¿Peña o Peñas?


Es usual encontrar referencias como Cabo Peña a lo que otros conocen como Cabo Peñas. ¿Dónde estará el origen de estas intepretaciones?.
Nos encargamos de dar lecturas a tres fuentes escritas: El Derrotero Naval Argentino, la Toponía de la República Agentina, y el Romancero del Topónimo fueguino de Juan Esteban Belza.
He aquí nuestros apuntes.
Del relevamiento practicado por el crucero Almirante Brown en 1899 y 1900, brotaron puerto Almirante Brown, punta Remolino, paso Mackinley, cabo Peña(Romancero 182)
Durante esa navegación hubo un naufrágio, y esto dio lugar a la siguiente cita en el mismo libro –página 186- a saber: Los náufragos del 21 de abril fueron recordados en el paso Mackenley, tramo comprendido entre la costa sur de la Isla Gable y la isla Navarino, limitado por la punta Mackinley y el cabo Peña. Este último nombre se refiere  al cabo segundo Ramón Peña.

El Derrotero Naval Argentino, señala en su página 181,  como parte de la Costa Sur del Paso Makinlay –Puntas Cabo Peña y Rosales. Desde el puerto Eugenia hacia el W” de la costa de Navarino continúa bordeada de cachiyuyos  y de rocas muy pegadas a ellas  y no presentan accidentes notables hasta llegara a las puntas Cabo Peña y Rosales. La primera de estas señala  el límite oriental del Paso Makinlay y sobresdale a unas cuatro millas al W del puerto Eugenia…

En tanto que para la denominación de Peñas , Belza señala en la página cien de su libro que cabo Peñas es uno de los nombres que perduran, indicando que habrían un par de denominaciones indígenas: Oije y Amisk…, esta última haus.
Vista laToponimia de la República argentina, allí en su página 265, se identifica al cabo Peñas como un nombre impuesto por los hermanos Nodales -1619- en memoria del cabo homónimo en la región de Avilés en el mar Cantábrico.
Simplificando: el cabo Peña se encuentra en la costa sur de la Isla Grande, el cabo Peñas en la costa este.




Con mi personaje inolvidable: OLGA Y YO- Por Jorge Daniel Amena


1979 se desperezaba, entre mayo y junio. Por aquellos tiempos un avión Boeing 727 llegaba a la aerostación, diaria y  puntualmente a la 11:15.

Bota de gamuza forradas con corderito y, por las dudas una bolsa plástica que lejos de calentar convertía los pies en una húmeda arma bacteriológica.
Había pocas calles asfaltadas y llegar hasta los de Zorjan en calle Perito Moreno para sacarse la consabida foto carnet (imprescindible para obtener la cédula territorial ) era toda una aventura.

Luego de muchos cabildeos y varias mudanzas de aquí para allá con cuatro bultos, una maleta y tres bolsos de tela amarilla, con los que caminábamos por el hielo y el barro, logramos alquilar un palacio frente al supermercado que por entonces se llamaba Sados, firmando unos siete millones de pagarés. Estaba entonces, ya instalado y dispuesto a ejercer mi profesión de abogado.

Mas o menos un mes antes había llegado la doctora  Olga María Teresa Cagnola de Segura. Olga vivía en una casa rosada, en Espora al fondo, cuyo rasgo distintivo eran sus pisos de madera pintados de rojo. Y así, instalados dos abogados en el pueblo empezó el combate judicial.Hasta ese momento no había problemas.

Ocasionalmente viajaban desde la capital algunos abogados, los hermanos Witahus, la doctora Chamorro Alaman, Adolfo Merniers y José Salomón.

Nosotros nos convertimos en el elenco estable de la ciudad de Río grande.

Sorprendentemente la gente comenzó a divorciarse. Olga  atendía a los caballeros y yo a las damas (cuestión de empatía). Olga siempre opinó que mis clientas pretendían demasiado y ahí comenzaban las grandes discusiones...

Los únicos  tribunales se encontraban en Ushuaia. Por lo menos una vez por semana había que recorrer los 320 kilómetros para ver el estado de los expedientes o acompañar algún preso que debía prestar declaración. Era normal llevar al detenido y al policía en el auto de uno.

 El Juez Federal era Carlos Sagastume, padre del actual juez Gonzalo Sagastume.
Jorge Segura, el esposo de Olga, era su estrecho colaborador, Mabel Jacobs, mi mujer, oficiaba como mi  secretaria. Era pues, un empate técnico. Aunque en el fragor de la lucha teníamos diferencia de armamento ya que el equipo Olga - Jorge poseía un Citroen 3 CV y nosotros andábamos a pie, por lo tanto viajábamos juntos a todas la audiencias. Diferencia que logramos zanjar gracias a que un día decidí comprar  una rifa en lugar de comida en La Anónima . Era del Club San Martín, el  número era  30042, salió sorteado y pocos días después un señor que por entonces no conocía, de apellido Vucasovic, me entregó las llaves de un Fiat 128 Europa, color mostaza. Ya estábamos a la par, el Citroen de los Segura era azul.

Por mérito propio ellos al poco tiempo cambiaron el viejo Citroen por otro de la misma marca pero modelo "Palas", con sofisticaciones tales como suspensión regulable.

Por aquel entonces, habíamos impuesto el juicio oral, sin tribunal. Los juicios se resolvían de viva voz entre las partes y, curiosamente, el acuerdo llegaba, en otras palabras: la sentencias eran hechas entre todos. Ni un pretor en la Roma de la Republica lo hubiera hecho mejor.

Lo cómico del caso es que nosotros (Olga y yo) aportábamos críticamente el derecho y nuestros "ayudantes" el sentido común. Generalmente, una vez logrado el acuerdo salíamos a comer juntos. "El Porteñito" era uno de nuestros lugares favoritos.

A fines de ese mismo año se sumaba Carlos Andino, quien  compartió la primera Navidad fueguina  en casa.

Así pasaron los años, con el tiempo Olga y yo devenimos  vecinos, nos prestábamos libros, y  nos peleábamos muchísimo.

Olga fue presidente del Colegio de Abogados, miembro del Consejo de la Magistratura; su figura siempre se destaca donde esté,  elegante, vanidosa y gran disfrutadora de la vida ha sabido sobreponerse a muchos infortunios.

Hoy cruzamos la cerca para ver como están las plantas y las flores sembrados en 1982.

Nunca me dio la razón en todo y eso está  bien.

Después vinieron nuevos colegas y las cosas dejaron de ser  tan familiares como lo eran por entonces.

Transitamos distintos caminos, unos acertados, otros no tanto, como todo el mundo. Nos tocaron mundos distintos o quizá demasiado parecidos.

A veces cierro los ojos y veo en  un estrado a dos abogados, los primeros en Río Grande, disputar en alta voz, alegando sobre el derecho de vivir y ser felices. Otro si digo: Pase lo que pase.

Desafortunadamente, muchos no está hoy entre nosotros, afortunadamente quedamos quienes podemos recordarlos, no porque fueran próceres o seres perfectos, sino como parte de nuestra historia, como lo seremos Olga y yo algún día.

Si bien todavía cruzo el cerco de mi vecina de vez en cuando, el teléfono ha suplido los debates tribunalicios, le lleno el patio de hojas de otoño y creo que no se molesta, le pinto la pared de azul y se enoja muchísimo, después me   perdona, o no, pero sucede que sobrevuela una historia de  casi 25 años.


En realidad la idea de este relato es de Mingo Gutiérrez, quien rescata siempre la alegría de los días felices y sepulta en cualquier rincón la desesperanza.

Sucede. Como en aquella vieja Radio Nacional cuando, camino a los tribunales escuchábamos "Hola Che" hace ya mucho tiempo. Algunas cosas perduran, otras no. Sucede.

Primera visita de un gobernador al norte fueguino. Carta de Luís Fique a José Hernandez.

Quién será conocido como El Primer Argentino era tipógrafo de oficio, y con ello guardaba cierta afinidad con el autor del Martín Fierra, que era periodista.

Un testimonio singular sobre este acontecimiento, que se daba a poco de entrar en funciones Felix Paz.

Punta Arenas,  Agosto 5 [sic: 25] de 1886.
Señor don José Hernández
Estimado amigo: el 10 del presente zapó de Oorhovaia, a bordo del vapor nacional Comodoro Py, S.E.el señor Gobernador de la Tierra del Fuego, don Féliz M. Paz, a espedicionar a San Sebastián con el objeto de reconocer el territorio y las tribus indígenas que lo habitan, llamadas Onas, teniendo yo el placer de formar parte de la expedición. El 15 hicimos escala en Punta Arenas, donde embarcamos carne fresca, etc, y el 16 de mañana zarpamos llegando a San Sebastián el 18. El 20 desembarcó S.E. con 16 hombres, cerca del cabo del Sud, dentro de la había, y el 21 salimos a recorrer, dejando una guardia al cargo de las cargas y víveres. En el trayecto recorrido durante el día, encontramos dos parages en que los indios habitan y que se conocía habían sido recientemente abandonados. Estas habitaciones (si así se las puede llamar) son un número de pozos de forma circular, de un palmo de profundidad, y cubiertos de pasto seco, abrigados por las matas que los rodean. Tuvimos ocasión de ver algunos indios a la distancia, especialmente uno de elevada estatura, que parado sobre un monte de los más altos, hacía signos con su capa y vociferaba.
Como la hora avanzaba y la distancia que nos separaba era considerable, S.E. resolvió regresar a nuestro campamento. Me olvida decir que a la expedición acompañaba un indio Ona, de nombre Dahaminik, que desde niño se encuentra en la misión y bajo la tutela de los Misioneros. Este indio lo llevaba el Gobernador para que sirviera de intérprete, en caso de poder ponerse al habla. Esa misma tarde nuestro indio se ofreció a salir solo al encuentro de los que de nosotros huían. Se le concedió lo que solicitaba, dándose las instrucciones respectivas, que eran hacerles saber que éramos amigos, que no pretendíamos hacerles mal, que podrían acercarse a nosotros con toda confianza y que se les harían algunos regalos: lo que siempre es el mejor atractivo para todo indio.
Al poco tiempo se encontró con ellos y parlamentó, quedando en visitarnos al día siguiente. Hay que advertir que durante nuestra excursión, los indios, en crecido número, nos habían venido siguiendo, pero de tal manera, que nosotros no nos habíamos ni siquiera apercibido, sin embargo de estar siempre alertas. Estos indios se arrastran entre las matas de yuyos de que está cubierto el campo, se confunden con ellas, y es difícil si no imposible distinguirlos; por esta razón es que ellos se encontraban tan cerca de nosotros sin que lo supiéramos. Además tienen los perros tan bien enseñados, que los hacen tomar rumbos opuestos ladrando y de este modo distrayen (sic) al que los busca; así es que cuanto más nosotros caminábamos siguiendo el ladrido de los perros, creyendo a cada momento dar con los indios, más nos distanciábamos de ellos.
Al otro día, fieles a lo prometido, se nos presentaron en número de veinte y nueve; a la cabeza venía uno pintado de colorado que desempeñaba el rol de cacique; los demás no estaban pintados. El aproximarnos y estrecharnos fue obra de algún tiempo, pues temían una traición por parte nuestra, sin embargo de que habíamos ocultado las armas.
Uno de ellos, que se adelantó a los demás, preguntaba con signos a S.E. si le pensaban cortar el pescuezo, hacerle fuego con las armas o maniatarlo. Lo primero lo espresaba pasándose la mano por la garganta; lo segundo, poniéndose el puño cerrado en la boca, y soplando fuerte; y lo tercero, levantando una hebra de paso y cruzando las muñecas. Después de mil seguridades por nuestra parte, llegó a las carpas, donde le obsequiamos con gallega. Esto, visto por el cacique y además, les inspiró confianza, y pronto prorrumpieron en risas y baile en señal de alegría, e inmediatamente bajaron todos del monte a reunirse con nosotros. Les imitamos en lo que nos fue posible (el Gobernador dando principio), ya sea riéndonos o bailando a saltos, formando cadena con las manos y con acompañamiento de gritos. No dejaba de ser esto un cuadro curioso, representado por unos cincuenta hombres unos frente a otros, saltando y gritando a un tiempo, y sin entenderse una palabra; porque el intérprete había salido por la mañana a buscar a los conferenciantes por un lado mientras ellos se nos aparecían por otro. Durante la fiesta, los más arrojaron sus capas y quedaron a lo Adán.
Estos indios son muy parecidos a los Tehuelches por su estatura y musculatura sobresalientes. Todo su vestido lo compone una capa de guanaco y sandalias del mismo cuero. Las mujeres las mandan al interior tan pronto avistan cristianos; por esta razón no nos ha sido posible verlas. Los perros son iguales a los que tienen las tribus Fueguinas. Su principal alimento es el tucu tucu, una especie de ratón de que está minado el campo. El terreno que hemos recorrido es arenoso, con bastante pasto y apto para haciendas. La falta de elementos, especialmente de caballos, ha contribuido a que el Gobernador no se haya internado y recorrido mayor zona, sin embargo, creo que piensa consolidar lo necesario para otra expedición dentro de poco, y entonces recorrerá todo ese territorio que hasta la fecha permanece virgen para la planta cristiana. En esta estación del año, el agua es abundante; no sé si sucederá lo mismo en verano. El oro existe tanto aquí como en el Cabo Espíritu Santo y según datos, de mejor calidad que el de Cabo Vírgenes. Los indios y la distancia, en el presente, sirven de barrera a su explotación; no obstante esto, de tiempo en tiempo se han desprendido barcos de Punta Arenas, con trabajadores a lavar sus arenas.
Los indios, una vez establecidas las relaciones, se oponían a retirarse, sin embargo de habérselo indicado repetidas veces por medio del intérprete.

En vista de esto, y a nuestro turno, temiendo el aumento de su número y que intentaron hacerlos pasar un mal rato, se resolvió intimidarlos haciéndoles un disparo al aire. Esto dio el resultado deseado, porque un instante después habían desaparecidos todos. En la tarde volvieron en gran número sobre la colina a nuestro frente, armados de arcos y flechas. Esa noche se puede decir que no dormimos, esperando de un momento a otro nos trajeran el ataque, pero no sucedió así. El 23 S.E. ordenó el embarque en los botes; y no habíamos bajado a la playa los últimos cuatro hombres que habíamos quedado sobre la barranca protegiendo la retirada, cuando se apoderaron de la posición abandonada. Como ellos no nos arrojaron sus flechas, nosotros no les hicimos fuego con rifles. La gente se reembarcó en el vapor, y al día siguiente de madrugada zarpamos de San Sebastián, llegando a Punta Arenas el 25, de donde tengo el gusto de enviar la presente relación de la expedición a la Bahía San Sebastián, Tierra del Fuego. Esta tarde, o mañana temprano, si el tiempo lo permite, salimos para Oorhwaaia. El Subprefecto [Alejandro Virasoro y Calvo] se encuentra en la Capital, y yo estoy al frente de la Subprefectura, habiendo quedado al frente de ella, durante mi ausencia, el Secretario de la Gobernación [Teófilo M. Iglesias]. Su seguro servidor.

                                                                                                        Luis Fique 

EVOCACIONES *****Agosto 26, de 1885. Muere en La Plata Matías Behety. Sepultado en el Cementerio de Lomas de Tolosa con el tiempo se descubrirá su cuerpo momificado.

Leemos en Caras y Caretas una semblanza sobre Matías Behety, escrita años después por Rafael Barreda.

Las fiestas que se han hecho en la Concepción del Uruguay conmemorando la fundación del histórico Colegio me traen á la memoria el recuerdo de aquel “chiquilín prodigioso”, que tanto quisimos y que fuera el discípulo de estudios mayores más predilecto del rector Larroque.  Fué de allí que se vino á la metrópoli argentina cubierto su cuerpo, como siempre lo hizo, con la desarreglada indumentaria del bohemio estudiantil, cuando apenas contaba quince años. Ingresó en nuestra universidad donde aprendió la teoría del derecho sin llegar á ser borlado. Goyena,  Estrada, Quintana, Guido Spano, Héctor Várela, Mansilla y cuanto intelectual había por aquel entonces, fueron los amigos íntimos de aquel “hombrecito”,  cuya opinión llegó á respetarse como la de un maestro.
Matías era pobre y vivió pobre, casi en la miseria, frecuentando diariamente la redacción de casi todos los diarios, en las que ayudaba al condimento de los editoriales, á zurrir sueltos, á improvisar folletines ó versos,- que para él todo era lo mismo. Inclinado por temperamento y escuela al romanticismo “lamartiniano”, solía acercarse á las tendencias de Edgardo Poe con cuyo autor hubo quien lo comparara por… las aventuras de su vida, un tanto desordenada. Matías podía haber destacado á ese respecto, entre los “Adolfos” de Henri Murger.
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 Como llevo dicho, Behety estudiaba derecho y llegó á ser el “pasante” indispensable en el estudio del doctor don Manuel Quintana, su amigo y su maestro, que en él depositara toda su confianza, al extremo de que este jurisconsulto entregó, en más de una ocasión, á su criterio las más arduas cuestiones judiciales. Behety se las extractaba, citándole los artículos pertinentes ó concordantes de los códigos y aun á veces, por encargo del mismo abogado, le hacía los borradores de escritos que luego formulaba. Un día avisaron al doctor Quintana que á las tres de la tarde debía informar in voce en uno de aquellos pleitos resonantes. El doctor Quintana, para recordar antecedentes de ese pleito, hace llamar á Behety; Behety no estaba y el expediente lo tenía él. El caso era verdaderamente serio y fué esta una de las rarísimas excepciones en la que el semblante del imperturbable jurisconsulto expresó de lleno la contrariedad de su espíritu. Por fin, Behety apareció cuando no faltaba más que una hora para que el informe in voce se hiciera ante la cámara.- ¿Dónde está ese expediente?- le preguntó Quintana después del consabido “café” como ahora decimos. -Aquí está, -replicó Behety, mostrándoselo. -¿Y qué hago, sin antecedentes? -Tampoco yo los tengo. -¿Y qué hacer ahora? -Por poco te apuras, Manuel. -¿Y cómo crees que yo pueda informar? ¡Imposible! -¡No puedes! –No. -Pues entonces podré yo,  -añadió Behety, y calándose el sombrero y poniéndose el mamotreto debajo del brazo, salió del estudio con dirección á la cámara, llevando en su “personita” el aire de suficiencia que lo caracterizaba. Pocos momentos después se encontraba ante los señores ministros de justicia y un numeroso auditorio, pues habiendo cundido la noticia de que Behety iba á informar, leguleyos letrados y cuanta persona se encontraba en la casa, acudieron allí. Behety disculpó la ausencia del doctor Quintana y entrando al informe lo hizo con tan pasmosa erudición que, al terminarlo, jueces y auditorio, faltando á los usos, no pudieron menos que aplaudirlo estrepitosamente. ¡Qué Pico de la Mirándola!... pico de oro, le pusieron, y el mote se le quedó.
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Y á este respecto me viene á la memoria otro caso en el que nuestro venerable maestro en la gaya ciencia Carlos Guido Spano, su íntimo amigo, fué actor. Encontráronse cierta tarde: -¿Adónde vas? -le preguntó Behety. -A la recepción del ministro brasileño- -Cuanto gusto tendría en acompañarte. –Ven. - No tengo ropa. -Mira cómo yo voy… -Tú vas así porque es tu traje usual; pero yo… -Ven, hombre, y ya te disculparé. –Vamos, que lo más que puede pasar es que me echen.
 Llegaron y, naturalmente “los invitados” llamaron la atención por su indumentaria, allí donde el traje de “frac” era de rigurosa etiqueta. Y no tanto la del poeta, que al fin pocos eran los que no sabían el “capricho de Guido”; pero “aquel otro”… ¿quién era?... ¿quién era aquel otro tipo raro con su Ievitín raído, su corbata incolora, el cuello de la camisa no muy presentable, el cabello despeinado y su cara de muñeco de porcelana? ¿Un periodista? Pues bien pudo, si no lo tenía, pedirlo prestado ó alquilar un frac y demás prendas á cualquier ropavejero… Y todos miraban con desagrado á aquel “buey corneta” que parecía un lamparón en el raso, hasta que llegado el momento de los brindis, el dueño de casa pidió á Guido que hiciera uso de la palabra: -Me va á permitir, el señor ministro que se la ceda á mi distinguido amigo el “doctor” Behety, - contestó el poeta señalando a Matías. Todas las miradas convergieron á éste, los unos curiosos, los otros con altivez, los demás con demostraciones de admiración burlesca; pero Matías cambia la suya con la de su amigo que lo anima en el gesto. Behety habla y concluye de hacerlo de manera tan magistral, que las burlas y los gestos desagradables se trocaron en las más entusiastas demostraciones de respeto y verdadera admiración. Desde ese instante todos se disputaban el honor de hablarle de ir con él… ¿Y la indumentaria?

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Su delicadeza llegaba al extremo… Pasó hasta tres días sin comer,  sin que á nadie se lo dijera. Fundada la ciudad de La Plata, se fué á vivir allí. Un fondero, al que uno de sus clientes embrollaba, le encomendó el asunto, y le salió tan bien que el fondero, agradecido,  le pidió que fuera á vivir á su establecimiento sin pagar nada. Y tanto y tanto suplicó, sabiendo la triste situación porque Matías pasaba, que una tarde Matías se hizo mostrar las piezas desocupadas y deteniéndose en la más pequeña y aislada le dijo: -Bien, aquí vendré á vivir, pero con una condición. –Diga. -Que usted me pase todos los meses la cuenta que yo le abonaré con toda puntualidad. –Mas, señor don Matías, -le contestó el fondero suplicante- si yo quiero que usted venga á vivir conmigo sin cobrarle. –Nada. ó usted me presenta la cuenta todos los meses ó no vengo á vivir á su fonda. -----
-Está bueno, Matías vivió por espacio de algunos meses allí. Comía poco, pero bebía… Llegaba fin de mes y pedía su cuenta. Una noche se presentó al fondero con el rostro abotagado. Llevaba en la mano las cuentas que aun no había satisfecho: -Tome, ahí tiene sus cuentas, -le dijo, -reconocidas por mí bajo mi firma. No puedo pagarle por ahora y me marcho. –Ma, don Matías, si yo no quiero cobrarle. -No sé nada. Volveré cuando pueda pagarle.
Quince días después volvió á la fonda, pidió su cuenta y la abonó íntegra. Le sobraban algunos pesos, pidió el importe de ellos en licores y se hizo acompañar á beberlos por el fondero.
El último período de su vida, se alejó de sus amigos que estaban en auge y sólo se le encontraba en los fondines, tabernas ó bodegones…  Allí se hallaba en su centro, á su anchas, como él decía, usando de su lenguaje persuasivo, salpicado de figuras bellísimas, compartiendo con los pobres lo pobre de su bolso. Y, cosa rara, los que escuchaban sus frases, siempre originales, -aquella gente ruda é ignorante, -sentían por él el mayor respeto. Al pasar una noche por un almacén oí su voz en la trastienda y entré, allí me lo hallé con hombres de baja estofa que lo escuchaban admirados. Me miró y, al reconocerme, me dijo, con aquella gravedad propia de su carácter: -¡Aquí me tienes ilustrando las masas!
Allá, en La Plata, hace tiempo se mostraba un cuartujo pequeño, desmantelado y vacío, diciendo:  -Aquí murió Matías Behety.
Sí, allí murió Matías Behety en el más profundo aislamiento. Cuando sus amigos íntimos fueron á buscar su sepultura señalada por una modesta cruz en el cementerio, el pampero la había derribado, lo que hizo exclamar al poeta Lamberti:
                                                        “¡Hasta las cruces que levanta el pobre
                                                          Son las primeras que derriba el viento!”

Matías Behety fue hermano de María Behety, esposa de José Menéndez, en la estancia que lleva el nombre de su hermana, la biblioteca recordaba su existencia,
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RASTROS EN EL RÍO.91* 25 de agosto: Día del Peluquero.





Creo que allá por el año 1960, cuando mi familia volvió a vivir en Río Grande, el primer paseo de reconocimiento hecho de la mano de mi padre terminó en el sillón de la peluquería. Esta circunstancia se repitió durante mi infancia. Llegaba un sábado, mi padre preguntaba si estaba listo, y me había lavado la cabeza, fregado el cogote y limpiado las orejas lo mejor posible y partíamos los dos para la amansadora capilar.

No puedo recordar los temas de conversación que se desarrollaban en ese recinto, pero eran muchos entre los mayores. Los chicos nos comportábamos de otra manera porque el peluquero era bastante chinchudo, un peluquero de aquellos que si te portabas mal –y malportarse  podía ser simplemente moverse cuando la máquina nos pegaba un tirón- suspendían el corte y te mandaban de vuelta con la escalera correspondiente ante la risa de todos.

¡Ni que pensar si aparecía un piojo!

Las revistas eran un montón informe para curiosear. En su gran mayoría ejemplares de El Gráfico que llegaban en barco y servían para ponernos al día en imágenes sobre lo que trabajosamente nos informábamos por la radio. Por suerte a veces las finanzas andaban bien, entonces en el negocio de al lago se podía comprar una historieta, con una lectura más afín a nuestra fantasía.

El tiki-tiki de la maquinita, el peine fino, los enormes botellones y su pulverizador que formaban fila frente al espejo, junto a un frasco industrial y turquesa de Lord Cheseline, eran parte de la escenografía. Las sillas dispares, el perchero, el calentador a velas, los ceniceros, eran los otros ingredientes. El invierno empañando el vidrio donde podíamos dibujar o escribir a escondidas, si no nos veía el peluquero, y el frío nos esperaba afuera cada vez que nos blanqueaba la cabeza en una media americana.

Todavía no afloraba la moda de los Beatles y lo de los Hippies, que causarían las primeras luchas generacionales por el pelo libre. Antes cuando un niño se portaba mas solían llevarlo ante el peluquero con algunas exigencias: -“Déjele un mechón para agarrarlo más fácil”, o se confinaba al niño rebelde a la vergüenza del corte “a cero”.

Me han dicho en El Sureño que hoy es el día del peluquero. Vuelvo a mi memoria –y en la de otros- sobre este oficio ligado a la pulcritud de la gente. Algunos nombres resultarían significativos:

Antonio Fava, instaló su peluquería sobre la que fue la de Pacheco; y junto al mismo –librería de por medio- “La Guacha” Vargas hacía la competencia.

En el hotel de Julio Andrade –el papá de Cano- Ulloa, de triste final cuando ya oficiaba de zeppelín, comenzó a peinar la suerte.

Luis Mansilla, peluquero de Aeronaval, seguía –después de hora- en la calle Espora, allí donde terminaba el pueblo, con los cortes de pelo en su propio domicilio. Mansilla es aquel al que llamábamos “Cachaña”.

Las guarniciones militares disponían de peluqueros propios entre el personal de servicio, no obstante ello de allí paso a obtener un oficio Cayetano Salazar –el Chango- colimba tucumano que por los años ’60 instala su peluquería sobre la calle Perito Moreno. ¿Cómo no se podía aprender a cortar el pelo, con 500 cabezas de veinte años disponibles todas las semanas! El Chango, en los años en que la relación pelo largo y disciplina se puso tensa en el colegio Don Bosco, recibía en horario escolar a los que acataban las directivas; el joven partía a lo de El Chango, allí le dejaban el cogote como le gustaba a la señorita Tita, y a fin de mes con la cuota de la cooperadora llegaba la cuenta.

Entre la gente que más recuerda la vieja policía aparece el nombre de Lombardo. Yo también pasé por su tijera cuando atendía a los particulares en casa de Alonso, pero lo una vez sola, me daba risa porque era tartamudo y tenía miedo que se enojara, porque era policía.

Tijera, tijera no, que se dice no. Lo habitual era una maquinita –la del tiki-tiki- de la cual conservé una por herencia familiar, dado que en el campo la peluquería era un servicio recíproco. Una máquina de esas era la que usaba el padre Zink, en sus años de parroquia urbana. Más de una vez lo vi llegar a Cirilo Tomas y su hijo mayor los sábados por la tarde al salón parroquial; después el petiso y el cura se perdían en un truco. Dicen que en la Misión el Cura Gaucho seguía con su práctica, aunque allí competía con las virtudes de Don Jorge Eterovich.

La tecnología avanzó con las máquinas eléctricas que exigían de los peluqueros nuevas técnicas de expresión corporal, para no terminar enmatambrado con los clientes que miraban temerosos como pasaba el cable frente a sus ojos.

Hubo un tiempo en que muchos nos desconectamos de la peluquería. Apareció un peine de plástico que con algunas Gillettes dio pie a que las mujeres se ensañaran con nuestras pelambres a cambio de una patilla más larga, o una colita de pato a la que no estaban acostumbrados nuestros tradicionales coiffeur. Estas navajas no tenían nada que ver con las Arbolito o Esquiltuna que servían para emprolijar los detalles poniendo una cuota de suspenso al finalizar cada corte profesional, y con las cuales se filtraba ese poquito de sangre que se remediaba con el alcohol del agua colonia, y que si llegaba a la camisa motivaba los justificados rezongos de las lavanderas. Mi padre se afeitaba en casa, no eran muchos los que concurrían habitualmente a la peluquería para que lo embadurnen en público; eso sí: él –cada tanto- llevaba sus seis Hein Boker & Co. Para que el perito peluquero al asentarlas se las dejara a punto de sus exigencias matutinas.

Las peluquerías siempre fueron cosa de hombres, hasta que apareció por los años 70 Diógenes Montalba, que en su negocio que estaba en Estrada entre San Martín y Perito Moreno inauguró la moda unisex.

Me han dicho que Mecha Dura sigue cortando el pelo en su casa. Y que Antonio Fava, que ahora vive del taxi, conserva en su hogar el sillón con el que trabajaba al lado de Zorjan. Antonio es protagonista de un hecho singular cuando le tocó cumplir una promesa jubilando luego de 30 años de servicios a Don Máximo Chaparro, al que desde aquel momento continuó esquilando gratis.


Hubo otro que se jubiló, pero por la calvicie, pero de él hablaremos en uno de estos encuentros en El Sureño.

NUESTRA HISTORIA RECIENTE. Agosto de 2005.

Desde hace cuatro meses hemos interrumpido la serie que a las 8 y 30 nos tiene conversando con diversos actores comunitarios, para hacer uso del archivo de LRA 24.



Con ello conseguimos incluir en Matinal puesta a Punto, cuando termina el mes, una mirada hacia lo ocurrido diez años atrás.

A partir de este miércoles comenzaremos a recordar lo vivido en agosto de 2005.

Una cronología de hechos relevantes, y voces protagonistas que expresaban lo suyo, en ese momento.

Trabajaremos sobre los siguientes acontecimientos:

Agosto 1.Estudian créditos para gran número de jóvenes con problemas auditivos.

La Biblioteca Nacional dona cuatrocientos libros a la Biblioteca del Concejo.

Caso de la menor violada y embarazada, según Alejandro de la Riva, ofrecía sexo a cambio de dinero.

Marcelo Paniagua pierde todo en un incendio en el Barrio Esperanza.

Leo Agnes, presidente de la APAP.

Agosto 2.-QRU Pentacampeón de futsal.

Salva una niña de morir en un incendio.

Río Grande cuenta con dos edificios educativos nuevos la Epem 4 y el colegio Haspen.

Melella respalda la candidatura de Nacarato.

Agosto 3. Allanan el HRRG por la muerte de Antonella Carrillo.

Definen ubicación del nuevo edificio del Concejo.

Agosto 4. El gobierno se asoció a Enarsa.

Se proyecta la fabricación en serie de tableros de lenga.

Agosto 6. Ganan en las internas Morandi, Bertone y Lechman.

EL gobierno firmó convenio la Universidad Nacional de Lómaz de Zamora.

Libertablas en Río Grande.

Agosto 7. Aumentó la cantidad de docentes en la provincia donde hay 3827 personas trabajando.

Perico Pérez presidente de Vialidad.

Intendente Martín apoyó a la creación de INUVI.

Agosto 8. Escandaloso informe sobre la obra pública en San Sebastián.

Muere Horacio David Surt.

Agosto 9. 20 millones de dólares para el roll on roll off.

Agosto 11. Cuarenta familias esperan adoptar un hijo en la provincia.

Kirchner firmó 5000 viviendas para Tierra del Fuego.

Agosto 15, Proponen fideicomiso para financiar vuelos chárter –Tierra del Fuego y Santa Cruz- se unan para conformar una UTE.

Deuda IPAUSS, el gobierno ofrece pagar 255 millones de pesos.

Lassalle dice que el gremio confunde a los docentes.

Agosto 16. La Misión perdió juicio iniciado por trabajadores despedidos.

Cuarenta carpinteros participan en Punta Arenas de una exposición de diseño organizada por la Secretaría de la Producción.

En Santa Cruz plantean unir Cabo Vírgenes y Espíritu Santo.

Fallo favorece a docentes de la Misión despedidos en el 2000.

Delincuentes de 13 y 16 años, los padres no hacen nada por controlarlos.

Robaron más de 20 mil pesos de las empresas del Ministro Edgardo Welsh.

Agosto 17. 40 carpinteros de Río Grande muestran sus trabajos en Punta Arenas.

Agosto 19. Sueldos de la policía están equiparados a la Federal.

Agosto 20. Incendio en el Parque Industrial. Afecta la firma Australtex.

No habrá ciclo lectivo en la Escuela de Policía.

Agosto 21. Longhi y Bacichetto quieren que la carta orgánica se ponga en marcha el 1 de agosto de 2006.

Agosto 21. Incendio en depósito de Australtex, criticas de bomberos voluntarios a los de la policía por no haber participado en los controles del foco durante la noche.


Agosto 22. La MRG cede terrenos a la UOM, en tanto que la entidad cederá otros para la construcción de una plaza pública.

El gobierno denunció boicot en las escuelas.

Deciden reemplazar a la UTE El Milagro y El Litoral, en el transporte público.

El MRG recupera un predio en el frigorífico, se anuncia que  sería destinado a un Paseo Histórico de la Ciudad.

Muere Pedro Márquez Barragán.

Agosto 23. Vuelo de Aerolíneas llega después de problemas de presurización que lo hicieron bajar en Bahía Blanca.

El INTA brinda un curso de aves caseras ponedoras.

Agosto 24. Aumentó en más de un 30 por ciento la producción de agua potable.

Agosto 27. El gobierno denuncia roturas y sabotajes en escuelas de Río Grande.

En la provincia hay 525 personas bajo tratamiento para dejar adicciones.

Agosto 28. Mario Sokolinsky habló de salud y recorrió el HRRG y el Mamá Margarita.

El gobierno lanza nuevamente el Programa Volver a Casa.

Agosto 29. RUTA, reabre su centro en Río Grande.



Están todos invitados.

EVOCACIONES **22 de agosto de 1931. Presos radicales llegan a Punta Arenas.

Se trata de los evadidos del Chaco, nave que los llevó confinados a Ushuaia después de participar en una de las revueltas contra el régimen impuesto por la revolución de 1930.
La epopeya y la odisea de este momento aparecen reflejada en un libro de Néstor Aparicio diputado radical por Dolores. 


Los confinados se encontraban alojados en distintas casas particulares en la capital fueguina.
Aparicio cuenta como comenzó la fuga:

A las ocho llegué al cementerio, que por muchos años fue el extremo occidental del  pueblo. Fui el primero en llegar. La nieve reflejaba una tenue claridad, tal vez de los lejanos focos de la población, a veces los reflectores de los barcos de la armada. Terrible silencio, soledad terrible.
Los evadidos hicieron base en Navarino y de allí fueron sacados en el cuter de Orestes Gandi.

A Punta Arenas llegaron  y de allí partieron a Santiago Aparicio y Peralta; en tanto que lo hicieron a Montevideo Mercader y Cassarello.


Cada uno con su historia, y con su leyenda.

EVOCACIONES.20 de agosto de 1578. Drake llega al Estrecho de Magallanes.



El corsario inglés que cumpliría con la segunda circunnavegación al globo, después de más de medio siglo de la empresa de Magallanes y Elcano, llegan hasta el estrecho interoceánico.

Había partido del puerto de Plymouth el 13 de diciembre de 1577 con 172 hombres a bordo de cinco naves: Pelikan, Elizabeth, Swan, Christoper y Marygold.

La primera parte de su empresa consistió en hacer la guerra de corso contra España en el caribe, luego avanzó sobre la Patagonia ocupando en la costa un lugar denominado Bahía de las focas, que bien podría ser Puerto Deseado. Allí se desmanteló la Swan cuya operatividad navegable estaba al límite, y se la incendió. El fuego atrajo a los tehuelches que trabajo con en inglés una relación amistosa, a tal punto que se quedaron con su sombrero de plumas.

A poco de seguir al sur pierde una segunda nave, la Christoper, por lo que al igual que Magallanes decide invernar en San Julián. Allí ocurrirá una sublevación –situación que también vivió Magallanes- y procederá a ejecutar al insumiso capitán Thomas Doughty.

Francis Drake cruzará el estrecho en un tiempo record, 16 días, y luego retomará desde el sur la navegación al naciente dando lugar al descubrimiento del paso que lleva su nombre.

En esta travesía en un océano que no se le muestra para nada como Pacífico perderá dos naves quedando solamente con la capitana que es rebautizada en el acto del cruce con el nombre de Golden Hind.

Drake bordeará la costa del pacífico propiciando actos de piratería contra las posesiones españolas, haciendo crecer el temor entre los católicos por lo que consideraban un demonio protestante.

Con el MENCHO OLIVA: Memoriosos recuerdos de antiguos arreos.

El Mencho se identifica con la estancia La Correntina, allá en las inmediaciones de Tolhuin. Ese enclave pastoril es la herencia de trabajo que les dejó su padre: Pedro Nemesio que llegó a la isla por 1925. Venía desempeñándose como gurdiacarcel, y eso fue mientras el Presidio existió. Después pasó a la policía de los Territorios Nacionales. Hombre de a caballo en días más tranquilos don Pedro tuvo destinos por Cullen, San Martín, hasta que lo destinaron en la cabecera del Lago. Allí llegó a cabo en días en que el actual museo del lugar era comisaría.
Encontró un campo conveniente y comenzó a dedicarse a las dos cosas, pero un día de advirtieron que debía optar, y se independizó.
El Mencho pertenece a esta nueva historia. Si su hermano mayor había hecho escuela en la 2 de Río Grande a él le tocó ser alumno en la Misión. Entre los curas estaba internado entre septiembre y mayo, iba y volvía a caballo... la escuela era un espacio de trabajo, y las vacaciones ofreciàn también ¡más trabajo!
Un día, mientras esperábamos en comienzo de una ceremonia, y cuando la señora se entretenía conversando con otras damas, pasó a recordar los arreos que se realizaban para que en Ushuaia no faltara carne ovina.
El tendría 14 años y ha quedado como testigo de aquellas tareas; tal vez habría podido hablar de lo mismo Don Ubaldo Tardón –que se asociaba con su padre para cumplir contratos con comerciantes de la capital territorial- pero el vecino de La Porfiada, que también antes de tener campo había sido policía, ya estaba postrado. Oliva recuerda a la vez a un Pedro Ulloa que por la edad puede estar vivo, pero por el lado de Santa Cruz.
Los grandes piños, los arreos, entre cinco o seis mil animales, y llevarlos a destino ocupaba al menos un mes de lenta travesía.
Por entonces el ganado era llevado para abastecer las carnicerías de Preto  o Pastoriza, trabajano ellos para este último.
Como había un trámite de comprar los mayores se encargaban de juntar los animales en las grandes estancias del norte, y llegados a la cabecera del Lago –entonces Tolhuin no existía- era responsabilidad de los más jóvenes.
Se hacían dos o tres arreos al año, y se cobraba por cabeza de ganado en pie que se ponía en destino.
Había que saber bien donde se podía pastorear, donde hacer noche.

Desde la lejana Cullen se salía cortando campo, pasaban a sumar los animales de San Martín y Flamencos, donde recibían los que partían de El Salvador y San Julio.
Se andaba buscando lo más directo, se abrían y cerraban tranqueras… prudentemente; buscando el ansiado viejo puente colgante. Que por entonces colgaba y no eran tan viejo.


Ya del otro lado del río se buscaba cortar camino para llegar a San Luis, en tanto que Vidal les tenía preparado un amplio corral en Punta María. Ta vez en ese hotel tenían la primer oportunidad de hacer noche, con cama y comida, en una tarea lo menos incómoda de lo que era el resto de la travesía.
El tema venía luego rumbo a Ushuaia, pasando el Lago, enfilar por el paso Garibaldi, el caracol de entonces, y la seguridad la daban los perros. El recuerda que se desenvolvía –como sus compañeros- llevando siete perros a los que debía alimentarse de loa animales para el consumo que se llevaban en la tropa.., destino ineludible a veces para los que quedaban afectados en la travesía.
El retorno se hacía también a caballo, y volando con los pensamientos mucho más allá de los amplios horizontes sobre los que se desarrollaba una vida fueguina.., ¡que ha cambiado tanto!

EN LAS FOTOS, el Mencho, en dos tiempos de su vida.


YOLANDA DIPS, y el periodismo como un espacio de transferencias.


Nació en Comodoro Rivadavia pero la anotaron en Córdoba, aunque ella se siente riograndense.
De niña era la mayor entre los hermanos y su padre –un Cochabambino que estudió en la Argentina y se quedó- hubiera querido que estuviera al frente del negocio, y de la profesión.
Pero su inclinación fueron las ciencias sociales. Un día le anunció que iba a estudiar Periodismo, y la respuesta inmediata fue: ¿Eso se estudia?
Al tiempo estaba en La Plata donde se formó para comunicar, y se formó para formar.
Su trabajo docente en el CENT 35 la ha vuelto una trabajadora nocturna. Hizo una apuesta sustancial con la radio para participar de nuestras entrevistas mañaneras.
Pronto cumplirá cincuenta años, una edad en que buena parte de los docentes fueguinos se jubilan, pero ella no se imagina en esa situación: entro tarde a la Administración Púbica y le queda un tiempo por andar, un tiempo que disfruta.
La carrera de Comunicación se ve enriquecida al tiempo en que disminuye la oferta laboral para los jóvenes, y pero cuando aumenta la demanda fabril se van perdiendo vocaciones. De esta experiencia se van sumando generaciones de alumnos que ya están en el mercado laboral fueguino. LRA 24 les ofrece a partir del espacio CEMENTO FRESCO la oportunidad de hacer una práctica intensiva de radio, a los que terminan.., y en esto está Yoly.
Ya durante dos temporadas realizó con Nélson Ávalos la versión radial de La Movida, un quincenario informativo del quehacer artístico y cultural local que llegó a editar ¡99 ejemplares”
Dice que la cosa más linda de la vida fue ir a Cuba, ella cree en la revolución cubana y su viaje sirvió para ver en el terreno los logros que imaginaba. Se sorprendió por o mucho que el hombre común sabe de nuestro país, de su experiencia política, de sus luchas.., como el caso de Malvinas.
Señala que entre las cosas más feas en su existir están las pérdidas, siendo la mayor la muerte del padre, cuando ella ya tenía más de 30 años; hubo que liquidar la farmacia y ver como se ordenaba la vida familiar para la madre y los hermanos. Tal vez eso precipitó su retorno a la Tierra del Fuego.

Encomillamos algunas de sus apreciaciones:
Soy una convencida que lo que no te mata te fortalece. Después valorás más, y no te quejar por cosas pequeñas”-
“He tenido trabajos donde he tenido que soportar determinados jefes..”
“Si bien el periodismo me fascina, da clases de periodismo me encanta, salgo de dar clases feliz”
“Yo trato de brindar desde la cátedra en que estoy, parte de lo que recibí en La Plata, en la Universidad Nacional de La Plata, eso que me partió la cabeza”.
“Muchos reclaman que a los estudiantes les falta calle, pero la calle se consigue. El hablar bien en el micrófono, en escribir bárbaro, si no le das contenido, poder hacer un análisis, ahí si hay que comenzar a preocuparse”
“Hay un mercado en el periodismo que te leva a trabajar por dos mangos2.
“Creo que la ley de medios le ha dado a los locutores, a los operadores, pero a los periodistas no los tienen en cuenta”.

Dips advierte que ella no separa el ser periodista de sus principios, ni la cuestión ética de lo que hace. Ejerce representaciones gremiales en un duro terreno y aunque es de pocas palabras, también es de las que no se calla.

Yolanda Dips vive lo suyo, comunicar y enseñar, como una gran contribución democrática.

Aritmética ona.

William Blain trabajó como ovejero en el norte fueguino en la última década del siglo XIX. En sus memorias primero recuperadas en Escocia y luego en la región por Mateo Martinic Beros, se encuentra detalles de la convivencia crítica con los nativos, y también un apéndice lingüístico.

De el tomamos esta relación sobre su forma de contar. Verónica Angelosante nos prestó sus manos, y está para que aprendan:



SOSUE.



SOKI



SOUKEN


CONISOUKE



CHINUE

Para hacer referencia a varios o muchos, es decir seis o mar, utilizaban  los vocablos POKEREN o EMILI.



El roll on roll off: Hace diez años.


Aunqeu la información decía venir de Ushuaia en realidad respondía a un anuncio dado en la Provincia de Santa Cruz: la necesidad de integrarnos nos aguas argentinas era vista también como un proyecto ligado a los destinos de la cercana provincia.

Transcribimos:


El Ministro de Economía de Santa Cruz, Luis Villanueva, aseguró que las cabeceras de las terminales para el cruce por aguas argentinas entre esa provincia y Tierra del Fuego, serían construidas entre Cabo Vírgenes y Cabo Espíritu Santo, según proyecta el gobierno de esa provincia.
“Este tema es algo diferente de los proyectos que ya existían y de los que habíamos participado, donde se tomaba el puerto de Punta Loyola con el que en la Isla construía en Caleta La Misión, próximo a Río Grande, pero la idea nueva es poder realizar una vinculación marítima desde el Cabo Vírgenes hasta el sitio más cercano, por aguas jurisdiccionales argentinas”, dijo el funcionario, según publicó ayer el matutino santacruceño La Opinión Austral.
Villanueva aclaró que lo que ahora se pone en marcha es el mecanismo que va a permitir analizar la factibilidad  técnica del proyecto  y en este sentido confirmó que existe el compromiso de la Nación de financiar, a través de un crédito de 20 millones de dólares para ambas provincias, esta etapa del procedimiento.
La semana pasada  el gobernador Jorge Colazo confirmó que “en los próximos días se iniciará el estudio de factibilidad e impacto ambiental en las posibles  zonas donde se instalarían las rampas de llegada y zarpada de los buques que harían la travesía”.
Por ahora el proyecto se fundamenta en la utilización de buques tipo Roll-On Roll-Off, por su facilidad y capacidad de carga, ya que se trata de una de las pocas embarcaciones aptas para el cruce de la boca oriental del estrecho de Magallanes, una de las zonas de mayor varie4dad de vientos y mareas, según los especialistas.
La distancia que media entre Espíritu Santo y Cabo Vírgenes es de 18 millas náuticas, unos 32 kilómetros. De acuerdo con el tipo de embarcación y su carga, como así también las condiciones meteorológicas, será el tiempo que demande la travesía y esto debe ser analizado pormenorizadamente.

Según se estima, el sector que se vería directamente beneficiado por el cruce en barco por aguas argentinas es el transporte terrestre de carga, que ahorraría tiempo y dinero y evitaría finalmente utilizar el paso por territorio chileno.

Visitamos GALPÓN DE AYER

El sábado 8 participamos del programa que inauguraron Ana Berbel y Sonia Menéndez en FM Urbana -98.5 MH-. A lo largo de dos horas vivimos momentos risueños y emotivos todos relacionados con el rescate de la memoria local.

En un momento hicimos lectura de un escrito de hace treinta años, cuando reivindicábamos el lugar que ocupaban los galpones domésticos, en nuestra existencia riograndense.



“De como en el ámbito de nuestra cotidianidad fuimos encontrando elementos que nos proyectan hacia el ámbito de los recuerdos”.

Lo invito a que esta tarde ordene su galpón. Yo lo hice ayer, aunque el día no estaba tan propicio, y le aseguro que Ud. también –si lo tiene- podrá completar un inventario nostálgico de Río Grande.

Mi galpón no es muy grande, tres por tres, y  como está construido con cierto esmero, ventana –ahora rota-, puertas –de la cual he perdido la llave-, hasta he recibido ofertas de alquiler por él.

Tiene casi vente años, lo armó el tío Canales cuando se arrastró la casa y quedaron muchos trastos sin ubicar. Después, el tiempo, fue aumentando sus tesoros.

Papá tenía un particular cuidado con él, soñaba con proporcionarle una mesa de carpintero con la cual entretenerse si se llegaba a jubilar. De aquellos afanes quedan los frasquitos que guardan prolijamente tornillos, clavitos y tuercas.

Mi incursión por él no trajo más que desastres. Se atiborró de cosas cuando nos mudamos a vivir con mamá. Pasó a recibir todo o que estaba en desuso pero que a criterio nuestro “valía”, o podían darnos algunos pesos. Cierto es que la cocina de hierro que trajimos de Punta Arenas nos dejó plata cuando la vendimos a una estancia; pero la mayoría de las veces se fueron quitando armarios, sillas y otros enseres para que alguna casa nueva –que armaban nuevos amigos venidos del norte- no estuviera tan despoblada.

Oportunamente cayeron en el galpón materiales de construcción que desordenadamente rompieron con la prolijidad del momento, posibilitaron sustracciones de herramientas, rompieron una chapa de ondalit del techo por el que comenzó a precipitarse la tierra y la lluvia.

 Y como hacía dos años que no limpiaba el patio, cuando me decidí, le llegó el turno también al galpón, saliendo de todo esto 17 grandes bolsas de basura y toneladas de nostalgias.

Entre las cosas que se salvaron figura un sacabotas –el gran invento patagónico- y dos de mis mejores trineos, todas estas cosas hechas por el viejo, al igual que la carretilla de juguete que  todavía conserva el número cuatro, que precariamente dibujara con pintura de aluminio.

Salvado de las ratas se encuentra el asiento que perteneció al auto en que se mató el tío Rodolfo, está montado aún sobre un cajón de madera en el cual se preservaban en la cocina papas y cebollas durante el helado invierno. El algún momento compartieron el cálido privilegio de la cocina con la tabal de cortar carne –los cuartos de capón que le comprábamos a Onofre o al Chino Bórquez – la sierra respectiva, la balanza del platos de bronce y –en las noches que faltaba la usina- la brillante Petromax.

En un armario de confección casera dejé cuidadosamente instaladas damajuanas de otros tiempos a las que encontré vacías pero  bellas en su artesanía, y media docena de sifones de distintas marcas en su cuello metálico: Soda Stella Maris, A. Soto Río Grande, M y D Merletti Tucumán y Dellovani – Villa Maipú.

No se como fueron a parar mis cuadernos allí en el polvo. Y  algunos por este y el agua deteriorados. ¡Mis precarios cuadernos de la primaria! Y un libro de caja en el que realicé –aun antes de ir a la escuela- mis primeros dibujos.

La hamaca que ahora tengo que instalarle a mis  críos, el auxilio de un auto que ya vendí, el molinito de mi Hamster, y rotos juguetes de madera.

Supongo que habrán sido llevados con mayores precauciones por mi viejo, y que no tuvieron la suerte de los espuelines para el hielo, los patines de mamá, su gancho de portuario y las planchas de fierro marca Diógenes.

 El espejo de la Nona, roto desde hace un tiempo, me proporcionó una sorpresa cuando quise conservar el marco: a pesar que tiene un sello en la parte trasera de “Made in Germany” las tablas que encubría eran embalajes marcados como Punta Arenas KC 1521, la segunda sorpresa; la Radio Phillips que creía inutilizada funcionaba en onda corta.

Mientras los tres andadores de mis tres hijos iban inútiles ya a la basura, la lana de tantos colchones pasó a una abuela amiga para ser hilada y transformada-con suerte- en medias y pulóveres de Huiñi Porra.

Agregué al inventario supérstite de la limpieza un bozal, todas las valijas de cartón en un baúl grande, la máquina de calcular “Facit” –superada por la cibernética- y una herradura que sin ser supersticioso trasladé al frente de la casa, sobre la puerta.

Descubrí la serpentina de la cocina económica, elemento que calentaba el agua y que hubo que sacar cuando se la convirtió a gas; al igual que varios ladrillos refractarios que luego se usaron en lugar de bolsas de agua, y para combatir el reuma de los viejos.

Las mangueras que compramos para traer agua desde la canilla de la esquina se salvaron, es que con el patio limpio me gustaría volver a hacer la quinta: así me esperarán para el otro verano junto a una verde regadera.

Ocurre que también tengo un entretecho, altillo que le llaman algunos, pero ya tuve mucho trabajo ¿no creen? Eso sí...¿Por qué esta tarde no ordena su galpón?


EVOCACIONES******Agosto 7 de 1891. La carrera de barcos de acero.

En torno al Cabo de Hornos navegaba tanto lo bueno como lo malo; pero el héroe aparecía con más frecuencia que el cobarde sobre los puentes de aquellos buques.

Así da cuenta Félix Riesenberg en su libro CABO DE HORNOS, donde registra una competencia singular:

En su torno –del Cabo-  navegaron también los buques rápidos. Cada travesía era una carrera más o menos franca contra el tiempo y los elementos, cuando no contra los competidores. Pero, en 1891, el 7 de agosto, el velocísimo buque S. D. Carlton, a las órdenes del capitán Edwin T. Amesbury, era remolcado más allá de la Puerta de Oro. Dejaban San Francisco al mismo tiempo que la barca de cuatro mástiles Shenandoah, del capitán “Carabina Murphy”, y dos ingleses, el Balkamah y el Strathearn. Estas cuatro naves, cargadas de granos, tenían al Havre por puerto de destino. Un quinto buque, el M.P. Grace, también con carga de granos, se dirigía a Nueva York.
En la calle California formuláronse apuestas y la Barbary Coast se llenó de conversaciones en torno a la carrera. La noche anterior a la partida fue inclemente. El Carlton, dirigido por una tripulación de norteamericanos de Rockport, Maine, aparejó al Shenandoah y su tripulación de Rockport, El M. P. Grace llevaba a bordo un hato de gente de South Street. Corrió en forma excelente, pero no hallándose directamente en la prueba, desaparece del viejo registro. Los buques ingleses eran típicos buques “Lime Juice” y corrían con menos furia y violencia que los yanquis. La mañana del 7 de agosto fueron remolcados y levaron anclas simultáneamente, por temor de que alguno empezara con ventaja.

De allí esta evocación de estas proezas del año 1891.

Dispúsose el velamen para partir. Como el viento era desigual cambiaron de borda, yendo el Carlton hacia el norte y el Shenandoah hacia el sur. Estos dos pasaron tan cerca de los farallones que podían oír el silbido de las boyas. Al amanecer los barcos se habían dispersado y ninguno estaba a la vista del otro. Cotejando los diarios de navegación, en el Havre, los capitanes James F. Murphy y Amesbury comprobaron que en ningún momento habían estado distantes más de cincuenta millas entre Frisco y el ecuador.
Desde la línea en adelante, hasta el paralelo 50 sur y alrededor del Cabo de Hornos, todo fue correr sin descanso. El Carlton izó una verga mayor de 96 pies de penol a penol. Colocaron bonetas en el alunamiento del pujamen de sus velas cuando soplaban los alisios y humedecían las velas livianas en las calmas ecuatoriales. No entró un sobrejuanete hasta que el agua blanca estuvo hirviendo en los imbornales de sotavento.
Yendo con rumbo al este, no se experimentaron molestias ponderables a la altura del cabo. El capitán Amesbury pasó velozmente al norte de Diego Ramírez, avistando el Cabo de Hornos el 21 de septiembre. Cruzó el ecuador en el Atlántico ochenta y cinco día después de salir de San Francisco, y se lanzó al norte, a todo lo que daban las velas, entró en la bocas del Canal de la Mancha braceando sosobres, cruzándose con buques ingleses de retorno a sus puertos desde el sur, procedentes del Cabo de Buena Esperanza y del Cabo de Hornos y que se maravillaban ante el loco capitán yanqui.
Al llegar al Havre con el piloto, de noche, tras 112 días de navegación desde la Puerta de Oro, los hombres de la tripulación corrieron a celebrarlo en tierra. Pero en el fondeadero estaba un barco de cuatro altos mástiles. Muchachos de Bath los saludaron. ¡El capitán “Carabina Murphy”, navegando en el barco de cuatro palos a todo lo que daba la vela, había entrado en el puerto el día anterior!
¿Y el Streathearn y el BAlkamah?
Tanto el Shenandoah como el Carlton dejaron su carga, cada una de 5.000 toneladas, y fueron nuevamente cargados antes de que llegaran los ingleses. El Grace hizo su viaje hasta Nueva York a excelente velocidad, cubriendo aproximadamente la misma distancia que al Havre, pero quedándose retrasada en una semana más o menos respecto de los veloces buques.
El capitán Murphy regresó a Nueva York con lentes de cristal de roca, utilizados en la fabricación de anteojos, y el capitán Amesbury trajo un cargamento de tiza. Estos hombres de mar no sólo eran grandes marinos, sino también buenos negociantes.
Estos buques no eran tan hermosos como los “clippers”, pero conservaban su velocidad, estando aforrados con metal. Compitieron exitosamente con buques de hierro del Clyde y con los más recientes de acero de grandes proporciones, flota en que se encuentran buques de bandera inglesa, alemana, francesa y norteamericana. Estos buques de acero eran construídos por los Sewalls, de Bath (*) –los barcos propios y los de la Standard Oil-, y entre ellos se contaba el Edward Sewall.
El enorme aumento de las travesías del Cabo de Hornos significó un gran avance en el conocimiento de esa región, en lo que se refiere al clima y los hielos, y también, en cierta medida, la disminución de las ballenas y la fuga de las grandes aves de ese confín americano.
(*) (La mayoría de estos buques navegaron alrededor del Cabo de hornos en sus viajes. El William P. Frye, en viaje de PUget Sound a Queenstown o los puertos del canal de la Mancha, según órdenes, llevaba una carga completa de granos, contrabando condicional según la Declaración de Londres. Habiendo pasado el cabo  a la vista de Diego Ramírez, sufría las calmas ecuatoriales del Atlántico, cerca del ecuador, cuando apareció un humo en el horizonte. El Frye fue abordado por marineros alemanes que llevaban gorras del Scharnhorst, Gneisenau, Iltis y otros buques. Era el corsario auxiliar Prinz Eitel Friederich,  anteriormente de la Lloyd Norte Alemán. La tripulación fue apresada y el buque voló con una carga de dinamita el 28 de enero de 1915. El corsario fue internado posteriormente en Newport News, falto de carbón y municiones y con su tripulación enferma de beriberi.