Río Grande ha perdido su condición de puerto,
y existe en ella una población que por
generaciones no ha visto otro movimiento marítimo que dado por el Tango, u
otros remolcadores que ha operado desde nuestro muelle de prefectura en
apoyatura a la labor petrolera.
Tal vez eso se refleje en la escasa cantidad
de calles de nuestra población que esgrimen el nombre de embarcaciones: solo
cuatro; y de estas cuatro tres están signadas por la tragedia final de un
naufragio..
Para el caso las recordaremos por el orden de
denominación.
Corresponde el primer lugar al Rastreador
Fournier, nave de la armada argentina que se perdiera en aguas del Estrecho de
Magallanes en septiembre de 1949 sin que se salvara ninguno de sus tripulantes.
El hecho conmovió a la opinión pública nacional, y alertó sobre un conflicto
con Chile dado el inexplicable paso silencioso de la nave por el Estrecho, y
las intensas acciones posteriores de búsqueda in salvamento en el espacio
fretano. El tema en cuestión fue recuperado en marzo de 2000 por Rubén Mario De
Luca que noveló las circunstancias de aquellos días en su libro La Tragedia del
Fournier.
La calle en cuestión que existen en el barrio
que en un tiempo se llamó San Martín y ahora se conoce como Almirante Brown,
corre paralela a la denominada Rastreador Guaraní. Esta nave de salvamento y
rescate afectada a la Base Naval Ushuaia naufraga el 15 de octubre de 1958
navegando rumbo al Paso de Drake, en apoyo a tareas de aprovisionamiento
antártico. La nave que era comandada por el Capitán de Corbeta Gerardo
Zaratiegui desaparece sin encontrarse nunca a sus 38 tripulantes.
La tercera denominación de una calle con
nombre de nave náufraga es la correspondiente al Crucero General Belgrano,
hundido durante la Guerra del Atlántico Sur por un submarino nuclear británico.
La nave se había incorporado a la armada bajo el nombre de 17 de Octubre,
mudando su nombre luego del golpe de estado de 1955. El incidente que precipita
su final el 2 de mayo de 1982 ocasiona un total de 332 bajas sobre una dotación de 1093 tripulantes
comandados por el Capitán Héctor Bonzo.
Y finalmente nos queda identificar a la única
nave que hoy denomina una calle de Río Grande sin tener un final trágico. Se
trata del Trasporte Santa Micaela, nave de la firma Pérez Compac que participó
de la epopeya antártica dando apoyo a la fundación en 1951 de la Base General
San Martín. La crónica de La Nación de la que tomamos la fotografía de la nave
dice que “Tras nueve días de trabajos continuos la Tripulación del Santa
Micaela (foto) descargó (en 128 viajes y en lanchas) todos los elementos de la hoy
Base General San Martín, la más austral del mundo, y durante ese tiempo 30
operarios especializados que viajaban junto con la misión científica del coronel
Hernán Pujato dejaron completamente levantadas las amplias instalaciones de la
nueva base”.
Tal vez debería existir una calle mas. Es que
hace 20 años propusimos que una calle de Chacra Dos, llevara el nombre de la
Goleta María Auxiliadora, la nave salesiana que brindara importantes servicios
a la Misión de La Candelaria. Pero la interpretación posterior de la ordenanza
limitó el nombre al de María Auxiliadora, y poco pudo hacerse por en nombre de
la olvidada nave, ante el título de la Madre del Dios de los Cristianos.
2 comentarios:
Hola Mingo!
Hubiera sido válido y justo, a la luz de los hechos ocurridos a fines de siglo 19 en el norte fueguino, que una calle de Río Grande llevara el nombre “Goleta María Auxiliadora”. Sería un buen reconocimiento para una embarcación que prestara su apoyo para fundación de la Misión de La Candelaria. Más abajo, un resumen de estos hechos, basándome en la Revista “A la costa de un Arroyo III”, Anecdotario de la Misión Ntra. Sra. de La Candelaria (Tolhuin Impresiones, Río Grande, Tierra del Fuego, Noviembre 2001).
“La historia de la Goleta María Auxiliadora, embarcación de apenas 36 Tn. de registro, está ligada especialmente a las Misiones Fueguinas (de Dawson y de La Candelaria) (...). Le tocó ser la primera – a la Goleta María Auxiliadora – en remontar el Río Grande (hasta la zona del Tropezón) donde presenció la primera fundación de La Candelaria”.
“Era necesario contar con un medio de transporte para la atención adecuada de las reducciones. Eso lo comprobó Monseñor Fagnano desde el principio; los alquileres era imposibles. Por eso pasaron por sus manos: primero “La Fueguina”, embarcación que por ser inadecuada debió vender pronto; luego viene la “María Auxiliadora”, y finalmente el vapor “Torino”. Este último estuvo en varias oportunidades en Río Grande, pero fue comprado en sociedad por Monseñor Fagnano y el otro socio quedó como dueño”.
“Por eso la Goleta María Auxiliadora es la que finalmente dio los mejores frutos. Podía llevar en su bodega hasta 200 ovinos, o 50 vacunos; y la ocuparon en mil transportes generales. Terminó sus días en Dawson (la Misión que Monseñor Fagnano denominó San Rafael) (*), en un viaje con hacienda entre San Valentín y Harris, donde en una de sus costas, se llevó por delante un peñón, que la envió al fondo del Estrecho (3-VI-98) (**). Sirvió heroicamente durante más de seis años a las dos misiones sureñas”.
Monseñor Fagnano le había encargado al P. José María Beauvoir la compra de una embarcación. Por ese motivo llegó Beauvoir a Ancud, lugar donde compró una goleta llamada “Cristina” al final del verano de 1892, y que luego bautizó con el nombre de “María Auxiliadora”. El P. José María Beauvoir y seis marineros llevaron la goleta desde Ancud, zarpando el 4 de abril de 1892, hasta Punta Arenas, puerto al cual arribó el 28 de ese mes.
“Monseñor Fagnano encontró muy buena la compra (...). Planeaba la fundación de La Candelaria, pero no la tuvo mucho en cuenta porque era demasiado pequeña, motivo por el que alquiló el “Amadeo”; vapor (480 Tn) de lo mejor que había en el puerto local propiedad de José Menéndez”.
(CONTINUA EN EL COMENTARIO SIGUIENTE)
(VIENE DEL COMENTARIO ANTERIOR)
Zarpó un día el “Amadeo” con destino al Río Grande para la fundación de La Candelaria. Llevaba al P. José María Beauvoir, otros misioneros, animales, víveres y materiales de construcción. Pero “(...) estando frente al actual Río Grande, el capitán del “Amadeo” se negó a entrar en la rada” y ordenó volver a Punta Arenas. Era el 13 de junio de 1893. Pero regresando, cerca de San Sebastián, el piloto convenció al P. José María Beauvoir para desembarcar allí, y luego “llevar las cosas en carreta al Río Grande”. Pero surgieron inconvenientes: viento, parte de la carga se perdió, se desembarcaron unos pocos animales ... El resto quedó en el “Amadeo” que como su capitán ordenó, regresó a Punta Arenas. En el norte fueguino pasaron el invierno, y ante la falta de ayuda, el P. José María Beauvoir que allí había quedado con otros compañeros, decidió ir a caballo con un ayudante a Punta Arenas. La Estancia Springhall le prestó apoyo para cruzar al continente. Pero en Punta Arenas no encontró a Monseñor Fagnano, y tras no poder concretar con los propietarios de barcos un alquiler, decidió ir a Tierra del Fuego con la goleta que él mismo había comprado, la “Goleta María Auxiliadora”, entonces en San Rafael. Fue a buscarla a San Rafael y comenzó la carga con todo lo necesario.
Así, la “Goleta María Auxiliadora” – piloteada por un noruego, el Sr. Blonguen – junto a la Goleta Kingfisher o Martín Pescador – propiedad de un portugués, el Sr. Pereyra – zarparon de Punta Arenas hacia el norte fueguino. El Martín Pescador llegó a San Sebastián, donde aún esperaba el resto de la gente que había desembarcado del “Amadeo”. Las cosas más importantes que quedaron allí fueron subidas al Martín Pescador, en tanto que el P. José María Beauvoir optó seguir a caballo desde San Sebastián con la idea de encontrar a ambas goletas en el Río Grande. Al llegar allí, pasaron horas y las goletas no aparecían. “Al final aparece Pereyra, pero no quiere arriesgar, tuvo que convencerlo el padre José María y tras mucho sufrir anclan en el fondeadero Golondrina. Blonguen, piloteaba la “María Auxiliadora”; embocó la ría hora más tarde (...) y se colocó adelante del portugués y le gritó: “¿No quiere que lo remolque?”. Eran las 19 hs. del 11 de noviembre de 1893.”
“Feliz ese día para el padre José María; parecía increíble asegurarse las dos goletas fondeadas en Río Grande. Baja a caminar la gente por la playa, y al día siguiente, remontan las seis millas, hasta los Barrancos Negros, lugar elegido por Monseñor Fagnano para hacer la descarga y armar la reducción (cercanías de la actual zona de El Tropezón)”.
“De esa manera, la Goleta María Auxiliadora estuvo presente, primero que ninguna en la fundación de La Candelaria”.
(*) Isla Dawson, al oeste de la Isla Grande.
(**) 3 de Junio de 1898.
Un saludo Mingo!
Hernán.-
(Bs. As.)
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