Siguiendo la ruta DE LA AEROPOSTA.

Apreciamos una vez mas, esta vez en el plano domestico, la realizaciòn  documental de Luis Eduardo Soler sobre la linea pionera de la aviación en el sur argentino.

Un proyecto que fue respaldado por el concejal Esteban Martínez, y el cuerpo de representantes de Río Grande, siguiendo un itinerario de tres continentes, y visitando diversos países, para trazar el itinerario que luego de 1919 llevó a las alas francesas a buscar acercamientos al África y luego nuestro sub continente Americano.

El nombre de Pierre Latecuer, el de Luro Cambaceres, están presentados desde entradas al interés de los espectadores.

Ya para el año 1929 se puede hablar de una Aeroposta Argentina con un aviador legendario Antoine de Saint Exuperí, que produce los primeros acercamientos a la Patagonia.

Múltiples testimonios acompañan el relato que llevará a la firma al gran salto de llegar a la Tierra del Fuego, en aquel vuelo inaugural en 1935 llegará a nuestro Río Grande Rufino Luro Cambaceres y un mecánico que se quedará en nuestro lugar: Esteban Martínez Martos, el padre de Chiquito.

El documental está construido con valiosas imágenes y las voces de los aviadores sobrevivientes de antiguas experiencias.

Luis trabaja en estos día en la realización de un segundo documental, nuestro blog tiene una referencia anterior cuya signatura presentamos, fue cuando se hizo la presentación de SIGUIENDO LA RUTA DE LA AEROPOSTA en el Museo Municipal Virginia Choquintel, con una exposición anexa.

http://mensajerodelrio.blogspot.com.ar/2013/09/visitamos-la-exposicion-sobre-aeroposta.html

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola Mingo!

Me gustaría verlo, claro! El campo de la aviación en la Tierra del Fuego es una temática interesante para trabajar, y el plano audiovisual es una buena opción para contar y mostrar contenidos al respecto.

Hace un tiempo leí un libro llamado “Ushuaia, mis recuerdos lejanos” (2003), de la autora Susana Marta García. Me resultó muy interesante, puesto que es la mirada de Tierra de Fuego con ojos de niño, debido a que la autora tenía alrededor de diez años cuando estuvo allí con su familia. Corría la mitad del siglo 20. En el texto, que son sus recuerdos, algunos pasajes dan cuenta de su viaje en un avión DC-4 a Río Grande, y luego a Ushuaia en un DC-3.

En 1948, Susana tenía nueve años; su familia la integraban su hermana Cora, su madre y su padre, el Suboficial Primero Aeronáutico Enrique García. Por aquel entonces, vivían en las afueras de Villa Harding Green, cerca de Bahía Blanca. A fines de abril de ese año, el Sr. Enrique – un marino aviador – recibió la noticia de su traslado a la Estación Aeronaval de Ushuaia. Este fue el motivo por el cual la familia se mudaría a la Isla. Así lo cuenta la autora en su libro:

“En un par de semanas estuvimos listos para el traslado. Como tantas otras veces, confortablemente llegamos por tren a Constitución. Después de saludar a los abuelos paternos, nos alojamos en el todavía sobreviviente América-Larre, un hotel pasajero junto a la estación de trenes. Transcurría la segunda quincena de mayo y ya hacía frío de invierno.

Me pareció que apenas nos habíamos acostado cuando tuvimos que levantarnos. Cora y yo nos vestimos luchando contra el entumecimiento del sueño que también ardía en los ojos. Todavía de noche partimos a Morón.

Estamos emocionadas. A pesar de que desde que nacimos Cora y yo hemos vivido con el ruido y la visión constante de aviones entrenándose en los cielos de Puerto Belgrano y en los aledaños de Espora, ésta sería la primera vez que volaríamos.

En la oscura madrugada el DC-4 nos parece enorme; por dentro, oscuro, frío, con asientos laterales de chapa, con los avíos para el transporte de tropa, ruidoso y temblequeante por la fuerza de sus confiables motores.

Comienza el viaje hacia el sur, largo, incómodo, aburrido para mi asombro.

Sentados a lo largo del fuselaje no podemos ver casi nada hacia fuera (...)”.

Aquel avión DC-4 descendería primero en Río Grande, en un día gris de mayo de 1948. La autora continúa:

“Se supone que allí mismo cambiaríamos a un DC-3, pero desde hace varios días el tiempo tiene puesta una infranqueable en torno a Ushuaia. Forzosamente transcurrimos tres ¿o cuatro? días, atados minuto a minuto a un cambio meteorológico favorable, hasta que una mañana, de prisa, nos engulle finalmente el bimotor.

El vuelo, aunque breve, nos enfrenta por primera vez con la turbulencia entre nubes. Finalmente aterrizamos, los oídos de Cora y los míos parecen estar estallando; el dolor y el mareo son insoportables.

Papá venía a hacerse cargo de la Jefatura de la Estación Aeronaval. En una placa conmemorativa del viejo aeropuerto aparece su nombre encabezándola como el primer jefe” (García, Susana Marta: “Ushuaia, mis recuerdos lejanos”; Editorial Dunken, Buenos Aires, 2003).

Entre las fotografías que ilustran el libro, destaco una en particular en la cual la autora y su hermana Cora aparecen junto al “Cessna T-50 del famoso aviador Lorenzo”.

Un abrazo Mingo!
Hernán (Bs. As.).-