Juan Gómez, un fotógrafo trascendente.


Ayer conversando con Ernesto Ipas digimos nuestra charla a mi hijo Marcial que se está iniciando en las artes de la fotografía. Y decíamos que en otro tiempo no era tan fundamental el hcer cursos en la materia porque el aprendizaje era empirico.
En eso Ernesto recordó un maestro que tuvo, ciego él, que no ostante ello enseñaba a revelar a la perrfección.
Y otro que explicaba lo que era la fotografía mediante anécdotas-
Ambos recordamos Don Juan Gómez que en un par de oportunidades visitó nuestra isla, y que conocimos con su trabajo cencano al entonces Centro Histórico Documental.
De allí esta foto donde se lo puede ver en el entonces Salón de Usos Múltiples del Hotel los Yaganes proyectando slides con imágenes antiguas de nuestra Tierra del Fuego.
He hicimos memoria sobre este libro donde él da detalles sobre los origenes de la fotografía en el siglo XIX aquí en el sur.
Ernesto dijo tener una filmación que el obtuviera en Magallanes, donde se ve a nativos pescando el estrecho: el hombre en la canoa, la mujer en las frías aguas.
Y yo le conté que el me envió las Memorias del Padre José María Beauvoir.
Aquellos que se ocupan de la historia local tendrían que retomar los vínculos con Juan Gómez.


Un cuento para este fin de año: A la Lauri me la enganché por el puré de zapallo. Escribe Eduardo César Petrizzi

Durante unos años Eduardo vivió en Río Grande, en la gamela de gobierno, en las fronteras de mi barrio: La Vega. Después sentó sus reales en Ushuaia y conocí de su andar literario gracias a Horacio Pico. En vísperas de Navidad pasó por casa y hablamos de la vida y zonas aledañas. Los relatos de Petrizzi levantan el ánimo y yo estaba necesitando de ese impulso. Al fin se dió que para este año en fuga pueda presentarlo en su letra. ¿Y díganme si no tiene merecido un lugar en el mundo de los escribas de este sur?

Yo a la Lauri hacía rato que le tenía ganas, pero ella era distinta a las demás pibas del barrio, ella pintaba para otra cosa, era como una actriz, siempre peinada de peluquería, oliendo a perfume Siete Brujas y esa pollerita insinuante y la remerita ajustada, donde los ratones de mi adolescencia, al verla, bailaban lentos toda la noche…
El tiempo pasó y nos encontró con el tele a color en aquel Mundial ´78, y ese día, ¿quién no iba a festejar? Y la Lauri, también seguro que iría. Yo esa semana estaba a las expectativas de los movimientos de la actriz del barrio.
Un día me enteré que la Lauri estaba interesada en bajar unos kilitos, porque era, como decirlo, voluptuosa, curvilínea, pero con curvas peligrosas, al menos a mi vista. La Nancy, su amiga íntima, me pasó el dato, que le habían recomendado para su dieta  puré de zapallo, y yo empecé a preparar la estrategia.
La Lauri siempre compraba en la verdulería de Don Pocho, porque él mismo iba al Mercado Central para conseguir verdura fresca.
Un viernes a la mañana me aparecí en lo de Don Pocho, y caminando entre  los cajones de verdura me fui eligiendo un zapallo lindo y carnoso. Luego, cuando pasé por la casa de la Lauri, le dejé colgado en la puerta de calle el zapallo con un cartelito “Para que tu cuerpo de paloma vuele a mis brazos, me gustás. Rulo”. Rajé y me fui a esconder detrás del árbol de la esquina y espié desde ahí. Al rato salió la Lauri, sacó la bolsa y se metió para adentro. A mí el corazón se me salía de la camisa. Entonces me dije: “el puntapié inicial está lanzado, solo hay que esperar el festejo del mundial.”
Eran las seis de la tarde y Argentina le había ganado a Holanda, y ahí salimos. Yo le hice guardia a la Lauri y casi me pierdo el gol de Kempes, pero cuando las cornetas y los bombos anunciaban la caminata al obelisco, ahí salió de su casa la Lauri, acompañada de la Nancy. Yo iba dos cuadras atrás, ellas encararon por San Juan, yo salí por Boedo y caminé hasta Cochabamba, doblé por Maza y las encontré. Con una mirada nos prendimos fuego con la Lauri; ella llevaba una vincha  celeste y la camiseta de argentina, y se notaba que el zapallo no le había hecho mucho efecto porque las rayas de la camiseta parecían  que reventaban y estaban más anchas que largas… yo estaba ciego y entonces corrí para alcanzarlas, pero me trabó una columna de los Mimosos de la Paternal, que era una murga que desfilaban en  los carnavales de Boedo y parece que se habían puesto de acuerdo en hacer un vallado y no dejarme acercar a la dama de la dieta del zapallo. Corrí y las tuve a cincuenta metros, yo iba mirando esas rallas de la camiseta que descendían por la espalda y salían para curvarse de nuevo, ese espectáculo le daba más color a todo lo que  estaba viviendo ese día. De pronto las volví a perder de vista, parece que la Lauri también me buscaba porque en un momento sin darme cuenta yo las pasé caminando porque ellas se habían parado cerca del cordón para ver pasar a la gente, pero yo sabía que la Lauri me estaba haciendo la pasadita en ese momento. Fui aminorando el paso y la volví a tener a pocos metros, pero ellas estaban de un lado de la calle y yo de otro, y en el medio, toda la gente que como un río correntoso arrastraba todo lo que se le ponía a su paso y no iba a perder mi presa, les hice seña que nos encontrábamos en la esquina que me esperan ahí.
La Lauri le dijo algo a la Nancy y cuando yo llegué a la esquina  ella estaba sola. ¿Vos sabés lo que fue tenerla cerca de mi. Nos miramos, la mirada nos abrazó a los dos y mis brazos quisieron ver de cerca las rayas de la camiseta de la selección. Ella se dejó, me clavó la mirada de nuevo, temblábamos, el beso fue de un minuto que duró un siglo, porque no lo voy a olvidar jamás, me hundí en sus labios y nos mandamos mensajes mediante el dúo de lenguas con aromas a Pepsoden y Kolinosm juntos. Yo me pellizcaba el brazo porque no lo creía, y te digo más, el viernes en el café de Boedo no me lo van a creer, ni el Pela, ni el Chachi, ni Jeringa me lo va a creer, lo que fue ese beso, porque no se los voy a poder expresar, no se los  voy a poder describir, porque eso no fue un beso, eso fue caerse en un colchón de nubes, eso fue una pizza con faina y moscato, eso fue el gol del Chango Cárdenas al Celtic, ese beso fue el Polaco cantando Afiches, eso fue Loche en el Luna Park, ese beso fue dos canelones con salsa blanca gratinados, eso fue Armstrong pisando la luna, eso fue el descubrimiento de la penicilina por Fleming, ese beso tenía el asombro de la teoría de relatividad restringida de Albertito Einstein.

Qué se yo, me quedo corto con todo lo que te dije, pero cuando salí de ese beso, la volví a mirar a la Lauri y le dije: “después de los festejos, cuando volvamos del obelisco, te voy  hacer un purecito de zapallo, ¿te parece?”. Y ella afirmó: “Soy tuya, Rulo, y quiero comer de tu mano”. Yo estaba en el cielo mientras el que no saltaba era holandés. Nos fuimos de la mano derecho a la verdulería,  había zapallo en lo de Don Pocho.

En la foto me verán -con mi indumentaria característica en este año de enfermedades: el piyama. Junto al Horacio, de mayor altura, y Eduardo de rostro límpido.

Los primeros de la familia



He terminado de leer un escrito de LUCILA APOLINAIRE donde recuerda el centenario de la construcción del Galpón de Esquila de la Estancia José Menéndez, y el centenario de la Estancia Despedida que formó parte del establecimiento anteriormente mencionado.

Y también una reflexión suya que dice:

Creo que casi todos los que habitamos hace muchos años Tierra del Fuego tenemos alguna conexión o relación con el desarrollo de la ganadería en la isla. En cada familia, hay un abuelo, padre, tío u otro pariente que vino al sur a trabajar al campo, muchos de Chile, algunos de Europa, otros de las provincias del norte del país, (recordando que para los fueguinos, “norte” es cualquier zona del continente una vez 
cruzado el Estrecho de Magallanes). Son muchas las personas que aún hoy guardan relación con el trabajo de la tierra. Ovejeros y puesteros, peones, administradores, capataces y encargados, cadetes, mecánicos, carpinteros y pintores, herreros, tractoristas, jardineros y quinteros, , cocineros, mozos y mucamas, esquiladores, alambradores, en fin…muchos trabajadores y sus familias dedicaron su vida al trabajo rural. 

Esto me llevó a hacer memoria sobre lo particular, relacionado con mi familia. Con la complejidad que tienen los rumbos de la sangre.

Por eso quiero mencionar los que primeros llegaron los la lìnea paterna.

Y en este caso cae la primacìa en la persona de Vicente Quesada Gutiérrez, un primo de mi padre, que fue empleado de estancia Ruby, en el recuerdo de mis mayores del àrea contable del establecimiento de la familia Braun. Él era hijo de Nieves Gutierres Fuentes, hermana de mi abuelo Onofre, y de Vicente Quezada. Chilenos ellos, de la provincia de Cautín, zona de la frontera. Este primero en llegar estaba casado con Juana Berta Fuentes Campos, al decir de mi padre: una prima. Pero no estoy, hoy por hoy, de señalar el lazo exacto de la relaciòn. Cierto es que aparece la reiteraciòn del apellido Fuentes y en cuanto al nombre: Juana, lo tuvo tambièn una hermana de papá. Por lo que dicen los papeles era hija de Zenón y Juan Cruz Campos.

Viviendo en nuestro lugar el 15 de septiembre fueron padres de una niña, a la que llamaron Marta Eugenia de 1924. Pero la niña no vivió mucho. Para el 13 de febrero del año siguiente se producía su deceso en la misma estancia, a consecuencia "de debilidad congénita". Entre los testigos del deceso aprece Eduardo Van Aken, que ya lo había sido del nacimiento, y también Marcial Gutiérrez, mi tío, hermano de mi padre que ya había venido tras el primo a trabajar en ese establecimiento donde la haría hasta su muerte en 1961.

Mi tío no tuvo descendencia. Vivió solo como tantos hombres de campo. La soledad que gobierna nuestras vidas en el sur ya ha sido trabajada literariamente por Domingo Melfi, por Manuel Andrade leiva y porque no en mi novela Hasta el próximo recuerdo.

Tras la huella del hermano llegó un día mi padre: Oscar Gutierrez Carrillo, y por la misma impronta el primo de este Hipólito Casiano Canales Lara. El primero se empleó por el 30 en Carmen Vieja, realizò innumerables tareas -entre ellas la de alambrador- para terminar su vìnculo con lo rural como encargado de estancia Laura. El tìo Polo, entanto, fue carpintero en zona rural, y por los dìas del criadero de zorros, verdugo, perpetuando una relaciòn con con la familia Van Aken que ya aparece en la documentaciòn relacionada con los primos Quezada.

Canales tuvo un hijo, habido en Punta Arenas, con Juana Lara: Juan Canales Lara. Quién nunca vino a la isla por distancias con  el padre. El fue tornero de oficio y poeta de vocación.

Mi padre me tuvo a mí, hijo único con Margarita Martinovich que vino por primera vez el 26 acompañando a su hermana Francisca luego de haber alumbrado esta a su primer hijo an Punta Arenas: Héctor Rene. Venía a hacer trabajo de tía.

Pero dejemos el rastro por aquí. La chispa encendió su fuego.

Mientras tanto digamos que en algún lugar del cementerio de La Candelaria se han venido diluyendo los restos de aquella que fue la primera de la familia en nacer aquí: María Eugenia Quesada Fuentes.

Nota: El mapa muestra el establecimiento al que fue a trabajar mi padre.

Falleció Antonio Jesús Menéndez Rendic

Su deceso se dio este 13 de diciembre, un Día del Petróleo que tal vez recuerde su largo desempeño en esa actividad.
Yo lo conocí con este rostro que aqui mostramos, cuando vivia en la cuadra del 200 de la calle Alberdi.
Para entonces se había dado su matrimonio con una joven rubia: Graciela Aldé Barsoti; y de esa unión vendrían tres hijos a los que me tocó con los años tenerlos de alumnos: Graciela, la que emigró pero cnserva su corazón en nuestro sur, Daniel pilar del periodistmo deportivo en El Sureño y promotor de la atividad atlétiuca, y Fernando no hace mucho fallecido quien qudó en mostrarme alguna vez las fotos de la familia.
La familia era remontarse a los Menéndez pobres, en vínculo con Don Jesús Menéndez sobrino de José, el asturiano.
Graciela me ha llamado durante años para saludarme en los días de mi cumpleaños, en su cabeza, sin recursos de internet están las fechas importantes para la vida de casi todos los antiguos riograndenses.
Jesus desde hace años vivió  pleando, con ayuda médica, para prolongar su existencia.
En tanto quedó a medio hacer esa casa/edificio que quiso levantar en Belgrano al 400.
Hoy nos dijo adiós, y desde su silencio, mientras su sangre bulle en el espíritu de sus descendientes.

Los amores de María, los amores de Manuel.



María le confió a su enfermera, en la etapa final de su vida, que ella nunca supo lo que es el amor. A ella le llamó la atención porque sabía de los largos años de su relación con Manuel del que por otra parte decía que nunca había recibido un mal trato.
Manuel no habló nunca de otra mujer como no fuera María.
Y eso menos cuando volvió a la isla vestido de argentino, impresionando en el almacén de la familia de María, a donde concurría a cada hora para comprar algo, que cigarrillos, que confites, que un par de guantes.. Era curioso ver al gaucho vestido con guantes tejidos al crochet por la joven hija de los dueños de aquel comercio de menestras.
María tenía un festejante, eso nunca lo confesó.
Un día que este salió en navegación, tareas de pesca, se consumó el idilio entre la niña y el visitante.
Se juntaron las dos familias, se realizó la boda y los brindis, pasando por alto las obligaciones eclesiásticas que disponían anuncios de varias semanas previas a la consumación del matrimonio.
El festejante quedó sorprendido al regreso. Según lo que dijo luego de una borrachera expiatoria, la María le había manifestado que lo quería, y el había dicho y hecho lo propio.
Juró que iría a la Patagonia a buscarla, y cuando le dijeron que no estaba en ese lugar sino mucho más allá: en la Tierra del Fuego, daría la vuelta al mundo si fuera preciso. Y prorrumpió una amenaza en al almacén de los que iban a ser sus suegros.
Pero una noche recibió un ataque, se supone que por los familiares de María, y se rumoreó que lo dejaron en estado de no servir más para una mujer.
Pasaron los años y María y Manuel vieron crecer en los hijos un hogar feliz. El mayor había venido en el vientre de la mujer, el segundo tardó un poco en llegar al mundo, pero llegó..
Con los años se hicieron de una posición económica, ella en tareas de costura, él como carpintero y constructor.
Anciano ya Manuel fue perdiendo la vista, y permanecía largas horas en torno la mesa en que María cosía, escuchando lo que decía el televisor, mientras la esposa le contaba sobre lo que se veía en la pantalla.
Pero llegó el progreso, y así se supo que había cirugías que devolvían la vista a la persona más impedida para ver.
También hubo cambios en la vida de nuestra gente y en la pantalla chica llegó el destape.
Manuel, el operado, se pasaba las horas soldado a los programas de espectáculos.

María, la que nunca conoció el amor, solía decir sobre su esposo –que cada vez estaba más sordo- ¡Se la pasa el día mirando culos!

ALEJANDRO PINTO, palabras de caminante.



Pasó por casa para entregarme sus producciones literarias, esas que nacen de sus manos de manera artesanal bajo el seyo editorial de Klóketen Tintea. Estaba por salir al día siguiente rumbo a Ushuaia, se alojaría en Bosque Yatana por la hospitalida de Mónica Alvarado y partiría al día siguiente para recorrer el Paso Beban.
Mientras esperaba conseguir pastillas para potabilizar el agua porque, contrariamente a lo que se cree es un riesgo consumir agua en esos espacios cordilleranos.
Me contó de una caminante que tomó agua cristalina de un arroyo pero que al subir apreció que en curso de agua había un animal muerto desde hacía varios días, los efectos nocivos de la ingesta no tardaron en hacerse notar.
Alejandro vivió con anterioridad una experiencia iniciática por los senderos fueguinos de la mano de una francesa ducha en estos menesteres.
Pero ahora dispone de cinco días para los cuales se ha venido preparando durante mucho tiempo.
El paso Beban fue uno de los primeros en facilitar el transporte de personas, cabalgaduras y ganados entre el norte y el sur fueguino, y lleva su nombre por el apellido de un pionero croata -el Fortunato- ducho en andares marìtimo por sus memorables goletas.
Alejandro muestra su sencibilidad en el trato memorioso de lo cotidiano. La casa que vendiera su padre al irese al norte, el estado en que se encuentra lo mismo -donde se estan borrando los rasgos de la infancia- la desapariciòn del cementerio de mascotas que existìa en un rincòn del patio.
Una de mis perras se subiò al sillòn desde donde me hablaba y miraba curiosamente los gestos que acompañaban su decir.
¡Pronto estará de vuelta entre nosotros! Tal vez vuelque en discrusos similares su relaciòn de todo lo vivido, o tal vez apure escritos -como los de La isla me llama- que està al alcance de la mano para que comience a leerlos.
Pero el estará en lo suyo recorriendo las calles en su condicón de cartero, y no registrarà en imagenes su andar -que por otra parte requerirìa de una tecnologìa que no dispone- pero si guardarà en la memoria poética de sus narraciones, su condiciòn de caminante... encandilado por las bellezas de este sur.


FREDY GALLARDO, por los valles urgentes de la vida






Creo que hay que ser paciente una vez más, ya sé que todo tiene un límite, pero ya llegará ese momento en que los temores y las dudas que tenemos, se despejen de una buena vez; como este retazo de cielo límpido que ahora estoy mirando. Para que así podamos caminar por las anchas avenidas con dignidad.
Oye me parece que me fui del tema, pero yo creo que sentí la necesidad de decirlo, será porque paso demasiado tiempo que no le escribía a alguien. Creo que tu sabrás disculparme. Lo importante es que vos estás bien.
Bueno querida amiga, creo que esta tinta no da para más, y hasta la próxima carta.
Un beso. Fredy.



Los asalariados
recorren las calles con el dedo en el gatillo,
apuntando al corazón.
Marchan hacia los límites del infierno.
No se rinden ante la realidad macabra
de la pobreza.
Del trauma abierto por el filo del pasado.
Pero, ocultarse en el sótano tendrá su recompensa
Izar el estandarte de la impaciencia
a la hora justa, no es nada más que la señal
del dios del tiempo.
Dejar atrás los muertos
sin mirarlos a los ojos será un peso
en la conciencia.
La injusticia remontando los ríos
de los cielos.

En las imágenes: Fredy Gallardo en el reciente homenaje a Julio Leite, Biblioteca Schmidt (h) -foto de María desde aquí, fragmento de una carta, portada del libro que escribiera durante su residencia laboral en la cabecera del lago, escribiente a máquina en los días primeros de la Fundación Poética de Río Grande, junto a Patricia Cajal y a mí - Colón 1091, foto de Raúl Ortigoza.




RASTROS EN EL RIO. 2 de agosto de 1992. “Y está el miedo, que es lo que da más identidad a los pueblos que el coraje”.


El río fluye de una edad a otra y las historias de su gente transcurren en la orilla. Transcurren para ser olvidadas y para que el río siga fluyendo.
                                                                                                   Milan Kundera.

Siempre le tuve más miedo al cuco que al diablo. Y en mis primeras confesiones encontré dudas al tener que contestar si se había tocado, me había dejado tocar o por mi parte toqué. Yo atribuía mis faltas al gran placer que tenía simplemente en jugar a la mancha venenosa.

La muerte estaba cerca, aunque nunca alcanzaron a ser los velorios esa fiesta que tanto hadado motivos al folklore y al humorismo, pero los muertos se velaban en casa, y como las casas eran pequeñas se pedía prestada la de un compadre, la pensión o el club. Los muertos llegaban descubiertos a la iglesia donde se echaban responsos en esa lengua solemne que repetíamos sin conocerla, y envueltos en el vaho del incienso ascendías con el cántico del Tantum Ergo, o “La paz de lo santos concede a las almas que en penas y llanto imploran perdón...”

La advertencia de la muerte pretendía limitar nuestras incursiones invernales que nos llevaban muy lejos, o nuestros paseos estivales a lo largo de la costa con el riesgo de la marea.

El miedo estaba allí, en los misterios de la mente de los niños, en el acicate de orden que imponían los mayores, que supongo que –también a su modo-tendrían miedo.

Por eso hoy voy a escribirles rastreando en mi memoria sobre mi miedo de niño, ese que también compartían otros de mi edad y que resultaba terrible cuando salía de la boca de una madre que ante nuestras travesuras decía:

-¡Me voy a morir!
-¡Ya van a ver cuando yo les falte..!

Nuestras madres especulaban con su ausencia o nos atemorizaban con relatos en los cuales el niño desobediente era secuestrado por los gitanos, aunque secuestrado no era la palabra; esa se asignaba para casos que habían conmovido a nuestros padres en su juventud, como “El caso Lindberg” o “Martita Schulz”,  aquí lisa y llanamente se nos decía que nos podían robar.

Pero los gitanos no aparecían nunca en este pueblo bien provisto de hojalateros, y falto aun de un parque automotor atrayente. Así que se generalizaba el llamado “Viejo de la bolsa”, que solía ser algún inocente borrachín, o como decía mi amigo Raúl –aunque él es de otros suelos- un “changarín” que resumía las depravaciones innombrables.

De conversar con el Petiso Andrade, con un té frío de por medio, nos acordamos de un poema de Laura Vera, en que manifiesta sus temores infantiles ante Manguay: “Doce del mediodía/ hora de sopa densa,/ -¡Toma toda la sopa/ que allá viene Manguay/ Y Manguay siempre pasa: / enfundado en las manchas/ de un perramus eterno,/ botines embarrados/ y algún bulto en el hombro,/( barba de algunos días/ y cabellos muy cano./ Su gran porte encorvado/ su perdida mirada/ -a veces muy celeste/ y otras casi aguachenta/ pronto me fascinaron./ Mi viejo de la bolsa:/nunca te tuve miedo,/ ya casi adolescente/ te vi hosco y gruñón./ Un día las comadres proclamaron a coro:/ -que Manguay era rico,/ que guardaba un millón.../ mirá como vivía/ que italiano... que inglés.../ Creo que nadie supo tu humanidad escondida/ solo se que cumpliste muy bien con el papel.

Manguay era solo el marginal que podía asustar a algunos niños, pero que para los grandes era otra cosa; así lo describió el Petiso en su libro:

“Recuerdo a Manguay , que después terminó por vivir en Ushuaia, este hombre tenía una obsesión, no agarraba nunca con la mano la manija de una puerta, se ponía un guante izquierdo, y cuando lo perdía escondía la mano en la manga y con ella hacía la agarradera. Una vez pasó por una casa y viendo un corderito apropiado para su apetito, lo enlazó con una soga y al pasar frente a la Comisaría –el vivía sobre la playa- lo detuvieron por ser esa una actitud sospechosa. Manguay no reclamó el corderito, calladamente reconoció el delito, pero eso sí, exigía que le entreguen la soga porque: -¡La soguita es mía! Nunca trabajó, cosa que veía la vendía, y parece que no le faltaban clientes, salía para afuera como zepelinero.

El cuco era un ánima para los más pequeños. El podía estar en la despensa, a la que nos gustaba tanto meternos  para incautar alguna deliciosa provisión que se reservaba para otro momento. El cuco estaba siempre en la oscuridad. Que problema cuando por ser más grandes debíamos salir a hacer nuestras necesidades al fondo, y el cuco parecía asomarse en la noche sin estrellas o en las turbulencias ópticas de la escarcha. Y contra él no había remedio.

Muchos padres se esmeraban en que los hijos no creyeran en estas cosas que después les intranquilizaba el sueño; pero el aprendizaje se producía de conversar con otros amiguitos que no entraban en nuestras razones de la misma forma que nosotros entrábamos en sus temores; y así también, ya más crecidos, aprendíamos con ellos las malas palabras que no se escuchaban en casa, o su significado, y el laberinto excitante de lo sexual en el que escasamente se nos orientaba en el hogar.

En resumen: ¡que gran culpa la del otro en eso de andar metiendo miedo!

Si el médico era un pan de Dios, el enfermero o practicante era un inquisidor de primer orden al manejar un instrumento de tortura: la jeringa. Mi mayor miedo se concentraba entonces en la figura de Pedro Bay, quien además de enfermero era policía, y por ello –si llorabas te podía llevar preso-; luego continuaba Paleta Saldivia, al que yo por lo flaco llamaba “Tablita”, y él se reía mientras me aplicaba la intramuscular, mientras yo temblaba pensando como se vengaría si no le gustaba su nombre; después estaba Vicente Barría Clausen, quien me impresionaba con su enorme estatura y unas manos que creía de carnicero. Pero el simple trámite de vacunarnos nos tenía intranquilos, cuando no llorosos, para burla de los mayores que se creían faquires en este trámite. Ni que decir de la amenaza representada por el irrigador o el empacho.

Nuestras madres devotas nos amenazaban con situaciones concretas de distanciamiento del hogar:
-Si te portás mal, ¡te mandamos a La Misión!
-Si no estudiás, ¡te irás de comparsa a la esquila!

La Misión era levantarse temprano, comer lo que venga, estudiar compulsivamente, el sermón cotidiano, la agresión de los más grandes sobre los más chicos.

La esquila era ingresar antes de tiempo a la edad adulta, ser tratado en forma grosera, vivir sucio, comer mal, dormir entre cueros, y volver con mucha plata... pero no para uno, sino para la casa.

Doña Jovita fue de esas, lo envió a a Guillermo castigado a La Misión, y después el h ijo no quería seguir estudiando en el pueblo.

Canito, que era un barrabás, no sintió como un castigo la libertad de andar como gente grande en el mundo de la esquila.

Los miedos llegados a tiempo comenzaba disiparse pero mientras duraban era el mecanismo psicológico que empleaban los padres, con más eficacia que el chicote, ese que se colgaba siempre en un lugar visible.

¡Qué miedo le tenía al chicote! Estaba allí colgado en la cocina de la pensión. Lo había trenzado uno de los inquilinos en sus ratos de ocio; hombre de campo, habilidoso para el cuento, que relataba la ferocidad de loa herramienta de siete patas que ponía en manos de mi madre. Bueno para el cuento, también, se fue un día sin pagar. Mi madre andaba intolerante por ello, y alguna minúscula picardía mía estuvo a punto de inaugurar sobre mi cuerpo al instrumento construido por el prófugo. Otros pibes de mi edad eran intimidados con el cinturón. Nos contaban que le habían pegado con la hebilla, o con la mano abierta: como se le pega a una mujer, o aun niño...

Pero regresemos al conjunto de los miedos menos contundentes.

Los sermones de los religiosos abundaban tanto en castigos a los desobedientes, que ingresar a la iglesia cuando no había nadie era una proeza similar a la de entrar en un cementerio de noche. La Virgen podía aparecer y con ello vaya a saber cada castigo...
Lo santos tapados en la Semana Santa escondían al mismo diablo, que por otra parte sabíamos que andaba suelto no sólo en Carnaval –donde andaba suelto y alegre- sino también entre el Viernes Santo y el Domingo de resurrección, donde se ponía fatal con los pecadores.

Otro miedo terrible que se despertaba en nosotros era el miedo a la condena eterna. Nuestros pecados tan difíciles de evitar nos conducirían al infierno. Y si lográbamos salvarnos seguramente que allí irían a parar nuestros seres más queridos. Nuestros padres, nuestros tíos, nuestros abuelos, no tenían para nada aquella conducta santificadora en que nos embarcábamos entre la Comunión y la Confirmación; ellos ni iban a Misa, como lo exigía la Santa Madre Iglesia, ni ayunaban si no se los recordábamos, tenían una falta de virtud humana y hasta pensábamos con tanta prédica insustanciada que podían ser masones y blasfemos, y con ellos pasto del fuego del averno. Por suerte, algunos más prácticos, confesamos y comulgamos durante nueves meses los primeros viernes de casa mes, y creíamos con ello ya tener asegurada nuestra salvación.

Las niñas no aparentaban tener miedos distintos a los nuestros. Nunca oí hablar de la Fiura, del Trauco, que como el Pombero correntino tiene la mitología chilota para limitar actitudes del deseo y justificar a los hijos no queridos. Si recuerdo aquello del dolor que acompaña el parto, como una advertencia para que las jovencitas se midan en lo que hoy es placer y mañana condena.

No era casual que nos metieran miedo con la policía, ni con los ladrones, era como que ambos podían afectar el mundo de los adultos, no así el de los pequeños.

Donde si sabíamos del miedo –julepe directamente- era en el cine. Ni que contar lo que podía pasar en una película de Drácula, que casi siempre era de las prohibidas por la tremenda carga erótica que tenía el mordisco en el cuello. Yo era de los que se atemorizaba con la bruja de Blancanieves, así que imagínense como elegía mi programa cinematográfico;: preguntando por la calificación que daba la iglesia y que divulgaba hasta por teléfono el Colegio María Auxiliadora. Pero el miedo cinematográfico no estaba ligado a la muerte en duelo en el oeste, o en el frente de batalla, el miedo esencial era del de los muertos que caminan, los muertos que se levantan, los muertos vivos.

Un buen día, por el sólo hecho que estábamos creciendo, advertíamos el miedo más terrible, ese que anidaba en el alma de muchos de nuestros mayores: el miedo a la soledad. Y de la mano de nuestros impulsos aparecía el miedo al otro sexo, a ese mundo prohibido pro los convencionalismos, estimulado por los pícaros, ignorado por la infancia...


PATRICIA, poema de Oscar Barrionuevo.






















mi amigo Domingo
tiene una casa
          dentro de otra casa-
dónde una tarde
se le ha colgado de los balcones
un ramo de sonrisas
junto al sol propio que duerme
al lado/
mi amigo Domingo
tiene una casa de grandes ventanales
por dónde entra la mañana
a hacerle el alma/
tiene las puertas como el viento
para vender la distancia/
mi amigo Domingo
tiene una casa
dentro de otra casa/       dpmde
la luz sigue creciendo.

Los colaciches de la tía Kate


La tía era una de las hermanas de mamá, la que le seguía en edad puesto que había nacido el año siguiente en 1908. Viivió buena la mayor parte de su vida en Monte Grnde, Partido de Esteban Echeverría, hasta su fallecimiento el 19 de junio de 1974.

Desde cuando que no como colaciches?

Su hija Aurora Clara Kovacic vino a quebrar ea abstinencia al proporcionarnos la receta.

Partimos con los ingredientes:



Medio kilo de harina leudante.
Dos huevos.
Media taza de azúcar.
Media Taza de aceite
Media taza de leche.
Ralladura de limón, naranja o esencia de vainilla.



Preparación:

Poner en un bols la harina, el azúcar, luego los huevos. Mezclar el aceite y la leche en una taza e incorporarlos al bols, luego los huevos.
Tomar la masa, agregar la ralladura y amasar apenas agregndo un poco de harina de ser necesario, dejar descansar y tomar pellizcos de masa para formar las roquitas.


Hornear 15 o 20 minutos, hasta que estén apenas doradas (o muy) si les gustan más sequitas. Durán mucho si se guardan en envase cerrado.



Receta que habrá llegado de las "Croacias".

Oscar Domingo Gutiérrez, en una biografía de Patricia Liliana Cajal

Quién es Mingo? Patricia escribió hace algo más de un año esta biografía, destinada tal vez para una enciclopedia. Después pasaron muchas cosas, entre ellas el deceso de la autora, pero el tiempo nos lleva a que ella tome la palabra

Nació en Río Gallegos el 28 de Marzo de 1953, su padre Oscar Gutiérrez Carrillo, trabajador rural, portuario y posteriormente maderero. Su madre Margarita Martinovich, ama de casa, que de tanto viajar a Río Grande a cuidar a sus sobrinos terminó junto a su esposo y único hijo radicándose en la zona norte de tierra del fuego.
Entonces Mingo, cursó sus estudios primarios en el colegio Salesiano Ceferino Namuncurá, el secundario en el Instituto Don Bosco y luego en la Ciudad de la Plata en la Escuela Superior de Periodismo.
Ni bien se radicó en nuestra ciudad comenzó a despuntar el vicio de este oficio que abrazó desde muy jóven en el Periódico El Austral de propiedad del señor Higinio Fernández pero que en áquel entonces editaba Abraham Vázquez, por otro lado en el devenir del tiempo surgieron otras publicaciones como el mensuario "Truco" o "El Río" revista literaria que salió a la calle durante 4 años.
Con su esposa, Patricia Cajal, compartió los comienzos de la Fundación Poética Río Grande que integraba también, Fredy Gallardo.
De sus publicaciones destacamos: "Libro de Relatos de la Candelaria" ( 1989); después fueron "Temprano Río Grande"; "Los Shelknam ausencias y presencias"; "Rastros en el Río"; "Historias del Petróleo en Tierra del Fuego" compartido con Néstor Ortíz; el libro protocolar que nos representa a todos los riograndenses con fotos de Alfio Baldovin; "Poemario El Secreto" y su única novela titulada: "Hasta el próximo recuerdo". 
La radio que fué otra de sus compañeras de toda la vida se cruzó en su camino en 1977, ni bien despuntaba ese año en enero inició su carrera de periodista, locutor historiador, relator de anécdotas regionales, rescatando en su derrotero las vidas de las familias que se fueron asentando en la incipiente ciudad.
Desde entonces cuenta con más de cuatro mil horas de grabaciones y mas de siete mil imágenes del ayer fueguino.
La dirección de la primera radio de la zona la ejercía por el año 77, don Jorge De Amuchástegui, trabajando en ella entre otros los locutores Mabel Traber,Guillermo Boucho y Enrique Bischof, y los operadores Luján Muñiz, Juan Francisco Marín, Angel Acosta y Daniel Pisano, sólo por recordar algunos nombres.
Desde entonces su voz llevó a la audiencia riograndense programas de su autoría tales como "Los Gajos de la Tierra", "Memorias del Río", "Fronteras del Pasado", Río Grande en un nuevo Siglo","Evocaciones" y desde muy temprano en los últimos años: "Matinal puesta a punto".
Debemos decir que, además, MIngo también pasó por las aulas en su rol de docente de Historia y Formación Cívica en el colegio Don Bosco primero y luego en el Instituto María Auxiliadora, entre el 75 al 87.
Como muchos de nosotros la presencia de la democracia restaurada en el país lo encontró militando activamente en el Partido Justicialista llegando a ocupar una banca en el Concejo Deliberante en el período 83/85, durante la intendencia de Chiquito Martínez, y posteriormente ocupó el cargo de Director de Cultura del municipio.
Asimismo desde el año 1991 su veta periodística se vió plasmada en las páginas de "El Sureño" en el rol de columnista dominical hasta el 2000 con "Rastros en el río", y desde el 91 reprodujo la memoria fotográfica de los lectores con el siempre reconocido hasta nuestros días "Cordón Cuneta".
De todas estas facetas de periodista, poeta, narrador, articulista, recopilador de voces e imágenes, militante político, funcionario, vecino destacado, sobresale la que Mingo señala como su legado más trascendente sus hijos frutos del matrimonio con la docente Yolanda González: María Florencia, abogada; Damián Eloy, Kinesiólogo y Ana Laura, psicomotricista, y de su segundo matrimonio con Patricia Cajal, Marcial Fermín, actualmente estudiante universitario. Pero sus ojos se encienden cuando nombra a sus dos nietas Mía Carolina y Lucina, con N, como él dice.
Su vida transcurre entre su voz, su palabra y sus imágenes.


ANA LAURA, poema de Oscar Domingo Gutiérrez

En el sitio y apogeo de mis venas
la herencia del agua,
el claro ejército de su cuerpo
recién afincado al vapor
de la tierra;
semilla articulada que substancia
una música acometida de armonías
y causas.

Río Grande, 10 de noviembre de 1988.-

AL HIJO, poema de Oscar Domingo Gutiérrez.



Verás la resistendia del tiempo
cabalgando en tu corazón,
pero en sus pasos largos
                                       solo
en el camino
                     serás
el hombre.

Río Grande, 18 de enero de 1989.

Primeros submarinos argentinos


Se los denominó  Santa Fé, Santiago del Estero y Salta y fueron adquiridos a Italia en 1933. Fabricados en Italia por el Astilero Franco Tosti, de Taranto.. a un precio de 208 mil libras esterlinas.

Aquí se los ven en la base de Mar del Plata.

En la foto inferior se pueden ver los tubos Lanza Torpedos del Salta.


Gente de Letras, poema de Jorge Murúa (*)

       
    
Después de tantos almanaques
superpuestos  a  otros calendarios
hoy, inconscientemente tropiezan en mí  
aquellos  malabaristas al caudillaje del tiempo.
Poetas que abrían  los hielos
para rasgar el lápiz con puntas de fuego.
Alquimistas con un  corte soberbio
de gaviota colgada en los ventisqueros.
Barbados guevaristas
carámbanos de fusiles y ojos de misterio
hoy  algunos desaparecidos
otros en la infinidad de un libro abierto.
Libres esparcidos , presos de ensueños
pero siempre bajo el mismo cielo.
Anhelando en la vida lo que no encontraron 
en la asonancia de un poema
 o en el  laberinto de un verso nuevo.
Hoy, tropiezan en mi,
y cada uno me arrebata la memoria
para reconstruir la mansa palabra
del cual todos, una noche larga
surgimos como si fuéramos
criaturas al viento.

(*) Jorge Muñoz Murúa llegó de Mendoza por los 80 y vivió entre nosotros. Ahora, desde hace largos años, reside en Estados Unidos. En Ushuaia participó del movimiento Gente de Letras que lideró en un momento Lucinda Otero. Gente que participaba los sábados de los talleres litearios de Alicia Viladoms, y de dejó un par de Antología. Se comunicó conmigo a partir del fallecimiento de Patricia Cajal, con grandes recuerdos hacia ella y su vínculo en la lectura con Octavio Paz, y también hizo memoria sobre Manuel Zalazar. Le llamábamos EL YAYO.

                                                                           

Segundo José Baldomero Barrientos: “Un hombre de empuje”.



Hoy despedimos a Cacho –Cacho Toro- quien sucumbió a una larga enfermedad que condicionó su vida en los últimos nueve años.
El Club Sportivo, que lo tuviera entre sus inspiradores lucía crespón negro, y junto al féretro esta Nuri, su esposa por cinco décadas y un grupo de familiares compungidos y amigos agradecidos.
Cada uno tenía recuerdos vivos para perpetuar su memoria.
Para alguno fue el funcionario de deportes de la primera hora de la provincia. Par otros el activo organizador de los campeonatos de Papi del Día del Niño. Había quien recordaba sus arengas cargadas de fueguinismo en los días nacientes del MPF. Es estaba quien lo recordaba arando el pedrero que eran por los 60 la cancha de fútbol del San Martín. Otros tenían en cuenta su condición de comerciante. Y así mil cosas más.
Los diarios del día no daban cuenta de su deceso. Murió en hora incómoda, poco después de las 21, hora de cierre.
Las actuales autoridades no estaban para dar con su presencia un  reconocimiento a un hombre que fue “fuerza viva” en largos años difíciles para trabajar por la juventud.
Yo volví a casa y me encontré con un par de cajas donde figura la documentación del Centro Fueguino, de la que fue depositario en su hora postrera.., materia de análisis de una experiencia que por los años 80 trataba de sacar de sus postergaciones a los hijos del lugar.

Cacho el grande ha partido.

Con ojos de niño: Los bigotes de la tía…



Había sido en su tiempo una de las mujeres más bellas. No sé si en el barrio, en el pueblo, en la ruta complementaria donde se levantaba la estancia en la que permaneció por largos años luego que la secuestrara el tío.

Porque la tía había sido secuestrada por su marido, que a aventajaba en una década en la edad, y al cual había conocido estando en prisión, dónde lo visitaba con solidaridad militante –ese término es de ahora- hasta que un día le levantaron el encarcelamiento. Entonces la pasó a buscar y se la trajo a la isla.

La tía era rubia y de ojos claros, en aquel remoto tiempo de su llegada a nuestro lugar, y también cuando con los años la conocí.

Pero para entonces tenía una presencia desagradable en el rostro: los lunares estaban cargados de pelos rígidos que te pinchaban al tratar de besarla. Y besarla era un rito ineludible.

Viejas peludas había por doquier, y solían parecer con más frecuencia en los velorios a dónde íbamos en compañía de nuestra madre que no ingresaba en esa categoría tal vez porque se aplicaba de continuo una máscara facial de piedra pómez y limón.

La tía tenía en el escote una cicatriz. Se decía que en otro tiempo en ese lugar existía un bello lunar al que uno de sus nietos arañó siendo pequeño y desató una infección que llevó a que fuera extirpado. El lunar era como un bello prendedor.

Besar a la tía, y al conjunto de “tías” en medio de un velorio nos producía escozores en la piel, y nos hacía preguntarnos porque no se afeitaban. Por entonces la tía tendía menos de sesenta años, y según se decía mostraba los descuidos de la edad. Ya no estaba en una etapa de su vida en que alguien iría a secuestrarla para traerla a vivir en el confín del mundo.

Un día, al crecer, me mostré molesto por los lunares peludos de la tía, y ella me incriminó por el desaire. Me dijo que no me olvidara que yo era su sobrino y que con los años también se me volverían peludos los lunares de mi cuerpo. A mí no me importunó este anuncio, puesto que al fin siendo varón podría afeitarme con la Gillette o la Legión Extranjera. Pero su anuncio se hizo realidad: en el lunar que llevo en el entrecejo, en el que luzco al costado de una fosa nasal, y en cada uno de los que aparecen en mis mejillas. Los pelos de estos lunares eran más- rígidos que el bozo de las inmediaciones y molesto por su presencia –que sentía que se enganchaban en todas partes- los arrancaba ni bien iban creciendo haciendo pinza con mis dedos índice y pulgar.., con el tiempo eran de tal dureza que resbalaban con esta acción y con ello era preciso tomar la pinza de depilar que estaban en el estuche de manicura de mi madre.

Un día la tía murió y fuimos a despedirnos de ella. La encontramos plácida y rejuvenecida en su ataúd y al besarla advertimos que no tenía más lunares punzantes. Tal vez alguien se encargó de maquillarla, dejándola en condición diferente a la que solía molestarme.

Con los años contraje la misma enfermedad que ella, y fui perdiendo el bello en los brazos, y los lunares, aunque un par de ellos no se ven bajo mi barba.., todo producto de la medicación intensa a la que he sido sometido.


No he visto viejas peludas –cuncunas le decíamos a algunas- en las nuevas generaciones de mujeres mayores; donde la cosmética parece mostrar mayores esmeros. Igual se conserva esta costumbre de forzar a los hijos a besar a los viejos, lo noto y la tensa reacción de los pequeños cuando se trata de darme un beso en la mejilla. A veces, por condescendencia les ofrezco mi mano… Y procedo a hacer lo mismo sobre sus pequeños dedos.

NUESTRA HISTORIA RECIENTE - Octubre de 2007


Octubre 1. Victor Hugo Albornoz se suicida internándose en el mar a la altura del monumento a Malvinas.

La Municipalidad define como de ahogo financiero la situación derivada de la falta de transferencia de dineros por parte del gobierno provincial.

Richardo Chayer y Aldredo Gianfrancesco , profesionales de la Secretaría de Agricultura de Nación, presentan en la oveja negra un diagnótico optimista sobre ganadería vacuna en TDF.

Octubre 2.- Santiago Michel (50) es condenado a 8 años por violador.

La justicia suspende elecciones de ATE previstas para el 4 en Río Grande.

Octubre 3. Incendio en Truman, se capturan a tres personas que lo habrían realizado por encargo mafioso.

La justicia federal suspendió elecciones de ATE en Río Grande hasta que se de un fallo del Ministerio de Trabajo de la Nación.

Cristina Andrade vicerrectora de la Escuela de Comercio Número 2 es denunciada por padres por apología del terrorismo de estado.

Octubre 4. Colazo se presentó a la justicia reclamando el expediente en la causa que se le sigue por enriquecimiento ilícito.

Paran docente en recuerdo a Carlos Fuentealba

Juran la ciudadanía más de 80 vecinos.

Entregan instrumentos musicales a la Iglesia Pentecostal, fue por el Presupuesto Participativo.

Enjoy presentó la tarjeta Actual.

Octubre 5. La Revista chilena de antropología visual publica en su número 10, el trabajo de Carlos Baldassarre titulado La Aculturación de Angela Loij a través de su imagen fotográfica..

Octubre 6. Una grúa comienza trabajos en Belgrano y San Martín para una obra privada cortándose en un carril la circulación vehicular durante cinco días.

Octubre 7. El intendente y empresarios locales vistan Puerto Williams.

Organizado por la profesora Claudia Codina tiene lugar en el Polideportivo Carlos Margalot el evento Revolución Hip Hop.

Octubre 8. Incendio en el corralón de la maderera perteneciente a Montané, empresario dueño también de la recientemente siniestrada Tru man.

En el Ipauss se eligen nuevos directores: Inés Liliana Martínez y Jorge Vargas por los pasivos. Luis Sandez, Javier Lario y Julio Peralta por los activos.

Octubre 9. Ante los Concejales, y en una suerte de primer banca del vecino, Juana Avendaño diserta sobre la problemática del costo de la vida y las ventajas impositivas de TDF que no llegan a los precios.

Octubre 9. El Bibliomóvil del Congreso de la Nación inicia una actividad que se prolongará hasta el fin de semana.

Se acuerda un censo municipal para el 2008.

Paro Universitario por reclamos de equiparación.

Octubre 10.- En el marco de la novena sesión del CD se aprobó el pase a planta permanente de personal contratado.

Tras dos días de asambleas vuelven las clases, el Sutef argumentó atrazos en el pago de sueldos.

Octubre 11. Acuerdo entre gremio y cámara de comercio que elevará sueldo inicial a 2000 pesos.

Trasladan los restos de Horacio Bracco a 9 de julio.

La fusión presenta equipos y sponsores.

Octubre 12-13.- Primer Congreso Provincial de Discapacidad.

Octubre 12.- Comienza el IV Congreso Patagónico Binacional de Tango.

El Taller Municipal de Teatro presenta El Zoo de Cristal de Tennessee Williams.

Rubén Baliño presenta Karukincanto en Río Gallegos.

Octubre 13. Viaje inaugural de la embarcación de Fernández Campbell en el Lago Fagnano.

Octubre 14. Fiesta de los 15 años de Aire Libre, con elección de reina.

Octubre 15.- Más de 6000 niños se incorporaron durante el año a los denominados Rincones de Lectura, promoción de la Fundación Leer.

Solo por Direct TV se pudo ver Cuentos Cardinales, espacio construido en Telefé sobre un relato de alumnos de Tolhuin.

Octubre 16.- Son presentadas capacitaciones de la Fundación Garraham.

Octubre 17. El ministerio de Salud de la Nación destina una ambulancia para la Margen Sur.

Hugo Cóccaro se reafilió al peronismo en el acto del Día de la Lealtad.

Fallece Luis ángel Leticia.

Octubre 18.- Se lanzan oficialmente los cursos Cisco y Oracle.

Comienza el curso de orientación y educación sexual para docentes y alumnos.

Octubre 20.- Julio Cobos en Río Grande.

Octubre 21.-Habrá multas de hasta mil pesos por perros sueltos.

El 20,4 por ciento de los jóvenes de TDF entre 13 y 18 años recooció haber consumido algún tipo de droga.

Octubre 22.-Taxistas reclaman mayor seguridad ante los ataques sufridos recientemente.

Problemas edilicios en el Jardín 12. proveniente de filtraciones de la escuela 19.

La escuela 2 festejó 85 años de vida.

Octubre 23.- Rige una nueva ley de acefalía que posibilitaría el alejamiento adelantado del gobernador Cóccaro y la asunción de las autoridades electas.

Consumidores buscan reunirse para analizar que hacer con el constante aumento de precios.

Octubre 24.- Con un programa especial transmitido desde el Gimnasio de la Escuela 2, festeja Canal 13 sus cuarenta años. Recibe la visita del primer director Godofredo Videla.

Más de 700 docentes participan de un congreso de Sutef.

Octubre 28.- En las elecciones parlamentarias tres bancas de diputados se reparten entre Nelida Belous (ARI), Mabel Calchaquí (Paufe) y Sciutto (FPV), mientras que los senadores son dos para el ARI: José Martínez y María Rosa Diaz, y uno para el Paufe: Mario Jorge Colazo. El voto fuguino privilegió a Cristina Fernández de Kirchner. Mas de 8 mil personas no votaron, y sufragaron 7 presos.

Octubre 30. El SEDRONAR capacitará por 10 días a efectivos de distintas fuerzas de seguridad.

Juan Leithold de Bilbao 546 descubrió el robo 16 en su comercio, en este caso protagonizado por dos menores de 16 que fueron detenidos.

El Habanero Digital da cuenta de la publicación promovida por el Círculo Literario El Unicornio Blanco del librode poemas de de la cubana Valeria González Reyes, titulado La tierra de mis fuegos.

La ampliación de la planta de El Tropezon ya esta potabilizando brindado un 20% más de agua al servicio público.

Rosa de los Ángeles Soto y Gustavo Lescano serán los nuevos docentes de la escuela antártica.

Octubre 31. El Diario del Fin del Mundo publica: Tras los 515 años del descubrimiento de América, una representante de la comunidad mapuche tehuelche, Victorina Spoja, indignada reclamó "Justicia y respeto por la memoria de los pueblos originarios", y al mismo tiempo consideró como "crímenes de lesa humanidad la atrocidad y barbarie que hubo hacia los naturales que poblaron la Patagonia, quienes fueron invadidos y mortificados por los conquistadores de tierras".Repudian la llegada de los conquistadores
porque se sintieron invadidos y además no los reconocían a los originarios del
lugar y "más de 300 hermanos fueron muertos y esclavizados entre 1878 y 1894",
afirmó Spoja.
La mapuche cuestionó el descaro y soberbia porque "tomaron de rehenes a nuestros jefes y guerreros, se los llevaron como esclavos", y
posteriormente, sus restos fueron expuestos en vitrinas en el Museo de ciencias
naturales de la ciudad de La Plata.
Denunció que a los nativos de la
Patagonia "se les arrancó sus cabellos y cortaron sus cabezas y colocaron en formol sus cerebros". Asimismo, cuestionó a quienes en nombre de la ciencia
avasallan y despojan a los pobladores de los pueblos
originarios."Mancillaron sus cuerpos y los huesos de nuestros hermanos y usufructuaron con ellos", al colocarlos en vidrieras de un museo, criticó
enfadada la mapuche.Asimismo, agradeció al grupo de estudiantes de
Antropología de la Universidad de La Plata, quienes "descubrieron y removieron el encubrimiento de la barbarie cometida y que gracias a la calidad humana de los alumnos se conoció sobre los restos óseos y cerebros en formol que hay en el Museo" de Ciencias Naturales de La Plata.En tal sentido, la comunidad
mapuche solicitó que los restos óseos de los nativos sean devueltos a los
pueblos originarios y comunidades. Por tal motivo, Spoja agradeció la difusión
de la fueguina Nidia Alvarado para que la gente reclame los cuerpos de los
naturales y regresen a sus pueblos originarios.
Nativos de Tierra del Fuego
Aclaró que el año pasado se sacó de una exposición el esqueleto perteneciente
 Maishkenzis, yagan, nativo de Tierra del Fuego.La mapuche cuestionó la
violencia con la que indiscriminadamente se avanzó en los pueblos selk'nam y
yagán, Recordó que en Tierra del Fuego en 1896 "mueren dos peones en la estancia y las autoridades policiales detuvieron alrededor de 80 hermanos selk'nam, de los cuales 26 eran menores de 10 años y doce de ellos tenían entre 2 a 5 años".Spoja también comentó a el diario del Fin del Mundo sobre la forma en
que "envenenaron a más de 400 nativos en la comida en la playa de Sprin Hill".
La nativa también criticó a los colonos que pergeñaron la matanza y que hoy las
calles de las ciudades llevan sus nombres. También recordó la horrenda práctica
de los navegantes, quienes "practicaban tiro con los nativos en el
mar".Spoja destacó el coraje de los jóvenes estudiantes de la Universidad de
La Plata, quienes hicieron el inventario de los restos que encontraron y entre
ellos mencionó a los alumnos Patricio Harrison, Fernando, Miguel Añon
Suárez.Finalmente, la mujer aclaró que quedan restos por restituir, entre
los que figuran un esqueleto masculino, de Pichón, indio ona-selk'nam, registrado como 1863, que fue fusilado en Ushuaia y Harberton en 1897. Dicho cuerpo habría sido donado por el coronel Godoy al Museo de La Plata.

Otro cuerpo bajo Nº 1866 de Tafa o Elltyalma (foto) , mujer nativa cauescar- alakaluf del Estrecho de Magallanes, falleció en el Museo el 9 de octubre de 1887. De acuerdo con el informe se conservaría el cerebro, el cuero cabelludo, la máscara sacada después de su muerte.
Por otra parte, también se registró un esqueleto 1867, de maiskenzis, de un yagan masculino de Tierra del Fuego, quien falleció en septiembre de 1894 en el museo de La Plata. De este nativo se conserva el cerebro disecado y el cuero cabelludo.
La mapuche pidió respeto a los muertos y que las comunidades reclamen sus cuerpos para la sepultura en sus pueblos originarios. "Los sobrevivientes queremos que saquen del almanaque el día de la raza porque hablan de una especie humana capaz de destruir con la soberbia", afirmó Spoja.