Doctor Adrián Bitsch, su recuerdo en el aire de LRA 24..

Hijo de inmigrantes europeos, rusos blancos y croatas, su trabajo fue una proyección de la labor de sus mayores que llegaron a poblar campos con lanares, al sur de Magallanes y Santa Cruz.
Nacido en Río Gallegos parte de su infancia transcurría en el campo fueguino donde su padre fue administrado de un gran establecimiento, la Ruby. Entonces su escolaridad se dio en el internado salesiano de la Misión de Nuestra Señora de La Candelaria, donde funcionaba la Escuela Agrotécnica.
Debió emigrar para terminar sus estudios a la provincia de Buenos Aires, y en la UNLP obtiene su título de Médico Veterinario.
También allí conoce a Lidia Mariani, con quien contrae matrimonio dando origen a una familia nutrida con cinco vástagos.
Tierra del Fuego le da la oportunidad de volver desempeñándose como Veterinario de SENASA, Servicio Nacional de Sanidad Animal. En un primer momento cobra intervención ante un brote de aftosa que altera la vida fueguina promediando los años 60, más tarde echa raíces y se convierte en el médico recorredor que visita los 60 establecimientos rurales del entonces Territorio Nacional de la Tierra del Fuego. A donde no llega con su vehículo lo hace de a caballo, y conoce así lugares lejanos donde habita el solitario hombre de la campaña austral: el ovejero. Le preocupa junto a la salud de las majadas una enfermedad que hace estragos en la población rural: la hidatidosis. Se propaga del ovino al perro –herramienta de trabajo del ovejero- por la ingesta de vísceras , del perro llega al hombre generan en su cuerpo quistes que limitan su bienestar y al diseminarse comprometen su vida. Bitsch sabe que para terminar con la enfermedad hace falta algo más que dosificar a los perros con determinados medicamentos, hay que cambiar los hábitos de la población rural: evitar que se les dé a los perros achuras crudas, como alimento.
Y para eso encontrará una herramienta importantísima con la instalación den 1973 de LRA 24 Radio Nacional Río Grande.
El joven veterinario se acerca con una propuesta: armar un programa radial que contenga temas de interés para el hombre de campo, y que preconice las normas higiénicas indispensables para evitar la propagación de la enfermedad. El espacio se llamará LAVANDO CEBADURAS PARA INTIMAR Y CONOCERNOS y se extenderá en el tiempo durante la temporada invernal, de mayo a agosto, cuando la gente de campo ve limitada su actividad por razones del duro invierno, y encuentra en la radio su vínculo con el mundo.



Música de distintas regiones del país, lectura de correspondencia, comentarios sobre temas camperos, e históricos del sur, humor, y los concejos de prevención ante la hidatidosis eran el condimento indispensable de cada mañana; situación que acompañó durante casi 40 años, hasta que le llegó la muerte  el 30 de septiembre de 2011.
Docente de la Escuela Agrotécnica Salesiana fue autor de diversos libros técnicos orientados a la capacitación de los jóvenes en el campo austral, en un espacio de aprendizaje donde concurría tanto los fueguinos como los santacruceños. Entre ellos los dos tomos de su Ovinotecnia.
Preocupado  por perpetuar el trabajo del ovejero, y sus perros de trabajo, ideó en 1974 la  Fiesta del Ovejero, actividad de encuentro de los trabajadores rurales que se celebra cada primer domingo de marzo reuniendo competidores de chile y de argentina, y de cuya constancia se da la continuidad de la misma alcanzando recientemente las 41 ediciones.
Quien ingrese a Río Grande por tierra verá casi de inmediato un monumento al ovejero fueguino, fruto de su empuje.
Trabajó con múltiples sectores para que  Tierra del Fuego tenga una legislación acorde a los propósitos asistenciales que instaló cada mañana de invierno en la señal de LRA 24, y así nació la ley que organizó la lucha contra las zooantroponosis, que hoy diagrama anualmente los períodos de recorrida y visita a cada rincón del campo fueguino para mantener los logros en materia sanitaria, y superarlo de ser posible.
Con idéntica preocupación manifestó su interés por la preservación del medio ecológico en una ciudad de desbordante crecimiento, y donde con la producción lanar y petrolera, antagónicas en tantos aspectos.
Hombre de hábitos sencillos supo convivir con los pobres y los ricos en un ámbito como el rural de la Patagonia donde no abundan los estratos medios. Católico en sus convicciones y su práctica fue durante años promotor de la emisión de la Misa por LRA 24, misa que oficiaba el Padre José Zink, el denominado Cura Gaucho, que tantos amigos supo ganar entre la gente fueguina.
Y llegaron algunos reconocimientos: Ciudadano Ilustre de la ciudad, Premio Divino Maestro, del Consudec (Consejo superior de educación católica?.
Ya en edad jubilatoria fue el más directo colabora del Museo de la Misión, secundando en esta tarea a quien fue el primer cura santacruceño, el Padre Juan Ticó, que continuó su actividad por sobre los 90 años de edad realizando un importante rescate patrimonial de lo fueguino.
Hoy la memoria de lo hecho y lo dicho por Adrián Bitsch sobrevive en el amplio recuerdo de los que fueron sus alumnos, “los ovejeros” y la audiencia de esta radio pública que lo supo tener como el colaborador más veterano.

(En la foto, Adrián, atendiendo a sus oyentes...)



2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Mingo!

Entiendo que la participación del Dr. Adrián Bitsch en el evento de aftosa - referido en el artículo - que ocurriera en la isla a mediados de la década del 60, es el descripto en una nota publicada en “El Río” (Año 1 - Nº 8 - Río Grande - martes 14 de octubre de 2003).

Dicha nota llevó por título “1967: Con la aftosa y el rifle sanitario”, y comenzaba con tus palabras de la siguiente manera:

“Hace casi 17 años, por consultas realizadas sobre la implementación del Rifle Sanitario en Tierra del Fuego, tema Fiebre Aftosa en Estancia María Behety, fui orientado por el Dr. Adrián Bitsch a escribir sobre mis inquietudes al Dr. Otto Hinnsch que había tenido una directa intervención en el procedimiento”.

En respuesta a ello, el Dr. Hinnsch escribiría una carta fechada en Olivos el 13 de noviembre de 1986, cuyo contenido textual aparecía publicado en la mencionada nota de “El Río”. Allí, Hinnsch indicaba que “se confirmó el diagnóstico de Fiebre Aftosa (correctamente, Glosopeda) en los bovinos de la Estancia María Behety (...) a fines de 1966”. Otros pasajes de la carta del Dr. Otto Hinnsch señalaban:

“(...) El Dr. Arostegui (...) se convence de la presencia de Fiebre Aftosa cardíaca. Aconseja no movilizar más la hacienda y realizar la denuncia correspondiente a las autoridades sanitarias.

Empero, los propietarios no concretan ninguna denuncia, por el contrario, ocultan el brote hasta que toma estado público por lo que el policía de servicio en el establecimiento resuelve poner el hecho en conocimiento de su superior inmediato Subcomisario Stefanini.

El Subcomisario Stefanini viaja a Ushuaia informar a su superior y al Gobernador, quienes disponen que el referido Subcomisario y un veterinario de apellido Tapia intervengan de oficio a los efectos de verificar en situ la gravedad de la epidemia.

La comisión, integrada también por los agentes y por el Ing. Serra a cargo del INTA Río Grande, encuentra grandes dificultades para concretar el procedimiento y movilizarse en el campo (...).

No obstante, el Ing. Serra convencido del ocultamiento del brote de aftosa comunica su sospecha al Dr. José María Quevedo, Director de Investigaciones Ganaderas del INTA Buenos Aires quien, a su vez, transmite la noticia al Secretario Técnico de SELSA, Sra. Carlos Wiles Rivero Boedo.

La noticia, obviamente, conmociona a SENASA-SELSA y, de modo especial, a su Director Dr. Emilio J. Gimeno (...). Tras varios días sin noticias, el Dr. Gimeno - Director del SENASA - resuelve designar al suscripto (*) su ayudante para evaluar personalmente, la situación.


(CONTINÚA EN EL SIGUIENTE COMENTARIO)

Anónimo dijo...

(VIENE DEL COMENTARIO ANTERIOR)

En definitiva, el Dr. Gimeno dispone la concreción del “rifle sanitario”, amparándose en las reglamentaciones vigentes, además de un acelerado muestreo serológico en todos los rodeos vecinos (...).

Esa noche, solitario y taciturno, comencé a borronear una serie de reflexiones, prevenciones, ideas, sugestiones que consideré importantes para un procedimiento decoroso.

Obviamente, no se me escapaba que el método debía ser de zanjas, pero ¿A qué profundidad? ¿De qué ancho? ¿Qué largo? ¿Dónde? Porque no tenía ni una sola referencia de procedimiento similar ni se me había asesorado sobre el particular.

Dispuesto el sacrificio de los animales y el muestreo serológico, para indagar o no la posibilidad de que el brote se hubiera iniciado en otro establecimiento, comienza a llegar el personal técnico y paratécnico, entre ellos Adrián Bitsch (...).

Finalmente, a pesar de los muchos inconvenientes y entorpecimientos, el operativo estaba próximo.

Ya todo dispuesto, ocurrió el primer imprevisto: los policías se negaban a disparar y matar a unos bovinos (incluyendo varios terneritos recién nacidos) indefensos y, aparentemente, indemnes. Por ello, fue preciso reunirlos, arengarlos y explicarles que no se trataba de un “asesinato” de vacunos sino de una verdadera lucha armada contra un enemigo invisible, acantonado en las amígdalas de esos vacunos aparentemente sanos pero que, en un futuro imprevisible, podía ser causa de la muerte de muchos miles de animales (...). Tranquilizados los ánimos por esta arenga patriótica, los agentes aceptaron la cruel tarea.

Se dispusieron 10 tiradores en línea y, comenzó el tiroteo. Sin embargo, eran pocos los animales que se desplomaban a pesar de la intensidad del tiroteo; evidentemente, algo estaba fallando y, no precisamente, la puntería de los agentes. Tras cierta confusión se comprobó que la munición utilizada estaba totalmente vencida, estacionada en la isla desde 1942 nunca se había tirado un tiro.

En consecuencia, fue preciso solicitar la colaboración de la Marina que proveyó munición nueva con la que los restantes operativos se realizaron sin problemas.

Por lo que se refiere a las dificultades de comunicación con Buenos Aires, lo recuerda bien Adrián, pues más de una noche me acompañó al bachillerato Agrotécnico donde su Director el R. P. Muñoz del Val nos conectaba con su radio-aficionado con un dentista de Olivos y, este a su vez con el Director de SELSA y SENASA”.

(*) Otto Hinnsch.

Un saludo Mingo,
Hernán (Bs. As.).