El cuento.
El personal del turno de petroleros que subía cada tantos
días para hacer relevo sobre los otros que bajaban al pueblo a para disfrutar
de su descanso, acordaron darse cita en casa de unas de esas chicas que
fumaban, no sé si siempre en la misma casa, o catando casas diferentes.
Un día se armó una trifulca y los hombres dorados de
uniformes policíacos debieron intervenir. Allá fueron todos a enfrentar un
expediente que era prolongado.
Si el turno se demoraba no habría inmediato retorno del
siguiente relevo, y vendrían las naturales protestas por los daminificados.
Las autoridades del campamentos clamaron a las comisariales
pidiendo se dejara de lado el trámite, y lo consiguieron, no sabemos cuando
tiempo después.
Por entonces este tipo de noticias no tenía lugar en los
escasos medios periodísticos, pero al tiro no tardó en saberlo lo mayor parte
del vecindario.
Cuando Nely Iris Penazzo de Penazzo lo supo llegó a
escribir..
El poema.
Navegante terreno. Hombre soleado.
Trabaja cien jornales, sin un lamento.
No me quites mi amada, quítame el viento
No me quites senderos, hombre dorado.
Dame tregua empresario de las lomadas.
Libérame los ojos. Domingo abierto.
Es inútil pagarme mi desconcierto,
Yo soy bueno y certero en la estocada.
Hombre de campamento, hombre escarpado
Fragmentado en el rio, yo me hice roca.
Quiero un cielo azulado, redondo y suave,
Hombre sin días libres, yo me he escapado
Me quedaron abiertos, brazos y boca
Para tocar el cielo. Yo soy un ave.
Hombre de mil jornadas
Hombre que sabe
Que el descanso es salario,
Hombre, coraje.
Él se obliga a callarse
Día tras día
Y decirle a su amada:
Ya no eras mía.
Él se enrosca en las rutas
Tiembla en el valle.
Él tirita de miedo,
Hombre coraje.
Hombre de luna llena
Noche vacía.
Especula domingos
Vende su vida.
Hombre de mil jornadas,
Hombre coraje,
Este domingo dijo
Mi último viaje.
Hombre lleno de ayeres,
Por una amiga
Reconquistó el mañana para su vida.
La canción..
Corrido el tiempo y en ocasión de realizarse la Fundación
Poética de Río Grande Patricia Cajal, Fredy Gallardo y Mingo Gutiérrez
decidieron hacer una canción. Mingo recitó la primera parte,y Fredy armonizó su
condición de músico a la de hombre de letras.
No tardaremos mucho en hacérsela escuchar…
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