Una mancha de sol. De Patricia Cajal a Manolo Otero, 2 de octubre de 1992.

 Una mancha de sol

en este piso, 

tan solo una mancha

para esta sed de camino.

Me persigue un haz de luna,

visceral,

ambiguo,

pasajero de mi alma en quietud.

Me detengo,

desconozco el paisaje

de la mano que me ama:

si, lo entiendo

debo decirme de tu muerte.





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