Escribe Pedro Gamma (*).
Hay que ser muy mosco para no darse cuenta de
la importancia de los moscos en la Provincia. Sobre todo teniendo en cuenta que
muchas personalidades importantes de su quehacer son han sido y serán moscos.
Aunque hay que tener en cuenta que todo mosco, importante o no, se considera
im-por-tan-tí-si-mo.
El mosco está dotado de una innata cualidad de
exaltación de la propia individualidad, si algo no le falta a todo mosco es la
auto estima.
Escribo estas líneas lejos de toda intimidad
cuando un mosco curioso –el mosco siempre debe serlo- se aproxima y lee sobre
el hombro los primeros esbozos de este ensayo para el cual ya tiene –no una
crítica- una sugerencia: ¿Mosco no tendría que ir con mayúsculas?
Los Moscos son así, y yo prefiero no discutir
con ellos. Por mas que uno tenga toda la razón de mundo, esta no tiene un peso
tan gravitante como toda la razón del Mosco. Y lo nuestro, como argumento
concreto, hasta científico, se pierde en la banalidad de los secundario, o en
el espacio de la duda. ¡Para el Mosco, por supuesto!
El Mosco duda siempre de la capacidad de los
demás, pero nunca de la suya.. propiamente.
El Mosco se siente un predestinado, aunque el
destino de ha dado a ellos nada más que una gran responsabilidad subalterna, la
de ser Moscos, pese a que pretenden llegar más alto.
¿De donde vendrá el apelativo Mosco? ¡De algún
otro Mosco seguramente! Yo imaginado que se persistencia por confundir lo que
se ve con la realidad, en incrementar su obstinación al límite, en llegar a
perder la cabeza pro su porfía –todos atributos del Mosco- son propios de
aquella situación que uno –Mosco o no- observa en el comportamiento del insecto
que arremete contra un vidrio pensando que así podrá atravesarlos.
¡Lucen los Moscos en los ventanales de la
fueguinidad!
Estudios realizados concienzudamente indican
que en este nuevo siglo, siempre en el ámbito de nuestra provincia, la
proporción entre Moscos y resto del mundo estaría dada por un cuatro a uno.
Dos personas se encuentran en un espacio
público, conversan o de las perspectivas electorales o de las intensas lluvias
del verano: al rato se suma una tercera –conocida de uno de los interlocutores
pero del otro no- al momento se presentan y ya buscan parentescos o vínculos
indirectos.. y después se suman a los temas convocantes. Y así llega un cuarto,
que hace como que le pesan las bolsas del supermercado -¡cómo si hubiera
comprado tanto!- y se suma al coloquio.. y entonces llega el quinto. El tema va
a seguir siendo el mismo: el clima y/o la política; pero ante esa pluralidad ya
comenzará a manifestarse con sus obsesiones uno de los integrantes del
quinteto. Y los demás cruzarán miradas transmitiendo al poco tiempo desesperadas
señales lumínicas alentando sobre el despertar inmediato de la mosquera en uno
de los integrantes del grupo eventual. ¡Y ya lucharán por disgregarse! ¿Y el
Mosco tenderá los lazos para evitar que esto ocurra!
No hay cosas de Moscos, pero hay Moscos para todas
las cosas.
El Mosco se enciende en la individualidad de
algunos fueguinos cuando consiguen quien lo escuche. El Mosco se cree
inteligente, y en la mayoría de los casos lo es, pero no sabe administrar la
modestia, respetar la equidad en el trato, anhelar un perfil bajo. El Mosco
–naturalmente extravertido- no quiere que se lo ignore, y vive para eso.
Tal vez responda a un imperativo genético, o
tal vez sea una respuesta a una sociedad que ha sido, ora pródiga de
oportunidades, ora plena de postergaciones.
El Mosco abunda, y a veces daña.
Tomando en cuenta la ecuación cuatro a uno,
sería un 20% poderoso si actuaran todos en el mismo sentido; por ejemplo
formando el Sindicato de los Moscos, o el Partido de los Moscos.. y por que no:
¡La Iglesia de los Santos Moscos! Pero esto no ocurre así porque los Moscos,
por su propia naturaleza solo piensan en si mismos. Lo que no quita que en el
púlpito, en la tribuna o en la barricada abunden los Moscos como referentes de
un conjunto que los deja hacer, por que si hay algo que no se les puede
criticar a los Moscos es su vocación por la representatividad de los que ellos
no consideran –secretamente- sus iguales.
Ya e esta altura de la lectura habrán podido
ustedes hacer un pequeño listado mental de sus Moscos más conocidos,
contribución que estimamos invalorable para la prosecución de nuestro estudio,
por lo que solicitamos –de ser posible- nos acerquen sus opiniones y
referencias a la redacción de nuestro periódico, comprometiéndonos, o no –eso
depende de lo Mosco que sea usted- a guardar la privacidad de su información.
Por otra parte bueno es destacar que si en la
proporción de cuatro a uno emerge un Mosco, esto no se da simplemente en las
agrupaciones ocasionales, sino también en aquellas que adquieren un carácter
más o menos permanentes.
Tal el caso de los cuerpos colegiados
gubernamentales.
Pensemos que en una legislatura de quince
miembros da para tres Moscos, exactamente; pero que en un Concejo Deliberante
de siete, casi tenemos un Mosco y medio.
Esta proporción resulta inevitable, y si hubo
partidos que en algún momento pretendieron presentar listas sin Moscos, así les
fue. Algunos han pesado –resignadamente- que con un Mosco en la lista podrían
garantizar una base del 20% del electorado, pero pronto han llegado a
defraudarse: un Mosco no vota necesariamente por otro Mosco.
Aunque en esto de las elecciones, y tendremos
durante el 2003 abundante material de interpretación, aparecen los momentos en
que como un rasgo de sensatez se vota a
lo Mosco, como cuando se generan los votos castigo, los votos bronca, o los
añorados comités de tachas.
Aclaramos, casi como un tópico de despedida,
que los Moscos no tienen sexo: pueden ser Moscos y Moscas, y en estos tiempos
de amplia tolerancia.. también Moscardones. Eso sí, es para tener en cuenta las
conductas de los que son como Moscos para el sexo, donde la característica
inicial es la pegajocidad.
Los Moscos forman familias, aunque no siempre
familias de Moscos. Un hijo o mas puede heredar esta condición; pero en muchos
casos el grupo crece y evoluciona con su Mosco primigenio, que puede ser o Papá
Mosco o Mamá Mosca. Son raros los casos de un matrimonio Bi-mósquico, siendo la
forma más frecuente la del Mono-mósquico. Aunque muchos, dada su individualidad
desbordante, no resuelven su salida del celibato.
Los Moscos privilegian a las multitudes con su
presencia, y en algunos casos, ya en su indumentaria uno advierte lo mosco que
son.
(*) Durante la Exposición Rural de 2003 (viernes 14 de febrero) , en el Stand de Osvaldo Santarone, vendimos en número Cero de El río, un mensuario que cobró continuidad a partir de ese momento y del cual este blog se considera una continuador. Uno de sus artículos fue este, escrito por Pedro Gamma, cuyo análisis de la sociedad podrá ser actualizado, pero nunca superado...
2 comentarios:
Hola Mingo!
Las publicaciones de "El Río" guardan artículos muy interesantes, Mingo. Precisamente hace unos días, leía un artículo también escrito por Pedro Gamma en el Número 4 del 14 de junio de 2003, titulado "Caravanas", muy bueno, el cual presenta distintas formas de estas agrupaciones en movimiento dentro del ámbito de la sociedad riograndense.
Los artículos de la publicación "El Río" representan un aporte desde lo social, lo cultural y desde sus temáticas referidas a la historia local.
Un abrazo Mingo!
Hernán (Bs. As.)
Iremos publicando cada domingo alguna nota vieja...
Publicar un comentario