El Museo del Fin del Mundo ha puesto on line este capítulo
de la serie encuentros de quien fuera el gran promotor de los estudios
históricos fueguinos.
Lectura que proponemos al cumplirse 250 años del naufragio
de la nave española Purísima Concepción, situación vivida el 14 de enero de
1765, y la celebración de la Primera Misa en territorio fueguino, el día 20 del
mismo mes.
Situación que vino a recordarnos Inés Menéndez, pobladora de
Boquerón, desde sus días porteños.
Si los fantasmas de
Famina, Madre de Dios, Nueva Irlanda o Puerto Egmont agitaron las
preocupaciones hispanas y las volvieron hacia las costas patagónicas, hubo
algo que las fijó, al menos provisionalmente, en Tierra del Fuego: el
naufragio del capitán que fue navío.(1)
El 10 de enero de 1767
fue un día memorable para la historia de la Isla Grande de Tierra del Fuego:
en esa fecha el navío de Registro La Purísima Concepción naufragaba en las
inmediaciones de caleta Policarpo, mientras cumplía la carrera de Cádiz al
Callao, vía cabo de Hornos. Había zarpado de Montevideo, su última
escala, el 6 de diciembre de 1766 con 193 personas a bordo.
En la madrugada del 10
de enero del año siguiente, a eso de las dos y media de la mañana, cuando La
Purísima soportaba las angustias de una cerrazón impenetrable, se tragó la
tierra sin verla y encalló.
La última aproximación
del piloto, formulada doce horas antes, bajo un manto de bruma que ocultaba a
la luz del sol, señaló 53' 37' de latitud. La niebla evidentemente
lo había descolocado. (2)
La tripulación, que, en
la travesía apareció remisa, frente al peligro, sacó a relucir toda su
pericia marinera y se jugó para salvar a la nave. La marea en
reflujo los iba depositando en la restinga.
Lanzaron cables, alijaron carga (un
centenar de bultos cayeron al mar, por supuesto ante la vista escrutadora del
escribano don Eusebio Molina, que levantó actas), aferraron velas y lanzaron
la única lancha útil para tender una espía...
Mientras tanto padecieron una hora de
temores increíbles... Ni siquiera los oficiales sabían con certeza si la
costa embestida correspondía a la isla del Fuego o a la de los Estados.
Cuando el agua comenzó a crecer y el
barco de nuevo a flotar comprobaron que las cuatro bombas de la dotación no
lograban el achique. Descendió entonces un buzo que volvió con la
noticia estremecedora: la tabla principal de la paradura de quilla había
volado irremediablemente destrozada y el agua invadía a borbotones bodegas y
pañoles. (3)
Ciertamente urgían
decisiones extremas. El capitán ordenó poner a salvo a personas y
basamentos: por supuesto pólvora, pan y alimentos, aguardiente
incluido. Los tripulantes subieron a cubierta con lo que pudieron
rescatar de la inundación y lo transbordaron de a poco a la lancha y al
pequeño serení. Hombres y víveres emprendieron definitivamente el
desembarco: a nado, en bote o en la jangada de emergencia construida con
masteleros, vergas y botalones.
A
pesar de las dramáticas alternativas del lugar y la circunstancia, la
operación se cumplió sin bajas...
Ya en
la costa, libres por el momento de los riesgos del mar, los náufragos
comenzaron a sentir un nuevo sobresalto:
-¿Albergaría esta
tierra indios bárbaros y feroces?
Al día siguiente, el
mismo capitán, después de una recelosa exploración del contorno, descubrió un
puerto vecino
"como a media legua, dice la
crónica, en donde el mar estaba mui bella como que los parecía mui hermoso
con una entrada mui angosta y abrigada por todas partes", a los 54'
35'." (4).
Lo
bautizó enseguida, Puerto de la Consolación, y consignó en su diario:
... de los tres montes tan conocidos en la parte
oriental de la Tierra del Fuego con el nombre de los Tres Hermanos el del
medio hace fondo de dicho puerto."
Allí plantaron su
morada, construyeron barracas para alojarse, distribuyeron armas y víveres y
organizaron guardias... para sobrevivir; mientras cavilaban desesperadamente
sobre la manera de regresar a puerto civilizado.
Al día siguiente, no
más, resolvieron construir una goleta de veinticinco codos de quilla. Las
herramientas salvadas del naufragio comenzaron no sólo a recuperar los restos
de La Purísima que agonizaba entre las rocas, sino también a modelar maderas
de un bosque cercano (5). De pronto apareció un grupo
de indios felizmente amables, dispuestos a colaborar. Seguramente
eran Haush, los Manekenkn de Cook.
Paso a paso, tomó forma
una nave de 16,36 metros de largo, 5,10 de ancho y 2,30 de puntal.
El domingo 20 de enero,
el capellán franciscano fray José de Camiruaga, celebraba misa campal, la
primera, según las noticias que por ahora disponemos, oficiada en la isla (6). Y repitió la
ceremoniadiariamente hasta el-31 de marzo.
Diez días antes de esta
fecha los marinos españoles, en perfecta disciplina y con un esfuerzo
sobrehumano que superó infinitas peripecias habían botado al mar al navío
salvador, el "San Joseph y las Ánimas", así lo llamaron, alias
"Buen Suceso".
El 19 de abril se
despidieron de los indios y embarcaron. El San José bamboleaba
temerosas esperanzas en medio de la bahía, cuando la lancha, a fuerza de
brazos, lo remolcó hasta el mar... luego, ya solo, enfiló hacia el norte.
Hasta aquí, la aventura
es más o menos conocida. Historiadores beneméritos han desmenuzado
cuanto documento pertinente ofrecían el Archivo de la Academia de la Historia
de Madrid -Colección Mata Linares, vol. VIII-, el Archivo General
de Indias de Sevilla -Audiencia de Buenos Aires...-, nuestro Archivo General
de la Nación y otros...
Don Héctor R. Ratto
compiló para el Servicio Hidrográfico de la Marina de Guerra una valiosa
colección de copias de papeles concernientes al suceso (7).
En todos los casos, se
trataba de fragmentos del diario de navegación de La Purísima o de menciones
del hecho consignadas en correspondencias, informes, Reales órdenes o
Cédulas. Ratto mismo lamentaba que, en los manuscritos
compulsados, sólo aparecieran tres nombres personales: CURRUCHEA, MOLINA y
CAMIRUAGA, capitán, escribano y capellán de la nave, respectivamente.
Don José Torre Revello,
con su reconocida intuición, acerca dos nuevos, datos: primero, presiente que
el San Pedro, nombre que Manuel Moreno, hermano del prócer Mariano, atribuye
al barco en que naufragaba su padre, Manuel Moreno Argumosa, sea la Purísima
de Curruchea.
"No es absurdo suponer,
aventuraba, que el alias del Registro La Concepción, fuera
el de San Pedro." (8)
Luego,
consigna que en un informe elevado al Gobernador Cevallos en 1777 se menciona
a Francisco Lezcano como maestre del barco La Concepción.
A la luz y a la sombra
de estas indicaciones, quedaban por aclarar los interrogantes que
naturalmente emergían. Decidí profundizar la pesquisa.
Lo primero que acució
mi curiosidad fue el desconocimiento total del nombre de pila del capitán
Curruchea (9). Y comencé a rastrearlo. Experimenté
la primera sorpresa al comprobar que, un apellido de evidente estructura
vascongada, no registrara antecedentes en la tierra de origen (10). Sentí la segunda, al hojear
las instrucciones impartidas a la Piedra el 17 de noviembre de 1778, o sea,
apenas tres años después de los acontecimientos, en las que se insertaban
observaciones referentes al navío La Concepción de ESCORRUCHEA (11). Igual me ocurrió con la
disertación, de 75 páginas, de Francisco de Viedma al Marqués de Loreto,
Virrey y Capitán General del Río de la Plata; en la página 34 se refiere al
navío La Concepción de ESCURRECHEA (12).
Un nuevo personaje
ingresaba en la lista de sospechosos: ESCURRECHEA o ESCORRUCHEA. Indagué
a todos los Escurrecheas que pude y el seguimiento anduvo sin éxito aparente
por algún tiempo, hasta que desembocó por casualidad en un luminoso documento
hasta hoy desconocido:
... el sumario sobre la aberiguación de la
pérdida del navío nombrado la Purísima Concepción que naufragó en las
inmediaciones del cavo de hornos en la Isla del Fuego el 10 de enero de este
año... Buenos Aires 25 de abril de 1765. (13)
No cabía duda: en la
carátula constaban todos los datos que individualizaban el problema. Después
de muchas decepciones había dado inesperadamente con lo que buscaba.
Pues bien, mi asombro
fue mayúsculo cuando en la segunda de las 282 carillas del expediente (141
folios) leí que:
"Cuando a bordo de la embarcación
San José y las Ánimas, alias, el Buen Suceso, a 25 de abril de mil
setecientos sesenta y cinco años los señores Miguel Rocha y Rodríguez,
abogado de la Real Audiencia de La Plata y alcalde ordinario de segundo grado
que asiste en lugar del excmo. señor Gobernador y Capitán Gral. y Pedro
Medrano, thesorero, juez oficial real de estas provincias con asistencia del
escribano de real hacienda, para efecto de ver y reconocer los que conduce
esta embarcación hicieron parecer ante sí a su capitán y preguntado como se
llama y de donde viene dijo llamarse JHP. JOACHIN (José Joaquín) DE
OSTOLAZA".
¿Quién era entonces
CURRUCHEA?
Por razón de síntesis
omitiré las alternativas de la investigación y señalaré los resultados:
La Purísima, como la
mayoría de sus congéneres, tenía un alias. Este, según consta en
el sumario, era ESCURRECHEA, que en algunos documentos variaba a ECORRUCHEA,
CURRUCHEA o GURRUCHEA.
Escurrechea y sus
equivalentes, eran nombres de navío. El Capitán se llamaba José
Joaquín de Ostolaza.
Como Ostolaza, tras la
comparencia de muchos testigos y peritos fue enviado detenido a Cádiz y
posteriormente sancionado, supongo que de acuerdo a costumbres de la época,
su nombre fue olvidado en las citas oficiales. Por otra parte, la
adición del alias al nombre de la nave, en forma que hoy nos resulta ambigua
en la totalidad de los documentos conocidos, originó la confusión que
enfrentamos (14).
Me parece que Ostolaza
cumplió con creces la pena que le impusieran la Audiencia de Buenos Aires y
la Casa de Contratación de Cádiz por el delito de levantarse tarde la
madrugada del naufragio y por las otras infracciones reglamentarias señaladas
en autos.
Nunca podrá negarse
que, después del error, su conducta asumió ribetes de epopeya y se ajustó a
las mejores reglas de la responsabilidad, la prudencia y la audacia. Además
está perfectamente claro a la luz de muchos documentos de la Corona, que fue
uno de los precursores de la tierra fueguina y por muchos años sus peripecias
sirvieron de antecedente y motivo para propiciar una colonización inmediata
de la Isla y la creación en la misma de un puerto de arribada (15).
Cabe aquí, sin embargo,
un nostálgico recuerdo para el fantasma de CURRECHEA, el capitán que fue
navío, que por muchos años representó la imagen del pionerismo fueguino y del
cual hoy por amor a la verdad histórica me convierto en verdugo.
Por supuesto que la
información que nos brinda el sumario recientemente descubierto, no se limita
a reivindicar el nombre de don José Joaquín de Ostolaza. Hay otras
novedades.
Comencemos por la lista
de la gente salvada.... puesta de manifiesto por el mismo Ostolaza con
especificación de cargos, situaciones v oficios. Revistan en la
nave (San José y las Animas) 7 oficiales de plana mayor, 13 oficiales
subalternos, 31 marineros, 72 grumetes, 10 pagos, 11 entre reposteros,
cocineros y afines, 2 pasajeros de primera clase, 4 dependientes del maestro,
9 criados de los pasajeros, 2 capitanes de gallinas, 1 soldado de tropa, 4
carpinteros embarcados en Montevideo, 1 agregado a la repostería y 10 negros,
esclavos de pasajeros y oficiales (16).
De la audiencia de los
testigos surgen la edad, origen, oficio y hasta rasgos de conducta de muchos
de ellos.
Un cómputo sencillo
pone en claro que la lista de Ostolaza con 188 personas salvadas resulta
difícil de compaginar con las constancias del diario de navegación y otros
pasos del sumario. Los viajeros de La Purísima eran
categóricamente 193, no 197 como afirman Ratto y algunos autores (17).
Consta en actas que
tres fallecieron en el viaje de regreso. Joaquín Arana y José
Antonio Lezcano describen en su testimonio la tempestad que lo azotara frente
al estrecho de Magallanes y que los obligó a alijar las mochilas y el bote,
mientras los pasajeros se hacinaban en la bodega y cerraban las escotillas
para no perecer anegados. En ese episodio dos personas murieron de
asfixia y cuatro fueron extraídos semiahogados. De estos últimos
uno falleció tres días después.
Con todo el cotejo no
resulta ajustado: o no eran 193 los pasajeros o sucumbió alguno más durante
el viaje de regreso u Ostolaza omitió nombres en su lista.
Hay que subrayar, en
homenaje a los investigadores pasados que José de Camiruaga era el capellán;
Eusebio de Molina, el escribano; José Antonio (no, Francisco) Lezcano, el
maestre; y Manuel Moreno (hay otros dos Moreno a bordo) criado de los
pasajeros que pasaron a Lima por tierra, no precisamente contador, como
afirma Mariano Pelliza, ni secretario privado, como dice más aproximadamente
Torre Revello (18).
José Zabalza puede ser
uno de los muertos. Molina lo nombra en el sumario y no aparece en
la nómina de salvados. Sin embargo, su nombre aporta un recuerdo
pintoresco. Cuando le inventariaron el baúl en Puerto Consolación
hallaron un violín y una flauta: eran para un residente en el Reino de Chile
apellidado Chacón. No hay noticias de que instrumentos musicales
europeos hayan sido vistos anteriormente en la Tierra del Fuego.
En otro orden de cosas
y en el folio 7 a la vuelta, hay un minucioso inventario, confeccionado por
el alguacil mayor de las Reales Cajas, don José de Rivadavia.
Comienza con la
descripción pormenorizado del navío de los primeros astilleros fueguinos -el
San José y las Animas-, de sus aparejos y carga. Pueden resultar
buena información para modelistas navales los detalles de este barquito que
salvó en menos de 23 días la distancia que La Purísima tardó 35 para
recorrer.
Siguen luego las
vituallas que sobraron, los armamentos y hasta el lastre, asentado
globalmente. En nota posterior aparece la caja de la capilla con
todo su instrumental litúrgico (19).
El 21 de noviembre de
ese año de 1765 la Real Audiencia decide elevar el expediente a la Casa de
Contratación de Cádiz.
Y deja constancia que
las costas del sumario se elevan a 486 pesos.
Durante la causa, el 20
de junio, la autoridad pertinente entregó el mando del San José que estaba en
reparación en las Barracas, al Contramaestre de la fragata Venus don Manuel
Marturell. Este asumió el cargo de manos de José Antonio Lezcano
el 3 de agosto. El barco llevaba dos campanas a bordo: una mediana
y otra pequeña. La de cuatro a cinco libras de peso fue adquirida,
previa autorización del Gobernador Cevallos del 27 de julio, por el rector
del Colegio San Ignacio, don Nicolás Plantic SJ. y entró a prestar servicios
educativos.
Todo esto no pasaría de
anécdota intrascendente si únicamente sirviera para corregir un error menudo,
aunque inveterado, o para llenar vacíos en la reconstrucción de un episodio
interesante. Tuvo otras virtudes que pasamos a analizar.
Un informe elevado al
gobernador Cevallos aparentemente por un marino, alerta a la Corona sobre el
valor del incidente.
Lo transcribo completo,
no sólo por la importancia que reviste para el porvenir de Tierra del Fuego,
sino también por las minuciosas observaciones, algunas discutibles, que
contiene.
Dice así:
"La Concepción de Curruchea que iba
al Callao se perdió el 10 de enero en la costa de la Tierra del Fuego en los
5,V de latitud. Todo el equipaje se salvó porque vararon con buen
tiempo. Sacaron víveres, herramientas, maderas, algunos géneros de
telas, y todo lo que necesitaban para mantenerse algún tiempo en aquel
paraje. Hicieron su real en una llanura al abrigo de un bosque,
inmediato a un buen puerto de 26 pies de agua, su fondo arena y fango y
cabrán en el hasta 100 embarcaciones. La entrada es estrecha y hay
en esa canal 5 y V2 brazas de agua. Empezaron. a construir una goleta de
28 codos su quilla era de un mastelero de gavia. Para la tablación
serraron el bauprés; palos vergas y masteleros y de la mitad del casco del
navío que la mar echó a tierra, sacaron, la clavaron, después de haberle
quemado salieron de ese puerto 193 hombres y llegaron a Buenos Aires con
pérdida de 3 el 24 del mismo. Parte de esta tripulación tengo en
mi bordo v de algunos hombres de razón e inteligencia he procurado adquirir
estas noticias en las que todos convienen. Es tierra muy fértil
tiene mucho apio silvestre de un gusto muy delicado: abundancia de una
especie de fresas; manzanilla en unas matas como espinos y otra frutilla todo
de muy buen gusto.
Los naturales son muy humanos y afables, de estatura más que mediana, blancos, rubios, y de buena disposición. Su traje el de pieles de guanaco, y de lobo marino, sus armas son el arco y la flecha, su mantenimiento es pescado y en aquel tiempo había varado una ballena en la playa de la que iban partiendo trozos que metían bajo de tierra de donde los iban sacando para comer a medio asar. Traen rosarios al cuello y manillas o pulseras cuyas cuentas son de piedrecitas y conchas del mar y querían que la marinería les regalase algunos. Sacan fuego restregando dos palos para encenderle en donde quieren. Cuando se embarcó esta marinería fue a hombro de los indios porque voluntariamente quisieron hacer estas demostraciones de amistad y cariño, por lo que no hay duda que sería muy fácil domesticarlos y que si es tan buen temperamento y el país fértil como dice esta gente, convendría mucho tener allí una colonia y puerto de arribada para las embarcaciones que por alguna desgracia no pudiesen montar el cabo. Hay arboledas de diferentes calidades y se encuentran algunas maderas de construcción." (20).
Seguramente el
manuscrito llegó a la cumbre de San lldefonso porque Arriaga responde
Bucareli el 2 de octubre del 66:
"Enterado el Rey de las noticias que
contiene el papel adjunto relativas a la Tierra del Fuego donde estuvo la
gente del Registro la Concepción que se perdió en aquella costa y considerando
que vería en grande importancia tener en aquel país una colonia y puerto de
arribada para las embarcaciones que por alguna desgracia no pudiesen montar
el cabo y sobretodo atendiendo su católico celo a que, según las
demostraciones de amistad y cariño que en aquella ocasión manifestaron
aquellos indios, prometen la mejor disposición de catequizarse: Me manda S.
M. pasarlo a V.E. a fin de que tratando sobre este asunto con los superiores
de la religión de Sto. Domingo acuerden con ellos el envío de dos
o más religiosos a la citada Tierra del Fuego en alguna embarcación pequeña
para que tanteen el logro de tan interesante objeto, disponiendo V. r. que
este gasto se costee de cuenta de la Real Hacienda y facilitando los demás
auxilios que se tengan por convenientes y precisos para la execución de la
empresa..."
Para el Rey se
trataba de una operación distinta de la simple búsqueda de asentamientos
ingleses. Para este fin había impartido instrucciones al
gobernador de Malvinas Felipe Ruiz Puente y fondeaban en Montevideo las
fragatas Liebre y Esmeralda que, aunque fuera de pasada, venían a sumarse a
la flotilla platense. Hasta la fragata El Águila, en viaje del
Ferrol al Callao con tropa del primer batallón de Santa Fe y artillería, vía
cabo de Hornos tenía instrucciones de reconocer las costas de la ruta (21).
El Rey establece
precisamente que se tanteo la posibilidad de instalar una colonia, un puerto
de arribada y una misión en Tierra del Fuego. Renacía el deseo de
colonizar el sur iniciado en 1745 con la expedición de Olivares.
Por otra Real Orden nos
enteramos de la respuesta de Bucareli.
"Respondiendo V. E. a la orden del 2
de octubre del año próximo pasado... manifiesta en carta del 9 de abril del
presente que las noticias que se le dieron relativas a la Tierra del Fuego,
se conforman en todo con las que ha adquirido de algunos individuos del
Registro de la Concepción que se perdió en aquella costa y aun permanece ahí:
añadiendo V.E. que en habiendo caudales para sufragar los gastos de esta
expedición y la construcción de una embarcación proporcionada se pondrá de
acuerdo con los superiores de la religión de Santo Domingo y enviarán allí
algunos religiosos que tanteen el logro de tan interesante objeto". (Es el momento en que se está expulsando a
los Jesuitas).
Para
el 28 de enero del 67, Francisco de Paula Bucareli y Urzúa había comunicado
que como no disponía de una embarcación adecuada para el cumplimiento de la
Real Orden del 2 de octubre del 66, iba a construir un bergantín. Y
a pesar, por una parte del estado anímico que lo afligía, (en una nota pide
" por las llagas de Jesucristo y las
entrañas de su Santísima Madre me saquen del caos de iniquidad que hay en
estas provincias... Volvería a empezar sin mérito de cadete de guardias
españolas, considerándome dichoso de no estar aquí...");
y por otra, que el Virrey del Perú
"no ha enviado caudal alguno";
"con mucha parte de cortas remesas"
lo tendrán listo para octubre. Mide
22 codos de quilla, se llamará "San Francisco Paula" y quedará al
mando de su constructor el teniente de fragata Manuel Pando (22). El 13 de noviembre la corte
insiste con informaciones alarmantes (23).
El 19 de enero del 68
partió el flamante bergantín rumbo a Maldonado.
Llevaba cuatro
religiosos dominicos, un sargento, seis soldados de infantería y otros
individuos con provisiones de boca y guerra y objetos propios al
entretenimiento y reducción de los indios, según carta de Bucareli del 28 de
enero (24).
El 7 de marzo ya
navegaba entre el Cabo Espíritu Santo y el Cabo Peñas y Pando
"descubrió una ensenada en la que
determiné entrar y dar fondo",
cosa que hizo a tres millas de la
playa. Estaba, así lo creemos, en la bahía de San Sebastián
aproximadamente a los 54' de latitud.
Al día siguiente
botaron al agua una lancha para sondar. En ella desembarcó el
capitán, sin armas ni escolta. Quería efectuar
reconocimiento. Regresó a la noche. Se había encontrado
con indios que se acercaron al desembarcadero
"y lo abrazaron con tan grande
algazara que nadie de los que con el venía entendió palabra alguna."
Se quedó en la
bahía hasta el día 15. Realizó varias excursiones, visitó chozas
de indios y los obsequió
"con abalorios, rosarios y
cascabeles".
Ese mismo día
zarpó en procura del ya famoso Puerto Consolación: calculaba que estaba
situado a unas 14 leguas del lugar. Pero se atravesó en los planes
el caprichoso clima fueguino: comenzó a soplar con fuerza el noroeste y antes
que lo pudieran remediar se hallaron casi frente al cabo San Diego. Los
cambios repentinos de viento siempre tempestuosos infligieron a Pando
cualquier clase de padecimientos hasta que el día 20 se encontró al borde de
las Malvinas. Debió retornar a Buenos Aires, no sin quejarse de la
poca eficacia del navío.
El 2 de mayo Bucareli
da cuenta a la corona de la prueba cumplida. Esta acusa recibo por
Real orden del 6 de octubre.
El 30 de diciembre del
mismo año 68 Bucareli insiste en notificar que Domingo Perler y el teniente
de fragata Manuel Pando salieron por distintos rumbos comisionados para el
descubrimiento de ingleses y del nuevo establecimiento de Tierra del Fuego,
habiendo conseguido únicamente reconocer la parte designada en los planos y
diarios que remitirá en su oportunidad. Y agrega textualmente:
"Aprovechando la actual estación
despaché en 7 del presente (diciembre de 1768) a don Manuel Pando, con dos
embarcaciones el bergantín San Francisco de Paula y la goleta San Rafael bien
dispuestas, municionadas y artilladas, un sargento y ocho soldados, tres
religiosos dominicos y varias especies oportunas para el mantenimiento de los
indios para la isla del Fuego, con orden de formar población en el puerto más
útil y ventajoso, a los interesantes objetos a que se dirije, de permanecer
en ella hasta la primera ventura, reconocer toda su costa, la de Patagones y
del Estrecho de Magallanes al Puerto Famine, para desalojar a los ingleses o
reconvenirlos caso de encontrarlos siendo superiores las fuerzas, quedándose
con una embarcación y enviando la otra con las noticias que adquiera (25).
Este documento
pareciera desmentir la generalizada opinión según la cual Pando no llevó
misioneros en su segunda expedición. De cualquier manera y por
motivos diversos, después de inspeccionar el Deseado, no pudo sobrepasar la
latitud del Estrecho. Y Tierra del Fuego siguió abandonada. El
8 de mayo del 69 Pando estaba de vuelta. La corona no cejó en sus
propósitos,
"con destino a la
formación del establecimiento en Tierra del Fuego... No habiéndole verificado
(Pando), por la contrariedad de los tiempos, me manda el Rey, comunica
Arriaga a Bucareli el 11 de septiembre de 1769, prevenir a V. C. disponga su
cumplimiento en estación más oportuna, adoptando todas las providencias (26).
Pando vuelve a España
en 1775 y como él muchos otros rastreadores de las costas. Pero,
aunque no queden fondos para reparar a la fragata Rosalía o al Septentrión o
al Astuto que convalescen en Montevideo, siguen moviéndose bajeles a la caza
de los fantasmas sureños (27).
Justamente ahora y en
este lugar encaja la denuncia de Clairac de la que hablamos al principio del
capítulo anterior, la Real Orden rubricada por Valdez del 12 de julio de 1789
que ordena al gobernador malvinense no dejar puerto o caleta sin revisar, y
también el anuncio de la satisfacción real por las noticias de la
inexistencia de Pepys y Nueva Irlanda.
A pesar de todo esto y
de la solución del problema de las Malvinas, una nueva sombra oscurece el
horizonte rioplatense. Los españoles están preocupados seriamente
por la situación que plantea a Gran Bretaña la pérdida de las colonias
norteamericanas y su veleidad de compensarse en el sur no sólo por motivos
políticos, sino también comerciales como la pesca de la ballena y la caza del
lobo marino.
Por todo ello la Corona
determina en 1778 la creación escalonada de establecimientos en la costa
patagónica hasta el estrecho. Tierra del Fuego seguirá marginada (28).
En el 79 el Rey
autoriza a los vasallos americanos que hostilicen por mar y tierra por vía de
represalias a los súbditos ingleses. Y el 23 de septiembre de 1790
llega alarmante correspondencia del Conde de Campo Alenge (pareciera que la
concesión de pesca del 3 de septiembre de 1787 a Tomás Romero y José
Capdevila no ha producido efectos visibles):
Una balandra inglesa,
la Audaz ha pasado por Canarias, Río e islas Falkland para reaprovisionarse
de un ancla, víveres y otros enseres (29).
"En la declaración del citado
capitán (fs. 3..) consta las embarcaciones que encontró por estos mismos
mares y haber arribado y hacer aguada en Pto. Egmont dos inglesas
que regresaban a Londres desde Nueva Irlanda (¡de nuevo el
fantasma!) a donde habían conducido familias, oficialidad y tropa y
desde la isla de Santa Elena algunos víveres, lo que confirma de algún modo
las noticias tenidas por diversos conductos de la existencia de aquel
establecimiento que hacen necesarios los reconocimientos que medite para su
descubrimiento en los términos que doy cuenta a V. E. en oficio N? 4.
El 7 de febrero último arribó a la misma Isla de Soledad la Goleta americana con registro de Baltimore, la Peregrina, capitaneada por Juan Palmer... (venían de Nueva York, Isla de Madera, Cabo Verde, a Falkland camino de Cantón). (El capitán y Jorge Brigth narraron que)... cuando estuvo dicha goleta en las islas de cabo Verde se hallaba en ellas otra embarcación que conducía 200 mujeres para la isla de los Estados o Nueva Irlanda: que otra que arribó allí procedente del cabo de Buena Esperanza dio noticias de estarse padeciendo en la misma Nueva Irlanda una gran escasez de víveres: que dos fragatas inglesas, la Southampton y la Fackal parece tenían orden de llevarse prisionero al comandante de nuestra isla la Soledad si lo hallaran fuera de los límites de ella, por haber echado de Puerto Deseado a una fragata y a un bergantín de la misma nación y que advertido el capitán de una de esas fragatas y otras igualmente inglesas de que no entrase en Pto. Deseado por pertenecer a los dominios de España, respondió que nadie podía estorbarle entrar donde mejor le conviniese y que si alguien lo intentase obraría según las órdenes que traía..."
Desde entonces
las operaciones de rutina mejoraron por la presencia de los establecimientos
patagónicos y la actividad de sus jefes tanto que el 16 de marzo de 1795 el
virrey don Nicolás de Arredondo constataba que
"estas colonias nuestras que muy
bien pueden llamarse militares... van tomando... su incremento en población y
cultivo y las de la costa patagónica sirven... de una especie de barrera,
atalaya y observatorios... para con los indios... como para los
ingleses".
Describe las
expediciones anuales y anuncia que
"también por medio de la expedición
que, con la corbeta de S. M. titulada San Pío al mando del capitán de fragata
don Juan José de Elizalde y el bergantín Carmen de esta plaza a cargo del
piloto... don José de la Peña seguirá el patrullaje (30).
En efecto don Juan José
de Elizalde y Ustáriz había partido el 20 de diciembre de 1791 en busca de la
famosa de Nueva Irlanda, poco después del capitán Pedro Pablo Sanguineto que
en ruta a Malvinas se cruzó con nueve embarcaciones (31). El 3 de enero ya estaba en
Deseado, en donde permaneció quince días. El 27 de enero del 92
entraba en Buen Suceso, cerca de donde desembarcaran 174 años antes los
Nodales, el 27 de enero de 1619, y en donde vivió media semana
Bougainville. Ya había cumplido una extraordinaria misión: habían
recorrido y bautizado a muchos accidentes de la costa fueguina desde San
Sebastián hasta el cabo del Medio, mesa de Orosco, mesa de Daoiz, caleta
Policarpo, y ensenada de Nuestra Señora del Carmen... (32).
Fondearon en Buen
Suceso el día 31 y el 2 de febrero, después de misa (el capellán era Pío de
Aguirre), Elizalde, el capitán José de la Peña, el alférez José de Zuaznávar
y don Cándido Lasala, con 16 hombres partieron en un bote con víveres para
seis días. Revisaron hasta bahía Aguirre y cabo San Pío y situaron
la isla Nueva...; pero de Nueva Irlanda no encontraron rastros. Mientras
tanto, y esta noticia la debemos al novísimo estudio de Juan José Antonio
Segura, los que quedaron en la nave, principalmente su contador don Manuel
Lefrant y Fernández establecieron vinculaciones con los indígenas. Por
razones testimoniales es muy importante transcribir algunos de los párrafos
del diario inédito que nos revela Segura (33):
"Los indios del lugar, dice
Lefrant" que viven en la miseria, porque sin caballos, ni más compañía
que algunos pocos perros, andan totalmente desnudos en aquella frígida
latitud del 55'.
"... Se sirven no obstante de una piel de lobo marino, una que otra de guanaco, o de zorrillo, que traen suelta a modo de capa por encima de los hombros, y no les pasa de la rodilla, ni tapa sus partes. Pero no así las chinas (o sea las mujeres), las cuales con la misma piel ceñida y amarrada al cuerpo, andan cubiertas desde los pechos hasta la rodilla. Cosa que maravilla. Como la costa se compone de una espesura de bosques situados en declivio al mar, a cuyas riveras bajan a coger con industria varios pescaditos finos de los muchos que allí se crían, y a ver pasar una que otra embarcación de la que solo por accidente tornan por aquel terrible Estrecho, ó a la vista de él para las navegaciones de la mar del Sur: trepan por allí subiendo y bajando los bosques como las cabras, y rozándose por entre los árboles, de que se hallan los más descalabrados de piernas y pies. No pueden ver fumar y piden no se eche humo por la voca por que manifiestan a esto mucho horror y miedo. Nada comen ni beben de nuestros manjares, por más que se les insta, acostumbrados a sus frutillas silvestres y carne de lobo marino de que comunmente se alimentan".
Opinaba Lefrant que la
vida de tales hombres debía ser muy corta, toda vez que no se veía un anciano
entre ellos; cuando eran muchos los que había entre los patagones, que eran
"corpulentos y membrudos como nos
los describieron los Nodales".
A los del estrecho de
Le Marie los hallaba casi en todo semejantes a las gentes de campo de
Galicia.
"Unos y otros aman y cuidan
notablemente sus criaturas, las quales cargan las pobres madres a cuestas
aseguradas en una piel: esto es las del Estrecho".
Tampoco rehusaban los
indios venir a bordo
"y tratarnos afablemente en tierra,
donde a nuestro desembarco nos recibieron la primera vez con una flor
guarnecida de todo su tallo, que es la demostración de que usan en señal de
paz y amistad. A pesar de la incomprensibilidad de su lenguaje, se
ha servido Dios de mi para descubrir una parte de él, y de los
nombres de algunos de ellos, por medio de un joven llamado-Chámau que al
intento me sirvió de intérprete maravillosamente, y de que habiendo formado
apuntaciones sobre el mismo acto con un lapicero, se sirvió luego de ellas el
Comandante para notarlas en los Acaecimientos de su Diario Náutico, siendo yo
el único entre tantos que logré este feliz descubrimiento, en que se me
manifestaba mui fecundo este pobre indio...
Les enseñé a decir Ave María -informará más adelante- les signifiqué que en el Cielo havitaba nuestro Padre Dios, a quien adorábamos; pero nada entienden".
También expresará con
respecto a ellos:
"Estos infelices nos buscan y desean
conocer: nos piden por limosna un cuchillo para cortar la carne de lobo
(marino) que los sustenta, un gorro infeliz para cubrir la
cabeza, un pañuelo pobre para ceñírselo, a ella, un botón de metal amarillo
para adornar el cuello, y nosotros les facilitamos esta basura solo en cambio
de sus arcos y flechas, únicas armas de su defensa y caza de aves, que en
tanta parte nos han franqueado".
"Una tribu de estos vino siguiendo la lancha hasta Buen Suceso, donde se mantuvieron entre nosotros hasta el día de la vela, hablando por los codos, cantando, y aún danzando, pero nada de comer. Mi apreciable intérprete Chámau, era uno de los que venían en esta tribu, pero usaba de mucha compostura en su modo. Estos mismos se encontraban en sus canoas quando la lancha nuestra andaba por el Sur, y allí hablaron, gritaron y trataron con los nuestros, de cuyas resultas la vinieron siguiendo por tierra hasta el Buen Suceso con sus mugeres y chiquillos, que son en corto número, arrumbando sus canoas a un lado desde aquel punto, y dando al Comandante uno de sus remos y otros muebles a cambio de cuchillos, que es lo que más solicitan todos ellos".
Los
expedicionarios volvieron felizmente, a pesar del azote de los durísimos
fenómenos atmosféricos y el 8 partieron hacia el Lemaire. Pero las
corrientes y los vientos los obligaron a refugiarse nuevamente en Buen
Suceso,. Zarparon al fin el día 11. El tiempo los
mantuvo con el corazón en la boca hasta que llegaron a las islas de Año
Nuevo. Allí parlamentaron con dos balandras
inglesas. Reconocieron las costas y el 21 aportaron a Soledad.
Anécdotas aparte,
Elizalde relataba el viaje al virrey Arrodondo y concluía:
No existen establecimientos extranjeros
en Puerto Año Nuevo ni en las costas orientales y meridionales de Tierra del
Fuego. Puede haberlos pronto en Año Nuevo, único puerto bueno que
hay en estas regiones. Lo mismo sucede en bahía de Arrecifes (53'
45' sur y de longitud 61' 30' de Cádiz) y Puerto Arredondo (caleta
Falsa, 54' 32' sur y 60'), ignorados al presente por todos los navegantes (34).
Esta expedición parece
desvanecer en la fantasía española al travieso fantasma de Nueva
Irlanda. Salvo que en algún archivo de la vieja Albión no aparezca
otra noticia.
|
Notas
(1) Según Martín Rodríguez (Toponimia de la costa patagónica y fueguina. Coni. Buenos Aires. 1940. página 23) fue en caleta Falsa o Arredondo: posiblemente el naufragio fue en caleta Falsa y Puerto Consolación en Policarpo.
(2) Casi todas las precisiones de la primera
parte de este relato están sacadas de la copia del "Diario del naufragio
del Registro la Concepción en la Tierra del Fuego recivido por el Príncipe
S.n Lorenzo en Nov.re de 1766." (Cfr. Archivo General de
Indias, Sevilla, Audiencia de Buenos Aires. Exp. a instancia de
partes. Año 1771 a 76 Estante 124. Cajón 1. Leg. 14);
publicado por el Capitán de Fragata don Héctor R. Ratto en el Anuario de la
Sociedad de Historia Argentina, 1940, págs. 411 a 428.
El mismo Ratto depositó en el Servicio Hidrográfico Naval otra copia del mismo Diario y un resumen de lo acaecido en el R° La Concepción obtenidos en el Archivo de Indias, más algunas referencias al caso. En el Archivo General de la Nación de Buenos Aires (Sala IX.16.9.18) consta que el 4 de abril de 1791, el Marqués de Bajamar solicitó desde Aranjuez al Virrey bonaerense el envío de 9 documentos del Archivo de Temporalidades para destinarlos a la preparación de la expedición de Malaspina. Entre ellos estaba el Leg 3°, N° 8 que era el Diario del Viaje de la Concepción. La Real orden del 5 de febrero de 1889 ordenaba a la Junta de Temporalidades franquear a Malaspina a todos los archivos (AGN. IX. 25.1.12.L.19).
(3) Veremos luego que el buzo fue José Arocha y
el que alijó 90 bultos, aproximadamente, Miguel Iztúriz.
(5) Hay que notar que los navíos reales
llevaban instrucciones para estos casos.
Igualmente los de Registro que, aunque pertenecían a compañías privadas, con despachos del Consulado de Cádiz suplían a las Flotas Reales en el comercio e intercambio con las colonias. Lo de construir naves tras el naufragio no era novedad, pero nunca se había realizado en tan gran escala. Dos siglos antes, por ejemplo, Francisco Cortés Ojeda, de la expedición de Juan Ladrillero, naufragó al penetrar en la boca occidental del Estrecho de Magallanes v construyó un bajel para retornar a los puertos de Chile. Por otra parte la tribu Haush o Manekenkn vivían todavía entre la Bahía de Buen Suceso y el Cabo de S. Pablo, teniendo como principales asientos la Bahía Thetis y los fondeaderos Falsa y Policarpo" según ALBERTO M. DE AGOSTINI, Mis viajes a la Tierra del Fuego, Milán, s. d., p. 273). Ver anexo N? 1 al fin del capítulo.
(6) Aunque Sarmiento de Gamboa desembarcara en
la Isla de Tierra del Fuego el 16 y 18 de febrero de 1580, precisamente en la
Punta Gente Grande y en el Cabo San Vicente, no consta en sus relatos que
hiciera celebrar en ella oficio religioso alguno. El sábado 12 de
febrero de ese mismo año, su capellán Fray Antonio Guadramiro, celebró misa
junto a la boca del río San Juan en la rivera continental del Estrecho. Tampoco
poseemos ninguna indicación semejante en los desembarcas de Juan Mane (1617)
y de los hermanos Nodales (Bahía del Buen Suceso, 27 de enero de 1619).
(8) JOSE TORRE REVELLO, El Padre de Mariano
Moreno, Diario "La Prensa" de Buenos Aires, 1? de enero de 1938,
sección tercera.
(9) JUAN HILARION LENZI. Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico
Sur... Buenos Aires. Editorial Progreso. 1967. página 69, nota 1.
(10) Cfr. A. y A. García
Carrafa. El solar vasco navarro. Librería Internacional
San Sebastián. 1966. 6 tomos.
- ISAAC LOPEZ MENDIZABAL. Etimología de apellidos. Vascos. Librería del Colegio, Buenos Aires, 1958. - JUAN DE BRENCHUN, Apellidos blasonados. Enciclopedia guipuzcoana Marzo 1865.
(12) Cfr. Archivo General de la
Nación. Buenos Aires, Biblioteca Nacional. Leg. 188.
N° inventario 015136, pág. 34.
En la "Disertación en que al mismo tiempo que se demuestran los empeños de la Corte de España para fixar poblaciones en la Costa Oriental llamada Patagónica y los motivos de sus desgraciados fines, se persuaden las utilidades que puedan sacarse y prometerse de la subsistencia y fomento del que ha quedado en el Río Negro...' (dirigida) al "Exmo. Señor Márques de Loreto Vi Rey v Capitán General de las Provincias del Río de la Plata... (por) Dn, Franco de Viedma Gobernador e Intendente de las Provincias de Santa Cruz de la Sierra y Cochabamba y Comisario Superintendente que fue dedhos establecimientos (Patagónicos)" fechada en Buenos trataba comprar a los franceses las Malvinas no tuvo esta propuesta." "En la Tierra del Fuego que se compone de varias islas el año de 1769 o 66 se perdió el Nabio llamado la Concepción de Escurruchea en la costa de una de ellas cerca de 14 leguas de la voca del Estrecho. La tripulación que se salvó hizo por sí un barco de bastante buque para transportarse con sus provisiones a Buenos Aires donde informaron a su Gobernador, Dn Pedro Zevallos, que los Indios habían sido mui humanos y caritativos, ayudándoles a pasar madera pa. la construcción del Barco y asistiéndoles en todo con otras particularidades y noticias de aquellos parages i de todo lo cual enbió Dn. Pedro Zeballos una relación exacta a la Corte y propuso establecer una colonia en la Isla; pero haviendo sido en ocasión, que se trataba comprar a los francesas las Malvinos no tuvo esta propuesta."
(13) Archivo General de la Nación. Buenos
Aires. Sala IX. 43.4.10. Registro de Navíos Leg. 43 EXP. 5.
(15) Real Orden del 2 de octubre de" 1766 y
Real Orden del 17 de septiembre de 1767. Cfr. Archivo
General de la Nación de Buenos Aires, Biblioteca Nacional, Le.-. 170 y 171.
(16) Lista de "Gente salvada que trae esta
embarcación..." según el "Sumario sobre la aberiguación de la
pérdida del Navío nombrado La Purísima Concepción". OFICIAS
de Planama R. 1 cap.tn y piloto - Dn Jph Joaquín de Ostolaza; 2 Maestro -
Dn. Jph Antonio Lazcano; 3. 2? piloto - Dn. Luis Jph de
Andrade, (35 años); 4 capellán El RP. Fray Juan de Camiruaga; 5.
3° piloto - Dn. Luis Bullon; 6 Escriv.no - Dn Eusebio Molina; 7
Ciru ' ¡ano - Dn. Joaquín de Terreros OFICIAS SUBALTERNOS: 8
Contramaestre Juan Caravallo, (35 años); 9 Guardián - Carlos Ba,-quez, (36
años); 10 29 ydem Lucas Albarez; 11 Condestable - Franco Beraza; 12 Despen.o
- Juan García, (15 años); 13 Carp.o Lorenzo Mazias; Calafate - Vizente Bono,
(Fco. 21 años); 15 Tonelero - Franco García; 16 Sangra.r - Franco Lacomba;
17, 29 Carp.ro - Jph. Mazias, (18 años); 18 21 Calaf. - Franco
Bono, (21 años); 19. 19 Pilotín - Dn. Joaquín de Arana; 20. 2,
ydem - Dn. Andrés Surlín. (25 años). MARINEROS: 21.
Antonio Ponze; 22 Franco Dominguez; 23 Jpb. Navarro; 24 Franco
Díaz, (30 años); 25 Manuel Dph; 26 Antonio Brea; 27. Bernardo
Figueroa; 28 Franco Maestro; 29 Antonio de Paz; 30 Juan Barasva, (Barasta o
Barasba); 31 Juan Miguel Echeverría; 32 Anastacio de Otero, (o Moreno - 35
años); 33. Jph. del Corral, (39 años); 34 Franco Obrígo; 35 Juan
Ignacio Echeverría, (29 años; 36. Pedro cio de Alcorta, (Pedro
Domingo?); 37 Jph. Rodríguez; 38 Ramón de Alango.: 39 Pedro de
Gorostiaga; 40 Jph. de Alvarado; 41 Franco Gallo; 42 ' Juan Antonio de
Arrebuelta; 43 Agustín Gonzalez; 44 Jph. Antonio Bonilla;
45. Juan Cumplido; 46 Blas Solar¡; 47. Manuel
Sevillano; 48 Manuel García; 49 Franco de Alberto; 50 Blas Leyró; 51. Conzin.o
de trip.on - Agustín Dominguez. CRUMETES: 52, Juan de Urribarren,
(Uribarri - 31 años); 53 Manuel Cabañas; 54 Javier Morán; 55. Juan
Antonio Salaverría; 56 Bln-, de Gorostiza; 57. Domingo Suarez; 58
Franco Jimenez; 59. Pedro de Anacabe, (22 años), 60 Manuel de
Ibarrola, (Ibarra - 23 años); 61 Jph. (Dgo de) Errazquin, (25 años);
62. Franco. Bilbao; 63 Pedro de Alcoroa (o Alcorta); 64
Salvador de Lordrá; 65 Jacinto de Torres; 66 Juan Ramos; 67 Bernardo
Fernandez; 68 Phe Choca; 69 Jacobo Pachecho; 70 Enrique de Soto; 71 Pedro de
Acuña; 72 Jph. Barón. 73. Bernardo Barrera;
74 Franco Castel; 75 Jph. Bienbenido;
76 Ramón García; 77 Juan Antonio de Cazas; 78
Rafael Viche: 79 Miguel Vela- 80 Jph. Barrero; 81 Jph. De Arocha;
82. Vicente Jorge; 83. Manuel
López, (Fco. López - 42 años) 84 Melchor de Turnes; 58 Jph.
Irazábal; 86. Juan Matheo' del Río; 87 Jph. Rodríiuez
88. Alonso García; 89. Manuel Angucira; 90 Geronimo
Gonzálezl- 91 Vicente Cozido; 92 Andrés Caman; 93 Franco Aizgaray; 94 Manuel
Martínez; 95 Jph. Rizo; 96 Jph. Vega; 97. Pedro
Montero; 98. Antonio Sanchez; 99 Juan Grela; 100 Manuel Pedredra;
101. Jph. Campos; 102 Santiago Jorge; 103. Ventura
de Iglesias; 104 Jph. Bullon; 105. Jph. Rodríguez;
106 Jph. García 107. Dominp,,o Truena; 108. Jph. Gallegos;
109. Juan de Calleja; llo. Franco Capilla; 11 Franco
Sacona; 112. Manuel de Castro; 113. Jph. Luis
Lazo; 114. Pedro de Aristimuño; 115 Joaquín Azpiri;
116. Jph. Alvizo; 117. Franco Fazino; 118 Martín
de Irazague; 119. Miguel Varaño; 120. Juan Bautista
Arizmendi; 121. Miguel Mason; 122. Juan Antonio de Quintana;
123. Chistobal Mogues. Paxes:
124. Juan Antonio de Arrieta; 125. Jph. Casa
Revilla; 126. Juan Fabre; 127. Juan María; 128.
Jph. Navarro; 129. Bartolomé García; 130. Benito
Gonzalez; 131. Vizente Diaz; 132. Luis
Surlín; 133. Vizente Sicardo. Pertenez.tes a la Respost.a y
Cozina: 134. Maiord-o - Antonio Garre; 135. Respostero - Pablo de
Orante; 136. 29 ydem
Tlhe Diaz; 137. Pedro Sicardo;
138. Juan Bautista Sibilia; 139. Carlos Drago; 140. 1? Cozín.
- Juan Perez; 141. 2? ydem - Andrés Manito; 142. Lorenzo Moreno;
143. Diego Solilla; 144. Franco Villanueba. Pasajeros
de lra. Clase: 145. Dn. Pedro. Jph.
de Ayesta, (48 años); 146. Dn. Reynaldo Bretón, (37
años). Depend.tes del Mestre: 147. Dn. Bernardino
Picart; 148. Dn. Mig,,-uel Izturiz; 149. Francisco
Buelas; 150. Del3to. del S.recargo - Dn. Eduardo
Perez. Criados de los pasajeros que pa.ron a Lima por tierra: 151. Franco
Garrido; 152 Manuel Moreno; 153 Ipolito de Urbina; 154 Dom. Mendía;
155 Antonio Fonseca; 156. Antonio Oriza; 157. Miguel de
Ibarra; 158. Cle mente Navarro; 159 Martín de Aramburo. Capitan
de Gallinas; 160 Jph. Cruz; 161. Diego Gimenez. Tropa
ciue yba detransporte: 162. Dn. Athanacio de los Reyes;
163. Raphael de Unzaguez; 164. Juan de Soto; 165
Jph. Coronel; 166. Matheo Aguilar; 167. Estevan
de Iribar; 168. Domingo Eiuaguirre; 169. Jph. Gonzalez;
170, Pañadero - Juan León; 171. 2° ydem - Juan Gatillo; 172 Cam del capitán
Christobal Ostolaza; 173. Eldonado del capellán. Jente de pasaje
que se embarcó en Montevideo dp, Ofiz.o Carpint.o: 174. Franco
Orristi; 175. Antonio Lopez; 176. Jph. de Aricochea;
177, Plazido del Río. 178. Agregado a la Respostería - Alejandro
Urtado, (de Mendoza). Negros Esclavos de Ofiz.s y pasax.ros: 179.
del capit.n - Jph, negro; 180 ydem Miguel ydem; 181. del mre - Juan ydem; 182
del 2? piioto - Dm.o ydem; 183. del escrivano - Jph. negro; 184 del
contram.te Ventura ydem; 185, del maiord.o -- Juan ydem; 186, del pasajero
Aiesta - Jph. Joaquín; 187. Pedro Antonio ydem; 188.
del po.Bretón - Cayetano ydem.
Esta nómina ha sido transcripta del
Archivo General de la Nación de Buenos Aires, Registro de Navíos -
1765. Legajo 43°. Expediente 5? (Sala IX, 43.4.10). La
numeración corre por cuenta del autor y las indicaciones están sacadas de
otros pasos del sumario.
(17) HECTOR R. RATTO Actividades Marítimas en la
Patagonia Austral durante los siglos XVII y XVIII. buenos Aires. Gmo. Kraft, 1930,
pág. 51.
(18) Cfrt. Mariar)o A. Pelliza. La
cuestión del Estrecho de Magallanes. Buenos Aires. Eudeba.
1969. P. 43.
(19) El inventario realizado por el alguacil
mayor don José de Rivadavia el 25 de abril, comienza por las medidas de la
nave; "28½ codos de casco a quilla, puntual 4 y manga 9". Trae
un timón con dos machos y dos hembras, dos cañas correspondientes, dos
sunchos en la cabeza del hotimón y sucancamo; su cubieria con 12 argollas y
cancamos; su palo mayor con diez obenques y sus aparejos correspondientes;
una botabara con su cangrejo; palo trinquete con 8 obenques y aparejo;
cangrejo para la vela de trinquete; bauprés con dos estayes a foque trinquete
y jarcía correspondiente; una verga de redonda, velamen sumamente osado;
trinquete, dos toques, otro pequeno, una redonda todo usada; un andote
envepado; un pesón; dos guindalescas de ocho pulgadas nuevas; otras dos de
cuatro y media pulgada; jarcia; una pieza de jarcia de dos pulgadas... Trece
barriles chicos de carga de tocino y carne; 4 barrilitos pequeños de lo mismo;
2 frasquezas de pólvora; l/barril de lo mismo; unos pedagos de velas de cera
que compondrán como dos arrobas; cuatro agujas de marcar; 4 ampolletas de
media hora; 25 sables; 36 chuzas con sus astas; 4 esmeriles; 14 rusiles; 6
botijudas de aceite; 1 caldero de cobre; 2 campanas, 1 caja cerrada que dicen
de ornamento (de iglesia); y farol viejo; 2 banderas; 8 libras de hilo a
carrete; 1 sacatrapos y vazcador; una porción de rafe y clariazón que sirve
de lastre a la goleta.
(23) AGN. BIBLN. L.
116. Para darse idea del espionaje español y
de las tácticas inglesas "basta leer estas noticias que
vienen" al fin de la R.O. del 29.9.1767. "Noticias adquiridas de la
Inglaterra por un piloto que ha hecho viaje a los nuevos establecimientos de
Ingleses en la América" insertas en el anexo N? 2 del presente capítulo.
(24) AGN. B. Nac. L. 170.
Después de la expulsión de los jesuitas (1767) la provincia tuvo empleados constantemente a más de 20 sacerdotes en las misiones de infieles. Las leianas e inclementes regiones del Fuego, las escarpadas costas patagónicas, las islas Malvinas, las riberas del Uruguay y Paraná, las pampas del Centro y las montañas del Norte y oeste del país vieron muchas veces cruzar por allí y detenerse largo tiempo a los misioneros dominicos. ("Ensayo Histórico sobre la Orden Dominicana" Contribución a@ la Historia General del País. Por Fray Jacinto Carasco 0. P. Imprenta y Casa Editora Con¡, Buenos Aires 1924. Pág. 64 y 341).
(25) AGN/VII ' 2.3.3. y IX. 21.1.10.
En el Décimo Capítulo General de la provincia de San Agustín, celebrado en Santa Fe en el provincialato de Fray Francisco Domingo Cuenca, en el Convento de San Pablo Primer Ermitaño el 9 de noviembre de 1767 se lee: "ltem: comunicamos que el Excmo. señor don Francisco de Paula Bucareli, capitán de estas Provincias por mandato de nuestro católico Rey Carlos III nos ha indicado ser voluntad del soberano que, saliendo de nuestros claustros a predicar el evangelio, fundemos un hospicio en la isla llamada del Fuego que queda de aquí unas trescientas leguas por mar. Sabemos que sus habitantes son indios bárbaros e infieles, de costumbres y lengua completamente desconocidas... Secundando esta insinuación y viendo que ha de redundar en brillo de nuestra santa religión, hemos destinado a ese fin cuatro padres hábiles en la predicación, a saber: Fray Antonio del Toro, Fray Juan Francisco Sales, Fray Mateo Mayán y Fray Juan Encinas.
(29) AGN. VII. 1.4.34. (Archivo
General de Indias. Sección 9? Estado. Audiencia de
Buenos Aires). Y AGN. B. Nac. Leg. 196.
(31) AGN. IX. 16.9.8.
Sanguinetto de acuerdo a instrucciones del Comandante de la Marina del Río de la Plata. José Orosco, partió de Montevideo el 11 de enero de 1791 con el paquebot SANTA EULALIA v con la sumaca Rosario en Conserva. Las embarcaciones que cruzó eran una fragata francesa, dos goletas y tres bergantines ingleses y americanos y tres españolas. En carta a Arredondo del 4 de marzo calcula que pasan de sesenta los buques dedicados a la pesca de la ballena en la región austral y la mayoría son ingleses o americanos. |
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