TRÍPTICA NACIONAL.HISTORIA.30 CRISIS ERAN LAS DE ANTES


En la situación financiera que hizo temblar la plaza de BUENOS AIRES en 1890  figuró un acuerdo con importantes grupos bancarios.
El acuerdo con Rothschild no prohibía nuevos empréstitos externos ni obligaba al gobierno argentino a ninguna otra cosa que no fuese la reducción de la circulación monetaria.


 Este acuerdo permitió al gobierno enfrentar a los intereses rurales y sobre todo a los "nuevos ricos" de la administración anterior.  El crédito del gobierno había sido salvado, pero pocos meses después las autoridades argentinas comenzaron a reconsiderar la conveniencia del arreglo que, además, había generado protestas populares antibritánicas. Dichas protestas se registraron en los ataques contra el Banco de Londres y Río de la Plata, de los cuales el siguiente testimonio de The Buenos Aires Standard  del 5 de junio de 1891 da cuenta:
“Los banqueros y millonarios de Londres no pueden tener idea de los amargos sentimientos engendrados por el infortunado préstamo "Moratoribus-Rothschild". Aparentemente imaginaban estar haciendo un gran favor a Argentina al impedir la bancarrota financiera de Baring Brothers. Pero todo el negocio se ve aquí desde una perspectiva muy diferente (...). Las banderas inglesas en la Plaza Victoria fueron desgarradas por argentinos bien trajeados (...) y la reciente corrida para retirar fondos del Banco de Londres fue celebrada y aplaudida en muchos círculos que anteriormente nunca nos habían demostrado ninguna mala voluntad (...)”.
A pesar de este arreglo con los banqueros británicos, el gobierno de Pellegrini, decidido  solucionar la crisis, tomó medidas que afectaron a los bancos de propiedad extranjera, acusándolos de distribuir grandes dividendos. El impuesto a los depósitos en bancos extranjeros, el aumento de las patentes de licencia de compañías de seguros extranjeras, y la prohibición de aumentar los precios de las compañías de tranvías y de gas, generaron inquietud en el Foreign Office, que recurrió a los juristas de la Corona para comprobar si esas medidas violaban o no los términos del tratado anglo-argentino de 1825. Los juristas recomendaron al gobierno británico una actitud pasiva, alegando que el tratado de 1825 nada establecía sobre compañías por acciones, compañías de seguros u otras compañías. El impuesto del 2% sobre los depósitos establecido por Pellegrini no justificaba, en la opinión de esos juristas, la intervención del gobierno británico.  Ellos habían estudiado la legislación argentina y considerado la experiencia de las empresas británicas en otras partes del mundo. Habían encontrado así que tanto Francia como Grecia aplicaban impuestos a compañías de seguros británicas. Además, las medidas del gobierno argentino se aplicaban a todos los bancos extranjeros, no sólo a los británicos, de modo que no había violación del tratado  de 1825.

    Convencido por estos argumentos, el Foreign Office decidió no inmiscuirse en las medidas que Pellegrini impulsaba para resolver la crisis. La estabilización y recuperación de la economía argentina reforzó esta actitud prescindente de las autoridades británicas, a pesar de las presiones de la banca.  En ocasión de un discurso en Mansion House, el canciller inglés Robert A. Cecil, marqués de Salisbury, rechazó en nombre del Foreign Office la presión intervencionista de la City de Londres con las siguientes palabras, que reflejaron la política de no intervención oficial británica:  
“No tenemos la menor intención de constituirnos en la Providencia en ninguna de las disputas sudamericanas. Hemos sido presionados, seriamente presionados, para que asumamos el papel de árbitro, de árbitro compulsivo, en las disputas que se registran en la parte occidental de América del Sur (...) Hemos sido también seriamente presionados (...) para que emprendamos el saneamiento de las finanzas argentinas. Sobre ninguno de estos puntos el Gobierno de Su Majestad se halla dispuesto, en modo alguno, a asumir las funciones de la Providencia”.


No hay comentarios: