Fue hace 30 años cuando se inauguró el Monumento de
Jerónimo Luis de Cabrera.. El acto fue transmitido directamente por la locutora Norma Landi para LV3, agregando detalles de las
fiestas riograndenses tan cercanas: el 11 de julio. Se encontraba presente el Secretario de la Municipalidad de
Córdoba Héctor Marcelo Gorrochategui.
Nos tocó hacer de oradores al secretario visitante y a mí, que por entonces era concejal por el Partido Justicialista.
La estatua en cuestión era obra del escultor chaqueño Díaz Córdoba, que por entonces era docente en la naciente Dirección de Cultura Municipal. Estando en elaboración un grupo escultórico dedicado a "Los dueños de la tierra", que fue ubicado en la plaza Familia Ona, y que no tardó en ser destruida por los vecinos.
La estatua de Cabrera, el español desobediente que decidió marchar hacia el sur y fundó la gran ciudad mediterránea, continúa en su lugar de privilegio, frente al gran hotel Atlántida, que por entonces era propiedad del "Gallego" Berbel, y Toto García.
Fue objeto de múltiples y variados comentarios, dada la condición de cordobés del Secretario de Obras Públicas municipal que habría diligenciado los trámites de emplazamiento con gran celeridad y presupuesto -se trataba de Mario Félix Ferreyra- y por la gestión eficaz de Luís Primo Farías -también cordobés- secretario privado municipal, que había facilitado todos los aspectos de protocolo y traslado de la delegación visitante.
Por entonces los cordobeses, como otros vecinos provincianos, trataban de encontrarse en centros de residentes, siendo el caso que el cordobés se llamaba "Hortencia y Peperina".
Todo en medio de un encono instalado entre nuevos y antiguos fueguinos.
Me viene a la memoria que visité las galería del Centro Deportivo, donde se esculpía la estatua de Cabrera, en compañía del primer director de Cultura Municipal, el rionegrino Domingo Montes, y advertimos -dada nuestra curiosidad, que el conquistador español tenía en su mano levantada seis dedos. Situación que el escultor vino a remediar, no sin una andanada de risas por parte de los que participamos del descubrimiento.
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