Cuando llegué el 24 de Febrero de 1986 a Río Grande,
ciudad del, en ese momento Territorio
Nacional de la Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur, ya estaba
en marcha el recorrido del segundo Congreso Pedagógico Nacional (CPN) que el
presidente Raúl Alfonsín había convocado con el fin de repensar la política
educativa nacional.
Si bien la intención era la de permitir la
participación popular en todas sus dimensiones, las noticias que de algunos
amigos recibíamos del norte, se referían a como los gremios y los partidos
populares, y hasta sus propias internas, no permitían un desarrollo normal de
las localías.
Según la convocatoria de
la Nación se buscaba una participación amplia, crítica, creadora estableciendo
como eje el respeto de todas la
opiniones, y buscando la garantía que en su cierre se refleje fielmente las
concepciones en las que hay concordancia, los diferentes puntos de vista y el
desarrollo y análisis de los problemas locales y regionales de la educación,
suponiendo la convocatoria presidencial que el CPN y su desarrollo podría
permitir la consolidación de la democracia, el fortalecimiento de la identidad
nacional y la superación de las necesidades educativas del presente.
Las mismas se habían inundado de algunas mezquindades
que denotaban una inmadurez que los sectores conservadores, a mi criterio,
supieron en adelante aprovechar.
Al poco tiempo de llegar a la isla, supe de la
convocatoria a la localía Río Grande del
CPN, empezando a asistir a cada sesión de la misma, en virtud de los intereses
que me movían en relación a la Educación. Si bien en Río Grande militaba aún en
el Ateneo Sergio Karakachoff, mi llegada al CPN fue independiente de la propia
UCR, espacio del cual me fui al poco tiempo.
Las reuniones eran de unas treinta personas, asistiendo
trabajadores, algunos profesionales, amas de casa, y, a diferencia de las
noticias ya citadas, tenían la riqueza
de la discusión limpia, constructiva, sin dejar de citar que muchas veces había
que sacar las disquisiciones catárticas que producen las discusiones sobre la
Educación.
Cuando se convocó a la asamblea provincial, se produjo
una elección, de donde salieron los delegados que participaron en las Asambleas
del Territorio del CPN.
Las discusiones en Ushuaia fueron intensas pero muy
productivas, saliendo de allí los
delegados a la Asamblea Nacional del CPN:
Por Ushuaia:
·
la
señora Dora Chelaliche (Ushuaia), militante del justicialismo en ese tiempo, y,
a mi criterio, mentora de un sistema de bibliotecas escolares, que en formación
y organización superó a muchas provincias argentinas.
· y
los señores Daniel Moreno y Francisco Bonvehi, militantes ambos de diferentes
expresiones políticas.
Por Río Grande:
·
la
señora Stella Maris Monchietti, docente, directora en ese tiempo de un centro
educativo, y una de las responsables, junto a la recordada Diana Cottorruelo,
de las asamblea local del CPN,
·
y
los señores Domingo Montes, responsable en ese tiempo de la Biblioteca Popular,
y que se había desempeñado como director de Cultura de Río Grande, en una de
las gestiones del justicialista Esteban “Chiquito” Martinez,
·
Carlos
María Ratier, docente de una de la escuela de adultos, hombre constructor de
procesos culturales y de la historia de Río Grande,
·
y
el que escribe estas líneas.
Aunque es muy sesgada la descripción de los perfiles de
los participantes, se podrá observar que los mismos, ya sea en lo personal, lo
profesional y lo político de cada uno de los delegados, mostraba una diversidad
que favorecía a una discusión plena, vigorosa, pero absolutamente constructiva.
Cuando observábamos como se iba a constituir la
Asamblea Nacional, comenzamos a entender que existía la necesidad de observar,
debatir y conocer que pasaba en el resto de las provincias patagónicas, que,
por número de delegados, sabíamos que íbamos a ser una minoría casi extrema en
la Asamblea Nacional.
Con 7 delegados por cada provincia patagónica (salvo
Río Negro que tenía 8), sólo integrándonos pudimos superar el número de la
Capital Federal (22) y acercarnos en algo a Buenos Aires (67).
Es así que, un tiempo antes de concretarse la citada
asamblea, se organizó una instancia patagónica en San Carlos de Bariloche,
donde consensos y disensos fueron abonados con mucho compromiso de cada delegado,
y que nos permitió ir con posturas que creímos importantes para la región,
diferenciándonos fuertemente en algunos puntos entre los delegados de la
patagonia austral con el resto.
Saliéndonos del análisis cuantitativo, es inmedible la
superación cualitativa que en la propuesta y en las acciones produjo esta
integración de “sólo” 36 delegados.
La llegada a la Asamblea Nacional del segundo CPN que
había sido convocado para la semana que iba del 27 de febrero al 6 de marzo de
1988 por ley nacional 23.714, se cargó de sorpresas dado que, de la mayoría de
las provincias con mayor cantidad de delegados (Cap.Federal, Bs. As., Córdoba,
Santa Fé), llegaban a esta instancia con pocos acuerdos, y demasiados disensos.
La Asamblea trabajaba en siete comisiones, en la
escuela fiscal de Embalse, y se discutía siempre con micrófono en mano, dado
que las sesiones se grababan en forma permanente, cosa que permitió una gran
fidelidad de lo dicho en cada una de ellas, en los documentos que hoy se pueden
ver en diferentes sitios de Internet.
Ese avance tecnológico favoreció a un sector muy
importante de la Asamblea: la iglesia católica y los representantes de la
educación privada.
Grupos de trabajo, coordinados por un famoso conductor
de la educación católica, desde un hotel podían escuchar las discusiones de
cada comisión, dado que las mismas, para que funcionen en la escuela, se
entablaban a través de una onda diferente de fm.
Esta organización hizo que los sectores defensores de
la educación pública como tal, se comenzaran a organizar desde diferentes
actores que incluían dirigentes políticos, gremiales, sociales, así como
personajes devenidos de la investigación educativa, que comenzaron a organizar reuniones
que se hacían en los “bungalows” del complejo de hoteles de Embalse, y que
comenzaron a concretarse a partir del bloque patagónico.
No fuimos los integrantes de este bloque quienes
garantizamos en nosotros mismos una actuación organizada, consensuada,
discutida seriamente, sino que justamente la concreción de un bloque
fortalecido ya previamente a la Asamblea Nacional, hizo que el Bloque fuera
vertebrador de acciones que llevaron a enfrentar a un gran grupo de delegados
que traían mandatos muy cerrados, muy firmes, y que respondían a intereses del
CONSUDEC (Consejo Superior de la Educación Católica), así como también grupos
representantes de los propietarios de las escuelas privadas.
En la comisión 7 éramos cuatro integrantes del bloque
sobre 44 delegados. Además del suscrito compartieron este lugar Jorge Stacco
por el Chubut, quién después tuvo altos cargos en la Universidad Nacional San
Juan Bosco, Antonio Cabrera por el Neuquén, y Jorge Calvo, por Río Negro,
quienes tuvimos que afrentar fuertes enfrentamientos, de una interesante y
profunda discusión sobre bases epistemológicas e ideológicas que luego se
explayaron en el informe final de la misma.
Cada día, era levantarse, estar todo el día en la
escuela, parando para almorzar y merendar, y luego de cenar, nos juntábamos en
uno de los bungalow, para discutir las estrategias para el día siguiente, lugar
donde había representantes del ministerio de Educación de la Nación, del
justicialismo, del radicalismo y del partido intransigente, entre otros, y otros
conocidos representantes de las teorías educativas progresistas que al momento
se vislumbraban en Latinoamérica, algunos de los cuales actuaron después para
el menemismo, que en contrario a lo que los sectores populares consideraron en
el CPN, consolidaron los preceptos del Consenso de Washington, y la imposición
de la estructura neoliberal en la educación de nuestra República, con la
sanciòn de la ley Federal de Educación.
El último día en uno de los salones de los hoteles del
complejo, se convirtió en la sede de la instancia final de la Asamblea Nacional
del 2do. Congreso Pedagógico Nacional.
La discusión fue intensa, permanentemente interrumpida
por aplausos, por abucheos, entre otras cosas, producidas por la discusión que
se armó con cada tema entre los dos grandes bloques en que terminó conformada
la asamblea.
Por un momento pareció que el CPN fracasaba, y si bien
se zanjaron las cuestiones más ásperas, en lo personal siento que el fracaso se
instaló cuando el presidente Menem mencionaba al CPN para justificar el dictado
de la citada ley Federal de Educación y la zaga de normas, acciones y políticas
que la sucedieron, que significaron un retraso en la construcción colectiva de
la Educación.
Tal vez como anécdota, en la comisión 7 que trataba
sobre el gobierno y financiamiento de la educación, se entablaron diversas discusiones que
diferenciaban claramente a la educación pública de la privada. La reforma de la
Ley Federal produce un concepto que aún hoy sostiene la ley de Educación Nacional, promovida por
el gobierno nacional actual, y que dice que existe una EDUCACIÒN PÚBLICA DE
GESTIÓN ESTATAL y una EDUCACIÓN PÚBLICA de GESTIÓN PRIVADA.
Hoy en el tiempo, buscando
explicaciones a cada cosa sucedida en la República, es inexplicable que la
actual Ley de Educación Nacional siga conteniendo este concepto, que en pocas
palabras se traduce en un gran sistema inequitativo y ajeno a los intereses de
una República más justa.
Será seguro un camino de
las próximas generaciones, repensar la Educación y en ella una escuela no sólo
inclusiva por la permanencia de niños y jóvenes en la misma, sino por la
calidad de un proyecto educativo, que la
haga comprender como necesaria para comprender la realidad contextual y
proyectar críticamente a futuro, así como pensado en la movilidad social que
beneficie que todos los sectores de nuestra sociedad.
Releyendo los dictámenes
de las diferentes comisiones me quedan muchos interrogantes de cuanto fue
tergiversado, y de cuanto fue “ninguneado” en 26 años. Entre ellos es el de observar
cuantas preceptos sostenidos por los congresales se cumplieron en la letra pero
que aún no se constituyen en una transformación de la realidad social.
Por ejemplo
¿ Sirve de algo asistir a
las familias con la obligación que los niños y los jóvenes asistan a la
escuela, si la misma no trabaja en un nivel de calidad que forme ciudadanos
críticos, que puedan afrontar al mundo desde un proyecto de progreso y de
movilidad social? …
Mucho para pensar, mucho
para seguir pensando ya casi con 60 años de edad, que tenemos porqué luchar …
En la imagen: Gustavo aparece en otro de sus roles: el de periodista en LRA 24.
No hay comentarios:
Publicar un comentario