil imágenes del ayer fueguino.
La dirección de la primera radio de la zona la ejercía por el año 77, don Jorge De Amuchástegui, trabajando en ella entre otros los locutores Mabel Traber,Guillermo Boucho y Enrique Bischof, y los operadores Luján Muñiz, Juan Francisco Marín, Angel Acosta y Daniel Pisano, sólo por recordar algunos nombres.
Desde entonces su voz llevó a la audiencia riograndense programas de su autoría tales como "Los Gajos de la Tierra", "Memorias del Río", "Fronteras del Pasado", Río Grande en un nuevo Siglo","Evocaciones" y desde muy temprano en los últimos años: "Matinal puesta a punto".
Debemos decir que, además, MIngo también pasó por las aulas en su rol de docente de Historia y Formación Cívica en el colegio Don Bosco primero y luego en el Instituto María Auxiliadora, entre el 75 al 87.
Como muchos de nosotros la presencia de la democracia restaurada en el país lo encontró militando activamente en el Partido Justicialista llegando a ocupar una banca en el Concejo Deliberante en el período 83/85, durante la intendencia de Chiquito Martínez, y posteriormente ocupó el cargo de Director de Cultura del municipio.
Asimismo desde el año 1991 su veta periodística se vió plasmada en las páginas de "El Sureño" en el rol de columnista dominical hasta el 2000 con "Rastros en el río", y desde el 91 reprodujo la memoria fotográfica de los lectores con el siempre reconocido hasta nuestros días "Cordón Cuneta".
De todas estas facetas de periodista, poeta, narrador, articulista, recopilador de voces e imágenes, militante político, funcionario, vecino destacado, sobresale la que Mingo señala como su legado más trascendente sus hijos frutos del matrimonio con la docente Yolanda González: María Florencia, abogada; Damián Eloy, Kinesiólogo y Ana Laura, psicomotricista, y de su segundo matrimonio con Patricia Cajal, Marcial Fermín, actualmente estudiante universitario. Pero sus ojos se encienden cuando nombra a sus dos nietas Mía Carolina y Lucina, con N, como él dice.
Su vida transcurre entre su voz, su palabra y sus imágenes.
ANA LAURA, poema de Oscar Domingo Gutiérrez
En el sitio y apogeo de mis venas
la herencia del agua,
el claro ejército de su cuerpo
recién afincado al vapor
de la tierra;
semilla articulada que substancia
una música acometida de armonías
y causas.
Río Grande, 10 de noviembre de 1988.-
la herencia del agua,
el claro ejército de su cuerpo
recién afincado al vapor
de la tierra;
semilla articulada que substancia
una música acometida de armonías
y causas.
Río Grande, 10 de noviembre de 1988.-
AL HIJO, poema de Oscar Domingo Gutiérrez.
Verás la resistendia del tiempo
cabalgando en tu corazón,
pero en sus pasos largos
solo
en el camino
serás
el hombre.
Río Grande, 18 de enero de 1989.
Primeros submarinos argentinos
Se los denominó Santa Fé, Santiago del Estero y Salta y fueron adquiridos a Italia en 1933. Fabricados en Italia por el Astilero Franco Tosti, de Taranto.. a un precio de 208 mil libras esterlinas.
Aquí se los ven en la base de Mar del Plata.
En la foto inferior se pueden ver los tubos Lanza Torpedos del Salta.
Gente de Letras, poema de Jorge Murúa (*)
Después de tantos
almanaques
superpuestos a otros calendarios
hoy, inconscientemente
tropiezan en mí
aquellos malabaristas al caudillaje del tiempo.
Poetas que
abrían los hielos
para rasgar el lápiz
con puntas de fuego.
Alquimistas con
un corte soberbio
de gaviota
colgada en los ventisqueros.
Barbados guevaristas
carámbanos de
fusiles y ojos de misterio
hoy algunos desaparecidos
otros en la
infinidad de un libro abierto.
Libres esparcidos
, presos de ensueños
pero siempre bajo
el mismo cielo.
Anhelando en la
vida lo que no encontraron
en la asonancia de
un poema
o en el
laberinto de un verso nuevo.
Hoy, tropiezan en
mi,
y cada uno me
arrebata la memoria
para reconstruir la
mansa palabra
del cual todos, una
noche larga
surgimos como si
fuéramos
criaturas al
viento.
(*) Jorge Muñoz Murúa llegó de Mendoza por los 80 y vivió entre nosotros. Ahora, desde hace largos años, reside en Estados Unidos. En Ushuaia participó del movimiento Gente de Letras que lideró en un momento Lucinda Otero. Gente que participaba los sábados de los talleres litearios de Alicia Viladoms, y de dejó un par de Antología. Se comunicó conmigo a partir del fallecimiento de Patricia Cajal, con grandes recuerdos hacia ella y su vínculo en la lectura con Octavio Paz, y también hizo memoria sobre Manuel Zalazar. Le llamábamos EL YAYO.
Segundo José Baldomero Barrientos: “Un hombre de empuje”.
Hoy despedimos a Cacho –Cacho Toro- quien sucumbió a una
larga enfermedad que condicionó su vida en los últimos nueve años.
El Club Sportivo, que lo tuviera entre sus inspiradores
lucía crespón negro, y junto al féretro esta Nuri, su esposa por cinco décadas
y un grupo de familiares compungidos y amigos agradecidos.
Cada uno tenía recuerdos vivos para perpetuar su memoria.
Para alguno fue el funcionario de deportes de la primera
hora de la provincia. Par otros el activo organizador de los campeonatos de
Papi del Día del Niño. Había quien recordaba sus arengas cargadas de
fueguinismo en los días nacientes del MPF. Es estaba quien lo recordaba arando
el pedrero que eran por los 60 la cancha de fútbol del San Martín. Otros tenían
en cuenta su condición de comerciante. Y así mil cosas más.
Los diarios del día no daban cuenta de su deceso. Murió en
hora incómoda, poco después de las 21, hora de cierre.
Las actuales autoridades no estaban para dar con su
presencia un reconocimiento a un hombre
que fue “fuerza viva” en largos años difíciles para trabajar por la juventud.
Yo volví a casa y me encontré con un par de cajas donde
figura la documentación del Centro Fueguino, de la que fue depositario en su
hora postrera.., materia de análisis de una experiencia que por los años 80
trataba de sacar de sus postergaciones a los hijos del lugar.
Cacho el grande ha partido.
Con ojos de niño: Los bigotes de la tía…
Había sido en su
tiempo una de las mujeres más bellas. No sé si en el barrio, en el pueblo, en
la ruta complementaria donde se levantaba la estancia en la que permaneció por
largos años luego que la secuestrara el tío.
Porque la tía había
sido secuestrada por su marido, que a aventajaba en una década en la edad, y al
cual había conocido estando en prisión, dónde lo visitaba con solidaridad militante
–ese término es de ahora- hasta que un día le levantaron el encarcelamiento.
Entonces la pasó a buscar y se la trajo a la isla.
La tía era rubia y
de ojos claros, en aquel remoto tiempo de su llegada a nuestro lugar, y también
cuando con los años la conocí.
Pero para entonces
tenía una presencia desagradable en el rostro: los lunares estaban cargados de
pelos rígidos que te pinchaban al tratar de besarla. Y besarla era un rito ineludible.
Viejas peludas había
por doquier, y solían parecer con más frecuencia en los velorios a dónde íbamos
en compañía de nuestra madre que no ingresaba en esa categoría tal vez porque
se aplicaba de continuo una máscara facial de piedra pómez y limón.
La tía tenía en el
escote una cicatriz. Se decía que en otro tiempo en ese lugar existía un bello
lunar al que uno de sus nietos arañó siendo pequeño y desató una infección que
llevó a que fuera extirpado. El lunar era como un bello prendedor.
Besar a la tía, y al
conjunto de “tías” en medio de un velorio nos producía escozores en la piel, y
nos hacía preguntarnos porque no se afeitaban. Por entonces la tía tendía menos
de sesenta años, y según se decía mostraba los descuidos de la edad. Ya no
estaba en una etapa de su vida en que alguien iría a secuestrarla para traerla
a vivir en el confín del mundo.
Un día, al crecer,
me mostré molesto por los lunares peludos de la tía, y ella me incriminó por el
desaire. Me dijo que no me olvidara que yo era su sobrino y que con los años
también se me volverían peludos los lunares de mi cuerpo. A mí no me importunó
este anuncio, puesto que al fin siendo varón podría afeitarme con la Gillette o
la Legión Extranjera. Pero su anuncio se hizo realidad: en el lunar que llevo
en el entrecejo, en el que luzco al costado de una fosa nasal, y en cada uno de
los que aparecen en mis mejillas. Los pelos de estos lunares eran más- rígidos
que el bozo de las inmediaciones y molesto por su presencia –que sentía que se enganchaban
en todas partes- los arrancaba ni bien iban creciendo haciendo pinza con mis
dedos índice y pulgar.., con el tiempo eran de tal dureza que resbalaban con
esta acción y con ello era preciso tomar la pinza de depilar que estaban en el
estuche de manicura de mi madre.
Un día la tía murió
y fuimos a despedirnos de ella. La encontramos plácida y rejuvenecida en su ataúd
y al besarla advertimos que no tenía más lunares punzantes. Tal vez alguien se
encargó de maquillarla, dejándola en condición diferente a la que solía
molestarme.
Con los años
contraje la misma enfermedad que ella, y fui perdiendo el bello en los brazos,
y los lunares, aunque un par de ellos no se ven bajo mi barba.., todo producto
de la medicación intensa a la que he sido sometido.
No he visto viejas
peludas –cuncunas le decíamos a algunas- en las nuevas generaciones de mujeres
mayores; donde la cosmética parece mostrar mayores esmeros. Igual se conserva
esta costumbre de forzar a los hijos a besar a los viejos, lo noto y la tensa
reacción de los pequeños cuando se trata de darme un beso en la mejilla. A
veces, por condescendencia les ofrezco mi mano… Y procedo a hacer lo mismo
sobre sus pequeños dedos.
NUESTRA HISTORIA RECIENTE - Octubre de 2007
Octubre 1. Victor Hugo Albornoz se suicida
internándose en el mar a la altura del monumento a Malvinas.
La Municipalidad define como de ahogo
financiero la situación derivada de la falta de transferencia de dineros por
parte del gobierno provincial.
Richardo Chayer y Aldredo Gianfrancesco ,
profesionales de la Secretaría de Agricultura de Nación, presentan en la oveja
negra un diagnótico optimista sobre ganadería vacuna en TDF.
Octubre 2.- Santiago Michel (50) es condenado
a 8 años por violador.
La justicia suspende elecciones de ATE
previstas para el 4 en Río Grande.
Octubre 3. Incendio en Truman, se capturan a
tres personas que lo habrían realizado por encargo mafioso.
La justicia federal suspendió elecciones de
ATE en Río Grande hasta que se de un fallo del Ministerio de Trabajo de la
Nación.
Cristina Andrade vicerrectora de la Escuela de
Comercio Número 2 es denunciada por padres por apología del terrorismo de
estado.
Octubre 4. Colazo se presentó a la justicia
reclamando el expediente en la causa que se le sigue por enriquecimiento
ilícito.
Paran docente en recuerdo a Carlos Fuentealba
Juran la ciudadanía más de 80 vecinos.
Entregan instrumentos musicales a la Iglesia
Pentecostal, fue por el Presupuesto Participativo.
Enjoy presentó la tarjeta Actual.
Octubre 5. La Revista chilena de antropología
visual publica en su número 10, el trabajo de Carlos Baldassarre titulado La
Aculturación de Angela Loij a través de su imagen fotográfica..
Octubre 6. Una grúa comienza trabajos en
Belgrano y San Martín para una obra privada cortándose en un carril la
circulación vehicular durante cinco días.
Octubre 7. El intendente y empresarios locales
vistan Puerto Williams.
Organizado por la profesora Claudia Codina
tiene lugar en el Polideportivo Carlos Margalot el evento Revolución Hip Hop.
Octubre 8. Incendio en el corralón de la
maderera perteneciente a Montané, empresario dueño también de la recientemente
siniestrada Tru man.
En el Ipauss se eligen nuevos directores: Inés
Liliana Martínez y Jorge Vargas por los pasivos. Luis Sandez, Javier Lario y
Julio Peralta por los activos.
Octubre 9. Ante los Concejales, y en una
suerte de primer banca del vecino, Juana Avendaño diserta sobre la problemática
del costo de la vida y las ventajas impositivas de TDF que no llegan a los
precios.
Octubre 9. El Bibliomóvil del Congreso de la
Nación inicia una actividad que se prolongará hasta el fin de semana.
Se acuerda un censo municipal para el 2008.
Paro Universitario por reclamos de
equiparación.
Octubre 10.- En el marco de la novena sesión
del CD se aprobó el pase a planta permanente de personal contratado.
Tras dos días de asambleas vuelven las clases,
el Sutef argumentó atrazos en el pago de sueldos.
Octubre 11. Acuerdo entre gremio y cámara de
comercio que elevará sueldo inicial a 2000 pesos.
Trasladan los restos de Horacio Bracco a 9 de
julio.
La fusión presenta equipos y sponsores.
Octubre 12-13.- Primer Congreso Provincial de
Discapacidad.
Octubre 12.- Comienza el IV Congreso
Patagónico Binacional de Tango.
El Taller Municipal de Teatro presenta El Zoo
de Cristal de Tennessee Williams.
Rubén Baliño presenta Karukincanto en Río
Gallegos.
Octubre 13. Viaje inaugural de la embarcación
de Fernández Campbell en el Lago Fagnano.
Octubre 14. Fiesta de los 15 años de Aire
Libre, con elección de reina.
Octubre 15.- Más de 6000 niños se incorporaron
durante el año a los denominados Rincones de Lectura, promoción de la Fundación
Leer.
Solo por Direct TV se pudo ver Cuentos
Cardinales, espacio construido en Telefé sobre un relato de alumnos de Tolhuin.
Octubre 16.- Son presentadas capacitaciones de
la Fundación Garraham.
Octubre 17. El ministerio de Salud de la
Nación destina una ambulancia para la Margen Sur.
Hugo Cóccaro se reafilió al peronismo en el acto
del Día de la Lealtad.
Fallece Luis ángel Leticia.
Octubre 18.- Se lanzan oficialmente los cursos
Cisco y Oracle.
Comienza el curso de orientación y educación
sexual para docentes y alumnos.
Octubre 20.- Julio Cobos en Río Grande.
Octubre 21.-Habrá multas de hasta mil pesos
por perros sueltos.
El 20,4 por ciento de los jóvenes de TDF entre
13 y 18 años recooció haber consumido algún tipo de droga.
Octubre 22.-Taxistas reclaman mayor seguridad
ante los ataques sufridos recientemente.
Problemas edilicios en el Jardín 12.
proveniente de filtraciones de la escuela 19.
La escuela 2 festejó 85 años de vida.
Octubre 23.- Rige una nueva ley de acefalía
que posibilitaría el alejamiento adelantado del gobernador Cóccaro y la
asunción de las autoridades electas.
Consumidores buscan reunirse para analizar que
hacer con el constante aumento de precios.
Octubre 24.- Con un programa especial
transmitido desde el Gimnasio de la Escuela 2, festeja Canal 13 sus cuarenta
años. Recibe la visita del primer director Godofredo Videla.
Más de 700 docentes participan de un congreso
de Sutef.
Octubre 28.- En las elecciones parlamentarias
tres bancas de diputados se reparten entre Nelida Belous (ARI), Mabel Calchaquí
(Paufe) y Sciutto (FPV), mientras que los senadores son dos para el ARI: José
Martínez y María Rosa Diaz, y uno para el Paufe: Mario Jorge Colazo. El voto
fuguino privilegió a Cristina Fernández de Kirchner. Mas de 8 mil personas no
votaron, y sufragaron 7 presos.
Octubre 30. El SEDRONAR capacitará por 10 días
a efectivos de distintas fuerzas de seguridad.
Juan Leithold de Bilbao 546 descubrió el robo
16 en su comercio, en este caso protagonizado por dos menores de 16 que fueron
detenidos.
El Habanero Digital da cuenta de la
publicación promovida por el Círculo Literario El Unicornio Blanco del librode
poemas de de la cubana Valeria González Reyes, titulado La tierra de mis
fuegos.
La ampliación de la planta de El Tropezon ya
esta potabilizando brindado un 20% más de agua al servicio público.
Rosa de los Ángeles Soto y Gustavo Lescano
serán los nuevos docentes de la escuela antártica.
Octubre 31. El Diario del Fin del Mundo
publica: Tras
los 515 años del descubrimiento de América, una representante de la comunidad
mapuche tehuelche, Victorina Spoja, indignada reclamó "Justicia y respeto
por la memoria de los pueblos originarios", y al mismo tiempo consideró
como "crímenes de lesa humanidad la atrocidad y barbarie que hubo hacia
los naturales que poblaron la Patagonia, quienes fueron invadidos y
mortificados por los conquistadores de tierras".Repudian la llegada de los
conquistadores
porque
se sintieron invadidos y además no los reconocían a los originarios del
lugar
y "más de 300 hermanos fueron muertos y esclavizados entre 1878 y 1894",
afirmó
Spoja.
La mapuche cuestionó el descaro y soberbia porque "tomaron de rehenes a nuestros jefes y guerreros, se los llevaron como esclavos", y
La mapuche cuestionó el descaro y soberbia porque "tomaron de rehenes a nuestros jefes y guerreros, se los llevaron como esclavos", y
posteriormente,
sus restos fueron expuestos en vitrinas en el Museo de ciencias
naturales
de la ciudad de La Plata.
Denunció que a los nativos de la
Denunció que a los nativos de la
Patagonia
"se les arrancó sus cabellos y cortaron sus cabezas y colocaron en formol
sus cerebros". Asimismo, cuestionó a quienes en nombre de la ciencia
avasallan
y despojan a los pobladores de los pueblos
originarios."Mancillaron
sus cuerpos y los huesos de nuestros hermanos y usufructuaron con ellos",
al colocarlos en vidrieras de un museo, criticó
enfadada
la mapuche.Asimismo, agradeció al grupo de estudiantes de
Antropología
de la Universidad de La Plata, quienes "descubrieron y removieron el
encubrimiento de la barbarie cometida y que gracias a la calidad humana de los
alumnos se conoció sobre los restos óseos y cerebros en formol que hay en el
Museo" de Ciencias Naturales de La Plata.En tal sentido, la comunidad
mapuche
solicitó que los restos óseos de los nativos sean devueltos a los
pueblos
originarios y comunidades. Por tal motivo, Spoja agradeció la difusión
de
la fueguina Nidia Alvarado para que la gente reclame los cuerpos de los
naturales
y regresen a sus pueblos originarios.
Nativos
de Tierra del Fuego
Aclaró
que el año pasado se sacó de una exposición el esqueleto perteneciente
Maishkenzis, yagan, nativo de Tierra del
Fuego.La mapuche cuestionó la
violencia
con la que indiscriminadamente se avanzó en los pueblos selk'nam y
yagán,
Recordó que en Tierra del Fuego en 1896 "mueren dos peones en la estancia
y las autoridades policiales detuvieron alrededor de 80 hermanos selk'nam, de
los cuales 26 eran menores de 10 años y doce de ellos tenían entre 2 a 5
años".Spoja también comentó a el diario del Fin del Mundo sobre la forma
en
que
"envenenaron a más de 400 nativos en la comida en la playa de Sprin
Hill".
La
nativa también criticó a los colonos que pergeñaron la matanza y que hoy las
calles
de las ciudades llevan sus nombres. También recordó la horrenda práctica
de
los navegantes, quienes "practicaban tiro con los nativos en el
mar".Spoja
destacó el coraje de los jóvenes estudiantes de la Universidad de
La
Plata, quienes hicieron el inventario de los restos que encontraron y entre
ellos
mencionó a los alumnos Patricio Harrison, Fernando, Miguel Añon
Suárez.Finalmente,
la mujer aclaró que quedan restos por restituir, entre
los
que figuran un esqueleto masculino, de Pichón, indio ona-selk'nam, registrado
como 1863, que fue fusilado en Ushuaia y Harberton en 1897. Dicho cuerpo habría
sido donado por el coronel Godoy al Museo de La Plata.
Otro cuerpo bajo Nº 1866 de Tafa o Elltyalma (foto) , mujer nativa cauescar- alakaluf del Estrecho de Magallanes, falleció en el Museo el 9 de octubre de 1887. De acuerdo con el informe se conservaría el cerebro, el cuero cabelludo, la máscara sacada después de su muerte.
Por otra parte, también se registró un esqueleto 1867, de maiskenzis, de un yagan masculino de Tierra del Fuego, quien falleció en septiembre de 1894 en el museo de La Plata. De este nativo se conserva el cerebro disecado y el cuero cabelludo.
La mapuche pidió respeto a los muertos y que las comunidades reclamen sus cuerpos para la sepultura en sus pueblos originarios. "Los sobrevivientes queremos que saquen del almanaque el día de la raza porque hablan de una especie humana capaz de destruir con la soberbia", afirmó Spoja.