LRA 24.Aquellos temas prohibidos


Hubo un día en las postrimerías del proceso que se levantaron las listas de los temas prohibidos. Entonces se tomó aquellos papeles admonitorios que figuraban en las paredes de nuestros estudios, del control central y de la discoteca y se fue detrás de la expresión silenciada.
Ese día toda la programación se construyó en base a lo que ya no estaba prohibido.
Aquellos temas prohibidos
Con el tiempo se perdieron aquellos listados inculpadores, pero siempre algo se puede recuperar algo y sobre la base de una hoja así titulada: Cantantes cuya letra ha sido prohibida para ser difundida por las estaciones de radiodifusión, hacemos un pequeño análisis.
La misma incluye un tema prohibido en tiempos de Lanusse, circular del 10 de enero de 1973 cuando la radio todavía no había sido inaugurada. Es el tema La del televisor haciendo referencia al tema que presentaran para disgusto de Pipo Mancera sus traviesos intérpretes: Piero y el Cuarteto Zupay en uno de sus Sábados Circulares.
Si la relación temática es eficiente en describir políticas podemos que durante la presidencia de Cámpora y Lastrini no hubo prohibiciones, pero las mismas volverán a hacerse presentes bajo la presidencia del General Perón, al registrársela prohibición de radiodifundir Fiebre en la jungla de B.Odor, un tema olvidable.
Con la presidencia de María Estela Martínez de Perón la censura toma otro ritmo y con ello ya no se podrá escuchar:
Yo quiero, tú quieres de Cacho Castaña y Greco, a solo dos días de la muerte del General.
Ella me arruina la fiesta; Bésame de Rick Springfield, Me caso el sábado de Dino Ramos, Contrabandista de frontera, La niña sueña de H. Lanzi, Este Cristo americano de Ariel Petrocelli; P’al Comisario; Yo tengo un gancho de Coco Díaz, Hasta siempre de Carlos Puebla, El divorcio de Raúl Hormaza, Boliche El Cucho de Suparo y Costa; Chacarera del expediente de Gustavo Leguizamón; Buenas noches doctor de Limiti y Shapito; Volteeme el disco de José Muñoz.
¿Serán estos nomás los que se prohibieron en esa etapa democrática?
Con la dictadura del proceso el listado continúa: Cara de tramposo, ojos de atorrante; Acaríciame, acaríciame, acaríciame; Loco por tu culpa de Palito Ortega; Jamás de Camilo Sexto, Tu cuerpo interpretado por Roberto Carlos; Me gusta andar, por Ochane; es inútil volver de Jouveaux, El peso del pecado, de Aldo Monges y El Cóndor Vuelve de Armando Tejada Gómez. Todos estos entre el 22 de abril y el 22 de junio de aquel año.
La lista crecerá, y si bien no había prohibiciones de intérpretes hubo varios que dejaron de escucharse sea cual sea su repertorio. Entre ellos Mercedes Sosa y Horacio Guaraní.






Póstumas imágenes del puente colgante sobre el río Grande.

Domingo 21 de agosto de 2011. Visitamos el antiguo puente colgante, y contemplamos lo que queda de él.
Un enorme vacío.
El antiguo metal proyectándose sobre el último hielo.

Algunas maderas que la corriente del río no tardará en llevar.
El óxido en su color dominante y su naturaleza carcomiente.

El cielo y los restos de lo que fue en otro tiempo un destacamente policial.

El alambre de púa, acompañando esta locación emblemática de la Tierra del Fuego rural.

Eso era la margen norte, la sur nos mostró lo que se ha sacado del río.

Los restos del puente a los que Viaslidad Provincial dio este lugar de espera.

De hierro y madera, de torcidos rumbos, como un clamor no escuchado...

Esperando tal vez que no aparezca nadie a hacer de ellos, simplemente leña.

Retorcido, como todo lo fueguino...

El puente que no esperó la primavera...

Y la corroción que ya hablaba del final de su existencia...

Y los detalles de una tecnología, que puede volverse souvenir...

Los restos que evidencias desatenciones de otros días.

Y el hielo que aun conserva sus formas sobre parte de la extructura que duerme distante del río.

Una esquina que alguien sabrá a donde pertenece.

Y la muestra doliente en un primer plano sobre el segundo puente que -dicen- vió peligrar su estabilidad cuando la del antiguo se volcó a su costado.

Un plano general, para mostrar a lo lejos el Cerro del Águila, que fue en otro tiempo el referente lejano de su existencia, para el viajero de tiempos lentos...



El puente joven aun y a su costado una extructura que se instaló para el recate del antiguo.

¿Y esto? ¿Cómo se llama?
El cableado en el espejo quieto del ancho río.


La tensión que no cesa.


Algo de esta tierra regresa con nosotros:

MATEO MARTÍNOVICH EN PUERTO PANTALÓN.

Mi abuelo Mateo fue buscador de oro. Lo hizo en tres viajes que subsistían en la memoria de sus hijos, dando cuenta de resultados diversos. Algunos recordaban ciertos episodios, y otros.., otros, como si fuera distinto el padre. Tal vez sean acontecimiento que impactaron en unos, mientras que en los restantes quedaron aplacados. O bien sea lo que se contó, puesto que el abuelo no vivió tanto para contarlo a todos por igual.

Hay una experiencia en El Páramo que yo creí documentar cuando publicamos aquí entre otros papeles, uno de pertenencia de una cabalgadura donde figuraba su nombre.

Pero subsistían dudas documentadas sobre aquel primer pasar en 1892 por la zona de isla Lénnox, y otra incursión al sur de la Isla Grande, cosa que reafirmaba la tía Anita fue su primer destino.

La suerte puso en mis manos un testimonio que de haberlo tenido antes habría alegrado a la menor de mis tías con las cual siempre hablábamos de aquel hombre llegado de Dalmacia, el que perdió la vida en una situación confusa de salud, luego de pìncharche un pie con un clavo oxidado. Y ahora les cuento como cobró existencia lo que ella decía había sido su “placer afortunado”, el de Puerto Pantalón.

Para ello tengo que llegar a las últimas páginas de la obra COLECCIÓN DOCUMENTAL. El presidio de Ushuaia… Volumen 1. PANORAMA Y GUARDINAES, de Arnoldo Canclini. En el libro, no se porqué, se lo incluye, puesto que no es tema de presidio, pero ha sido bienvenido por mí:

“Este extenso informe ocupa seis páginas manuscritas con una clara letra de tamaño grande. Al costado superior derecho dice Nro.24. El juez de Paz de Ushuaia se ha embarcado en un transporte de la Armada y desembarcado en un punto del Canal de Beagle, que denomina Puerto Pantalón. Allí encontró a un grupo de buscadores de oro, que declararon haber tenido poco éxito y que pensaban trasladarse a otro punto, mencionando de hecho a toda la Tierra del Fuego. Procedían de Punta Arenas, Chile, dónde el cónsul les afirmó que no necesitaban permiso, en lo que no concordó con el autor de la nota. Por los apellidos es obvio que todos eran croatas y es posible que, pese a toda la prolijidad de la nota, algún nombre no esté bien escrito. Llama la atención la insistencia en la forma tranquila de todo el trámite. El gobernador era el recién reelegido Pedro Godoy”. La nota en cuestión está dada en Ushuaia, el 19 de junio de 1896.

En la transcripción hay varios detalles interesantes y un relevamiento de las tres cuadrillas de mineros que accederán a entregar al Juez 20 gramos de oro (*) cada uno, siendo la tercera –que tenía por Gefe (SIC) a Pedro Búlich- donde aparece el abuelo Mateo Martínovich, y no solo él, sino el hermano Miguel –que será padre de Pedro y Yuan, y el primo Santiago, de donde vendrá la estirpe de “Los coipos”. A ellos se suman Francisco Palich y Pedro Jasicich que, hasta donde se, no serían parientes, pero tal vez paisanos.

El testimonio del juez Alfredo Gomensoro, y la determinación de Canclini de publicarlo, le ha dado entidad histórica al mítico abuelo Mateo, y ha desprovisto de irrealidad al paraje aquel recordado por sus hijas: Puerto Pantalón.


*Oro nativo ilustrado aqui con el obtenido por David Guevara en El Páramo.

Después de la aclimatación, una aclaración.

Loas Anales de Ateneo del Uruguay agregaron las letra sobre los dichos de Girard de Rialle, vinculados a la exposición de fueguinos en Paris.

Son los de Bartolomé Bossi de quien hablamos en su momento en estas páginas y sobre el cutios viajes tomamos un croquis del espacio austral recorrido.

Pero vamos a la lectura.


LOS FUEGUINOS –Sueltos.

En El Siglo de fecha 12 del mes próximo pasado, ha publicado el Sr. D. Bartolomé Bossi una refutación al artículo del Señor Girard de Rialle que, bajo el título “Los habitantes de la Tierra del Fuego en el Jardín de Aclimatación de París”, insertamos en nuestro número anterior.

Son muy interesantes los hechos que se exponen en dicha refutación, y –lo declaramos con franqueza, -entre las afirmaciones del Sr. Bossi y las del Sr. De Rialle, nos quedamos con las primeras, -las creemos más autorizadas. –El Sr.Bossi, comandando su vapor Charrúa –vapor que hizo flamear el pabellón uruguayo por los mares del Sud, -ha visitado la Tierra del Fuego, y así es que habla con directo conocimiento de causa. –Si a la circunstancia de ser el Sr. Bossi testigo ocular de los hechos que afirma, se agrega la de que este marino es un hombre observador, inteligente y espeto en materia de viajes de estudio, se comprenderá que tenemos razón para asignar autoridad a su palabra.

No transcribimos el artículo del Sr. Bossi porque, habiendo aparecido en un diario de tanta circulación como El Siglo, no ofrecería novedad para la mayor parte de nuestros lectores. –Sin embargo, vamos a indicar algo respecto de las principales observaciones que contiene.

El Sr. De Rialle ha afirmado que, si bien los fueguinos no son antropófagos inveterados, sin embargo, cuando se ven acosados por el hambre, matan a las mujeres ancianas y las comen, a pretexto de que para nada son útiles. El Sr. Bossi desmiente esto y cita el hecho de que en las canoas que durante sus viajes se acercaban el vapor Charrúa, venían siempre mujeres ancianas que merecían de parte de los fueguinos.

Según el Sr. De Rialle, la Tierra del Fuego es un paíis en que el alimento es escasísimo, lo que hace que el hambre de sus tristes moradores nunca sea aplacada por completo. El Sr. Bossi refuta esta afirmación en los términos siguientes:

“Es tal la abundancia de choros blancos (mejillones) que ni dos millones de habitantes acabarían con ellos, y a fe que nosotros no nos cansábamos de comerlos de distintos modos, pues uno de los mariscos mas sabrosos, advirtiendo que los patellas magallanicus (lapas) son excelentismos y abundan de un modo prodigioso. Independientemente de otros y otros mariscos, hay una yerba marina que se cría en las rocas cerca de la orilla, que se llama cuchayuyo, que es un rico manjar estimado en todas esas regiones hasta Chile y que en las mesas más aristocráticas de Santiago, cuando pueden conseguirla, es un plato predilecto. –Tal vez el Sr. De Rialle haya confundido esa planta marina con la yerba amarga, y el hongo parásito con un marisco riquísimo cuyo nombre hemos olvidado, que se cría en las rocas de la costa y tiene casi la forma de un hongo.”

“A los fueguinos jamás les falta alimento; con el género molusco tiene superabundancia; en las yerbas marinas el cuchayuyo, el guiro y otros; en el mar el pescado, los lobos que jamás les faltan porque los hay a millares; penguinos y cauquenes, palmípedos bastante buenos para comer. En fin, si los pobres fueguinos fueran tan beneficiados por el clima como por los alimentos, serían los salvajes más felices.”

Respecto de la apreciación del Sr. De Rialle de que “los fueguinos usan piraguas de corteza de árbol cosidas con juncos y calafateadas con musgo de arcilla, “he aquí lo que dice el Sr. Bossi: “Hemos leído y no recordamos en este momento en qué paraje hay indios que usan piraguas o canoas de corteza, pero entre los fueguinos no existe tal construcción, ni hay en las regiones magallánicas tales árboles. –Las embarcaciones de los fueguinos son de forma bastante regular, muy parecidas a las gacetas, con la diferencia de tener la popa y la proa más levantadas, más largas uno o dos metros y mas alteradas por la marejada que se levanta en aquellos canales. –Son construidas de cueros de lobo, curtidos de tal modo que una vez unidos por una doble costura y colocados sobre un armazón en forma de cuadernas de Maitenes Magallánicos, madera que se dobla como se quiere, parecen á primera vista de planchas de madera negra, pues la unión de los cueros de lobos para sus embarcaciones la hacen con una doble costura, para cuya costura emplean una espina que les sirve de aguja, pero mas fina que el piolín, cuyo piolín de pescado o de pájaros marinos, -y sobre esa costura pasa una goma que tiene algo de nuestra brea- así es que jamás se ve una gota de agua en esas canoas, a menos cuando llueve, como es natural. No hemos visto una, sino cincuenta, y todas más o menos prolijamente construidas. Nuestros talabarteros no podrían hacer la costura mejor que la que hacen los fueguinos en la unión de los cueros. Ya puede juzgar el lector de la diferencia que hay entre las piraguas de corteza del Sr de Rialle y la nestra de cueros de lobos”.

El Señor Bossi cree que los individuos que han sido exhibidos como habitantes de la Tierra del Fuego en el Jardín de Aclimatación de París, no deben ser tales fueguinos, sino bohemios, provensales, napolitanos, hijos de París, o cuando mucho indos de la Oceanía, que se han prestado a la representación de una grosera farsa.

Respetamos la opinión del Sr. Bussi, pero no nos sentimos inclinados a aceptarla resueltamente.

El Jardín de Aclimatación de París es una institución seria, dirigida por hombres circunspectos; y ¿podrán tener cabida en ella la explotación y el fraude? El hecho de que los estudios etnológicos publicados por la prensa de París respecto de los fueguinos, contengan numerosos y crasos errores, ¿será argumento suficiente para afirmar que no han sido los individuos exhibidos sino fueguinos falsificados, de imitación, de farsa? ¿No es posible que hayan sido verdaderos, y se deban los errores padecidos por los observadores parisienses, a las falsas historias contadas por los individuos que dicen condujeron a los indígenas desde su país natal a la capital de Francia?

Se nos ocurren estas dudas, pero no nos juzgamos habilitados para resolverlas.

No nos parece que el artículo del Sr. Rialle deba ser considerado como un simple reclame. –Cualesquiera que sean los errores consignados en él, la verdad es que ha sido publicado por un periódico digno de respeto, -la Revista Científica de Francia y del Extranjero, -y esta circunstancia debe hacernos pensar que esos errores son el efecto, no de la mala fe o la codicia, sino de la falta de conocimientos que existe en Europa, y aun en la misma América, respecto de las poblaciones indígenas que habitan las diversas regiones de esta última.

Cumplido el deber de dar una idea del artículo del Sr. Bossi, para que en las mismas columnas en que apareció el del Sr. De Rialle aparezca también su refutación, sólo nos resta manifestar que nosotros, al dar a luz el referido trabajo del Sr de Rialle, no hemos pretendido en manera alguna prohijar las opiniones que contiene.

En todos los números de los Anales se hace la declaración de que el Ateneo no se constituye responsable de las ideas que viertan los autores de los artículos que se publiquen. Vimos en un periódico serio, como lo es La Revue Scientifique, un artículo relativo a cosas de nuestra América del Sud, y juzgando que el tema en si mismo era interesante, le dimos un lugar en nuestras columnas. Ahora nos felicitamos por ello, porque el artículo del Sr. De Rialle, que de otro modo habría pasado quizá desapercibido, ha dado motivo para la interesante publicación del Sr.Bossi, que ha venido a enterarnos de muchos conocimientos útiles respecto de los habitantes de Tierra del Fuego, indígenas americanos que pro hallarse, puede decirse, en nuestra vecindad, deberían ser conocidos mejor de lo que son entre nosotros.

No tenemos conocimientos en la materia de que se trata, pero, sin embargo, cuando nos ocupamos de traducir el artículo del señor de Rialle para los Anales del Ateno, no dejamos denotar algunos de sus errores como, por ejemplo, el de decir que los fueguinos cazan vicuñas, cuando es sabido que, como lo establece el Sr. Bossi, estos animales viven en las regiones andinas de Bolivia y del Perú.

Nos es grato cerrar estas líneas poniendo a disposición del señor Bossi las columnas de los Anales del Ateneo.

Reflexiones ante el puente caído…


El concepto de Patrimonio Histórico es una idea nueva. Con ello esta pérdida del puente colgante no es la primera. Recuerdo que siempre se dijo que el Museo Salesiano de Punta Arenas se alimentó primordialmente de las cosas que se llevaron de Río Grande, que la iglesia de 1898 se salvó de un efecto demoledor cuando el maestro Marino Francioni la usó para guardar forraje para las vacas, y de cómo Arturo Frondizi –en visita a esa escuela como presidente de la Nación- se llevó la indumentaria completa de una guerrero ona.

Pero volvamos al puente. Si a principios de los años 60, cuando fue reemplazado por el que en los últimos días ha sido llamado Puente Vehicular se hubiera venido abajo como en estos días, la reacción seguramente habría sido diferente. Se habría pensado que por suerte habíamos terminado el otro, y que el vetusto artefacto que unía desde 1918 ambas márgenes del río era obsoleto. Alguien lo hubiera aprovechado desde la perspectiva de vender chatarra, y otros se hubiera llevado un fragmento como souvenir.

Pero desde hace 50 años estaba allí, como un componente visual, al cual solo agregamos un pequeño cercado para evitar el acceso al mismo, dado que hasta se habría prendido fuego sobre su estructura de madera (fotos)

En Tierra del Fuego la cerrada idea del progreso no ha permitido ver nacer instituciones de resguardo, ni con ello el establecimiento de prioridades y presupuestos… Que ahora aparezcan manifestaciones públicas de que habrá partidas para comenzar una restauración no deja conformes a propios, ni a extraños, del sentimiento colectivo que llevó hace algunas semanas a formular un abrazo al puente.

Mucha de la desidia acumulada tal vez estuvo alimentada por los enconos que crecieron hacia el sector rural, constructor de esta obra.

Tal vez pensar en levantarlo del río resulte más caro de lo que resultó en un momento hacerlo a nuevo. Y todo para volver a mirarlo. Pensar en pintarlo sea tal vez dar una imagen distinta a la que nos tenía acostumbrado, carcomido por el óxido. Pero, alguien de los involucrados en todo esto: ¿Sabe el largo del mismo? ¿Las tablas que integraban su calzada? ¿Sus materiales y tamaños? ¿Se hará un estudio de anclajes para pensar en una nueva vida útil como componente visual del lugar?

Hasta tengo una idea que podría terse en cuenta. Levantar del río todo lo que pueda ser rescatable –sobrevivirán los cabezales- y armar en uno de uno sus extremos un museo de sitio donde se pueda historiar todo lo que pasó por ahí.

¿Qué dirá a esto el estado remendó? ¿Qué dirán aquellos que del puente caído quieren hacer leña?

¡Adiós puente! ¡Adiós!

Las imágenes de Sur 54 son elocuentes.
Podría haber durado un siglo, pero nada se hizo desde hace cincuenta años.
Y pareciera ser que al fin, entre el puente y el rìo, gana el rìo.

Anahí Lazzaroni: La ciudad en agosto*

Ciudad de tufillo mafioso, tierra de barcos y vientos.
Sur tan inmenso, sur tan vacío.
Con la decadencia esparcida aquí y allá.
Aguas heladas, mar, nieve, lluvias.
Un gran silencio se escucha detrás del gran ruido.

La misma ciudad que pudo haber soñado un loco.


*En un correo tangible llegó a nuestra casa, con el mes más dificil del año, el poemario de Anahí Lazzaroni titulado EL VIENTO SOPLA. Has un rastro de ciudad invisibles, las sólo vio Italó Calvino, y un trampolín llamado Carlos Juárez Aldazábal. Y por supuesto Ushuaia, querida y distantes para todos, aun para los que la habitan