Escribe desde
Puntarenas , Maggiorino Borgtello a Don
Rúa, sucesor de Don Bosco.
El día 10 de los corrientes fue á la Misión de
San Rafael, isla Dawson, para colocar en aquella iglesia, con la debida
autorización el Vía Crucis que faltaba. Noté grandes
progresos.
Hallé ya construido un hermoso muelle de unos
treinta metros de largo y muy fuerte, por lo que al desembarcar no nos hemos de
mojar los pies como antes. Desde el muelle una larga y derecha calle conduce á
la elegante iglesia, capaz de algunos centenares de personas, con su
conveniente coro y ahora su Vía Crucis. Una gran cruz, levantada en
medio de la amplia plaza de la iglesia, parece quiera abrazar toda la gran
colonia, la que va de día en día aumentando sus edificios para los nuevos
civilizados. La iglesia, la casa de los misioneros y de las Hijas de María
Auxiliadora, se hallan ya circundadas de hermosos edificios para las escuelas,
los talleres y dormitorios de los niños y de las niñas, y hasta para las
viudas. Además, la escuela de música, el hospital, la panadería, el matadero,
y, poco distante del muelle, se hallan algunos grupos de casas simétricas que
forman calles derechas, donde ya habitan varias familias de indígenas. Distante
de las casas y á la otra parte del río se halla el cementerio. Los indios
acogidos en la colonia son muchos más; y deleita el ver lo bien educados que se
muestran. A mi llegada, vinieron muchos á darme la bienvenida, á saludarme y
preguntar por los otros Misioneros de Puntarenas, á agasajarme y darme la mano
como á un íntimo amigo. Alegra sobremanera el ver á estos indios, tan groseros
en la apariencia usar modos tan gentiles y expresar bastante bien sus
sentimientos en español, á pesar del poco tiempo que hace que se hallan en la
colonia. Dios visiblemente bendice esta Misión, y da grande incremento á las
fatigas de los pobres Salesianos.
Al volver á Puntarenas, traje conmigo los
niños indios de la escuela de música, que vinieron á alegrar con sus instrumentos
las fiestas patrias que se celebraron los días 17, 18, y 19 de los corrientes.
Apenas han pasado siete meses desde que tomaron el instrumento y ya lo manejan
con grande maestría. Tocaron varios trozos de música religiosa en la iglesia
durante las sagradas funciones; y otros durante la distribución de premios á
los niños de las escuelas y dieron todos los tres días gran concierto en la
plaza que arrancaron entusiastas aplausos y excitaron en todos grande
maravilla. ¿Quién habría dicho, tres años hace, cuando estos jóvenes salvajes
descendían de los montes que en tan breve tiempo serían tan expertos artistas?
Parece un sueño; y no obstante es una realidad tan cierta y segura, que,
mientras llena el corazón del Misionero de inexpresable consuelo causa grande
admiración á cuantos creían que era imposible la civilización de los salvajes
fueguinos.
Estos amados indios de la isla Dawson, en los
pocos días que estuvieron entre nosotros, nos edificaron grandemente con su
devota compostura en las sagradas funciones. A más de uno de estos habitantes
arrancaron lágrimas de consuelo con el angélico recogimiento con que se
acercaban á recibir la santa Comunión, y con la precisión con que servían la
santa Misa, vestidos de sotana y roquete como tantos monaguillos.
¡Oh amados fueguinos, vuestras oraciones tan
bien hechas, son aceptas al trono de Dios, sí, y cada día descienden las
divinas misericordias sobre esta vuestra tierra y sobre vuestros infelices
hermanos! Pocos días hace, nos entregaron otros nueve indios procedentes del
canal Schmid, que irán con vosotros á aumentar la población de la isla Dawson;
quiera el Señor conceder esta gracia á todos vuestros hermanos errantes por
estas playas.
Antes de que estos valientes músicos volvieran
á la isla Dawson, les fotografiamos, y su retrato se le mando, Reverendísimo
Señor Don Rúa, para que pueda conocer á estos nuestros amados indios
convertidos en artistas. Bendíganos, amado padre, á nosotros, á nuestros
salvajes, á nuestros salvajes, á nuestras misiones: encomiéndenos al Señor
todos los días en el santo Sacrificio de la Misa, y encomiende en modo especial
al que le escribe, que tiene el honor de profesarse su
Devoto y obligadísimo hijo
MAGGIORINO BORGATELLO, Pbro.
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