LOS TIEMPOS DE LA CONVERSACIÓN.

 


Dos que se encuentran, o pueden ser tres, alguien ya venía hablando y otro que llega sumando. Uno que quería decir y el otro que no lo deja. Alguien que había conseguido su público y otro que se lo quiere robar.

Esta charla ingresa pronto en el camino del desbarajuste, donde se pierde el respeto.

Alguna moderación debe gobernar las acciones conversacionales para que el mismo tiempo que alguien tiene para decir, lo tenga para escuchar.

Tal vez una solución sería tener una suerte de Reloj de Ajedrez, que evite las superposiciones, y gane en equidad.

Si no lo inventaron se puede ir pensando.

La confraternidad podrá gestarse más fácil de esta manera, aunque las miradas del mundo sean disímiles.

Y si se trata de un debate polémico no importa el tiempo que se le dedique: ganará siempre el que cuente los mejores chistes.

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