Los vaivenes de la
política internacional dieron apertura a las relaciones mercantiles en naciente
Virreinato del Río de la Plata ,
por fuera del monopolio.
Buenos Aires vio
nacer al Consulado, entidad que tuvo a su frente a la figura de Manuel
Belgrano, cuyas opiniones no fueron coincidentes con la de los comerciantes del
plata, en lo que se denominaba la
Junta de Gobierno.
Belgrano fue
designado el 6 de enero de 1793, en días de la Revolución Francesas ,
que extendía su pensamiento más allá de sus fronteras. El Secretario perpetuo
de este organismo que era en parte mercantil, y en parte junta económica
opinaba que “el comercio debe tener libertad de comprar donde más le acomode y
es natural que lo haga donde se le proporcione el artículo más barato para
reportarle utilidad”.
Y es lo que no
querían los intereses metropolitanos en el Buenos Aires.
En tal sentido Martín
de Alzaga dirá que “el comercio que hasta ahora se ha hecho ha sido útil y
proficuo para mantener y estrechar los vínculos de los vasallos de estas
regiones con la metrópoli y es un riesgo evidente tolerar las importaciones de
aquellas fábricas extranjeras como se insinúa, pues se aflojarían los
mencionados vínculos con perjuicio irreparable para la monarquía”
En medio de una
política de concordia entre España e Inglaterra, por las situación heredada de
los hechos de Francia, se autorizó a un barco británico para venir anualmente a
este estuario, por lo cual el Consulado dirá “que se gestione ante el Superior
Gobierno, para que no se den pases, ni permitan cargar cueros en las fragatas
inglesas y que los cargados se echen a tierra”
Pero este sería el
comienzo de una realidad que estaría gobernada por los conflictos europeos, que
se acentuarían con la presencia de NAPOLEON BONAPARTE.
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