La muerte de dos fueguinas.

Octubre 9, de 1887. En el MUSEO DE LA PLATA, se registrará bajo el número  1866 el cuerpo de Tafa o Elltyalma, mujer nativa cauescar- alakaluf del Estrecho de Magallanes, falleció en el Museo el 9 de octubre de 1887. De acuerdo con el informe se conservaría el cerebro, el cuero cabelludo, la máscara sacada después de su muerte.


Era una de las tantos nativos que fueron llevados a esa institución y que eran mantenidos en situación de servidumbre por el Perito Moreno.

El Colectivo Guías que se ha ocupado de eliminar la exhibición de restos humanos en ese museo, y de restituir restos a las comunidades de origen ha expresado:

Muerte de Tafà, aborigen alacaluf, en el Museo de La Plata. "Eulltyalma", mujer Alacaluf, fue llevada a Buenos Aires como prisionera junto con la familia del cacique Inacayal desde Teka, Chubut. Prisioneros en la isla Martín García, son trasladados al MLP, por intervención de su fundador y director F. P. Moreno, donde mueren y son expuestos como trofeos de guerra.
De "Eulltyalma" se conserva además de su esqueleto y el cráneo rotulados con el (Nº 1866), el cerebro (Nº 5437), el cuero cabelludo (Nº 5446), la mascarilla mortuoria (Nº 5441) y el molde de su mano izquierda (Nº 5442).
En la única fotografía que se conserva de su estadía en el Museo, publicada por Milcíades Alejo Vignati, en su "Iconografía aborigen" en 1942, se la ve obligada a posar semi desnuda, en un intento de dar un aspecto primitivo a su imagen. La fotografía, según Masotta, "(…) se constituye en parte del proceso identitario del Occidente burgués, es decir, como una especie de identikit colectivo que puede mostrar la diversidad del mundo y en el cual es posible señalar: este soy yo, este no soy yo.".

Sus restos ingresan a las colecciones inmediatamente después de su muerte y de la disección de su cuerpo. Los muy pocos datos sobre ella los aporta el preparador del MLP, E. Beaufils, que a pedido de Ten Kate la describe: "Reservada, triste y rencorosa. Su rostro, preferentemente triste, cambiaba difícilmente. Taciturna, dormía casi todo el día. Habitualmente indiferente y predispuesta a la discusión. Astuta, muy activa, muy trabajadora (…) Tejía en telar para las colecciones etnográficas" (Ten Kate, 1906, Traducción de los autores*)”.
En Buenos Aires se conserva una escultura de su cabeza, la que fue realizada por Edgardo José Rocca, que la conoció cuando esculpió los tigres diente de sable que adornan el ingreso al museo platense.

Octubre 9, de 1966. En el HOSPITAL REGIONAL DE RÍO GRANDE, “Nuestra Señora de La Candelaria”, muere Lola Kiepja. Última chamán selknam, vecina de la cabecera del Lago Khami o Fagnano. Sus restos se encuentran en el cementerio de nuestra localdiad, una calle lleva su nombre.
Su deceso aparece registrado a la hora 9 y 30 de aquel día, sin registrarse causa y a una edad presuntiva de 86. Años. El primer registro de su existencia la muestra con el nombre de Yapia, y se da el el bautismo del niño Luís Héctor –de tres meses de edad- en campos de la estancia San Pablo de José Montes. Es el 23 de febrero de 1812. Por entonces es su esposo Anik,  que morirá el 14 de octubre de 191º7, luego de haber recibió aguas del socorro. Ya para entonces este residía en Río Fuego, lugar donde se instaló la misión volante del padre Juan Zennone.
Anik y Lola, la bella Lola retratada por 1910 por Carlos Gallardo, ha sido recuperada didácticamente por María Angélica Andrade, en su obra Aprendiendo de nuetro pasado indígena: la etnia selknam.
Pereo la gran trascendencia la logró cuando poco antes de morir fue visitada por Anne Chapman, ante su requisitoria cantó piezas ceremoniales del mundo espiritual de su gente; labor que luego la investigadora franco norteamericana publicó en un álbum discofráfico trascendente.
Lola tuvo muchos hijos, con diversas parejas, los que lamentablemente fallecieron. En un momento formó parte del Clan Oray, hasta que la desaparición de este blanco que se dedicaba a la ganadería en el espacio de la reserva, llevó a sus mujeres a ser confinadas en La Misión.
Pero Lola no fue proclive a acerptar las creencias de los curas, y en algún momento frecuentó la Iglesia Evangélica, aceptando la cordialidad de practicantes de ese culto, no así sus creencia.
Hay un conjunto de fueguinos que la reivindican como antepasados, son descendientes de una hermana. Es el tronco de las Oray.
Sus cánticos han sido fuente de inspiración en numerosas obras artísticas. Las fotografías que de ella tomara Chapman resultan piezas emblemáticas de la identidad selknam.
Curiosamente en la zona del lago, a seis años justos de su muerte, se fundó Tolhuin, población que socava en la identidad de los hombres y mujeres que vivieorn e ese lugar, antes de la llegada del hombre blanco.
Nota: La fotografía de la escultura la debemos a Bernardo Veksler.




2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Mingo!

A esta tríada de fechas que alude al 9 de octubre (1887, 1966 y 1972), sumo algunos pasajes de la entrevista realizada a Alberto Vicente Ferrer oportunamente para el libro “A hacha, cuña y golpe”, en los cuales el antiguo poblador fueguino se refiere a Lola Kiepja y a la fundación de Tolhuin.

Alberto V. Ferrer nació el 25 de abril de 1927, en el barrio porteño de Palermo. Hijo de españoles - Antonio y Filomena Sirvent -, vivió su niñez en Villa Devoto. Más tarde, su ingreso a la Armada lo acercaría a la Isla. En la mencionada publicación, Ferrer nos cuenta:

“Yo ingresé a la Armada en el año 1944, el 5 de octubre de 1944. Ingresé como oficinistas naval, una categoría que ya no existe. Mi incorporación se produce en la Escuela de Mecánica de la Armada y allí hacemos un breve curso de tres meses y después me trasladan a la Base de Aviación de Punta Indio el 1 de enero de 1945. Allí estuve un tiempo, un año o algo así. Después me trasladan a la Dirección General de Administración Naval. De allí al poco tiempo vine a Ushuaia.

Con el ingreso a la Armada en una oportunidad se me posibilitó el traslado en el año 47. Yo llegué a Ushuaia el 5 de noviembre de 1947, trasladado a lo que era en esa época la Gobernación Marítima de Tierra del Fuego. Tenía 19 años.

Yo estuve en Ushuaia en dos oportunidades, desde el 47 hasta el 53 y después volví en el 61 y estuve hasta el 65”.

Ferrer da cuenta luego de la ocasión en la cual tuvo la posibilidad de conocer a Lola Kiepja:

“Una vez vine a caballo de Ushuaia a Río Grande. Fue en 1952. Nos pusimos de acuerdo con un compañero (...). Teníamos un par de caballos y la policía nos prestó otro y nos organizamos un poco y nos largamos. Pasamos por la cabecera del lago, estaba la Comisaría del Lago Kami. Me acuerdo que estaba el Sargento Salinas y la señora con los tres chicos. Nos atendieron muy bien, paramos un día o dos. Fue un viaje de los que hoy se llama turismo aventura. Salimos a mediados de diciembre y a Río Grande llegamos el 24 de diciembre en la víspera de Navidad.

De ese viaje o que más recuerdo y es un recuerdo que lo valoro muchísimo, es el haber conocido a Lola Kiepja y a un viejito que le decían Jack, que era un aborigen ya anciano. Vivían en una chiza cónica, que creo que estaba ubicada en lo que actualmente es la Estancia Doble Erre. ¡Me dijeron que la habían quemado y es realmente una lástima! Estuvimos toda una tarde y charlamos mucho con ellos y eran muy agradables. ¡El viejo Jack hablaba más en inglés que en castellano, pero de alguna forma nos entendíamos!”.

CONTINÚA EN EL SIGUIENTE COMENTARIO ...

Anónimo dijo...

... VIENE DEL COMENTARIO ANTERIOR

Alberto V. Ferrer nos cuenta más adelante sobre su vinculación con el nacimiento de Tolhuin:

“Yo me retiré de la Armada en 1969 y voy a trabajar a Comodoro Rivadavia (...).

Yo a Río Grande lo conocía de muchos años atrás, del 47 o 48. Cuando vine a Río Grande en 1970 era otra cosa muy distinta a la que yo había conocido antes. Había calles asfaltadas, buena iluminación, agua corriente, gas ... ¡Estaba lindo! Realmente me impactó.

Yo vine acá (a Río Grande) por Nogar al que conocí en Ushuaia. Yo estaba trabajando en Comodoro Rivadavia en la Municipalidad. Cuando dejé de trabajar en Comodoro, me quedé unos días haciendo turismo y me llegó una carta de Nogar ofreciéndome trabajo en la Municipalidad, así que vine para Río Grande. Ingreso a la Municipalidad como Jefe de Inspección General el 19 de enero de 1970 y permanezco en ese cargo aproximadamente por espacio de tres o cuatro meses. Después, al estar vacante el cargo de Secretario de Gobierno, el Intendente me lo otorga y estoy ahí aproximadamente dos años. Después paso a Obras Públicas donde continúo hasta que soy electo Intendente en 1973.

Mientras Nogar fue Intendente se fundó Tolhuin. Un día me llama Nogar y me dice que va a venir el presidente Lanusse y quiere llevarse como recuerdo de su gestión el haber fundado un pueblo en Tierra del Fuego. Así que el Gobernador le había pedido a Nogar que pensara dónde podía fundarse un pueblo y él pensó en la cabecera del Lago. Fuimos, miramos, y elegimos un lugar allí. El gobierno hizo un plano y el presidente vino y puso la piedra fundamental de Tolhuin y con el tiempo se hizo el trazado de las calles y se licitó la construcción de las veinte primeras viviendas.

Un día estaba trabajando con un agrimensor italiano (...) y dejé volar un poco la imaginación y pensé: ¡‘Lo que sería este pueblo de acá a unos años! Me gustaría venir más adelante’. Y a los diez años me invita el gobernador Suárez del Cerro para hacerme cargo de Tolhuin y para ese entonces ya tenía algunas casas habitadas y un centro sanitario. También estaba la escuela y la Usina y ya empezaba a funcionar como un pequeño pueblito” (Bou, María Luisa; Repetto, Élida: “A hacha, cuña y golpe. Recuerdos de pobladores de Río Grande”, Talleres Gráficos Recalli S.A., Argentina, 1995).

Un abrazo Mingo!
Hernán (Bs. As.).-