Una transformación sustantiva de la economía argentina
durante la década de 1880 fue la aparición de amplias compañías de capital
compartido (joint-stock companies),
como fruto del uso generalizado del servicio de correos a través de barcos de
vapor, del cable submarino y de mejoras en los medios de comunicación internos.
Cabe recordar que ya durante
la década anterior los servicios postales interior y exterior habían mejorado,
logrando incrementar las comunicaciones entre Europa y la Argentina e incluso un
cable financiado por el capital británico había sido colocado entre la Argentina y Europa,
proveyendo un medio aún más rápido de comunicación hacia julio de 1876. Además, el 1º de abril de 1878 la Oficina Postal de la República Argentina
se había incorporado a la
Unión Postal Universal.
Estas mejoras, a la vez que hicieron posible las operaciones de estas compañías de capital compartido, implicaron también el ocaso de las tradicionales casas de importación y exportación. Las últimas, que fueron un rasgo característico de la economía argentina desde 1810, se volvieron improductivas durante la década de 1880.
A partir de ese momento, las
casas mercantiles de exportación-importación británicas cedieron rápidamente
terreno a las compañías de capital compartido del Reino Unido y de los
competidores europeos.
Las casas italianas y
alemanas, sostenidas por amplios mercados de inmigrantes, ofrecían en forma
lucrativa bienes de inferior calidad y más baratos que los de las casas
británicas. Estas últimas, satisfechas con las oportunidades abiertas en
períodos anteriores, estaban más de acuerdo con la industria británica de
principios del siglo XIX. El desarrollo industrial que tuvo lugar con
posterioridad, basado en la industria pesada, la construcción de barcos y el
transporte no tenía relevancia para las casas comerciales acostumbradas al
manejo de bienes de algodón. El colapso de las casas mercantiles británicas
contribuyó a la declinación relativa del comercio británico en el cierre del siglo
XIX a pesar de la masiva corriente de capital británico que, al amparo de la
estabilidad económica y política argentina, se hizo presente en este período.
En cuanto a las inversiones extranjeras, cabe destacar que durante la década de 1880 se produjo un marcado crecimiento de las mismas, estimuladas tanto por la confianza de los inversores en la economía argentina como por la propia política del gobierno para atraerlos.
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