Ya se que en estos últimos años viniste a descubrir que no te llamabas así, como te conocimos la mayor parte de tu vida, y pasaste a ser Franca Susic, como se conocía a tu madre.
Ya se que tu herencia más importante fue la consolidación del CAP, Centro de Antiguos Pobladores, sobre tantos pasos en falso, y lo hiciste nacer un 15 de mayo, como tu mamá.
Ya se que dejaste muchas cosas por hacer, y que tus caminos fueron varios: el comercio, la política, la acción comunitaria, la familia.
Lo que queda en este adiós es tu entereza.
Qué no era poca..
Pregúntenle a los que saben de este lugar quien fue la Emila, y mientras tanto documentemos los recuerdos con esta entrevista que te hiciera en su momento Patricia Croci, donde hablaban de lo que ayudaste a nacer, a nuestro hospital..
***
La primera sala de Primeros Auxilios que hubo
por estos pagos estaba en la casa de Don Francisco Bilbao, en la playa, en el
lugar donde ahora así Elcano y pasaje Jorge Newbery casi esquina Rosales. Era
una manzana grande, de tres cuadras, y allí había una casa donde él había
tenido un despacho cuando recién esto se estaba poblano, y eso se facilitó para
una sala de Primeros Auxilios y estaba un tal Dr. Serpa de médico.
Eso fue previo al Hospital y de allí pasó al
batallón del BIM 5 y luego se inició el Hospital propiamente dicho.
El edificio del Hospital se tiró tres veces
al piso.
Veinte años se demoró su construcción. Cada
gobierno que venía no le gustaba, se hacía otro proyecto, subía otro gobierno,
no le satisfacía, vuelta abajo; total la plata era nuestra. Se inauguró en la
época de Frondizi, en la que yo era funcionaria, y por razones políticas había
que aprovechar a hacer “bambolla”, para variar, como ocurre siempre: “Vamos a inaugurar
el Hospital”, como aquí no había medios de comunicación salió en diarios de
Buenos Aires. Va a venir el Ministro de Salud Pública: Dr. Noblía a la
inauguración, y el Gobernador del Territorio era el Capitán Campos, él fue el
responsable de que se inaugurara el hospital. Se inauguró lo que hoy es la
Dirección y todo ese pasillo largo. Allí se hicieron al medio, de un lado
mujeres, del otro lado hombres, y en la misma entrada estaba la sala de
atención de los médicos. Así comenzó el Hospital.
Entonces hagamos ruido, vino el Ministro, yo
no asistí a esa inauguración, a pesar de que pertenecía a Salud Pública por que
no me presté a eso y así empezó. Luego se terminó el edificio con el Gobierno
de Frondizi, quedó como hasta hace ocho años, eran salas de hombres, de
mujeres, con entrada por Ameghino, si mal no recuerdo.
A cargo de la construcción estaba el Maestro
Mayor de Obras, el Sr,. Campanella, que falleció al caer el Lear con el
gobernador Trejo; y yo era presidente de la Cooperadora del Hospital, de la
miseria del Hospital, y me dijo: “Sra. Bonifetti si me consigue 15 kg de cera
en pasta yo le entrego esta tarde el piso lustrado, era iso de cemento, con la
gente del Hospital”. Entonces, a salir a campear la cera. Agarré mi “catramina”
y salí boliche por boliche y les decía: “¿Si Ustedes concurren al Hospital, se
les cobra? ¡No! Se está por habilitar, no hay un solo peso y el MMO nos dice
que nos entrega el Hospital lustrado pero es un enorme gasto para nosotros.” Si
no tenían lata de cera me daban un peso con cincuenta y así juntamos en un
recorrido, en una mañana 30 kg. de cera. Le dí 15 Kg. Y
necesitábamos una lustradora además. La fui a pedir a Municipalidad, no tenía,
a INTA, no tenía, al Banco de la Nación, no tenía, estaba de gerente Mones Ruiz
y me dijo:¿para qué es?.Es para el Hospital, para que nos entreguen el piso
lustrado. “Tomá la mía”. Me la dio su lustradora, le entregué todo a Campanella
y a la tarde nos entregó el Hospital lustrado.
El Hospital lustrado pero con un vacío
imposible de llenar, porque
...nos dieron la infraestructura pero
absolutamente nada más.
¡Nada! Todo lo que había era chatarra rota,
entonces a buscar colaboración: Me fui a la Tenessee y reparó todo lo que fuera
hierro: camas, vitrinas, catres, mesa de cirugía, mesa de partos. Todo lo que
fuera hierro lo reparó Tenessee, como contribución voluntaria. Después me fui a
lo de René Díaz, le dije: “René hay que colaborar para el Hospital”.”¿Qué
necesitas? “Necesito mano de obra de pintura”.”Me vas a traer la pintura? Si.
Me fui a lo de Zapico (Tanarro entonces). Mire, nos entregaron el Hospital
vacío, estamos empeñados en hacerlo.. Que necesitaba pintura.¿cuánto? Tantos
litros. Tome la pintura. Así llegaron
camas, muebles, todo cero kilómetro. Colchones, a los ganaderos; algunos
entregaron la lana, otros tela y lana; el colchonero Romano (el padre de Chito
y todos los Romano) hizo casi gratis los colchones. Se hizo después sábanas,
fundas, cortinas, cubiertos platos. No dejé de pedir a nadie: Waldron, que era
importadora y exportadora regaló los cubiertos. Después la máquina de escribir.
En esos tiempos había muchos prostíbulos y las madámas se atendían gratis: los
jueves nos se atendía a nadie excepto a las personas de los prostíbulos.
Entonces me fui a la casa de “La Olga” y les dije: Ustedes se atienden acá
gratis y necesitamos su colaboración. ¡Y qué necesitaba Sra Emilia? Mire, necesitábamos una máquina de escribir,
tipo oficina, claro. Al día siguiente llegó la máquina más grande que había en
La Anónima.
¡Gente generosa!
Después estaba La Coca que regenteaba sus
casas de Mar del Plata al sur, y yo a ella no me atrevía a pedirle. A otras
señoras yo las conocía de cuando éramos cuatro personas aquí y todos se
conocían pero, a “La Coca” no, y como yo en ese interín había postulado a
candidato a Intendente por Río Grande.. (Entrevistadora:¿Con cuántos años
Emilia.) 34 años tenía –eso fue en el 63- fue la primera elección en Río
Grande. Yo perdí por 41 votos y ganó el caballo del comisario. Bueno, la señora
Coca decía que no me iba a votar a mi por que yo iba a cerrar los prostíbulos.
O sea que ya sabía que la tenía de
eemiga.¡Mentiras!¿Quién soy yo?¿Que autoridad tenía la Municipalidad
para cerrar los prostíbulos? Esas eran leyes a nivel nacional. Cuando llega, yo
a esa mujer no me había arrimado porque sabia que ella a mí me tenía recelo.
¡Pero Dios hace las cosas! Un día yo venía de Buenos Aires, baja el avión en
Gallegos, sube ella. No me voy a arrimar en el avión, pero antes de llegar al
hall de Aerolíneas yo le voy a hablar. En ese interín de bajar del avión y
llegar al salón, había un viento que volábamos, me acerqué y le dije: Quisiera
hablar unas palabras con Ud., estamos haciendo esto por el hospital y como Uds.
se atienden gratis..¿Bueno, que necesita? Quiero un lavarropas, tipo petit
hotel, supuestamente, porque familiar sería insuficiente. Bueno le voy a mandar
un lavarropas que tenía para el cabaret de Gallegos, pero como no lo abro iba a
devolver a Mar del Plata, entonces se lo voy a mandar a Ustedes. Mándelo a
nombre de la Cooperadora o a nombre del Director del Hospital, el Dr. Pacheco.
No, se lo voy a mandar a su nombre. Bueno, haga como quiera. La cosa es que
vino el lavarropas.
A mi cuñado que era concejal, le dije: Ud.
también a colaborar.¿Qué es lo que necesitan? Una máquina de coser. Fue la
máquina de coser, él con Soneyra –“El Coronel Cañones”- le decían por su porte,
recio, fuerte.
Y yo, todos decían:
Emilia todo pecha, pero no aporta nada.
Yo decía: Bueno, pechar era un trabajo que
llevaba tiempo y me eran necesarias las relaciones, sino no lo hubiera logrado.
Pero yo dije: “Voy a donar la Nursery”. Doné seis camitas que las hice hacer a
un carpintero, los seis colchones, los seis juegos de sábanas rosas y celestes
(esos los hice con mis propias manos) las dos mudas y las cortinitas de la
habitación. ¡Ah! Y las colchitas que quedaron amorosas. Esa sala fue toda hecha
por mí. Sin nombre, en esa época no se ponían nombres.
Se donaron platos, cubiertos, vasos, ollas se
arreglaron muchas, televisor... Sí cuándo salió la televisión, en el 66, creo.
Salió así: había que juntar dinero por que la asistencia era gratuita, no se
cobraba absolutamente nada y la medicación era gratis. Era Hospital Público. No
existía obra social, nada. La cooperadora era muy fuerte y cuando necesitábamos
algo, por ejemplo para la fiesta de fin de año, siembre había sorteos de 12 o
13 premios, todos mangados. (Entrevistadora: ¿o sea que la Cooperadora juntaba
fondos organizando actos?) Si, festejos, rifas, bailes. La vez que fue el
televisor, quedó sin rifar. Quedó para la Cooperadora, y el día de reyes
aparecieron los reyes magos y a la noche le llevaron el televisor a la sala
donde estaban los viejos. Pero, empezaron las grescas porque los hombres y las
mujeres querían ver juntos, entonces a tal hora los hombres, a tal las mujeres.
¡Se vivían peleando! Entonces le escribí una carta al Intendente Allen donde le
pedimos su colaboración a efectos de que pueda tener cada sala su televisor y
no sea compartido. Entonces vino el otro televisor. O sea que con la
colaboración de toda la comunidad se completó todo.
¿Quiénes formaron la Cooperadora?
Estaba Luis Saldivia (Lucho) un chico de Punta
Arenas que era tesorero, estaba el Cónsul de Chile como Vicepresidente.¡Yo
estaba muy piola! Aquí la colectividad chilena era fuertísima, estaba ocupado
el Hospital en un 80% internados chilenos, así que convoqué al Cónsul: Vení,
vamos a laborar juntos, Aceptó y fue un colaborador diez puntos. Él se desvivió
por atender los problemas de su gente. Además estuvo como 8 años, antes estaban
más tiempo. Cuando yo no estaba, él me suplía perfectamente. Lo único que él no
hacía era recaudar fondos. Cuando volvía las monjas me decían: ¿Sabe Sra.
Emilia cuánto debemos de remedios a la farmacia de San Juan? $ 45.000.
Y bueno, vamos a hacer una kermesse. Y se salía a pata, a pata casa por
casa. Se jugaban juegos simples: las argollitas, tirar las latas etc. etc. mil
juegos. ¿Y que le voy a dar señora? Desde un pancito de jabón, cualquier cosa,
juntábamos, juntábamos. ¡Bebidas! Me acuerdo de una kermesse que sacamos $
21.000, limpios de polvo y paja, y nos sobró bebida para dos años para todos
los agasajos habidos y por haber. Le pedíamos a la monja una habitación y la
llenamos de vino. Una habitación sellada.
(Ent: ¿Y las monjas eran de la congregación de
la Virgen Niña?) Si, llegaron en ese tiempo. Trabajaban muy, muy bien. Había
una disciplina y limpieza propio de las monjas. (Ent:¿Y las kermesses como
eran?) Eran en el Club San Martín. Todo el mundo participaba. La plata chica
nunca terminaba: que el sapo, que las argollitas. Eran moneditas, moneditas.
Entonces en una oportunidad alguien dijo:¿porqué no jugamos a la ruleta?¡Ah! Yo
tengo miedo que nos allanen y nos den un disgusto; y por aquel entonces mi
tesorero. Sr. Brenavente dice: Yo se sobre ese tema, pero no se por que nos
enojamos, él me dijo dictadora, o cosa por el estilo, fue un disgusto raro, y
me dijo que conmigo no trabajaba; entonces me quedé con la mesa, todo puesto y
él sabía que no estaba. No se aflija que el capitán del BIM 5, él sabe. ¡Ay!-
dije, nada menos que el Capitán, yo no lo conozco.. No te preocupes Emilia, yo
lo voy a ver. Bueno, yo quedé clavando las telas, quedé sola en el San Martín,
y de repente se abre una puerta de calle y un tranco: trum, trum, trum de
botas. ¡Ay! – dije yo- ¿quién será?. –Buenas tardes señora.., deje eso no lo
tiene que hacer Ud. ¿Y quién es? Es el Capitán del Batallón. Ya lo tenemos con
nosotros, me dije. Estuvimos hasta las 6 de la mañana, se hizo muchísima plata,
más que en todas las actividades anteriores. Eran encuentros de ruleta
exclusivo, en un recinto privado, muy cuidado. Lo hicimos en dos o tres
oportunidades y daba mucha plata rápida, de la otra manera había que moverse
mucho más.

¿Cómo era el espíritu del Hospital. Cuántos
médicos había?
Estuvo el Dr. Ferrá, estuvo el Dr. Luraguiz.
Luego el Dr. Pacheco quien fue el primer director nombrado. Ese hombre trabajó
como un enano, con mil contratiempos... Conseguimos máquina de placas, la
portátil para placas dentales la donó Don Esteban Antúnovic. Era un viejo
ganadero. Don Esteban me decía: ¡No te voy a dar nada! Era idignante. Yo le
hacía la corte, me fui hasta la estancia
un día, era la Estancia Buenos Aires. Tomamos el té, en la cena
haciéndole el verso al viejo y.. ¡No te voy dar nada!. Pero Don Esteban, todo
el mundo colaboró, el Hospital está andando.. Boino, Boino. Yo, este.., voy..
¡No te voy a dar nada! Me cansé y me fui. Al día siguiente a las 9 de la mañana
suena el timbre, eran Don Esteban: ¡Apúrate tú, todavía durmiendo, todavía! Yo
salté de la cama. Hazme la carta tú,¡lo que necesites! Pero yo no se, es el
Doctor. Bueno..¡házmela, házmela! El Doctor Pacheco estaba en el Frigorífico,
trabajaba en la mañana allí y en la tarde en el Hospital. Me fui al
Frigorífico: Dr. Pacheco, por favor, la carta pidiendo la máquina con todos los
detalles técnicos. El tenía un catálogo alemán. Ayer todo el día que no te voy
a dar nada, y esta mañana, y ya, ta porque tengo que volver Estancia y tanto
que ir aduana..¡ya! Bueno. Un aparato de rayos supersofisticado, se hicieron
todos los trámites aduaneros, por el Ministerio del Interior, por exportación y
en Buenos Aires hubo que dirigirse al Ministerio de Salud Pública y el Dr.
Noblía le contestó que el Estado “no necesita dádivas”. ¡Ese viejo Antúnovic,
como se puso! No vimos por años el aparato de radiografías, yo seguía pidiendo.
Tu te das cuenta, ¡dádivas!, y cuantos años pasaste su sin tener eso, ¡pero era
una dádiva! Porque Don Antúnovic pedía que de acuerdo a la ley, se desgravara
de sus impuestos el importe de la donación. Eso se hacía. ¡Eran dádivas! Chau,
listo, nos quedamos sin aparato. (Ent:¿Qué había en el Frigorífico?) Había una
Sala de Primeros Auxilios, bien puesta, habían 3 o 4 habitaciones. Eso era de
la CAP. Estaba el puente colgante, el antiguo para ir y volver, y eso era un
odisea... sino se cruzaba en bote. Cuando no había placas la Cooperadora
compraba la placa, el Dr. Pacheco lo subía al paciente en su coche, lo llevaba
a CAP, le sacaba la radiografia y lo traía para este lado. ¡Era realmente
atruista ese hombre! En el Hospital no
había casa, el Dr. Pacheco dormía en CAP. Si lo necesitaban para una emergencia
agarraba el coche y vamos... Llegaba al puente y hasta llegar al Tropezón 4 o 5
encajadas de aquellas, con caballos, con camiones luchando hasta llegar. Del
Tropezón al puente era un verdadero fangal. Cuando el aeropuerto estaba en el
Frigorífico, cuantos se habrán quedado sin el avión por que se quedaban
atascados ahí. (Ent: Así que la vida inicial de Río Grande transcurrió en CAP?
Claro, el gran pueblo era CAP, que tenía 400 o 500 obreros. ¿Y acá que había?
Estaba Prefectura, Policía y pará de contar. Luego si, se comenzó a asentar la
gente de este lado del río. (Ent: Volviendo al hospital...) Si, después pasó
mucho tiempo y lo convencí a Don Antúnovic que donara la máquina portátil de
placas dentales. La donó. Ya estaba más cansado con el tema burocracia, pero
veía que había necesidad y la donó. Hubo muy importantes donaciones y fue todo
a pulmón porque el Estado puso en 20 años el edificio y nada más. (Ent:¿Y
enfermeras?) Había poco y nada. La
Cooperadora aportaba para que hubiera más. Yo recuerdo a Hilda Lincomán. A
nosotros nos prohibían que pagáramos sueldos, pero para que queríamos porotos,
garbanzos, platos sábanas y colchones si no teníamos enfermeros.
¡Eso no era un hotel, era un Hospital!
No podíamos dejar constancia en los libros,
pero como no íbamos a pagar sueldos si no había. Tanto es así que cuando se
jubiló esta Sra. Lincomán, le sirvió nuestra certificación de la Cooperadora
para completar sus años y creo que le valió nuestra certificación. También
estaba Arsenia Álvarez, creo que también le comenzamos a aportar nosotros hasta
que le vino el sueldo, no estoy muy segura... (Ent:¿Qué actividad predominaba?)
Partos y cirugía de emergencia. Todos los días nacían chicos. Y atención a la
gente de campo, y los jueves se atendía exclusivamente a las chicas de los
prostíbulos, por razones de higiene no se atendía a nadie más. Ahora, ya no hay
prostíbulos sino clandestinas, cosa que es peor. Antes se controlaba.
Recuerdo una vez, un congelado por vino. Se le
cortaron los cinco dedos de ambos pies... y el Dr, Pacheco decía: Este pobre
hombre no va a poder caminar, y estábamos preocupados.. Ahora que hacemos con
este viejito, qué prótesis, que aparato tendremos que comprar, en que inversión
nos tendremos que meter... El viejito se levantó y caminó como si nada.
En otra oportunidad llego de Buenos Aires y la
monja me dice: ¡Ay! No sabe Sra. Emilia, tenemos un internado hace 40 días y
tenemos un choclo en la Farmacia del Pueblo. Bueno, ¿Pero hay esperanza, hay
vida? Si. Pero debemos cuarenta y tantos miles de pesos. Pero, ¿cortaron el
crédito? No. No. Bueno, de algún lado va a salir el dinero. Mientras hay vida,
hay esperanza. Si, pero hay que derivarlo a Gallegos, por que aquí no hay
recursos, no hay elementos. Se trataba de un hombre de campo, con fracturas por
todos lados, traumatismo de cráneo y el médico decía que en Gallegos se
curaría. Allí tenía todo gratis también. Así que se sacó el pasaje, se fue el
hombre y volvió sano. Bien, se hizo una fiesta para pagar las deudas del
Hospital y se pagaron los remedios. En aquella época no había inflación. La
cuestión es que, pasó mucho tiempo, y hace 5 o 6 años fui a Punta María y paré
a comprar pescado fresco, y me dijeron: Camine que hay una casucha y está el
pescador. Levantó una lona y hay unos pocos pescados. Deme, deme que soy sola,
me va a alcanzar. Me los preparó el viejito y le digo: ¿cuánto es? Nada. ¿Cómo
nada? ¿Usted no es la Sra. de Bonifetti? Si. Y bueno, ¿cómo le voy a cobrar si
le debo la vida a Ud.? Yo no lo recuerdo. No se acuerda una vez que Ud. volvió
de Buenos Aires y recorrió el Hospital con la Superiora, y ella le contó que un
enfermo con el que había gastado mucho dinero en remedios, que estaba grave. Y
que debía derivarse a Gallegos, Ud. le preguntó: ¿Hay esperanzas, hay vida?
Evidentemente él estaba escuchando... Y me dijo, yo además viajé a Gallegos
porque Ud. ordenó y seguramente pagó de su bolsillo, por que no había plata...
Y así ocurrió, así fue. Y además me dijo, vuelva a menudo a conversar por que
yo le construí el puente, en la estancia a su mamá, sobre el Río Menéndez, así
que me conocía de chica. ¡Y cuántos otros!
El cáncer mayor del hospital eran los
borrachos y la escarcha en el invierno, que se caían arrodillados y les
quedaban los miembros cocinados.
El lamentable suceso en el que me vi
involucrada
...fue cuando mi hijo atropelló con el coche a
una chica de 16 años que iba del brazo del novio. La chica cayó sobre el capot
del coche y de allí al piso, estaba lloviendo, era de noche y fue cerca de la
comisaría. Mi hijo iba a buscar una enfermera para darle una inyección a
Gloria, que estaba embarazada, estaba mal. Llamó a un policía, por favor
ayúdenme que atropellé a una chica. La llevó al hospital y allí estaba el Dr
Pacheco. A el se lo llevaron a la “cana” y aquí la mujer que esperaba la
inyección.¿Cómo no viene Miguel Hugo? Y por ahí me avisan a mi de todo y que
vaya al hospital. Llego, estaba acomodada la chica, conmoción cerebral, en la
cama y a sus pies la monja, doblando vendas para esterilizar, mientras
controlaba permanentemente la presión y el pulso. Y la atención a esa chica..
¡Uy! Era a mi a la que estaban atendiendo, no a esa chica. Me están volcando
toda mi dedicación al Hospital en esa chica. Así paso dos días, tres días y el
médico decía que la chica estaba bien, que necesitaba 40 días de reposo, pero
la chica se movía, hablaba, tenía buena respuesta. Un buen día viene un
enfermero y me dice:¡Ay! Sra. Emilia, a esta chica se la quieren llevar del
Hospital y la van a matar.¡No la dejen salir del Hospital! Y yo no puedo hacer
nada, yo estaba al pie del cañón, pagando remedios y viviendo al lado de la
chica, junto a la monja estaba yo. Vino la madre y el padre, que estaban
separados. Cuando llegó la madre se desmayó: allá la madre, acá la hija... A la
una de la mañana llegó el padre. A mi me mata, pensé yo.. y la monja me ubicó
en un lugar donde no me pudiera él atacar. Pero yo no podía estar parada,
caminaba, caminaba. Y de repente dijo el
hombre: ¿Quién es esa señora que tanto camina y llora? Y la monja le dijo: esa
es la madre del muchacho que atropelló a su hija. Dígale que fue una desgracia.
Que no se aflija tanto, que fue una desgracia que Dios lo permitió y que no se
mortifique. ¿Fijate, que comprensivo! Vino la monja y me lo dijo: Que su hijo
no es un criminal y no se cuantas cosas más. Yo respiré profundo...
A los tres días se escucha por un teléfono que
el Dr. Luraguiz le había hablado a los padres y se la llevaba a su clínica. Por
que en ese entonces era una guerra fatal entre privados y Hospital, se sacaban
los ojos por disputarse pacientes.., en fin. Entonces yo llego y lo llamo al
Dr. Pacheco y él me dice: Los padres son los dueños de la vida de su hija, y
disponen de ella con el riesgo de que la perjudiquen. Yo no puedo negarme a que
la retiren, si me firman que la retiran bajo su responsabilidad. Pero no me la
dejen salir si no vienen con la autorización firmada. Bueno, me dijo: la
quieren sacar por que dicen que el Hospital es una porquería, la están matando,
porque esto, porque aquello, ni siquiera le lavaron la cabeza... Yo no aconsejo
retirarla pero si lo hacen deben firmar la autorización. A los cinco minutos
sueña el teléfono y siendo que el Dr. Dice, preparen a la niña para viajar,
para sacarla, que vengan con la orden, yo no quiero estar cuando la retiren
dijo el Director. Yo si quiero estar, dije yo. Así que fui afuera, no quería
estar cuando la movían. Vino el médico con sus enfermeros y unos amigotes de la
barra. Había un compañero de la Aduana y me llamó al coche y me dijo: La
tenemos que sacar por que acá la están matando, en este Hospital no hacían
nada. Y yo tenía que escuchar: Dios mío si que la estaban matando, yo nunca me
vi tan gratificada como en esos momentos de dolor, nunca vi tanta dedicación,
tanto empeño, las monjas no se separaban de la cama, ahí estaban, ¡ahí estaban!
Si una iba a comer la otra la reemplazaba. Controlaban que el resuello fuera
siempre constante, que no falte, que no le sobre. O sea que me sentía tan
gratificada yo, estaba recibiendo todo el cariño, me estaban pagando los 12
años de hospital, me los estaban pagando. Se la llevaron, yo me vine a casa
“hecha pelota” y después al rato llega el hermano de la chica, y yo quisiera
saber Sra. ¿quien va a pagar la medicación de mi hermana ahora que está en la
clínica? Yo se la voy a pagar, como se la estaba pagando en el hospital, por
que se la pagaba yo, no la Cooperadora. ¿Y la internación? ¡Ah, no! Eso corre
por cuenta de quien tomó la decisión. Por que si a mí me hubiera dicho el
médico: Mire, Sra. la solución es llegar y hacerle una operación, aquí no hay
elementos y en mi clínica si los hay, y es necesario para salvarle la vida, yo
no hubiera tenido problemas, pero que me hayan pasado por alto y hayan
desprestigiado al Hospital, que es el único lugar donde tiene que venir la
gente que no tiene dinero, y que va a venir con miedo al Hospital. Por que si
matan a esa chica que es a la que atropelló el hijo de la presidenta de la
Cooperadora: ¡A quién no van a dejar morir! Así que eso yo no se los perdono, y
yo me he sentido gratificada con la asistencia que ha recibido esa chica en el
Hospital, que dudo que la tenga en la clínica. Así que vengan las recetas que
yo se las voy a comprar, y yo haciendo de tripa corazón me voy a la
clínica. Esa pobre chica, che, la operan
y a había que mantenerla a 34 grados, ni más ni menos, y salió de la operación
muy bien, por que la chica hablaba, era coherente, tenía movimientos, pero le
faltaba asistencia, por que primero: para mantenerla a esa temperatura era
necesario hielo. No había hielo. Yo corriendo por las casas de mis amigas
buscando hielo a los ponchazos, sacando de las heladeras,¡cómo puede ser eso!
Tendríamos que haber traído barras de hielo del Frigorífico. Si no hubiera sido
que yo traía hielo a los ponchazos.. bueno, duró un día y medio y murió.., para
mí porque tenía 40 grados. La ponían en un palanganón para bajarle la
temperatura. Yo creo que si quedaba en el Hospital no moría. Si anduvo bien ese
pobre viejo, como no iba a funcionar esta chica joven..
¿Y como abandonó la Cooperadora?
Y cuando cambió el sistema, ya se empezó a
cobrar y no se que más. Apenas cambió el sistema yo me borré, y cada cual se
fue a su casa. A los tres meses nos mandaron a llamar, pero no se... (Ent:¿En
que cambió el sistema?) No me acuerdo. Fue un experimento piloto en Salta y
aquí, en zonas alejadas por si fallaba, por eso se hacía lejos. Y yo que había
visto lo que era sufrir para que la gente se asista, y poder mantener eso.
Cuando vino el nuevo sistema lo primero que hicieron fue amueblarle la casa
particular a los médicos. ¿Y cómo era eso? Si no había plata ni para remedios,
pero eso existíamos, pero... primero mi comodidad y después.. ¿no? Si tienen
plata que vaya al Hospital. Cambiaron todos los médicos. A Pacheco lo echaron,
no servía. ¡Ni para médico servía en el nuevo sistema! Pero estuvo 16 años en
la lucha, pero no servía. Eso le costó la muerte a Pacheco, se fue a Gallegos,
y al año murió de un infarto a los 40 años, con 6 chicos. Pero la gente lo
reconoce, sin duda...
* La entrevista fue realizada para una publicación interna del Hospital
Regional Río Grande que nunca vio la luz. El objetivo no era observar la
rigurosidad histórica en los datos, sino que se trataba de rescatar el espíritu
con que se llevó adelante el trabajo hospitalario en otros tiempos. Patricia
Croci, es kinesióloga, desempeñándose actualmente el Periférico Nro. 3 de la
Margen Sur. Franca (Emilia) Susic Vda. De Bonifetti es –al borde de sus 80
años- una asidua paciente del Hospital Regional donde ya no queda gente que
haya trabajado en esos tiempos.
En la foto: Hace cincuenta años, Emilia con anteojos voladores..
POST-SCRIPTUM: Como un dato curioso hay que decir que Emilia nunca se llamó Emilia. Al nacer el 3 de noviembre de 1923 fue anotada como Franka Susich, situación que vino a remediarse por intervención judicial rectificándose su apellido el 7 de mayo de 1940, pero no así el nombre. Pasando a ser Franca Susic. El trámite fue hecho por la madre, quien firmó de Susic' con acentos y apóstrofes eslavos sobre la s y la c; aunque el apellido de la hija se castellanizaba en la ch final. El padre, Miguel, estaba ausente en esos días que vino al mundo.
Relación de su hijo Alberto sobre los últimos momentos de Emilia..
según nos informó su nieta Silvia Bonifetti - a cuyo cuidado estuvo los últimos años de su vida - la mami nunca sufrió ...
los últimos días comenzó a tener unas arritmias respiratorias que le producían unos desmayos, de los cuales despertaba sin tener noticias de lo que le había pasado ...
el médico les indicó que no había nada que hacer, y mucho menos operar; solo había que transitar el desarrollo de los acontecimientos (la mami tenía 90 años - 03/11/1923 - 25/05/2014) ...
comenta Silvia que ayer tuvo el "día de luz" de muchos seres al momento de pasar a mejor vida ...
tuvo un día en familia, pleno de entusiasmo y lucidez, como hacía mucho no tenía, lo disfrutó mucho - luego de esa larga y emotiva jornada se fue a descansar, y a eso de las diez de la noche se encontraron con el cuadro de una nueva arritmia, y pese a los trabajos de masajes que el médico les había enseñado hacer, esta vez no reaccionó y continuó hacia su nuevo lugar en el mundo; en paz descansa ...
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