Hace 41 años conoció Río Grande cuando este fue su destino
para cumplir con el servicio militar.
Después de tantos años se dio un emotivo retorno.
Fue convocado por su hermano, que reside entre nosotros, y
comenzó con su esposa y dos de sus hijos a conocer la tierra que lo vio de
joven conscripto.
José Guillermo nació en el Chaco, fue criado en Santa Fé,
para radicarse hace cincuenta años en San Miguel, provincia de Buenos Aires.
El número alto le dio destino naval y aquí fue capacitado
como calderista y bombero.
Así interno en sofocar uno de los incendios de campo de
entonces.
Pero además se ganó la posibilidad de ingresar como personal
civil en la Policía Territorial, situación que se vio interrumpida cuando debió
volver al norte, por problemas de salud de la madre.
Cerdá se prestó al diálogo en temas de la cotidianidad del
conscripto: levantarse y formar, los
turnos de trabajo, desayuno y mateadas, la alimentación. Era su responsabilidad
dar el agua para las duchas que a las 21.30 dejaba a los muchachos en
condiciones de entregarse al sueño porque al día siguiente sonaba la diana a la
hora 6, invierno y verano.
José G. Cerdá ha practicado el atletismo, y ya en sus días
fueguinos el tiempo libre lo empleaba corriendo dentro de la unidad, pero en
este retorno compitió en su categoría veteranos y llegó a lo más alto del
podio.
Parte de regreso a tu ciudad, donde se desempeña desde hace
40 años en una fábrica de neumáticos, y su memoria –seguramente- seguirá
rodando por este paisaje fueguino que se le presentó crecido e inusitado,
después de tantos años.
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