Instituciones: “De como en la épica deportiva hubo un Club que enfrentó, primero que otros, empresas de conquista en espacios meridionales”.

 


Este espacio, este trabajo en El Sureño ha permitido multiplicar mi afán de reconstruir el mapa de la memoria de los riograndenses. Si antes merecí la atención de tantos viejos vecinos que en su relato me fueron aportando referencias sobre el mundo por ellos vivido. Ahora son otros más jóvenes, gente de mi edad, que rescata del patrimonio heredado elementos que sin sacarlos de su resguardo sirven para alimentar nuestro conocimiento.

 

Derlinda Clausen me viene prometiendo desde hace unos meses una fotografía donde podamos todos apreciar la belleza de esa Reina del Petróleo que fue y, mientras tanto, elige como carnada una que otra fotografía  de tiempos que ni ella ni yo conocimos.

 

Nuestro rastro de hoy parte de un encuentro con ella, con esta fotografía tomada en Punta Arenas el 31 de diciembre de 1939 en la que aparece su padre, su tío y mi tío. Claro, ella identificaba a mi tío como el suyo, es que en realidad su padre, Oscar Laureano Clausen y mi tío Rodolfo Martínovich, eran como hermanos.

 

Este fue el camino. En la oficina de Abraham Vázquez, él me confirmó que estábamos ante el equipo de San Martín pero con su primera camiseta; Ramón Vargas, que estaba encargando un trabajo de facturación, terminó de identificar al arquero como su suegro: Eduardo Camilo Rogolini. ¿Se acuerdan de él? Eduardo Camilo Rogolini, el socio número 1, con el número uno en su espalda reeditando su condición de crack del Boxing, en la líena de fondo José Chierasco, Prfirio Silva y El Petiso Castro, empujando para llegar al gol: Ildefonso Lagos, Alberto González, Alfredo Lepori, Jorge Goyak, Ernesto Riera y los dos wines, el izquierdo Heraclio “Tito” Ibarra, el derecho: Antonio Falgueras; en mas de un puesto Silenio Cuello y Onofre Andrade. Cuando se necesitaba un capitán se optaba por Chierasco o Silva, y para evitar discusiones se acataba la voluntad estratégica de Crlso Alvarez.

 

Así lo recordábamos hace algunos meses al hablar de los orígenes de la decana de las instituciones deportivas de nuestro medio, esa que paradógicamente ya no tiene equipo de fútbol.

 

Rogolini nos recibió en la zapatería, un día antes lo había visitado El Petiso que, imitándome, andaba realizando una pesquisa para el Ex Centro Histórico. Imitándome digo porque él también se ha comprado una lupa de 20 pesos y con ella rastrearon los rostros de aquella fotografía –quien sabe del año ’30- donde ya identifiqué al Jefe de Correos Sr. Fornetti, a don Francisco Santomé y su hijo Humberto, a Ruperto Bilbao y a Cachaña. ¡Tiempos en que no faltaba la boina en la cabeza!¿El cinturón de cuero sujetando los descomunales shorts! A diferencia de Sabino que lleva una ampliación, la mía es foto original, como original es la que aquí reproducimos y que, gracias a la memoria de don Eduardo, ahora podemos detallar:

 

De pié: Reginio Casado con la boina en la mano. A su lado Oscar Laureano Clausen “El Gringo”. Junto a él, José Chierasco de la formación inicial del San Martín. Pequeño y gran arquero: Rogolini. Eduardo Clausen, el tío de la Derlinda. Con los brazos cruzados un hombre cuyo nombres se ha perdido, tripulaba un buque oceanográfico que operaba en Ushuaia, llegó a Río Grande vaya a saber porqué, lo probaron en el picado y se lo llevaron a Punta Arenas, una huelga de marítimos los demoró en el  regreso y casi no llega a Ushuaia a tiempo; de haber sido así su barco habría zarpado y él se habría quedado, quien sabe, con el consuelo de tener un equipo que lo valoraba.

 

Pero vayamos a los agachados: Manuel Soto, Rodolfo Martínovich, Porfirio Silva, Ildefonso Lagos y Simón Fadich.

 

La foto tomad el último día del ’39 en el estado de la Confederación Deportiva de Punta Arenas representó la primera gran escapada del San Martín fuera del poblado en que naciera el 12 de julio de 1937. Hasta entonces se había apostado a la calidad de sus integrantes en confrontaciones con el equipo del frigorífico, de alguna estancia o rejuntados locales. Pero como el padre de Rogolini, un prolijo albañil italiano, había fundado el San Martín de Punta Arenas, aquí estaba su hijo fundador del de Río Grande llevando su gente para confraternizar y sacar un resultado de la experiencia.

 

El viaje se realizó por tierra hasta Porvenir en varios vehículos facilitados por Francisco Ross, un porvenireño simpatizante de la institución argentina. Ibarra y otros con la presidencia de la delegación, por quien era además el Jefe de Aduanas, don Juan José Duardo.

 

En  Punta Arenas el equipo de Rogolini hijo, se impuso al creado por Rogokini padre, por cuatro tanto contra uno. Los goles para Argentina: Rodolfo Martinovich, Idelfonso Lagos. Mateo Favich y Regino Casado con un tiro libre desde 40 metros. El arco de Rogolini solo fue doblegado por un refuerzo de Victoria que pretendía dejar mejor plantado al equipo local, le llamaban Chinchorro...

 

Con este triunfo sin revancha del 31 de diciembre dejamos en su imaginación como fue el festejo del año nuevo. Ya de regreso –problema gremial de por medio- intentaron desquitarse de una experiencia deportiva anterior en Porvenir. Allí habían empatado en la que fue su primera salida internacional en un 3 a 3, gracias al bombeo del padre Mario Zavattaro que le dio dos penales a favor de sus muchachos. Pero el partido que s inició con gran fervor y, por que no, temor ante el reciente resultado exitoso del otro lado del Estrecho, no pudo concluir: un fuerte temporal de viento suspendió el partido a poco de comenzar y así precipitó el retorno del equipo riograndense a la gris ciudad en la que eran el alma futbolera. 

 

Capítulo del libro EL PUENTE DE LA MEMORIA

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