Se trata de los evadidos del Chaco, nave que
los llevó confinados a Ushuaia después de participar en una de las revueltas
contra el régimen impuesto por la revolución de 1930.
La epopeya y la odisea de este momento aparecen
reflejada en un libro de Néstor Aparicio diputado radical por Dolores.
Los confinados se encontraban alojados en
distintas casas particulares en la capital fueguina.
Aparicio cuenta como comenzó la fuga:
A las ocho llegué al cementerio, que por
muchos años fue el extremo occidental del
pueblo. Fui el primero en llegar. La nieve reflejaba una tenue claridad,
tal vez de los lejanos focos de la población, a veces los reflectores de los
barcos de la armada. Terrible silencio, soledad terrible.
Los evadidos hicieron base en Navarino y de
allí fueron sacados en el cuter de Orestes Gandi.
A Punta Arenas llegaron y de allí partieron a Santiago Aparicio y
Peralta; en tanto que lo hicieron a Montevideo Mercader y Cassarello.
Cada uno con su historia, y con su leyenda.
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