
Lo hizo en forma diurna y los niños intervinientes se sorprendieron cuando, sin que lo pidieran se los obsequió con una golosina.
Con esa sorpresa regresaron a su casa.
La tarde cálida, y con poco viento, ayudaba a este tipo de incursiones.
Todo el resto del vecindario parecía dormir, o permanecía sedentario en sus viviendas.

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