LOS PUENTES DE LA MEMORIA. “De como se pretendió darle al indio una renta, y se gestó la papelería que testimonia la intención primera y otros imponderables”.

 



 

            Recordamos aquel día en que Moroco estrelló su moto contra el kiosko que se encontraba en Espora y San Martín, justo donde hoy se levanta el “Partenón” de Navarro. Ese kiosko se anticipó a otros que si fueron comercios rentables en la historia lugareña. Sobre todo Kioslandia, de Lindstrom, justo donde hoy está don Jerónimo Luis de Cabrera. Aunque hubo otros en las plazoletas: el de Roque Tresa donde hoy está Rivadavia, el de Elton Traberg cerca del sitial de Tomás Espora. Pero lo que yo quería era saber la historia del primer kiosko y ésta comienza con una carta:

 

Río Grande, Tierra del Fuego, Enero de 1951.

Señor Gobernador del Territorio de la Tierra del Fuego.

Don Pedro Carro Cattáneo.

Ushuaia.

 

Francisco Minkiol; que constituye domicilio legal en Río Grande se dirige al Excmo. Señor Gobernador del Territorio con el debido respeto que merece vuestra investidura solicitando:

 

De su sentimiento Altruista se digne acordarme un permiso para instalar un kiosco en donde me dedicaré a la venta de revistas y otras mercaderías de precios bajos. Permítome tomar esta decisión, en mérito que sufro una desgracia sin límite que V.E. podrá justificar con el certificado médico que Adjunto.

 

Debo hacer notar a V.E. que soy oriundo de Tierra del Fuego y por la Fatalidad me encuentro incapacitado para todo trabajo.

 

Teniendo en cuenta que V.E. sabrá interpretar cual es la pena de un hombre imbálido sin recursos ni medios de vida que me permitan vivir dignamente como mis semejantes, en esta Nueva Argentina, libre y soberana. Mas aún en virtud, a los preceptos de la Nueva Constitución el Amparo a la Ancianidad y al imbálido y como es humilde y Humano pedido ruego lo Ilumine Dios, al concederme lo peticionado. A tal espera de berme Favorecido por la resolución de V.E.

 

Ruego por sus venturas personal y éxito en la delicada Función que desempeña todo por la Patria.

 

Y allí está la firma de este nativo que a consecuencia de un accidente de trabajo –él era domador- estaba inválido.

 

El trámite en aquellos años de gran centralismo y control militar de los emprendimientos civiles ingresó el 29 de enero de 1951 por Administración Civil. Al día siguiente Mario C. Herrán, Director de Administración que ya había consultado al Gobernador, remitió el trámite a la Delegación de Río Grande que funcionaba donde hoy está el Casino de Oficiales del BIM 5 para que se traslade el trámite a la H. Comisión  de Fomento par que en caso de no haber inconvenientes, autorice la instalación del kiosco que se solicita, previo los trámites pertinentes y reposición del sellado de ley que corresponda. El Expediente 17-M-324/51 pasó a llamarse M 129/51 con la siguiente historia:

 

8/3/51. José Finocchio, Presidente de la H.C.F. instruye una entrevista con el recurrente para que establezca el sitio dónde instalará el Kiosko.

 

19/6/51.- El inspector Francisco Santomé acompaña con un croquis la intención de instalar el kiosco en la esquina de Espora y Perito Moreno.

 

22/6/51. Finocchio da curso al expediente, ahora inicialado 00011-M-51 informando al Delegado Zona Norte sobre la intención de instalar el Kiosco en el solar mencionado actualmente baldío propiedad de la Gobernación.

 

26/6/51. Ricardo Juan Hartemer, tal el nombre del Delegado de Gobierno, pone su firma sobre el pedido de Minkiol que ahora se denomina 17-M-0324/951. El trámite ingresará en Ushuaia el 4 de julio.

 

18/7/51. Guillermo Carro Cattáneo, Capitán de Navío, Gobernador Marítimo vuelve el trámite a la Zona Norte con la autorización precaria para la ocupación de la fracción solicitada. Previamente debería enviarse un croquis de la construcción.

 

21/8/51. El expediente sigue  su larga marcha. El mismo Gobernador lo encuentra en su escritorio en ese día y viendo que no ha salido a Río Grande encomienda la tarea al Jefe de la Administración Civil.

 

28/8/51. Lisardo Alemán, un Capitán de Fragata ® que era el tal Director toma conocimiento del trámite y lo envía a su destino.

 

31/9/51. Salomón Bunader, tesorero de la H.C.F. a/c de la Presidencia notifica a Minkiol sobre lo actuado.

 

Con esto y un croquis que ilustra el presente Rastros –obra que presupuestara Santiago Díaz en $ 2000- termina el primer capítulo de esta historia, el kiosco está autorizado pero se construirá a las espaldas de la dependencia militar que aún hoy se reserva por razones de seguridad.

 

El capítulo segundo registra un nuevo embate de Francisco Minkiol por tener su kiosco. La Gobernación Marítima ha desaparecido, y un comisionado municipal debe atender el tema, es el 19 de enero de 1960:

 

Solicito a Ud. Me otorgue el permiso correspondiente para ocupar el kiosco municipal, sito en la Avenida General José de San Martín esquina Tomás Espora, dedicarme en él a la venta de cigarrillos, diarios, revistas, caramelos y demás artículos propios de todo kiosco.

 

Soy nativo de Tierra del Fuego: viví dedicado a faenas rurales hasta que a causa de un accidente quedé imposibilitado para caminar normalmente. No obstante esto aspiro a ganar los medios de subsistencia para no vivir de la caridad pública. Por esto y atendiendo  a la sugestión de los amigos  y vecinos he decidido dirigirme a Ud. En el sentido que lo hago, confiando en que estimará digno de apoyo mi propósito y en que ha de decidir favorablemente con el permiso solicitado.

 

Minkiol adjuntó el certificado expedido diez años atrás anunciando una condición de incapacidad física que todos en Río Grande conocían.

 

José Altuna responde al día siguiente al mismo de la misma nota mecanografiada indicando que el “kiosco fue cedido en alquiler por el Comisionado Anterior, con destino a la estación para los taxímetros de esta localidad, según lo establece la Resolución Municipal Nro 13/59 de fecha 12 de febrero de 1959”.

 

No obstante se sugiere la posibilidad de que el recurrente se ponga en contacto con los choferes a los efectos de convenir si en el kiosco mencionado pudieran desarrollarse las dos actividades, es decir la venta de caramelos, diarios, etc. Y estación para taxis. De no existir inconvenientes por ambas partes la Municipalidad concretaría un convenio.

 

De esto fue notificado verbalmente el peticionante el 25 de enero.

 

El tercer capítulo comienza con una nueva carta de Minkiol presentada como manifestación el 22 de marzo de 1963: “dejo constancia que me he comprometido con los jóvenes Daniel Esteban Martínez y Alejandro Wingstrom, quines sería representados cuando sea necesario por el Sr. Miguel Ángel Martínez, vecino de esta, a proporcionarles el uso del Quisco, sito en Avenida San Martín y T.Espora.

 

A tal efecto, solicito a quien corresponda, sea proporcionado dicho local  a los fines legítimos y autorizados por la Municipalidad  que los mismos crean conveniente gestionar.

 

Cedo a estas personas mis derechos a cambio del compromiso de abonar mi pensión estimada actualmente en tres mil pesos. Y si el éxito acompañara a su empresa esta suma aumentaría voluntariamente.

 

Este, mi compromiso tendrá una duración de dos años renovables por consentimiento mutuo. En cambio ellos podrán rescindir el compromiso avisando con dos meses de anticipación.

 

Para la resolución de cualquier desavenencia se buscará el arbitraje de la Sra. Presidente de la Sociedad de Damas Vicentinas.

 

Cuarto capítulo: Juan Antonio Díaz, inspector municipal, informa al comisionado Altuna lo siguiente: Atento a lo ordenado por Ud. Le informo que, el kiosco ubicado en la punta sudeste de la plazoleta en la Avenida San Martín y Calle Tomás Espora, es de propiedad del indígena Francisco Minkiol, a quien entiendo fue donado por disposición del Ministerio de Marina, según estos actuados, con la cooperación de la Municipalidad de Río Grande y con el fin de instalar en el mismo una parada de Taxis, con el compromiso de los usuarios de abonarle un alquiler mensual.

 

Se desprende por os antecedentes que corren agregados al presente expediente, que existían inconvenientes para la ubicación, la que en definitiva, según dados recogidos por el sub-scripto, determinó la que actualmente tiene.

 

Estimo que el referido kiosco, que data de tres años aproximadamente, ha llenado una función de orden público pero en forma deficiente, debiendo destacar que no ha cumplido en ningún momento con claridad el compromiso de un modesto alquiler, único sustento del aborigen Minkiol, quien, paralítico, vive de la caridad pública.

 

En este orden de cosas, se hace necesario tomar medidas con el objeto de proveer una ayuda efectiva y constante al propietario del kiosco, por lo cual se tendrá en cuenta sugestiones a la Congregación de Damas Vicentinas en la localidad. Era el 26 de marzo de 1963.

 

El 4 de abril aparece una nueva nota de referencia a lo convenido entre Martínez, Wistrom y Minkiol, es la que dirige a Juan José Finocchio don Miguel Ángel Martínez, domiciliado en aquellos días en el taller Mano Santa, de Alberdi 195; allí asumía su responsabilidad sobre los actos de comercio que pudiera ejercitar su hijo Don Daniel Esteban, que tan solo tenía 19 años, extendiendo la responsabilidad  a la sociedad por él constituida. Fue así como al día siguiente Finocchio firma la resolución Nro 67/63, en cuyos vistos y considerandos se descubre que la Municipalidad había intentado reunir m$n 1.000 entre los taxistas, en concepto de alquiler a partir del último mes de Febrero, “tarea ímproba y que en la fecha aún no ha sido cubierta” por todo lo cual se resuelve : “l.- El señor Minkiol  está autorizado a alquilar el kiosco de su propiedad, ubicado en la vía pública en la Plazoleta de la Avenida San Martín y Tomás Espora, a quién crea más conveniente, previo conocimiento y aprobación de esta comuna. 2.- El contrato con el locador tendrá una duración de un año con la opción de dos, teniendo obligación el locador de atender las llamadas a estos con la máxima atención a los “taxistas” ubicados en la “parada” oficial de los mismos. 3.- El importe correspondiente al servicio telefónico será abonado por los taxistas bimensualmente”. En otros artículos señala que el horario de llamada será de 8 a 24 y también que “La Municipalidad se reserva el derecho de desalojar el kiosco de la vía pública, por cualquier motivo que pudiera suscitarse entre el locador y el locatario, si se diera lugar a ello, como así mismo por razones de orden urbanístico”. Cumplidos los trámites de rigor, la Resolución Municipal Nro 103/63 que leva la firma del Ingeniero Civil Lisardo V. Canga, Jefe de Oficina Técnica a/c de la Municipalidad, dice que el kiosco quedó habilitado el 7 de julio de aquel año, previo pago de tres pesos de sellado. Y todo siguió en paz hasta el 5 de abril de 1964 en que se inicia el...

 

Quinto capítulo:

 

Y esta vez también comenzamos con una carta. Va dirigida a Héctor F. Mora, quien se desempeñaba interinamente como Intendente en su condición de Presidente del primer Honorable Concejo Deliberante. Los firmante eran Fernando Álvarez y Abelardo Santana, quienes luego de pagar los 10 pesos de sellado determinados por Ley, agregaban a esta historia lo siguiente: “ Tenemos el agrado de dirigirnos al Intendente con el objeto de comunicarle que desde hace aproximadamente un mes, el locador del kiosco de nuestra parada de taxis, Señor Miguel A. Martínez, no atiende el teléfono, teniendo el local cerrado al público”.

 

Es de nuestro conocimiento que el mismo ha contraído con la Municipalidad el compromiso de atender las llamadas en el horario de 08.00 a 24.00 horas. En virtud de ello es que solicitamos disponer del kiosco para nuestro uso directo quedando bajo nuestra responsabilidad el alquiler con el propietario Señor Minkiol. En este caso la comisión integrada se encargaría de la recaudación de la suma de $ 3.500.00 moneda nacional la que será entregada a la Municipalidad para el pago del arriendo correspondiente.

 

Ante la llegada de la temporada de fríos intensos, queremos disponer de un lugar donde los señores pasajeros puedan esperar el servicio confortablemente, no como en la actualidad en que deben esperar a la intemperie.

 

Sexto capítulo:

 

Para el 30 de junio de 1964 hay un nuevo Comisionado Municipal, Don José Cabezas, que tras la muerte del intendente Finocchio desalojó por disposición del Gobernador Bilbao al presidente del HCD que se había hecho cargo, Don Pancho Mora. Cabezas recibe una nota firmada por el inspector Claudio Abogado, el que planteaba la “necesidad de mudar la casilla de la parada de Taxis a la acera del Colegio María Auxiliadora por Avda. San Martín”.

 

Esta necesidad surge debido a la congestión que se produce en el tránsito como consecuencia de la gran aglomeración de vehículos automotores en ambos lados de la plazoleta, lo que se ve aún más agravado por encontrarse la parada muy próxima a dependencias públicas, comercios, etc., contribuyendo todo ello a que el tránsito se torne peligroso tanto para vehículos como para peatones. Abogado señala que el Reglamento General de Tránsito no autoriza el estacionamiento sobre plazoletas. Agrega el Inspector que si no se atiende de inmediato su pedido, al menos debería dejarse libre el estacionamiento en los diez metros anteriores a la esquina.

 

Séptimo capítulo:

 

Francisco Minkiol, domiciliado en Perito Moreno 307, ingresa un pedido a Don Roberto Reginaldo Wilson en el que afirma: “En virtud de desconocer la situación en que se encuentra mi casilla, que en oportunidad se encontraba, ubicada sito en Avenida San Martín y que fuera ocupada por los taxistas, y estando enterado que en la actualidad la misma se encuentra en esa municipalidad, me dirijo al Sr. Comisionado informándole que la casilla que menciona es de mi propiedad, en que fuera donada por un grupo de estancieros que si llegando el caso el subscripto puede comprobarlo con autoridades anteriores de este municipio, como así de los mismos donantes. Atento a mi invalidez mucho le estimaré al Señor Comisionado se interese sobre el particular...”

 

Wilson en nota dirigida a la Presidente HCD Señora Lilian Roberts de Finocchio, el 21 de junio de 1965, señala: “l.- De las averiguaciones practicadas no surge que el señor Minkiol sea propietario del kiosco mencionado. Este Departamento Ejecutivo considera vista la enfermedad del citado  señor y a los antecedentes que figuran en el expediente Nro 0001/51 Letra M, sería un acto de estricta justicia que el Señor Francisco Minkiol tomara posesión definitiva del kiosco mencionado. Además dejo constancia que el kiosco referido no figura en los inventarios de esta Municipalidad.

 

Hubo mucho ruido sobre el tema. Y así es como Wilson el 26 de julio pide que se trate sobre tablas la reintegración a su propietario del kiosco, que estaba depositado en la Municipalidad. Agustín Vidal (h) y Luis Rivero darán su conformidad el 4 de agosto: pero de todo esto surge una resolución sin número del HCD en la que si bien se aprueba la restitución, en su artículo tercero se dice: “Se deja expresamente aclarado que el referido kiosco no podrá ser instalado en la vía pública  ni en ningún terreno que esté situado sobre las Avenidas San Martín y Belgrano”. La resolución de Wilson dice otra cosas sobre este último ítem: “Se deja constancia que para la ubicación del referido kiosco, el propietario deberá solicitar la correspondiente autorización a la Municipalidad, la que en definitiva dictaminará al respecto”. Pero este trámite que obra en fojas 31, se choca con otro de foja 34 en que sí se cumple lo dispuesto por el HCD.

 

Octavo capítulo:

 

No sabemos donde a fue a parar el kiosco aquel. El 2 de septiembre de 1965 el Intendente Wilson, advirtiendo que no se daba solución al problema social del indígena inválido, ordena: “A partir del día 1 de Agosto del corriente año y con carácter de permanente, otorgar al Señor Francisco Minkiol una subvención mensual de pesos moneda nacional dos mil”. Algo no se resolvía puesto que Minkiol insiste desde su domicilio en la calle Tomás Espora –Kiosco el Ona- al solicitar: “ se me autorice los artículos que tengo que poner en el kiosco. Como ser cerveza sin servir en copas, Coca cola, Cruch. Granadinas con soda, Cigarrillos, caramelos y zapatos, pomadas y todo lo correspondiente al ramo kiosco”. El expediente guarda silencio hasta que la resolución municipal Nro 27/67 otorga a partir del 1 de Enero de 1967 un subsidio mensual a Francisco Minkiol de m$n 3.000.

 

Minkiol falleció en Río Grande a fines de 1970.

 

Conclusiones:

 

La solidaridad, tantas veces ponderada entre los vecinos de ayer, no resultaba tan efectiva como era de esperar.

 

La burocracia, centralizada primero en Ushuaia, y radicada luego en Río Grande, no atendía a políticas asistenciales que era, en última instancia, lo que reclamaba Minkiol.

 

El rastreo de la información nos llevó a encontrarnos colateralmente con el primer conflicto entre un Concejo Deliberante y un Intendente, tema que le prometemos para una futura entrega.

 

Tomamos conocimiento que Huachipani, antiguo vecino, actualmente internado en el Hospital, fue el primero en atenderlo luego de la donación efectuada por la Gobernación Marítima.

 

Alguien debe saber cual fue el último destino de este kiosko, primero y poco rentable en un rubro que entraña  prosperidad en tiempos más cercanos. Se agradece cualquier detalle sobre su paradero.


FOTO: Francisco Minkiol, al centro. Junto al vehículo de Manuel Arias. Frente al hotel de Julio Leguizamón, en el lago.



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