Antología Inesperada de SILVIA MILAT (*)

 


 

 




POEMA 1

Sólo habrá que escribir

hasta

que los ojos hieran

                                  la voluntad.

Después,

un obraje de palabras

secundará

Las lilas del pensamiento.

 





TU LENGUA

Racimo de hebras

                                salobres

que se derrama

Hasta

la última playa.

Látigo uliginoso.

(Hermana de las noches

de fonética).

Marea rosa

que inunda la vigilia,

Las intemperies de mi pregunta.

Daga perfumada

a veces letárgica;

otras

nada más que un relámpago.

 

La lengua.

Frontera.

Anzuelo de manzanas.

 




ODA AL GATO

Un zarpazo

tuyo

fabrica magia,

incienso, cristal.

Tu cuerpo

un inventario de luz

que atraviesa incandescente

la soledad.

Que desamparo el mío

-de alguna lumbre

De un suspiro-

cuando me enredo

a la pesadilla de tu pelo.

Eslabón de amatista,

Espiral de trigo que mora la casa.

Tus ojos

Relámpagos perpetuos

(en los míos

las bujías don de bruma)

Y la rigidez de tus pupilas,

barrotres que no encadenan.

Extraña conjunción la nuestra:

amo a los pájaros.

entumezco los sentidos

ante las ratas

y son tus manjares preferidos.

Caen bajo la dictadura

de tus garras,

-palidecen pluma y cuero-

es púrpura

                    la presa

                     los colmillos

                      el placer.

Como un sacerdote augusto

después de la ceremonia

limpias

los adheridos utensilios.

Doméstico felino

                               Bengala de azafrán.

Acróbata sin amo.

Amante de los techos, los enfermos,

los poetas y la luna.

 

Eres gato.

Yo, mujer:

Me habitas por la mínima

condición

                   de salvaje

que poseo.

 

 

 


 

 

ODA A LA EMPLEADA PÚBLICA

 

No les queda

una espuela de luz

en la mirada.

llevan ornamentos

de fibra importada con olor a nicotina.

Se reparten entre

rizos eléctricos,

abanicos de aburrimiento,

y la celulitis acomodándose

al último “jeans”.

En los extensos pasillos

se dilatan y contonean

-dueñas de la pasarela-

con el expediente de turno

y la inseguridad humeando

entre los dedos.

Amorosas.

Felinas.

              Legalmente inservibles.

Hay que enfrentarse a ellas

para sellados, inscripciones,

matriculados, pagos

y cualquier otro ejercicio estéril.

¡Ninfas de la burocracia!

Epicentros de chismes y calumnias,

gualichos y demás bendiciones.

Tristes como alondras cautivas

cuando las muerde el diente

                                         de la mediocridad.

En el ajedrez de su rutina:

Detestan a los peones.

Coquetean con los alfiles.

Ansían al rey.

 


(*) Silvia nació en Berisso y llegó a la isla en 1978. Comenzó a habitar –en familia- en un paraje que denominaron Las Goteras situado a 11 kilómetros de la Ushuaia de entonces. Llamaron la atención en su marginalidad. Fueron objetos de la curiosidad de la prensa.

Después, ya viviendo en la ciudad, se la supo “hacedora de poemas” y al visitarnos Ana Emilia Lahitte –poeta platense- la incluyó en su Hojas de Sudestada Número 2.

Ahora se desenvuelve como Narradora Oral, ha vuelto al gesto, a la lengua, a la tormenta.

 

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