El gran femicidio fueguino


Los rituales del pueblo selknam se basaban en un mito que describe cómo en un tiempo mítico –tiempo howen- las mujeres mantenían dominados a los hombres disfrazándose de espíritus, e imprimiéndoles el miedo.
El sol descubrió la tal engañó y todas las mujeres, salvo las niñas, fueron asesinadas escapando la luna al firmamento donde huye continuamente del sol que la persigue.
Las niñas crecieron víctimas de la misma impostura que habían ejercido sus madres para con sus padres, y pasaron a ser dominadas.
Este femicido ha sido identificado por algunos investigadores, como el cado del psiquíatra junguiano Pesagno  Espora, como “La gran revolución”
***
Pero les dejo una narración propia que figura para el tomo dos de RASTROS EN EL RÍO, escritos del año 1992 que publicamos en EL SUREÑO.
“Cuando en este mundo mandaban ellas, trascendió la mentira/verdad que sostenía el orden social, y comenzó la gran revolución de los hombres”.




Mujer, golpeada y sola.
Fue en un minuto: arco de luz en el horizonte, calco blanco y azul sobre el agua calma, bola de cristal prediciendo el pasado. Luna llena.

Kree escapando nuevamente al asedio del sol.

Tal como lo hiciera en los albores del mundo, cuando la tierra dejaba de ser lisa y plana, dura y seca, y el cielo estaba mucho más bajo que hoy en día, y no se sabía del frío, la nieve y el deshielo, en los tiempos ignorados en que las mujeres gobernaban sobre los hombres.

Pero era en aquel entonces: sobre la Tierra del Fuego caminaba el sol y la luna, las estrellas y el viento, los cerros y los ríos tan humanos como los selknam, y las mujeres gobernaban sobre los hombres.

Los hombres debían permanecer obedientes en el Kowi, la choza reparo en el ámbito doméstico, cuidando del fuego para asar la carne, trabajando el cuero del guanaco o del lobo, y al cuidado de los pequeños que las mujeres parían y olvidaban.

Si había algo importante que discutir en la comunidad eran las mujeres las que sentadas formaban la rueda de las deliberaciones donde nunca pero nunca podrían participar, ni siquiera asistir, un hombre, por más fuerte que fuera e inteligente que pareciera.

Kree, laq más astuta de ellas, comprendió que debían reservarse a perpetuidad las mujeres el dominio de la sociedad  tribal, evitando toda forma de rebelión e insumisión masculina. Kree, la temida hechicera trazó en aquella Era sin muerte  los tácitos reglamentos de la organización secreta primigenia y por él construyeron a cierta distancia de sus viviendas un cono de troncos de lenga en el cual podrían reunirse cada tarde.

Y cuando la noche oscura, aún sin luna, aún sin estrellas se precipitaba sobre la tierra lisa y plana a la luz de las fogatas, los hombres aterrorizados contemplaban como emergían de las sombras esos seres atroces, de cabeza de corteza y variado pelaje, saltando y brincando. De a una, en pareja, o formando largas filas; las mujeres disfrazadas aferradas con su traje al rol asignado por la primera ideología de la dominación que conociera la Tierra.

Kreen supo al fin por su esposa, la hechicera, y otros hombres también fueron informados que esos seres descendían del cielo, o surgían de la tierra, para encontrarse con las mujeres reunidas en la Choza Grande a la que respetaban en su condición de tales, pero esa suerte no correrían los machos si se atrevían a acercarse al círculo sagrado, el ámbito femenino.

Sólo por las mujeres sabían ellos algo de la naturaleza de este mundo mítico fantaseado pro las mujeres. Xalpen averiguaba siempre sobre el comportamiento de los amos de casa, y otro ser del cielo o de la tierra determinaba las tareas que el hombre debía hacer para salvar su vida; más era Kree, la mujer luna, la gran determinante de las funciones sociales y las mujeres, en su ámbito de poder salían turnándose y cada tanto a la viviendas para traer los tributos del asado y llevar las noticias del inframundo.

Todo fue así en la era sin medida, hasta que Kreen, buen cazador y experto corredor –extenuado por la carga de un guanaco muerto- se sentó tras unas matas muy cerca de la casa ceremonial. Y desde esa espesura pudo asistir al diálogo que dos mujeres sostenían junto a un río, mientras recubrían su cuerpo con el ocre y el blanco cromático de los seres mágicos que se manifestarían algo más tarde. Tenían la burla por los hombres, de continuo en sus labios y sus gestos. Kreen vio que eran sus hijas... y comprendió cómo los habían engañado.

Esa noche los hombres deliberaron en secreto en el campamento, la Gran Revolución se puso en marcha.

Así salieron con sus nudosos garrotes para que –en la furia del engaño- golpearan una a una a sus mujeres,  a sus madres, a sus hijas, a todas: ¡hasta matarlas!

Sólo Kee tendría mejor suerte pues al ser golpeada por su esposo sol con un leño encendido tembló a cada golpe el firmamento, y en la vacilación de Kreen descendió el cielo para que tomara la altura donde se la sigue viendo con el rostro quemado por el leño tizón y perseguida infructuosamente por el vengativo sol, padre de la rebelión masculina.

Cuando al amanecer los hombres regresaron al campamento eran las niñas pequeñas, por ellos cuidadas con amor maternal, las únicas mujeres sobre la tierra.

Salvadas en su inocencia, en su ignorancia del mundo fabulado por la luna, verían al llegar a adultas como desde la enigmática choza de los hombres, dueños ahora del secreto del engaño, harían aparecer extraños seres antes personificados por sus madres que les infundían el temor necesario para nunca revelarse a la autoridad masculina.

Pero cada cazador sabía que esa luna a veces tan roja de ira alzándose sobre el horizonte en una eterna fuga del sol, se manifestaba con la maldición de su caída


Ilustración de Omar Hirsig.

Saben que un hubo un tiempo en que los caballos usaban zapatillas?


EVOCACIONES++++Mayo 28, de 1891. Popper llega a Buenos Aires y ya no volverá a Tierra del Fuego.

En ese escenario porteño tratará de fortalecer sus relaciones para posibilitar varios proyectos relacionados con la  Isla Grande.

Unos años después José María Borrero, entre sus detractores, trazará en LA PATAGONIA TRAGICA, este perfil del personaje.

El rumano Julio Popper ya lo conocemos por sus correrías en pos de nuevas minas de oro (se interesó por esta sangrienta ocupación cuando su empresa minera quedó estancada y quiso resarcirse de sus fracasos con un trabajo remunerativo al servicio de patrones cuyo vehemente anhelo era la eliminación de los indios.

Cuando los europeos hicieron su posición cada vez más insostenible, Popper recurrió al gobierno de Buenos Aires. Entre otras cosas, tuvo la osadía de defender con hábil charlatanería a los indios, para distraer la atención de los graves cargos que se le imputaban por maltratar a sus peones, durante una conferencia pública que tuvo lugar el 27 de julio de 1891. (A poco del retorno definitivo a Buenos Aires que hoy estamos recordando)

En la misma oportunidad presentó, con espeluznantes detalles, un cuadro de las violaciones, ultrajes y asesinatos que fueron cometidos por los europeos. Es cierto que describió, sin tapujos, la realidad de aquellos horripilantes acontecimientos que clamaban al cielo, y también es cierta su defensa de los aborígenes:

"La injusticia no está del lado de los indios... Los que hoy día atacan la propiedad ajena en aquel territorio, no son los Onas, son los indios blancos, son los salvajes de las grandes metrópolis". A pesar de esas graves palabras, él tuvo considerable participación en la terrible calamidad de que "el dominio absoluto del indio Ona se ha convertido en recipiente de hombres arrojados de todos los países de Europa, en teatro del vandalismo de grupos de desertores, deportados y bandidos de todas las razas".

No tuvo vergüenza de hacer fotografiar una matanza de indios durante la cual él, apuntando con su fusil, capitaneaba a sus subordinados con idénticas intenciones: en primer plano yace el cadáver de un hombre vencido, mientras que las armas se dirigen contra las mujeres y niños que huyen; él mismo observa la caída de los mortalmente heridos. El aspecto de este grupo causa estupor y espanto.



El ingeniero rumano avanzó en sus últimos años – fallecería en el invierno de 1893, en una empresa colonizadora en nativos.., para lo cual recibiría tierras sobre la margen sur del río Grande, en un total de 40 mil hectáreas que con los años pasarían a poder de José Menéndez.

Y también buscaría concretar una empresa antártica, para lo cual compró dos pequeños buques.





Un barco perdido Por Inés Menéndez Behety



Desde chica, en los veranos que pasábamos en el campo de mi familia en Tierra del Fuego, había oído hablar de Duchess of Albany, el velero que naufragó en 1893 en las costas de la bahía Policarpo. Aún estaba allí, solitario, varado en la playa, desafiando al tiempo, en un lugar difícilmente accesible. Era casi una leyenda. Todos sabían de su existencia, muy pocos lo habían visto. Siempre soñí con llegar hasta allí.
No fue tarea fácil. Era preciso encontrar compañeros dispuestos a cabalgar 8 o más horas por día, durante 6 ó 7 días, avanzando por terrenos y lugares desconocidos, durmiendo al aire libre, aguantando a pie firme lo que el clima pudiera depararnos.
Finalmente el grupo se formó, y partimos por primera vez en diciembre de 1983.
Ante la dificultad de conseguir caballos en la zona, resolvimos llevar los nuestros, los gateados de María Behety, contrariando todos los pronósticos de quienes decían que no podrían adaptarse a un terreno tan diferente del suyo.
El camión los dejó en la estancia Irigoyen, cerca del cabo Ladrillero, donde termina el camino que desde la ruta 3 llega hasta la costa. Ensillamos cargamos los pilcheros y seguimos por la huella que lleva a María Luisa, la última estancia del lugar. Desde allí se sigue la línea de la costa, en dirección al cabo San Diego, extremo oriental de la isla Grande de Tierra del Fuego.
A partir de María Luisa solo contamos con nosotros mismos y nuestros caballos para enfrentarnos a esa naturaleza bruta, inhóspita, exagerada para todo.
A partir de ahora, nuestra vida pasa a depender de las mareas. Ellas deciden cuàndo acampar y cuándo marchar. La playa de piedras, el terreno cada vez más húmedo y plagado de turbales hacen que solo con marea baja sea posible avanzar. Cuatro ríos y un chorrillo van a cortar nuestra ruta, y solo con la bajante se pueden vadear.
Se marcha al paso, o al trote, trepando por los acantilados y bajando barrancas empinadísimas. Con los pilcheros de tiro no se puede galopar. Para seis personas, se necesitan por lo menos diez caballos.
A medida que avanzamos, mirar los restos que el mar arroja a la playa es algo fascinante. Cantidades de mástiles, maderas, hierros, pedazos de barcos, despiertan en nuestra imaginación escenas de tormentas, de penurias, de naufragios… vaya a saber las historias que podrían contarnos. La contracara de todo esto: pedazos de telgopor, arrojados por las fàbricas de televisores, y botellas de plástico, llevados por las corrientes marinas a esta costa deshabitada, ponen la nota discordante como un amargo recordatorio de que la “civilización” va llegando a todos lados.
Si tenemos suerte, al tercer día estaremos contemplando el caso de hierro del “Duchess of Albany”. Recostado sobre la playa, paralelo a la costa, el ancla 200 metros mar adentro conservaba intacto, hasta hace pocos años, su bellísimo mascarón de proa, tallado en madera, que se encuentra ahora en el Museo del Fin del Mundo.
En unas horas más de marcha, mareas mediante, se puede llegar hasta el casco de la antigua estancia Policarpo, abandonada hace años por la imposibilidad de explotarla. Aquí las dificultades se van multiplicando. Hemos entrado en un microclima de humedad permanente, mucha niebla, llovizna y el terreno cada vez más blando, al extremo de tener que desmontar. Para llegar a Bahía Thetis habría que hacer el trayecto a pie. Todavía no lo he intentado.
La travesía es dura, muy dura, tanto que ni siquiera podemos saber de antemano si llegaremos adonde nos habíamos propuesto. De hecho, de las tres veces que ha ido, sólo una pudimos llegar al final.
Las dificultades son muchas e impredecibles. Como cuando, al despertar, no estaban allí los caballos (aprenden rápido a cambiar con las maneas). Como no hay alambrados ni corrales, nada los detiene. Con los que dejamos atados durante la noche, partimos a buscarlos era increíble lo lejos que habían ido, y estaban metidos en un cañadón donde era imposible verlos.
Otra vez, intentando vadear el río Leticia, algunos caballos echaron a nadar y mi hermana Josefina quedó agarrada de un poste en medio del río. Esa noche dormimos bajo los restos del viejo puente de madera, tratando de protegerlos de la lluvia.

Hay momentos en que uno se pregunta qué diablos está haciendo allí, pudiendo estar quizás en una quinta, recostado al sol, bebiendo algo fresco al borde de una pileta. Pero, una vez de vuelta, la experiencia es ciertamente inolvidable. La satisfacción de haber superado el desafío, de haber transitado por parajes casi vírgenes, de conocer lugares que pocos conocen. El gaviotero del río Irigoyen, los nidos de cormoranes y los lobos de Puesto Donata, los pedreros de los indios, los restos de naufragios y el Duchess Of Albany son espectáculos imposibles de olvidar.  


Publicado en Clarín, el 4  de febrero de 1991.



Al enviarnos las foto la autora escribió: Yo fuí 3 veces a recorrer esa costa, en 1983, 1985 y 1987, una sola vez llegamos hasta el casco de la estancia Policarpo, en 1983, y después por diversos inconvenientes no pudimos llegar, llegamos hasta Rio Bueno, pero me cansé de sacar fotos a cada pedazo de madera, mástil y restos que vimos sobre la playa, la playa "La Barca" donde están la mayoría de los restos y el "Duchess of Albany" están antes de Rio Bueno. Mis fotos les fueron útiles para comparar con lo que ellos han visto ahora, ya que cuando yo fuí todavía no habían invadido los cuatriciclos...

Los fotógrafos dan el click.

Otro 21 a las 21 fue el momento de la cita en la Confitería Roca entre gente vinculada a la actividad fotográfica.



La concurrencia no fue tan abundante como en otros momentos, pero estimulante para los que formamos parte.

Ernesto Ipas llegó con la noticia que Miguel Angel Vítola estaba mejor de un percance en su salud, esos que te dan los años.

Polo esta vez vino sin cámara y tuvo recuerdos sobre sus tiempos de colimba, allá por los años 80. Tal vez porque estábamos en la semana de la Armada a la cual el siguió sirviendo luego de sus obligaciones.

Polo trajo a consideración la experiencia con la cual se despidieron en San Sebastián las aves que emigran, y apareció entonces como un desafío el saber si alguno de los presentes había podido fotografiar a un pájaro carpintero que -como se sabe- es el ave provincial. Algunos lo hicieron con la hembras, negrita menos inquieta, otros consideran que no forman parte de su mejor foto.

Yo les conté mi reciente lectura de El hombre de la bahía del pájaro carpintero, el libro recientemente leído de Aymé Tschiffely, que tanto me agradó y que me está invitando a volver a tomar para un análisis comparativo a El último confín de la tierra, de Esteban Lucas Bridges, que para el caso es Lanooswaia (el hombre de la bahía del pájaro carpintero).

Alfio que este año da cursos de fotografía tanto para la MRG como para la provincia le contó a Polo que tiene un cuñado entre los alumnos, y por seguir el tema de los pájaros contó de una foto que pudo tomar a una lechuza, en el pueblo, y a pleno día, Imágen aquí presente que el subió a facebook. También hizo referencia a una cuenta bloqueada por colocar en ella su razón comercial.



La lechuza estaba sobre el techo de un vecino.

Daniel Eduardo Polo preguntó por la existencia de murciélagos en la isla, cosa que confirmamos: lechuzas y murciélagos están en su salsa con la abundancia de los ratones.

Ernesto esta armando una galería fotográfica con los colegas que ha conocido, todos tendremos que ayudar.

Y yo los distraje con un par de fotografía que me acercó Leticia Hernandez, haciendo un ejercicio de lectura icónica. En una se ven gente como de fiesta, en otra en el mismo ambiente se ha montado un velorio. Uno de los cuadros se ha trasladado al pie del féretro donde se está velando a quien en la foto anterior lucía de pie entre los suyos.


Las imágenes fueron tomadas en la calle Rivadavia, la casa de la abuela de Leticia, donde ella hoy vive.


Se hicieron distintas consideraciones sobre estos hechos, las fotografías mortuorias, y en algún momento se señaló como una costumbre chilena; aunque Alfio recordó que en otro tiempo en Argentina, y también en otros lugares del mundo era usual acomodar al finado para sacarse una foto con los deudos.

Estuvo con nosotros Fabián Ramis, hombre de la televisión, dijo tener improntas de muchos acontecimientos relevantes.., eso sí: filmados.

Mientras se cenaba y tras la foto protocolar de Lucho Alderete, de parte de la casa, vimos a Baldovín sacar su enorme cámara y retratarnos. Después nos encontramos con estas tres imágenes en blanco y negro, y una de ellas curiosamente injertada al color.





Habrá que esperar el próximo 21, a la hora 21.

TRÍPTICA NACIONAL.HISTORIA.32. La crisis del 90, con cierto epílogo.

Aunque la crisis financiera de Baring repercutió tanto en la comunidad argentina como en la británica, no constituyó una crisis en la relación bilateral. Cada uno de los gobiernos contribuyó a la resolución de la crisis dentro de su propio medio, no mediante la confrontación o la negociación recíproca como entidades soberanas. La solución a la crisis económica se gestó, por el lado argentino, con la reforma fiscal y financiera de Pellegrini, antes de que Baring se enfrentase a la bancarrota y que el gobierno británico se encontrase envuelto en ella, pero esto no fue percibido por los contemporáneos.

    El gobierno argentino no pagó sus obligaciones con recursos propios, sino con los que provinieron del empréstito Rothschild. Las medidas adoptadas por el gobierno de Pellegrini tuvieron eco favorable en Londres. Resuelto a sanear la economía argentina, el sucesor de Juárez Celman dirigió su artillería contra los Bancos Garantidos, responsables de la inflación por haber prestado dinero sin garantía. Se adoptaron también importantes medidas, como la liquidación del Banco Nacional, el despido de 1500 empleados de correos, la reducción a la mitad del presupuesto del Ministerio de Relaciones Exteriores, la cancelación de ventas fraudulentas de tierras y de una serie de ferrocarriles garantidos y la reducción de costosas obras públicas.  


  Los problemas financieros externos fueron resueltos con el empréstito Rothschild, pero no sucedió lo mismo con los problemas internos. El gobierno de Pellegrini (imágen) debió imponer nuevos impuestos para hacer frente a las obligaciones externas contraídas por gobiernos provinciales y municipalidades en los años de la administración de Juárez Celman, pero como los nuevos recursos -el pago del 50% de los derechos de Aduana en oro, el retorno de los gravámenes a las exportaciones suprimidos en 1887 y el establecimiento de un impuesto a los depósitos bancarios-, no rindieron los frutos esperados, el gobierno se vio obligado a recurrir a la emisión monetaria. Esta no afectó tanto a los sectores exportadores, cuyos ingresos fueron en oro y no en papel.  Tampoco a los industriales, para quienes la misma crisis y emisión monetaria fueron una especie de malla protectora de la competencia extranjera.  Los sectores que más sufrieron los efectos de la crisis fueron el gobierno, cuyos problemas financieros lo colocaron en una incómoda situación, y el sector urbano no exportador (comerciantes, importadores, trabajadores y aquellos que especularon con tierras y valores mobiliarios).
  

 El Presidente Luis Sáenz Peña continuó la negociación con los bancos acreedores iniciada por Pellegrini. En ella tuvo especial gravitación el nuevo Ministro de Hacienda, Juan José Romero, quien propuso a los bancos acreedores que la Argentina pagara su deuda de acuerdo con la capacidad real de pago, sin tomar nuevos préstamos. El 3 de julio de 1893 Romero logró un arreglo con Rothschild en Londres. Los intereses de varios títulos argentinos se reducían (el promedio de reducción fue algo inferior al 30%) por cinco años. Durante el período de reducción de los intereses, el gobierno argentino se comprometió a pagar cada año una suma de 1.565.000 libras al Banco de Inglaterra, para que éste la distribuyera entre los tenedores de bonos. A fines del sexto año, la Argentina trataría directamente con las casas emisoras. Romero negoció con los acreedores en forma directa, y si bien los términos del acuerdo fueron criticados tanto en Buenos Aires como en Londres, éste funcionó porque fue un compromiso entre intereses que, mas allá de sus diferencias, tuvieron en común la voluntad de mantener el proceso de comercio e inversión entre la Argentina y Gran Bretaña.
    Los méritos principales del arreglo logrado por Romero fueron que orientó productivamente los excedentes de renta del Estado argentino, resolvió el problema de las deudas provinciales -asumidas por el gobierno nacional- y puso fin a las garantías ferroviarias otorgadas por el gobierno argentino. En enero de 1896 el Congreso Nacional autorizó una emisión de bonos de 50 millones de pesos oro al interés del 4%, con amortización del ½%, con el objetivo de pagar todas las cuentas pendientes derivadas de las garantías y rescindir todos los contratos de garantías ferroviarias posibles mediante la negociación. Como resultado de estos esfuerzos del gobierno argentino, cinco compañías aceptaron abultadas sumas en reemplazo de las garantías estatales y dos fueron compradas, logrando reducirse las posibles demandas por garantías ferroviarias en un 50%. Después de 1905 no se acordó garantía o subsidio de ninguna clase a ninguna compañía ferroviaria.

GUERRA DE MALVINAS Y HOMOSEXUALIDAD.

A tres años de aplicarse en el país la ley de Identidad de Género crece una nueva mirada sobre un tema que fue tabú en nuestra sociedad.
Los días de la dictadura, y sus espacios militares, estuvieron marcados por la intolerancia.
La sociedad civil no quedó muy atrás, una mirada decorosa hacia “ellos” los sindicaba como “invertidos”, “degenerados”.
El colectivos de los combatientes de la guerra de 1982 avanzó a la vez en todos estos años hasta la generalización de la categoría de “héroes”.
De todo esto surge que hubo homosexuales entre los héroes, y también héroes entre los homosexuales.
¿Pero cómo se trató internamente en el colectivo militar esta situación?
No ha sido tema de muy pública difusión, pero para dar alguna respuesta es que elegimos algunas referencias que han despertado este escrito, desde los espacios periodísticos.




UNO

MALVINAS 30 AÑOS • UN EXCOMBATIENTE REVELÓ INTERCAMBIOS DE FAVORES

La homosexualidad en el campo de batalla
Según el soldado, hoy corresponsal de guerra, a cambio se recibían "comida, dinero y francos". M. FLAMMINI, L. GARCÍA, D. GONZÁLEZ BLANCO, G. RAFFO Y L. SELFENI // DOMINGO 24 DE JUNIO DE 2012

En Malvinas había soldados que intercambiaban favores sexuales con suboficiales a cambio de comida”, dijo Pablo Macharowski, excombatiente de Malvinas, fotógrafo y corresponsal de guerra, en entrevista con estudiantes de primer año de TEA.


Según Macharowski, quien trabajó en Irak, Sierra Leona, Haití y Kosovo, entre otros lugares en conflicto, la relación a base de favores se trasladó desde la colimba a las islas Malvinas: en el servicio militar había soldados que para pasar ese año lo mejor posible buscaban un “tío”, un suboficial que, a cambio de sexo, les falicitaba comida, dinero y francos.


En la colimba en Córdoba no había muchos francos o licencias y no cobrábamos dinero”, dijo Macharowski. “No podíamos volver a Buenos Aires a ver a nuestras familias. El que tenía estómago se buscaba un 'tío' y lo reconocía, más allá de que no tuviera orientación homosexual; era una forma de tener un año más o menos placentero”.


En contraposición a Macharowski, el excombatiente y capitán de navío Juan Carlos Ianuzzo dijo a alumnos de TEA: “No conozco ningún caso, ni he sentido en estos 30 años de posguerra nada relacionado con hechos homosexuales. Felicito al que, en medio del bombardeo y la metralla, tuvo ganas de tener relaciones sexuales”.


Según Ianuzzo, si hubo episodios de homosexualidad en las islas deben haber sido protagonizados por “algún desubicado”. “Hablar de estas cosas lo único que hace es degradar la condición del combatiente, tanto inglés como argentino. Sacaron a la luz el tipo de miserias humanas que existieron en la guerra”.


En su libro “
Historia de la homosexualidad en la Argentina”, Osvaldo Bazán recrea el caso del cabo Dumas, un soldado gay que combatió en las islas. “Era un cabo que, si enganchaba un pibe con el cual pudiera tener relaciones sexuales, como él era encargado de la cocina, le daba más comida”, dijo Pablo Macharowski. “Paradójicamente, este cabo tuvo más huevos que aquellos que se mostraron como los más sanguinarios”.


Osvaldo Bazán reconstruyó el caso en base al testimonio que sobre el cabo Dumas había dado el periodista y excombatiente Edgardo Esteban en “
Iluminados por el Fuego”. En ese libro, Estebancuenta también la historia de los “gurkas”, soldados nepaleses al servicio del Imperio Británio, que tenían sexo a diario entre ellos. El rol del “gurka” en la relación homosexual dependía de la oreja donde tuviera un aro: en la izquierda significaba activo y en la derecha, pasivo.


Las relaciones homosexuales durante la Guerra de Malvinas no siempre se dieron con el consentimiento de ambas partes. Gabriel García Márquez, en una nota publicada en el diario colombiano “
El Espectador” al cumplirse un año del desembarco argentino en las islas, denunció que los militares ingleses habían violado a cincuenta prisioneros argentinos, que debieron ser operados por las desgarraduras anales sufridas.

Publicado en Publicable, el diario de TEA.


DOS

Malvinas: La historia del soldado gay que luchó en la guerra
Viernes 1 de Abril de 2011 
Por Osvaldo Bazán  – (SentidoG.com)
El 2 de abril de 1982 la dictadura argentina entró en Puerto Argentino, Malvinas. (Los militares) habían metido al país en una guerra y la sociedad, que días antes había llenado la Plaza de Mayo pidiendo el fin del régimen, volvió a llenarla pero esta vez para apoyar la decisión del presidente de turno, el etílico general Leopoldo Fortunato Galtieri.

Edgardo Esteban era un pibe de 18 años, de Haedo. Estaba haciendo el servicio militar obligatorio en el Grupo de Artillería Aerotransportada de Córdoba cuando lo convocaron para ir a Malvinas. Podría haberse negado, por ser sostén de madre viuda, pero “tenia esa fiebre colectiva de luchar por lo que nos pertenece”. Con sus prejuicios de barrio, el 25 de abril fue embarcado para Malvinas en un Boeing de Aerolíneas. En las tensas horas previas a la lucha real fue que conoció al cabo Dumas:
-Miren quien viene ahí- dijo Sergio en un momento y me pegó una patada en los pies.
-¡Cuidado, cuidado! – gritaba German, mientras afectaba la voz – ¡Cuidado, chicas! – advertía – ‘¡Ponerse contra la pared!
-¿Se salvó el puto ese?- preguntó Piccolo con seriedad.
El que venía era el cabo Dumas. Volvía del frente con una cara de destrucción impresionante; rengueaba y tenía toda la ropa embarrada. Volvía desarmado y destruido. Pasó por donde estábamos nosotros y algunos se reían o hacían chistes referidos a sus inclinaciones.
A Edgardo el cabo le caía decididamente mal. Dumas era de esos militares que, según el general Rosendo Fraga, “ni siquiera ingresa en los institutos militares”. Cien años de represión no pudieron impedir que el cabo Dumas se florease en Malvinas repartiendo el rancho a los congelados soldados. Inscripto en la tradición de “Clarinete con bombete” y la Queca, nadie sabe como habría tomado Dumas, de haberse enterado, las declaraciones que en ese tiempo hacia el coronel Esteban Solís, quien en abril de 1982 decía “que los soldados británicos de la Royal Marine leían revistas pornográficas, consumían drogas y tenían ciertos artefactos que nos hicieron especular en la práctica de la homosexualidad”.
Solís, como todos los argentinos, sabía que la homosexualidad estaba del lado de los ingleses. Así lo contó Néstor Perlongher, asombrado por el nivel de obsesión que el tema homosexual había adquirido en el país en los primeros 80: “Tomo un taxi y el chofer me comenta: ´seguro que los oficiales de las Malvinas se los pasaron a todos los gurkas´”. El fantasma gurka es reflotado por Pablo Macharowsky, uno de los chicos de la guerra en una entrevista en la revista El Porteño de septiembre del 83: “Un compañero mío me habló de los gurkas, llevaban una perla en la oreja izquierda o en la derecha, y la ubicación representaba al homosexual pasivo o activo”.
Por eso se sorprendió Edgardo al ver la cantidad de compañeros suyos dispuestos a pasar la noche con el cabo Dumas. Y se indignó: “Era una aberración para mi saber que había entre nosotros un cabo con esa clase de vicios y que los ejerciera impunemente en medio de la guerra. Él estaba aprovechándose de la situación y eso para mi era inadmisible, así que tenia mucha bronca. Tampoco me gustaba que mis propios compañeros considerasen eso como normal. A los 19 años yo era típico pibe de barrio que aún no había vivido muchas experiencias sexuales. (…) Sabía que existían los rolos, pero nunca pensé que me iba a encontrar en plena guerra con uno de ellos y que para colmo sería mi superior. Que el cabo Dumas pudiera moverse y hacer de las suyas sin que nadie lo reprendiera también me desmoralizaba”. En su libro, Edgardo cuenta que Dumas no cesó, en las semanas previas al combate, de proponerle encuentros íntimos. Ante la resistencia de este, el cabo aprovechaba su poder para humillarlo. Una noche que Edgard estaba haciendo guardia con el soldado Sánchez, Dumas se llevó a su compañero a “su calido hogar”. Edgardo explotó de bronca. Las guardias estaban diseñadas para ser hechas de a dos, por el frío y la soledad. Y a él estos trolos lo dejaban solo.
Pero algo cambio a lo largo de la guerra: “Él carecía de misión de combate; toda su misión se restringía al rancho, pero cuando en las primeras líneas los combates sembraron el mayor dramatismo, el cabo se puso en situación de guerra y arriesgando su propia vida a la par de cualquiera, cruzaba en medio del fuego enemigo, cargando sin vacilar los cilindros de la comida o el mate cocido. Él preparaba la comida en la zona del rancho de campaña, que no era otra cosa que in camión ubicado en un lugar seguro y acondicionado para ese fin. Desde ahí el cabo se internaba en las fortificaciones y las visitaba, una por una, con el bienvenido regalo de sus guisos y locros suculentos. Hacia el final esa rutina no fue posible, primero porque no había comida y segundo porque el frente se volvió impenetrable; pero al cabo no lo acobardaban las bombas. Lo vi manejando un obús y colaborando con los tiradores; se jugaba todo; corría a buscar los cajones con las municiones, atravesando áreas peligrosas. Realmente demostraba que tenía valor y que estaba en la guerra tamben para pelear. Su actitud contrastó con la de ciertos oficiales como Gilbert, que se hacían los machitos con los soldados pero cuando hubo que ´poner huevos´ no se les vio la cara”.
Y siguió Esteban con su reconocimiento: “Dumas estuvo llenando municiones y colaborando con el ultimo obús de nuestra unidad y no se había movido de ahí hasta que se acabaron las municiones. Parecía dispuesto a morir por eso, así que yo estaba sorprendido del coraje que demostró cuando verdaderamente hacía falta. El cabo peleo con bronca. Daba la impresión de que se hubiera transformado y que quisiera hacer algo para ayudar a que esta guerra resultara triunfante. Por la forma en se había quedado en el frente hasta el final, en momentos en que la mayoría se replegaba, él parecía dispuesto a dejar a su vida en Malvinas. El cabo Dumas, como nosotros, sobrevivió y nade podría decir que la sacó barata”.

(Extraido del libro “Historia de la Homosexualidad en Aegentina”. Ed. Marea)

BETTY VERA: Creencias y vivencias.


El sábado 16 fuimos agraciados en presentar el libro de nuestra amiga.
Para el caso hicimos un escrito que leímos como parte de las múltiples actividades artísticas,  que rodearon la aparición del sexto “hijillo”.




Como se ha dicho que la infancia es la patria del poeta, este libro de Betty Vera se enciende de patriotismo y poesía, reflejando  sus vivencias más tempranas ocurridas en medio de un trasplante.
Y con ese hecho vital nos descubre la transición de una familia que hace algunas décadas se muda del campo a la ciudad esperando mejores oportunidades.
La narración elaborada en amenos capítulos va fichando la existencia de la niña, su hermana, sus padres, los familiares, más directos, los vecinos: y la patria no está en la nacencia santiagueña –mágico alumbramiento bajo un árbol- sino que se traslada a San Nicolás, en la Provincia de Buenos Aires, donde los Vera habitan la segunda casa de un barrio que crece y crece.
Betty es testigo de estos avances.
La señorita Vera ha sido en su accionar fueguino, maestra. Oficio urbano y rural en el cual volcó amores de madre.
Las letras despertaron en ella fantasías y realidades, los libros fueron apareciendo con un lenguaje simple, atrevido y amable. Hoy presentamos de ellos su última producción: Creencias y vivencias.
Yo me imagino a Betty planificando concienzudamente la trama a describir. Pero al mismo tiempo la siento atrapada en los recuerdos, convocadas por las cosas, fortalecidas por las experiencias inmediatas y ajenas, fichando su realidad.
Para, en un momento de orden final, conformar un relato de 72 capítulos, recordando la trama que va desde el primero –con la presentación de sus padres-, hasta el último, que con solo tres fotos nos vincula con las emociones de quien siente que ya lo ha dicho todo.
Como la narración se construye sobre hechos reales en el libro hay buenos y malos, pero como todo en él es profundamente humano –incluso el universo fantástico de ciertas creencias- ni los malos son tan malos, ni los buenos son tan buenos.
La niña que crece es una en su familia donde todo parece andar más lento, la niña que en su entorno se relaciona con la calle y la escuela y ambos espacios son contiguos pero distantes y allí –todos en conjunto- recorren la vida en situaciones que más allá de los pequeños conflictos demuestran un estadío solidario de la vida urbana, un sensación de caminar en un país mucho más seguro que el que hoy se nos presenta.
Y la pequeña Betty mira la vida sin pensar casi en el futuro, porque los niños no necesitan hacerlo. Aunque de la simple lecturas de estas páginas aparece lo que serán su vocación futura en las aulas.
Creencias y vivencias ya lleva su tiempo de existir, y con ello suman muchos los que han tenido la oportunidad de leer, esto hace que una presentación como la que hoy nos  trae al Centro de Antiguos Pobladores, tenga la gente que lo conoce, pero también los curiosos que saben que este puede ser el momento de poseerlos.
Algunos como lo tuvieron lo leyeron. Otros comenzaron y prometen seguir. Otros están esperando.
Algunos se recrearon e informaros ordenadamente. Otros obviaron las historias familiares y prefirieron las generalizaciones. Quien más conversó sobre esta lectura y contó las proyecciones personales sobre lo leído.
¡Qué bien que nos hace escribir y leer!
¡Qué bueno que los que han sido maestro no descansen en esta tarea!
¡Cuán valiosa la palabra impresa para despertar sensaciones y transmitir valores aun ante la dominante galaxia de los multimedios!
Olvidaba de contarles que aun en su formato de bolsillo el libro de Betty es tremendamente rico en imágenes, y que no es un libro solamente para los que hemos madurado por la vida, sino también, para aquellos que nos mantenemos jóvenes, de alguna manera, y los que lo son concretamente y puedan apreciar cómo fue la vida que los precedió.
Ya casi para dejarle a la autora la palabra una confesión a la autora, yo también tuve un amigo como Puño Fácil, pero que como no tuve abuelos de envidio al suyo: Ramón Belizán, descripto en su capítulo 23 por sus porfiados amoríos.
¡Muchas gracias Betty por dejarnos compartir en este nuevo paso, este nuevo libro!


EVOCACIONES*****Mayo 19, de 1896. Fagnano escribe a Don Rúa dando noticias de la Misión en Río Grande.



Estoy de vuelta de la Misión de N. Sra. De la Candelaria situada sobre el Río más grande de la Tierra del Fuego y mientras me preparo á partir para Italia deseo anticiparle algunas noticias de esta Misión, que promete ser la más grande y provechosa.
Digo la más grande, porque situada en el centro de la Tierra, es accesible fácilmente para todos los indios que viven desde el Norte hasta el Estrecho de Magallanes y para los que se extienden hasta el Cabo S. Diego abarcando casi todos los habitantes de esta gran isla. Será la más provechosa, porque los indios teniendo esta comodidad, nos dejarán a sus hijos para educarles y sacarán mucho provecho ellos mismos como mucho más sacará la Sociedad que se servirá de ellos para la explotación de las riquezas de esta Tierra.
Hemos dado principio á los trabajos de la nueva población que se levantará sobre el altiplano á la izquierda del Río y distante unos kilómetros de su desembocadura en la mar, y unos dos y medio del puerto lugar el más aparente á nuestro juicio sea para reunirse los indígenas, sea para la comodidad del puerto.
Se trazó la plaza de metros 100 x 100 y en medio se colocó una cruz, el hasta de la bandera, y se trazaron las calles de veinte metros de ancho. En la manzana al oeste de la plaza se levantó la Iglesia y á sus lados los Colegios y escuelas para los varones y niñas.
En las otras manzanas se levantan las casas para vivienda de los indios, todas simétricas, ocupando cada casa una superficie de metros 25 x 50 dando su frente á la calle de modo que forman una verdadera población, lo que atrae la admiración de los salvajes.
Estos ahora ya tienen limitadas sus correrías y son echados de los terrenos que los particulares han arrendado  en los Gobiernos de Chile ó de la Argentina. No pueden, pues, encontrar con facilidad los alimentos y se ven obligados por el hambre á quitar ovejas ó caballos á sus arrendadores, quienes sin miramiento alguno, alejan con las armas á los infelices indios.
Es, pues, urgente, proveer la misión de animales para que parte sirvan de alimento, y parte para los trabajos; todo para la manutención y educación de los indios. Lo mejor sería llevar ovejas que se desarrollan bien en estos parajes y pueden dar ocupación á los indios que las guardarían y provecho con su carne, lana y quesos. A mi parecer, no hay otro medio más adecuado que este para civilizar á estos indios y al  mismo tiempo más económico; más ¿Cómo nos arreglaremos con solo los recursos ordinarios? Los pocos animales que se pueden llevar, desaparecen enseguida por la concurrencia de tantos indios á quienes debemos alimentar para poder atender á su Instrucción religiosa; y concluidos los pocos recursos con que contamos, esos infelices se ven obligados á alejarse para buscar su sustento en parajes lejanos y no pueden volver tan pronto sea por la distancia, sea por la incertidumbre de encontrar alimentos en nuestra estación.

Como vé, querido D. Rúa, con el desarrollo de la Misión deben crecer los medios de personal y de recursos materiales adecuados. Pronto estaré yo á su lado para tratar este asunto; mientras tanto lee daré cuenta de mi viaje.
Salimos la noche del 30 de Marzo de Puntarenas con algún atraso por una avería que un buque hizo á nuestro Vapor mientras se dirigía á cargar carbón; á las tres de la tarde del 31 llegamos á la desembocadura del Estrecho, y fondeamos para esperar tiempo bueno á fin de poder hacer la travesía hasta la embocadura del Río Grande. Por la noche se desencadenó un fuerte viento que no nos perjudicó en nada por encontrarnos anclados, pues si nos hubiese cogido en alta mar,, nos habría hecho sufrir mucho, sobre todo á las Hermanas que iban á encargarse de la Misión. Salimos, pues, por la tarde para llegar  la madrugada del día primero á la embocadura del Río, mas el tiempo que nos parecía se había calmado en el momento de la salida, después de tres horas de navegación empezó á nublarse y agitarse la mar de modo que tuvimos que alejarnos de la tierra y tomar la alta mar, como á las diez de la noche, y continuó todo el día azotándonos con mar gruesa que si no ponía en peligro al Vapor, nos incomodaba mucho, en particular á las Hermanas. Bástame decirle que el día primero de abril, marineros y fogoneros se marearon mucho y en todo el día no se pudo hacer la comida viéndonos en la necesidad de comer solamente galleta.
Como á la media noche se calmó un poco el tiempo y pudimos dirigirnos en busca de tierra pues tanto nos habíamos alejado, que no la veíamos más. A las ocho empezamos á divisar las alturas de las montañas y á las nueve el Cabo Sunday que se halla al Norte de la embocadura del Río.
A las diez llegamos frente al Río y esperamos una hora á que subiera la marea, pues solo en tiempo de pleamar se puede entrar en el. A las doce en punto fondeamos en el < Puerto Torino>.
Ya los hermanos Ferrando y verguéese habían avistado el Vapor y se preparaban bajar á la playa con los carros para la descarga. Al llegar nosotros bajó la marea y el Vapor se encontró completamente en seco, sobre la arena. Nos esperaba D. Beauvoir, que nos abrazó con mucha alegría, pues hacía tiempo que nos esperaba; los hermanos Verguéese y Ferrando se alegraron también mucho de vernos, de saber noticias de los superiores y de la llegada de las Hermanas, lo que indicaba el principio de la verdadera misión, pues así se instruiría y se educaría mejor las mujeres y á las niñas. Al bajarnos nos rodearon los indios que se admiraban mucho de las Hermanas, de su vestido y de las afables maneras con que las trataban y mientras á pie salvábamos la distancia del Puerto á las casas, algunos se acercaban á mí riéndose á carcajadas y saltando de contento, golpeándome el hombro y preguntándome siempre: <¿Cómo estás?> pues solo estas palabras habían aprendido.
Llegamos á la nueva casa y allí corrieron las mujeres á ver el maravilloso espectáculo que según ellas, les ofrecía la vista de las Hermanas. ¡Con que gusto vinieron las niñas! Y ¡Con que contento veían las Hermanas el nuevo campo de sus trabajos!
Dejó á un lado la sorpresa de los hombres y de los niños al oír cantar y ver coser y lavar á las Hermanas y solo diré que yo en  mi interior lloraba de consuelo en ver el futuro desarrollo de la Misión, el sueño dorado de Don Bosco y nuestras esperanzas realizadas.
Al día siguiente  con el niño Pedro salí á buscar á una tribu  que creía muy lejos, pero la encontré de camino hacia nuestra Misión, donde esperaban encontrar algunos recursos para poder vivir y amparo contra los malos indios y pobres desgraciados cristianos. Me decían que los blancos
 Habían matado á dos a balazos y que ellos se habían podido escapar. ¡Cuánta pobreza, cuánta desnudez y miseria! Con tanto frío (5 grados centígrados bajo cero) la mayor parte no tenía con que cubrirse. Llegamos cerca de dos casas, levantaron una especie de rancho, y después se acercaron á nuestra casa para ver y saludar á los recién llegados.
No les permití que vieran á las Hermanas en aquel estado; les distribuimos mantas para cubrir su desnudez y les lavamos y después los enviamos á sus ranchos, donde les dejamos para salir.
Tranquilizaos, queridos indios, yo iré á Italia y haré ver vuestro estado y las miserias que sufrís, si es que me prometéis ser buenos, y espero que el corazón de mis Superiores, y espero que el corazón de se moverá á darme personal, y el de los cooperadores nos proporcionará los recursos necesarios para vuestra salvación.
Querido D. Rúa, espéreme pronto con mucho personal listo y recursos que serán la salvación de la Tierra del Fuego, y bendígame con todos los hermanos.
J
JOSÉ FAGNANO
Prefecto Apostólico.
Puntarenas 19 de mayo de 1895.    



18 de Mayo de 1979: Se inaugura el Museo del Fin del Mundo.


El SEMANARIO de la actividad territorial tuvo para aquel día inaugural una tapa, y a la semana siguiente se dio información sobre los que pasó en el acto.


Eran los días del Gobernador Arigotti, y ente las  visitas más importantes estaba el Ministro del Interior -General Harguindegui- y el Secretario de Cultura de Nación: Julio Gancedo, oficiando como presidente de la Comisión de Lugares Histórico, Museos..

.
Ya un día antes -Día de la Armada- se hizo una apertura informal.


Mucha gente de uniforme, los que vestían también lo habían sido: el Gobernador, el Capitán Ianni -Ministro de Gobierno..., el Juez Federal Carlos Sagstume.


La palabra de Gancelo para el Semanario que dirigía Ampelio Liberali.





En un plano casi ignorado dentro del protocolo del momento quedaba que sería su primer director, por muchos años: Pablo Zanola.