Poblaba campos en la zona de lago, estaba al frente de un conjunto
de nativos que tenían en el amparo. Tras lo que le pasó sus mujeres y los niños
fueron confinados a la Misión, donde la vida se les fue dando con amarguras y
sorpresas.
El expediente judicial sobre el tema se remonta al 15 de septiembre
de 1938, está labrado en Río Grande y tiene 11 fojas útiles.
Dice:”Cúmplese elevar a consideración de su señoría –que es el Juez
Federal en Río Gallegos- las diligencias practicadas con motivo de la desaparición del vecino Ramón Oray hecho que se diera cuenta de este tribunal
letrado con preventivo 175 en el extracto va denuncia de Custodio Barría dando
cuenta que en camino vecinal cerca de El Ttropezón encontró dos caballos
ensillados (Custodio Barría) que allí supo que los caballos son de Ramón Oray”.
Y el expediente prosigue diciendo “que los dejo en El Tropezón a
cargo de Silvano Novion”.
Allí se presentan también “ varias diligencias de la instrucción
inventario de los efectos del desaparecido Ramón Oray, declaración de Ernesto
Alarcón, manifestando que este “vio a Ramón Oray llegar solo y algunas horas
después se fue también solo llevando un caballo de tiro que días después supo que Oray había
desaparecido creyendo que se trataba de
un accidente”.
Silvano Novión declara que “siendo las 17:00 hs. del día 17 de junio
pasado llego a su hotel Ramón Oray quien allí se encontró con Ignacio
Villaroel cenando ambos juntos que
después de cenar siendo alrededor de las
21:00hs (salieron) con rumbo al pueblo. Que Ignacio Villareal salió un rato
después en la misma dirección que no lo vio más a Oray y días después supo
que este no había llegado al pueblo”.
Pudiéndose leer “ que cree que Oray no llevaba dinero consigo, que ignora si Oray tuviera algún enemigo, que en las maletas que cargaba Oray no había más
que carne”.
También están en el expediente las “diligencias de la instrucción
declaraciones de Ignacio Villareal”. En este caso: “Manifestando este que cree
que fue el 17 de junio pasado que se encontró con Ramón Oray en El Tropezón y cenaron allí juntos, que después Oray le manifestó que tenía
urgencia de llegar al pueblo esa misma
noche y no le quiso esperar. Que después de media hora salió también con rumbo
al pueblo y que en todo el trayecto no
había nadie. Que una vez llegado al pueblo no vio más a Oray, ni esa noche ni después”. A pedido del
sumariante contesta que “ Oray no estaba abrió al salir de El Tropezón, que no sabe si Oray llevaba o no dinero
tampoco sabe si este tenía enemigos, que
él conocía a Oray solamente de vista no habiéndolo tratado nunca”.
En el cierre de las actuaciones firma Fausto Herrera.
Más adelante se lee en el sumario el sobreseimiento provisional-
articulo 435 inciso 1 del código de procedimientos criminales- ya que la investigación practicada no ha
logrado dar con el paradero del desaparecido Ramón Oray.
Se incluye como un dato de interés un Inventario de los efectos del
desaparecido: :
1 caballo zaino con patas
blancas lista corrida blanca en la frente con una marca de la cual se copia el
dibujo, 1 caballo Zaino pata izquierda blanca estrella en la frente sin marca,
1 basto en mal estado, 1 cincha con encimera
en mal estado, 1 par de estribos, 1 mandil en mal estado, 1 matra en mal
estado, 1 cojinillo en mal estado, 1 pehuan, 1 freno con cabezada, 1 maleta de
lona en mal estado, 1 malvinera en mal estado, 1 cincha con encimera en mal estado,
2 bozales con cabestro, 1 cuero de guanaco, 1 navaja de afeitar,
No se encuentran mayores referencias en estos tramites iniciales
que sean descriptivos con respecto a quien era y que hacia Ramón Oray.
Ignacio Villareal se identifica como argentino de 37 años de edad soltero que lee escribe de profesión
hacendado y domiciliado en el lote
fiscal número 94 a donde tiene su establecimiento ganadero denominado Río Laines.
En cuanto a la identidad de Silvano Novión dijo ser argentino de 48 años de edad,
casado, que escribe, de profesión comerciante
domiciliado en el hotel denominado El Tropezón.
Al
escribir LOS SELKNAM, ausencias y presencias. Sarita Sutherland me contó que
Oray vivía con cinco mujeres, Lola Kiepja, Cecilia y Adela Parra, y había una
de las cuales parecía no están mentalmente sana.
Para
diciembre del año de la desaparición las indígenas en número de diez serán
llevadas a la Misión (foto)..
Hay
un hijo de Ramón, llamado Rafael, que parte a la Patagonia a cumplir con el
servicio militar y nunca vuelve. Anibal Allen recuerda que tenía cierta
habilidad pintando, pero sus diseños eran singulares, por ejemplo barcos en
medio de un bosque.
Por
el lado de las mujeres esta historia se emparenta con numerosos descendientes.
Historia que a la vez instala el tema de las desapariciones en Tierra del
Fuego, tema en el cual la policía no tenía mayor eficacia.
Con el tiempo se dijo que Oray no solía bajar al pueblo, nada más que cuando tenía que hacer negocios por el lado de Punta María o del Frigorífico, ya estábamos entonces en tiempo invernal y probablemente tendría que comprar provisiones.
3 comentarios:
Estimado Mingo, me emociona este comentario tuyo acerca de la historia de Oray. Me entristece mucho también, porque la historia la conozco, conocí parte de ella y tengo entendido que a Oray lo asesinaron. De cualquier manera debe aceptarse la duda acerca de su desaparición..., corrían otros tiempos, los hechos podían resolverse o no dependiendo de muchos factores, y cualquiera fuese la conclusión, era legitimada y aceptada.
Te cuento que la historia la recibimos mis cinco hermanas y yo, de primera mano, fue de parte de mi mamá, Elvira Oray Parra, hija de Ramón Oray y de Adela Parra. Algunas veces, en charlas familiares, mi madre solía recordar a su padre a través de un relato parecido a este. Ella supo de esta historia, también a través de un relato ya que ella era muy niña cuando esto aconteció y no tenía el recuerdo directo de ese momento. Elvira había nacido el 4 de agosto de 1934 y fue llevada muy pequeña a la Misión Salesiana, al cuidado de las monjas de aquel lugar. Llegó con su madre y otras indias, hecho que concuerda con tu relato cuando hacés mención a la migración forzosa que tuvieron que padecer las mujeres de Oray ante el desamparo que provocaba su ausencia.
Gracias, Mingo!! Sirva esto de pequeño homenaje a mi querida madre, Elvira, por su vida llena de humildad y honestidad, y por el gran amor que supo dar siempre a toda su familia.
Un abrazo Mingo, y todo mi afecto para vos.
Carlos Salamanca
Hola Mingo!
Un interrogante que viene del pasado, aquel que involucró a Ramón Oray. ¿Qué le habrá sucedido? Siguiendo la fuente de tu artículo – y de tu libro – sumo otras piezas a este rompecabezas valiéndome de los recuerdos de Sara Sutherland de Menéndez, extraídos del libro “A hacha, cuña y golpe. Recuerdos de pobladores de Río grande” de 1995.
Sara había nacido el 23 de diciembre de 1917. De su etapa viviendo en la vieja Estancia La Teresita, entre 1922 y 1927, nos cuenta lo siguiente: “Nuestras vidas siguieron tranquilas en la vieja Estancia Teresita de la Compañía Sara Braun. Cuando llegaba la época de la esquila de lanares venían los onas a instalarse y traían a sus familias. Estos (los onas) hacían campamentos a la orilla del potrero, cerca del manantial. Había infinidad de ranchos de palos parados, forrados con cueros de guanaco. Yo solía escaparme a jugar con los chicos de los campamentos: ¡Jugábamos a las escondidas y tantas cosas ...! Me regalaban collares y pulseras hechos por ellos. ¡Por escaparme con los onitas me llevaba una buena paliza y ... A la cama sin comer!”
“Jugué con ellos (con los onitas). Tuve una amiga muy querida: Adela Parra (...). Yo jugaba con ellos cuando tendríamos seis años. Adela era más grande que yo, tal vez un año o dos más. Recuerdo a Adela, a su padre, que era un hombre alto, alto, alto, corpulento. Con Adela recorría todo, porque ella me llevaba.”.
Las remembrazas de Sara nos llevan a unos años después, tal vez más cercanos al año en que ocurre la desaparición de Oray (1938): “Después, Adela Parra vivió también acá en el Lago Fagnano; era del harén de Aray (*)”. Sara aclara al respecto que Oray, de nacionalidad chilena, tenía cinco esposas, y entre ellas estaba Adela. Refiere a los apodos de las demás esposas y continúa: “Eran todas indígenas, pero Adela, creo que no era ona pura. Sus facciones eran muy lindas: cara blanca, cabello oscuro ... Yo la vi después de muchos años, de grande y ella me miraba y me sonreía y yo no sabía porqué, porque no sabía quien era en ese momento. Hasta que un día alguien me dijo que era la que jugaba conmigo cuando era chica. Ya era una mujer grande con hijos”. Sara cuenta que conoció a algunas de las esposas de Oray, pero dice: “A todas no las pude conocer porque cuando pasaron por la estancia, una de ellas venía, porque decían que estaba loca, en el camión encerrada con llave. Entraron a la estancia de mi padre a tomar café y estuvieron un buen rato. Las traía el ingeniero de vialidad (Finocchio). Se sacaron unas fotos afuera. Eso fue después de la muerte de Aray, que las llevaban a la Misión. En la Misión dos murieron y otras se escaparon, las jóvenes se escaparon y las más viejitas se murieron. Aray las había cuidado muy bien”.
(Continúa en el siguiente comentario)
Hernán (Bs. As.)
(Viene del comentario anterior)
Sobre la desaparición de Ramón Oray, resulta interesante el comentario de Sara: “(Aray) vino al pueblo a comprar víveres, y vendió vacunos, caballos y otras cosas. Juntaba dinero y se compró lo víveres para todo el año. Salió del Lago Fagnano con un hombre que se llamaba Villarreal. La cosa es que él no llegó al pueblo ... Muchas veces se sospechó, pero no se pudo comprobar, que este hombre, Villarreal le había quitado el dinero que sabía que traía y lo había hecho caer al río en esas partes donde hay mucho barro. ¡Ni cuerpo! ¡Ni caballo! ¡Nada apareció!”.
Podríamos postular que muchas veces, las historias que vienen de un pasado lejano, al traspasar de boca en boca en su supervivencia a veces suelen perder aspectos de su verdad objetiva o tal vez, sumar otras variantes externas. Atendiendo esta apreciación, podemos aún decir que el relato de Sara parece guardar en sus aspectos generales una relación con varios puntos del expediente citado en el blog. Vale la pena tener en cuenta que para el momento de la desaparición, Sara tendría alrededor de 21 años. De su relato podemos observar lo siguiente:
- Sara coincide en la referencia a un vínculo entre Ramón Oray y una persona de apellido Villareal, aunque difiere en el lugar desde donde ambos habrían partido: señala como lugar de salida el Lago Fagnano, en tanto que se desprende del expediente que ambos, aunque en distintos horarios, salieron del Hotel El Tropezón de Silvano Novión.
- Sara recuerda que Oray “no llegó al pueblo”, las mismas palabras se utilizan en el expediente (declaración de Silvano Novión).
- La cuestión del dinero asociada a Villareal, aparece indicada en el relato de Sara. Asimismo, en el expediente, en una de las preguntas que se le hace a Villareal se plantea también el tema del dinero, acaso sugestivamente.
- También Sara plantea la desaparición de Oray, pero menciona un lugar posible: el río (¿Grande?)
- Por último, sus recuerdos aportan algunos pocos datos sobre Oray: su nacionalidad (chilena) y que vendió animales (caballos y vacunos), lo que podría darnos alguna idea de su actividad de sustento.
(*) Aray es como aparece escrito en la copia de la entrevista realizada a Sara Sutherland, siendo el apellido correcto Oray.
Un abrazo Mingo!
Hernán (Bs. As.).-
Publicar un comentario