MI RÍO GRANDE QUERIDO de Tony Márquez.


 Entrando a mi casa, a la mano derecha, está la mesa más grande entre las que tengo -una pesada mesa de algarrobo donde acumulo mis materiales de trabajo- allí se ha apropiado del espacio esta obra sustanciosa de recuerdos nacido al empuje de este chico de mi barrio, al que por Manuel llamamos Tony.

Los ocasionales visitantes se detienen para verla, las manos disparan hacia ella como lo hacen los ojos, y luego con delicadeza abren sus páginas. Primer y casi siempre abriendo en cualquier página y allí, abandonando el motivo de sus visitas, algo preguntan, algo recuerdan, y luego se buscan en que lugar del escrito tienen que estar. Pero pronto se dan cuenta que lo escrito es menor en su conjunto comparado con todo lo visual que Márquez a acumulado, proyectando su condición artista vocacional, a un abuelo que maneja tecnologías de diseño.

Y entonces salta la pregunta: ¿Qué te pareció?

Y yo suelo repetir como un slogan lo que se fue licuando en mi cerebro al incoporarme a la familiaridad de un pueblo que a lo largo de nuestras vidas se ha convertido en ciudad:

¡Estoy empapado de nostalgias!

Y para eso el curioso buscó una silla, salieron a la luz las primeras sonrisas, y algunos silencios cuando para un antiguo vecino aparecen los recuerdos que no sabía que tenía olvidados.

Y es cuando alguna imágen despierta la urgencia de contar algo, porque el libro tiene una relación escrita suscinta pero no epígrafes en la gran mayoría de las todos. Responde al mandato del autor de seguir detalladamente los universos de cada manzana del casco histórico de Río Grande, y con todo ello dan ganas de sair a caminar para ver donde esta hoy la sustencia de un ayer que ha quedado en las almas de los que lo conocieron tranquilo y humilde al famoso Río Grande.

- ¿Dónde lo consigo?

-Se está distribuyendo.

Hay número que se registra en el celular luego que lo proporciono y un posterior mensaje al autor diciéndole: Te va a llamar fulano- con algunas referencias de quien se trata. Y allí se ve el interés repartido por tenerlo que aparece entre los que vivimos en parte de ese mundo, los que saben que así fue la vida de sus mayores, y los que quieren acrecentar su pertenencia a nuestro lugar.

Me ha tocado participar, en la expontaneidad la consulta, en algún va y viene, donde todos tenemos algo que decir, o algo que preguntar.

Ese ese el lado interactivo de Mi querido Río Grande.

Tony desarrollo en sus 77 años múltiples ocupaciones: fue empleado vial, televisivo, futbolista, y hasta por su paso de la política llega a ser concejal de la ciudad.

El libro es un disparador de inquitudes para los que protagonizaron ese ayer, para los que lo vieron de niños o al llegar a la isla, para los que circularán ahora, gracias Tony, por las nuevas calles, pero con un pie apollando fuertemente sobre el ayer.





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