Había nacido como un proyecto apresurado en el
invierno de 1893 con un puñado de hombres y los pocos enceres que pudieron
colocar sobre la costa de la Bahía de San Sebastián. Para noviembre del mismo
año celebraban misa en los Barrancos Negros y levantaba la primer casa “la
colorada”. Algo más tarde buscaron un lugar más alto, y provisto de agua: los
tres manantiales. Y allí los sorprendió un incendio destructor, justo cuanto
tenían por vecinos –acampados solamente- los efectivos de la policía
territorial y río de por medio se venía levantando la primer estancia de José
Menéndez.
Monseños José Fagnano buscó un lugar distante de
los aprontes de la civilización, para preservar la integridad del indio.
La crónica misionera dice: Fui hoy con Monseñor y
Beltramo a buscar un paraje oportuno para establecer las casas de la misión y
galpones. Monseñor estableció de colocar la misión a unas cinco
cuadras al Norte del actual potrero y los galpones a la desembocadura del
cañadón de la porotera. Se carneó un animal (las
hermanas cuentan que ese día monseñor predicó “los ejercicios
espirituales”)
El Padre Raúl Entraigas, biógrafo de Fagnano dará
cuenta posteriormente de este momento fundacional de la siguiente forma:
“A nueve kilómetros de la extinta misión hallaron
un lugar aparente: a unos quinientos metros del Cabo Sunday defendido de los
terribles vientos del Oeste por unas bardas de varios metros de altura, con
buenos chorrillos y terreno cultivable. Ahí dio orden el prelado de
levantar la nueva Misión. Los dos carpinteros que habían
conchavado axprofeso en Punta Arenas pusieron enseguida manos
a la obra. Todos los coadjutores e indios ayudaban. El Padre Bernabé
hizo un nuevo plano. Al poco tiempo ya se veían desde lejos las casitas de
madera al socaire del cantil”.
El lugar conocido por entonces como El Cañadón de
la Porotera tenía un nombre aborigen: WANWRAY.
.
5 comentarios:
Hola Mingo!
A continuación, sumo a tus textos una interesante reseña que aparece en la revista “A la costa de un arroyo I” (Capítulo VI. La Capilla histórica). Al final, un recuerdo a un coadjutor salesiano.
“La Misión de Río Grande, como todas las demás, tenía el fin primario de evangelizar. ¡Pero cuántos esfuerzos llevó! (...) Viaje inicial fallido (VI-93); fundación en zona inundable (XI-93); traslados a terrenos altos (X-94), aquí en esta segunda fundación, de corta vida, el fuego devora también una hermosa iglesia de una capacidad cercana a las mil personas (XII-96). Finalmente el emplazamiento actual (tercera fundación) (...).
Los verdaderos constructores de la antigua capilla fueron el P. Juan Bernabé y el hermano Santiago Dalmasso. El primero estuvo en muchas otras obras de Don Fagnano, diagramando y dirigiendo. Por eso cuando le tocó concebir la iglesia de la Candelaria, lo hizo con gran solvencia. Su forma asemeja una gran Cruz (acostada) con más de doscientos metros cubiertos. Se utilizó tirantería de madera de nuestra región, chapas de cinc, etc. Quedando finalmente como el más amplio y destacado de los edificios de la Misión.
La iglesia construida por el P. Bernabé (*) quedó preciosa pero sin campanario, aunque había una campana (que estaba al costado de la misma). Un cierto día se arrimó a la Candelaria el Señor Mac Lennan. Conocido y no muy querido administrador de la Primera Argentina (**), Don Alejandro (comúnmente conocido como Chancho Colorado), se acercó en la oportunidad con buenas nuevas. Dijo haber encargado chapas de zinc, además de tirantes y clavos, a fin de que los misioneros puedan levantar la torre de la iglesia. “Una capilla sin torre no puede ser”. Así fue como llegados dichos materiales se puso en práctica el oficio de carpintería y al cabo de un tiempo estaba concluida la torre y levantada como correspondía la campana.
(...) La iglesia primitiva había caído en desuso. La nueva construcción de la escuela, incluyó otra capilla (más abrigada y calefaccionada), que se usaba para todo acontecimiento religioso. Por eso, la antigua capilla estaba un tanto venida a menos. El único adelanto lo constituyó la ubicación en el campanario de un hermoso reloj. Fue obra del P. Enrique Pozzoli sdb (confesor y relojero), que se concretó a fines de la década del ’40.
Se pensó en transformarla (a la Antigua Capilla) en museo, para ello se le hizo piso nuevo, vitrinas laterales (a fin de colocar elementos, etc). El Padre Ziggiotti bendice la Capilla Museo.
Como Capilla Museo, precisamente se universaliza. Mediante una reproducción en viñeta de Don Eduardo Millavaca, se puso en circulación un sello postal. Desde el año 1975, por valor $280 y finalmente de $ 300, en 1977.
Se formaba en Buenos Aires el Instituto de Investigaciones Históricas de Tierra del Fuego. Entre sus objetivos se propone hacer monumento histórico nacional a la capilla de la Candelaria. Hasta que un buen día los lectores del Boletín Oficial, se alegran con la Resolución 2087 del P.E.N, que decía: Se declara monumento histórico (nacional), al conjunto integrado por la Capilla de la Misión Ntra. Sra. de la Candelaria y dos pabellones contiguos (11 de agosto de 1983)”. (COTEMA: Comisión Pro Templo a María Auxiliadora en la Misión: “A la costa de un arroyo I. Anecdotario de La Misión”, Tolhuin Impresiones, Río Grande, Tierra del Fuego, 1998).
(CONTINÚA EN EL SIGUIENTE COMENTARIO)
(VIENE DEL COMENTARIO ANTERIOR)
En el desarrollo histórico de la Misión Salesiana, un párrafo para recordar a un coadjutor salesiano a quien tuve la posibilidad de entrevistar hace unos años, y que ha fallecido meses atrás en Buenos Aires. El hermano Marino Francioni había sido maestro en la Escuela Agrotécnica que funcionaría en la “Misión Salesiana Nuestra Señora de la Candelaria”. En aquellas charlas, Marino me transmitió sus vivos recuerdos sobre la Tierra del Fuego en los años de su juventud. Al lado de su vocación religiosa, disfrutaba de enseñar, de recorrer los sitios que rodeaban a la Misión. Siendo niño, tenía como pasatiempo diseñar barriletes. Y ese interés, lo llevaría más tarde a crear el X-1. En sus palabras: “Empecé a hacer barriletes, más grandes, más grandes, hasta que hice uno grande donde me metí yo. El motor era a veces un caballo, cuarenta chicos tirando de sogas o un vehículo tirando las sogas. Y yo iba adentro. Ese avión se llamaba X-1”.
Gracias Marino por sus recuerdos fueguinos ...
Un saludo Mingo!
Hernán (Bs. As.).-
(*) Antigua Capilla o Iglesia de la Misión de la Candelaria (o Capilla Histórica).
(**) Se refiere a la Estancia José Menéndez.
Gracias por tanta Historia, es enriquecedor y aporta a conocer los pasos de quienes nos precedieron.
Saludos
He conocido muy bien esa historia del X-1, me la contaba varias veces el mismo Marino Francioni, mi tío!!! Intento viajar en el 2025 para conocer esos lugares que el mencionaba!!!
Agregó, que su idea era arrojar desde el aire los diarios como lo hacían los pilotos de aerolínea!!
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