Los
escritos de LIA QUAGLIA sobre las guerras guaraníticas representan una de las
fuentes más autorizadas para comenzar a interiorizarnos en ese tema, que fue
perfilando las fronteras del plata.
Las cartas escritas en guaraní fueron
traducidas al castellano de la
época y, en términos generales, en ese
estado se dispone de ellas. Los
traductores, denominados “lenguaraces” o
“intérpretes” por la
administración colonial, efectuaban un
trabajo de decodificación que
podía llegar a manipularse por voluntad
de los mandatarios españoles
para obtener un discurso determinado.
Con esto, a la inversión,
transformación, mutación o alteración de significados que generaban las
traducciones, se agregaba otro nivel de desarticulación discursiva provocado
por intereses políticos concretos. Estas cuestiones
atravesaron sobre todo los
interrogatorios y las declaraciones
elaboradas en el contexto posterior a la
rebelión. En diferentes
momentos, los guaraníes involucrados en
la resistencia fueron reunidos
para responder a un conjunto de
preguntas elaboradas por las
autoridades coloniales para dar cuenta
de implicancias o
responsabilidades en el conflicto y, en
ocasiones, las declaraciones
resultantes estuvieron mediadas por la
presión o el miedo. La
superación de esta complejidad, en la
instancia de investigación, estuvo
sujeta a la posibilidad de contrastar
testimonios y declaraciones
elaboradas en diferentes momentos.
También a la consideración de los
alcances y limitaciones de cada fuente
con el fin de evitar tensiones
discursivas e interpretaciones
desacertadas.
En especial, varias cartas de origen
guaraní fueron inspiradoras de
uno de los aspectos abordados en este
estudio: la ideología
insurreccional. Las cartas mencionadas,
que se encuentran editadas,
conforman un corpus documental conocido
e identificado por la
historiografía especializada. Mucho se
ha dicho en su momento y
también desde el espacio académico sobre
la real procedencia de estas
cartas escritas y firmadas por los
caciques y las autoridades guaraníes
de los cabildos de los pueblos
implicados por el tratado y por el
traslado, en julio de 1753, y dirigidas
al gobernador de Buenos Aires
como representante del rey de España.
Las argumentaciones
contenidas en ellas sobre los motivos de
la resistencia, sustentadas en
algunos casos en doctrinas políticas de
influencia europea, la
yuxtaposición de expresiones y marcos de
referencia de diversas
fuentes y sobre todo la identificación
del discurso con teorías utilizadas
o elaboradas por filósofos o teólogos
jesuitas llevó, en la coyuntura del
conflicto, a sostener que las cartas
habían sido escritas por los
misioneros y luego traducidas al
guaraní. Los investigadores, por su
parte, se encuentran divididos entre quienes
atribuyen la autoría a los
curas, quienes las consideran
expresiones auténticas de la dirigencia
guaraní y aquellos otros que adjudican
el contenido a la elaboración
autónoma de los líderes y autoridades de
los pueblos pero basada en
alegaciones sobre derechos asimilados en
el medio misionero por
influjo de la enseñanza impartida por
sus curas y transmitida de
generación en generación. Esta última
postura es adoptada y justificada
contextualmente en este libro.
Las crónicas, diarios y relaciones escritas
por jesuitas,
expedicionarios y oficiales españoles y
portugueses guiaron la
reconstrucción de los episodios del
conflicto, en su origen y desarrollo,
así como el discurrir de los sucesos
bélicos. En particular, las obras de
los padres Bernardo Nusdorffer
-“Relación de todo lo sucedido en estas
doctrinas en orden a la mudanza de los
siete pueblos del Uruguay...”- y
Tadeo Henis -Diario histórico de la
rebelión y guerra de los pueblos
Guaranies- constituyeron referencias
fundamentales, pues estos
misioneros fueron testigos de los
hechos.
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