Emigado a Buenos Aires cobrará
notoriedad al dar muerte a Ramón Falcón, el jefe de la policía, como venganza
por la represión de la llamada Semana Tragica.
Cumplirá larga condena en Ushuaia, de
cuyo presidio será uno de los inquilinos más famosos.
En la prisión se le
denegaron los pocos derechos concedidos a los restantes presidiarios; como
única lectura se le permitía la Biblia, y fue sometido a malos tratos y torturas al liderar
al resto de los reclusos en huelgas de hambre en protesta por las malas
condiciones del penal.
En 1918,
las torturas alcanzaron su cenit con la violación de Radowitzky por parte del
subdirector del penal, Gregorio
Palacios, y tres guardiacárceles.
La reacción no se hizo
esperar; enterados los anarquistas del hecho, publicaron en Buenos Aires un
panfleto, titulado El presidio de
Ushuaia, de pluma de Marcial
Belascoain Sayos que apareció en La Protesta. Su publicación causó conmoción, y el gobierno de
Yrigoyen ordenó abrir sumario sobre las condiciones en Ushuaia; los tres
guardiacárceles serían relevados de sus funciones.
Natalio Botana, director de
Crítica, por influjo de su esposa Salvadora Medina Onrubia, financió una fuga
de Radowizky que terminó en Chile,
siendo apresado y extraditado.
Irigoyen dará orden de indultarlo pero al mismo tiempo lo expulsa del país. Su destino será España y
su guerra civil, donde peleará del lado republicano; y finalmente México donde
estará hasta la muerte.
Libros recientes ahondan la
importancia de Radowizky en su tiempo, entre ellos
RADOWITZKY: SU FUGA, de
ARNOLDO CANCLINI; y SIMON RADOWITZKY, del atentado a Falcón a la Guerra Civil
Española, de Alejandro Martí.
Nota: La ilustración que nos acompaña forma parte del mural que se está pintando en Ushuaia, en el entorno del Museo Territorial.
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