El 22 de octubre de
1887, se da el fallo en el juicio por el
hundimiento del Magallanes.
Una vez que fueron desembarcados en Buenos Aires
los Jefes y Oficiales del Magallanes, se les nombró de oficio el Fiscal que
debía instruir el consiguiente sumario, recayendo éste en el Capitán de Navío
don Emiliano Goldriz, quien designó al Teniente de Fragata Leopoldo Funes para
actuar como Secretario. Méndez designó defensor
al teniente de Fragata Santiago
J. Albarracín.
Iniciada la causa y hasta que ella fue
elevada a plenario, el Comandante del
Magallanes guardo arresto en el cuartel del Retiro, de donde fue trasladado a
presencia del Consejo y luego recluido en su domicilio particular.
El 22
de Octubre, a las 14 horas, se reunió el Consejo de Guerra en sesión
pública. El defensor solicitó la
absolución de Méndez “por no resultar comprobado cargo alguno en su contra”.
El
Consejo se pronunció en sentido favorable, pero
con suspensión de mando para el Comandante.
Aquí la resolución del Ministro de Guerra y Marina General Racedo.
Aquí la resolución del Ministro de Guerra y Marina General Racedo.
Encontrándose ajustado al tratado 5to Título 5to Artículo 24 de las Ordenes de la Armada, el fallo dictado con fecha 22 de octubre ppdo. por el Consejo de Guerra y atento lo aconsejado por el Auditor de Marina en el Dictamen que antecede
Se Resuelve:
Artículo 1ro- Aprobar
el fallo dictado por el Consejo de Guerra, por encontrarse con arreglo a las
prescripciones de las Ordenanzas de la
Armada; pero, usando el Poder Ejecutivo de las facultades que le son
inherentes, queda limitado a dos años el plazo durante el cual el Teniente de
Navío D. Carlos Méndez no podrá ejercer mando alguno y debiendo revistar
durante ese tiempo en la Plana Mayor activa.
Artículo 2do-
Amonéstese al defensor de esta causa, Teniente de Fragata D. Santiago J.
Albarracín por haber hecho uso de lenguaje inadecuado en la defensa de este
sumario.
Artículo 3ro-
Comuníquese esta resolución al estado Mayor General de la Armada para su debido
cumplimiento y avísese a quienes corresponda a sus efectos.
Fdo. General E.
Racedo - Ministro de Guerra y Marina
Nada se ha encontrado en el sumario
sobre la suerte que corrieron Agustín Maristany y los maquinistas del
Magallanes por su presunta responsabilidad
en el naufragio.
Acerca del Capitán del Magallanes,
Carlos Méndez, sus antecedentes eran muy buenos y había participado de
distintas campañas al sur, que incluían una travesía hasta Santa Cruz en una embarcación menor
junto al Teniente Félix Paz.
Sobre Agustín Maristany, el otro protagonista de esta tragedia, existen testimonios de colonos de Deseado e incluso del historiador Hilarión Lenzi, donde lo citan como un excelente marinero, conocido y apreciado en la zona. Había participado al timón de la balandra “Coronel Solier” en los trabajos de exploración, que realizara Onetto entre mayo y noviembre de 1883, en la zona del Deseado.
Con los antecedentes citados, no surge claramente como el buque terminó impactando contra una roca
muy bien conocida en el lugar, habida cuenta que vela
en cada bajamar.
El diario La Prensa en su edición
del 21 de Agosto/887, aboga por los tripulantes del Magallanes a través de un artículo que titula “Triste
Situación de los náufragos”:
No puede ser más
desesperante la triste situación en que
se encuentra la tripulación del Magallanes
que llegó hace muchos días a esta, después del naufragio de aquel buque.
Estos infelices han
llegado en el lamentable estado que se puede suponer después de un naufragio,
se encuentran sin ropa y sin dinero pues se les adeudan 3 meses de sueldo, sin
que tengan esperanzas de percibir siquiera un peso de sus haberes por la razón de
siempre: la partida presupuestaria de donde se les podía pagar, esta agotada y
no hay donde imputar ese gasto; pero ni siquiera se piensa en arbitrar las
medidas para sacarlos de tan desesperada situación.
Es hasta inhumano el
proceder observado con esta pobre gente.
En naufragio
se había producido el 26 de junio y entre los pasajeros estaban además del
gobernador fueguino –Félix M.Paz- , el de Santa Cruz, Ramón Lista, , el Doctor
Polidoro Seguers, primer médico en Tierra del Fuego, y José María Beauvoir, el
futuro Director de la Misión Salesiana de Río Grande.
Si bien consigue
salvar los caudales que transporta, no corren la misma suerte los
aprovisionamientos, con lo que la situación en Ushuaia quedará al límite.
Seguers pierde en
este incidente todos sus ahorros.
Beauvoir había nacido
en Turín en 1850 graduándose de maestro en 1872 como paso previo a la
consagración sacerdotal que se daría tres años más tarde. Llegó a Buenos Aires
en 1879 desempeñándose como maestro en el colegio San Carlos. Acompañará
después a José Fagnano a Patagones cuando se levanta la primer capilla católica
de la Patagonia argentina.
En 1884 es designado
capellán de la Provincia de Santa Cruz, y en razón de tal cargo la recorrió
extensamente a caballo.
Residía en Buenos Aires
cuando Fagnano luego de conocer Tierra del Fuego solicita su concurso para
iniciar la labor misional desde Punta Arenas.
En ese accidentado
viaje se produce el naufragio en el Magallanes, de que dejará Beauvoir un
interesante testimonio...
El incidente se dio cuando la nave choca con una
piedra cuando en el momento del desembarco el capitán creyó que haciendo una
bordeada más extensa facilitaría las tareas de llegada al fondeadero.
“Imposible describir el pánico y las ansias mortales
que se apoderaron de todos los que allí estábamos. Un ir y venir atropellado,
un griterío ininteligible, un llorar de las mujeres y de los niños, un correr
de los marineros yendo desatinadamente de proa a popa, todos mandaban y nadie
obedecía, en fin un pandemoniun indescriptible”
Beauvoir agrega también que durante el desembarco en
botes: “Vi a mas de uno empujar a otro y quitarlo de un puñetazo para ponerse
en el mismo; a ninguno vi invocar el auxilio divino y pedir a Dios
misericordia, solo se oían blasfemias e imprecaciones horrendas. Hubo quien
clavó en el cielo la mirada y agitando el puño maldecía a Dios. Me horroricé
pensando que estaba quizá al borde de la muerte y desafiaba al rigorosísimo
Juez que entre poco tal vez le habría de juzgar. Otro, con el revolver en la
mano, estuvo a punto de pegarse un tiro si no le hubiese faltado ese valor
satánico. ¡Cuánto desvarío en esta desgraciada humanidad!!!
Entre los náufragos se encontraba Ibón Noya, quien
había sido contratado como carpintero para la gobernación fueguina, pero el
accidente torció su rumbo: se quedaría en Santa Cruz, donde llegaría a hacer
fortuna como hacendado presidiendo con los años la Asociación de Río Gallegos.
El Magallanes se trataba de un buque de transporte mixto, carga y
pasaje, construido en el año 1880 en el astillero Harris & Mauxel de
Glasgow, Escocia, con el nombre de GRAN CHACO para la firma de Molero y Torrado
de Buenos Aires.
Consultamos; http://www.histarmar.com.ar/Naufragios/Naufragios-SantaCruz/Magallanes.htm
Esta nave de casco de acero
se construyó a un costo de ₤ 17.000 y sus dimensiones eran: 64,00 x 7,10 x 4,80
metros, un registro de 420 toneladas y 1.200 de desplazamiento.
Estaba propulsado por una
maquina a vapor tipo compound de 500 CV, alimentada por dos calderas y tenía un
aparejo auxiliar tipo pailebote.
En el año 1885 al quebrar
la empresa, lo adquiere en un remate el Señor Juan Herrero, quien lo vende al
Estado, el 6 de marzo de 1886 para efectuar servicios de cabotaje a la costa
Sur.
En el año 1887 se lo
incorporó a la Escuadra Nacional con el nombre de MAGALLANES.
Al mando del Capitán Méndez y con 200
personas a bordo naufragó al intentar ingresar a la ría de Puerto Deseado, al
chocar con las Rocas del Diablo o Roca Magallanes, actual baliza Magallanes, en
la posición aproximada 47° 46’,5 S y 065° 50’,7 W el 26 de junio de 1887.
En el accidente perdieron la vida 2 tripulantes, el
resto de los náufragos debió acampar en la playa por más de un mes, hasta ser
socorridos por la Corbeta URUGUAY y los transportes AZOPARDO y MERCURIO.
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