Cliente.- ¡Buenos días señora! Vengo a buscar mis empanadas de maucho.
Vendedora.- Enseguida se las traigo.
C.- Pero también vine con mi amigo que se interesó en comprar para comer con su familia. ¿Alcanzarán para él?
V.- Una docena tengo, ¿o quiere más? No tengo tantos clientes porque muchos se fueron para Ushuaia, para estar con la Presidenta.
C.-Estamos de suerte, entonces. ¿Y que va a hacer si les sobran?
V.- Se venderán mañana. ¡Porque mañana es el día del verdadero ayuno!
C.- ¡Usted me dijo otra cosa!
V.- Y Usted me creyó.
La vendedora va hasta la cocina y vuelve con los dos paquetes envueltos en papel, para los dos amigos, y al cobrar reflexiona.
V.- Estoy segura que si Cristina sabía que tenía empanadas de maucho, no se iba para Ushuaia.
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