Correos en el tiempo: La LLUVIA MANSA de Enrique Inda

Una lluvia muy triste como un llanto

Llora mansamente sobre Ushuaia

Un pequeño caserío de maderas y chapas

Capital de Tierra del Fuego

La Bahía se ha borrado con la niebla

Y las nubes ocultan las montañas

Con mucho frío, enciendo la cocina y me deleito

Con el aroma de la lenga quemada

En la insaciable hornalla y el olorcito

Del humeante café y las tostadas

Siento un inquieto caminar sobre mi techo:

Son las palomas que reclaman

La ración de maíz de las mañanas

Todo es silencio, apenas rota

Por el “Clío, Clío, Clío” de gaviotas

Que pasan en bandadas.

De pronto, estalla una sirena potente, prolongada

Anunciando el feliz arribo

Del antiguo “Patagonia” que fondea

Un ancla inmemorial con miles de millas

Navegadas. La angustia terminó. La nave

Demorada por meses, está en el puerto. Después

De atravesar varias tormentas, para traer

Los alimentos, las noticias, los remedios.

Viene de lejos, del remoto Norte, separado

Por enormes distancias de mares borrascosos

Para llegar a los confines de la patria

Gracias a la pericia de un veterano capitán

De la Armada.

Pongo la radio y en nervioso Morse un DC3

Perdido entre la niebla pide un dramático auxilio y con

Alivio y alegría, escucho a la estación de

Radio: “Nubes, a tres mil pies, viento noroeste elevado.

Pista nevada –“Comprendido”, veo un agujero

Y la bahía –ya aterrizo. El avión se ha salvado

Después de un impecable aterrizaje en la Misión

En la vieja pista de cantos rodados, embarrados.

Contento con los felices arribos

Del buque la aeronave comandados

Por héroes olvidados, un capitán y un piloto de la Armada

Llevo un mate al dormitorio

Donde mi esposa sigue descansando

- La despierto y mirándome a los ojos me recuerda:

- Hoy querido, cumplimos 63 años de casados.

En la querida Ushuaia.

- Pues vamos a celebrarlo.

- Yo lo he pensado, cocinaré un rico asado al horno

Con papas y capón de oporto bien rociado.

Y a la tarde haré pastelitos y empanadas con dulce de ruibarbo, para el té.

¿Y quien vendrá a acompañarnos?

-Los chicos de Garea, Rubén, Piti, Alba y Tita y los Pastoriza, Alberto y Posesito.

Están todos invitados.

La carta:

Señor Domingo Gutiérrez

Querido amigo:

Aquí le envío una poesía recordando una lluviosa mañana de Ushuaia allá por 1936, cuando vivíamos con mi señora, y yo trabajaba en la construcción del Puerto. Tiempo después fui a Río Grande para hacer el muelle local y finalmente me mandaron a la construcción del puerto carbonero de Río Gallegos y hacer los estudios para el de Punta Loyola.

En 1947 por pedido de Obras Públicas de la Nación, hicimos el perfilaje del Río Grande desde la desembocadura del Puente Colgante. Porque los técnicos consideraban que el mejor puerto era dragar el río a 30 pies y rellenar la zona baja de la ribera con la arena del dragado. Pero, cambió el gobierno y todo quedó en la nada y Río Grande perdió un puerto seguro, cercano y práctico.

Perdóneme esta digresión. No si Usted puede publicar esta poesía, pero si lo consigue, le agradecerá me envíe la hoja.

Con un fuerte abrazo para Usted y familia.

LRA 24. Tarea pesada.

Al inaugurarse LRA 24 se la dotó de una estructura de personal donde no se contemplaba cargos en un nivel intermedio.

De esta forma las decisiones pasaban íntegramente por la figura del Director de la emisora.

La situación se tornaba un tanto compleja, mas si se tenía en cuenta que la planta transmisora no dependía efectivamente de la jefatura de LRA 24.

Francisco Pérez manifestaba que al ser el personal completamente foraneo, lo llevaba a estar en la emisora gran parte del día y la noche fiscalizando todas las tareas, fueran estas administrativas o de programación, desconocidas par el personal, lo que hacía por momentos “pesada la tarea”.

Pérez advertía, eso sí, que el personal demostraba “un completo apoyo y colaboración”.

Era el momento en que se hiciera el concurso correspondiente para cubrir lso cargos de un Encargado de Filial (Programas), y un Encargado Técnico, cargos que en un principio de ser atendidos aliviarían la tarea de la dirección.

Estos cargos estaban comprendidos en la dotación inicial pero no habían sido cubiertos.

Lo mismo pasaba con dos Ayudantes técnicos.

Faltaban dos locutores más y de los tres existentes sobre dos se tramitaba habilitaciones del Comité Federal de Radiodifusión, puesto que ni Traberg ni Fatori –Nilda y Silvia- la tenían, habían sido designadas inicialmente como técnicas de sexta.


Desde adentro y afuera de la radio se venía apurando el trámite. Y así Horacio David Surt (foto), que colaboraba con el programa Deportes en el 640, presentó el 7 de agosto de 1973 su solicitud para cubrir una de las vacantes locutivas, aunque en su presentación afirmaba que lo hacía “como colaboración y a los fines de no perder en ningún momento la afición y asimismo la vocalización en lo que el tema de la locución se refiere, es decir que solamente solicito se me permita sin ningún propósito de lucro por parte de esa emisora, participar de algunas horas diarias como locutor”.

Entre sus antecedentes dejaba presente que en LT 15 RADIO CONCORDIA se había desempeñado como ayudante de locución y de reemplazo: y durante los años 70/71 fue locutor durante cuatro meses en LU 88 Canal 13 de Río Grande, desempeño que no había podido atender por urgencias laborales fuera del medio televisivo… como era su empleo en la firma del Ingeniero Lisardo Vicente Canga.

Un mes más tarde fue denegado el pedido de Surt puesto que las tareas debían ser desempeñadas según la normativa laboral vigente.

Pero ya con anterioridad la Dirección de LRA 24 había dado su conformidad para requerir un contrato para una nueva voz, y esta resultó ser la de Francisco Agnes… que pasó a ser el primer contratado en una radio donde en este rubro se desempeñaron muchos…






Sobre la nacionalidad de un isleño.

Hace un mes, en fecha cercana al aniversario de la derrota de 1982, tomaban estado público una serie de situaciones relacionadas con el otorgamiento de un documento argentino a un nativo de Malvinas.

La información ganó espacio en las esferas gubernamentales mientras que -en el sur- viejos vecinos recordaban los muchos malvineros que obtenían su documento nacional, y sobre el tema coloco aquí un escrito de Alberto Arturo Noal para su revista Consecuencias, donde se alude a la persona de Sara McPhee de Sutherland.

Pero además urgando en una plano más nacional, con intervención del Ministerio de Guerra, aparece el enrolamiento de Walker, vecino de San Julián nacido en Malvinas, donde con la intervención de una certificación de una iglesia, se reconoce su ciudadanía argentina habiendo nacido en el espacio en litigio. Del tema se ocupó Alfredo Palacios por 1934, habiendo acontecido lo aquí descripto en 1927. Recordando que no fueron los nacionalistas los primeros que se ocuparon de las reivindicaciones malvineras.

Nacionalidad de un isleño. De Justo a Gallardo. 6 de mayo de 1927.

República Argentina.

Ministerio de Guerra.

Capital Federal, 6 de mayo de 1927.

Señor Ministro: Tengo el honor de dirigirme a vuestra excelencia acompañando el expediente W.20.668 iniciado por el comando de la 2da división del ejercito, con motivo del enrolamiento del ciudadano Juan Walker, nacido en las Islas Malvinas.

Este Ministerio entiende que, considerándose a las Islas Malvinas parte integrante del territorio de la República y no existiendo allí oficinas enroladotas, corresponde el enrolamiento como argentino al ciudadano que se presente y manifieste el deseo de enrolare ante cualquier oficina enroladora del país, siempre que presente el documento habilitante de su nacimiento, como en este caso lo hace el ciudadano mencionado.

Por si no fuera éste el criterio con que debe encararse el asunto, es que consulto a vuestra excelencia el punto, a fin de dar las instrucciones pertinentes para los casos que se presenten en el futuro.

Saludo a vuestra excelencia con mi consideración más distinguida.

AGUSTIN P. JUSTO.

A S.E. el señor Ministro de Relación Exteriores y Cultura, doctor Ángel Gallardo.

Telegrama

29 de abril de 1927

Comandante 2da división del ejército

Campo de Mayo.

Jefe oficina enroladota San Julián remite telegrama Nro 121, que dice así: Ciudadano Juan Walker, clase 1903, nacido en las Islas Malvinas, preséntase hoy esta oficina con partida nacimiento extendida por el Pastor iglesia escocesa de San Andrés de Buenos Aires, solicitando ser enrolado considerándose argentino. Solicito temperamento a seguir.

Capitán Gómez

Jefe D.M. 26

Buenos Aires, mayo 14 de 1927.

Pase a dictamen del señor Consejero Legal, doctor Isidoro Ruiz Moreno.

RESTELLI

Debe considerarse ciudadano argentino. Dictamen del Consejero Legal. I. Ruiz Moreno. 20 de mayo de 1927.

Excmo. Señor. Debe ser enrolado don Juan Walker como ciudadano argentino, en virtud de haber nacido en las Islas Malvinas.

El gobierno argentino ha considerado y considera esas islas como parte del territorio argentino, y la circunstancia de que a causa de un acto de fuerza, se haya mantenido una situación de hecho que impida a la República Argentina hacer efectivo el ejercicio de su soberanía, no obsta para que siga teniéndose a aquéllas como parte integrante de su territorio.

Don Juan Walker es, pues, ciudadano argentino, ha presentado una partida de nacimiento emanada de autoridades de la Iglesia Escocesa de San Andrés, de esta Capital, y, más aún, ha solicitado ser enrolado como ciudadano argentino (Art.1, inc 1. de la ley 346)

Buenos Aires, mayo 20 de 1927

I.RUIZ MORENO.

Buenos Aires, mayo 23 de 1927.

Con el presente dictamen del Consejero Legal doctor Isidoro Ruiz Moreno, que este Departamento hace suyo, vuelva al Ministerio de Guerra déjese copia.

A.GALLARDO.

Del general de brigada Eduardo Fernández Valdés. Director General de Personal, al S.E. al Señor Ministro de Guerra.

Cumplimentando la resolución de fojas 2, elevo a vuestra excelencia el presente expediente informando que el causante ciudadano Juan Walker (C. 1904 M 1.516.465 DM 26) ha sido enrolado por la oficina enroladota de San Julián (Santa Cruz), utilizando al efecto una información sumaria otorgada por el juzgado de Paz de la localidad de referencia.

Buenos Aires, 10 de abril de 1934.

EDUARDO FERNÁNDEZ VALDÉS.

General de brigada, Director General de Personal.

Alfredo Palacios. Las Islas Malvinas. 1934, páginas 159 a 161.

Estas fotos que andan por ahí..


Con motivo del aniversario de Río Grande se proyectó en el cable local una secuencia de fotos antiguas de nuestro pueblo. Esto motivó algunos diálogos que conocí con anterioridad.
-¿Viste cuantas fotos nuevas?
-¿Viste cuantas fotos viejas?
-¿Las tenés a todas?
-Si no las tengo al menos las he publicado a buena parte de ellas...
-Pero no dicen nada de eso en el canal.
-Yo tampocolo he hecho, en relación a los que me las han facilitado.
-¿Y eso porqué?
-Algunos me pedían que no lo hiciera.
-¿Y si hay lucro en todo esto?
-Yo nunca le cobré a nadie por publicar una foto, y nunca compré alguna a pesar de que no faltó el que quiso hacer un buen negocio. En tal caso lo mandé a los museos que son los que tienen plata.
-¿Pero has cobrado en el diario?
-Si señor. Pero podría decir que son por gastos de producción no por derechos de autor.
-Hemos vistos tus mismas fotos en otro diario.
-¡Muy buen ojo! Click también ha publicado algunas primicias que si las necesito algún día se donde encontrarlas. Además hace un par de años Cachirilo Oyarzún -mi ahijado- hizo una excelente recopilación de las cuales habría que revisar solamente los epígrafes.
-¿Dónde están ahora todas estás imágenes? ¿En tus archivos?
-Hay una apropiación colectiva que creo que da especial identidad a nuestro pueblo. Ahora, en alguna medida, son del pueblo..
-¡Anarquía!

De hoy hacia el ayer: MAS DE DIEZ AÑOS DE LABOR EN GRABADOS Y PINTURAS RUPESTRES


Un accidente automovilístico –“ocurrido hace un mes y dos días en la bajada “La esperanza”, a 150 kilómetros de Río Gallegos- lo trae a nuestra capital. Ocupa, así, unos días en el cuarto Nro. 26 de San Carlos. Aquí los doctores Raúl Matera y Juan Manuel Tato son los encargados de abrir un horizonte de luz. Si bien no observan “nada en particular”, aconsejan, empero, consultas periódicas. Tal lo que inicialmente nos cuenta –el 11 de abril- el padre Manuel Jesús Molina.

(Así anuncia en primera página, para luego dar continuidad en la primera columna de la cuarta, el periódico ENTRE NOSOTROS, que lleva por aclaración BOLETIN DE INTERCOMUNICACION DE LA FAMILIA SALESIANA. Editado en Buenos Aires el mes de junio de 1969)

DE HOY HACIA AYER:

“EN ARGENTINA EXISTIERON LOS UNICORNIOS”

“desahuciado por segunda vez, esta por rotura craneana”, según sentencia santacruceña. Ya recuperado, el 13 del mes último regresa al Colegio Nuestra Señora de Luján, de Río Gallegos (Santa Cruz), para reintegrarse a sus tareas. Las ciencias antropológicas –después del ministerio sacerdotal- constituyen un mundo en cuyos arcanos suele deleitarse (“Llevo ya más de diez años trabajando en grabados y pinturas ruprestes…, dice). Ahora explica en cuarto año comercial (ocho horas semanales) geografía e inglés; pero “llegué a tener hasta 28 horas, como profesor de geografia, historia, inglés, francés y matemáticas”.

“Desahuciado por primera vez”.

Pichi Leufú (pichi: pequeño, y leufú: río en mapuche), zona cercana de Bariloche, es la cuna del P. Molina. El 1° de diciembre de 1904 nace allí Manuel Jesús. Son, en total seis hermanos (“Francisco Ramón trabaja en Rawson”) De la hermana República de Chile, papá: José, y mamá: Encarnación Parra. De la tierra de O’Higgins también los abuelos paternos, los maternos, en cambio, españoles: de Castilla la Vieja.

Nos narra después “un episodio personal interesante”. Era chico –dice- “cuando me desahuciaron por primera vez, por una infección en la garganta, por peste de tos convulsa”. “Mi madre –recuerda cariñosamente- me consagró a la Virgen, rezando ante un gran cuadro de la Dolorosa que teníamos en casa”. Cursa la primaria en el colegio salesiano de Rawson, “llamado antiguamente Nuestra Señora de los Dolores” (“donde nace mi vocación”); la secundaria, en Bahía Blanca; aspirantado, en Viedma; noviciado y filosofado, en Fortín Mercedes; el “trienio que fue quinquenio”, así: 1924, Fortín; 25, Comodoro; 26, Fortín; 27, Viedma y La Piedad, y 28, Bahía; el teologazo en la Crocetta, Turín, “donde me doctoré en teología y me ordené el 3 de junio de 1932”. Su lema sacerdotal: “Transibimus er ignem et acquam et eduxisti nos, Domine, in refrigerium”.

« Me formé al lado del doctor Orsi ».

Quiere saberse cómo nace en él la vocación por las ciencias biológicas. Responde que en 1923 comenzó a trabajar en el museo regional de Fortín Mercedes. “Ese año, el P. Gaudencio Menachino llevó a Fortín al doctor Ricardo Orsi, notable científico italiano, para trabajos de paleontología y biología, principalmente. Fui ayudante del Dr. Orsi. Me formé al lado de esta gran técnico, con quien estuve trabajando el 23, 24 y 25 como taxidermista, entomólogo, en colecciones de plantas, herboristería, en inscripciones de piezas paleontológicas y botánicas…”

Y añade: “Por eso, me especialicé en letra y en dibujo ornamental y lineal. Durante mi permanencia en Europa, en Italia, aprovechaba los ratos libres –estudiados los tratados de teología- para ir como un simple turista a visitar museos; por ejemplo: el egipciano de Turín, y otros de interés para mis estudios arqueológicos…”

Deslizaba una curiosidad –“De las ciencias biológicas, ¿en el cuál se siente más a gusto?-, contesta: “En Santa Cruz, el ambiente me llevó a la antropología”.

Melanesio, D’Agostini, Levene, Imbelloni, Vignati, Groeber…

Otro paseo por el campo antropológico: Levene (quien en su libro de historia argentina de 1949 desconoce la obra del P. Milanesio y toda la labor salesiana), José Imbelloni, Vignati llegan al diálogo traídos de la mano del P. Molina, quien habla con cariño del P. D’Agostini. Y surge después una explicación de índole etimológica: el geólogo Groeber –dice el P. Molina- sostiene que el cerro Payén, en el sur de Mendoza, no es Payén, sino Payún, que significa barba en mapuche”. Sin embargo, en idioma de los indígenas locales, Chiquillame (dialecto del idioma millacallak, hablado por los indígenas del sur de Mendoza) payén significa cobre, “y eso está indicado por los autores viejos de 1600”. “Naturalmente que Grober –que no era un especialista en antropología, sino era un geólogo –no tuvo en sus manos estos datos concretos y analizó todo desde el pnto de vista araucano. Eso, con respecto ala obra del P. Melanesio”.

“La obra del P. Melanesio tiene más errores que palabras”.

Y agrega: “Después la obra de Erice, un historiador bahiense, que escribió un diccionario mapuche araucano argentino, publicado por la Universidad del Sur de Bahía Blanca. Hace la historia de todos los autores que han estudiado los varios idiomas mapuches, y, dentro de esto, habla, también, del P. Melanesio, quien afirma que la obra del P. Melanesio tiene más errores que palabras”.

“Como estaba en el mismo tema de Erice –sigue-,no tuve nada más que controlar el trabajo de Melanesio con el de dicho autor y poner, así, las cosas en su lugar. Est es lo que se consigna en ese libro que usted tiene en sus manos (refiriéndose al Nro° 3 de Anales de la Universidad de la Patagonia “San Juan Bosco”: ciencias antropológicas, tomo I, Nro1 de noviembre de 1967, publicación editada en Comodoro Rivadavia, provincia de Chubut), precisamente el trabajo que escribí sobe “Antiguos pueblos patagónicos y pampeanos a través de las crónicas”. Allí es donde se estudia ese problema, y se sitúan el libo y el estudio del P. Melanesio en el ambiente histórico, se ven las bases falsas de los conceptos peyorativos de Groeber, de Harrington y de Erice.

Más de diez años trabajando en pinturas y grabados rupestres.

-¿Cuál es el trabajo, el hallazgo que estima de más valor y que, además, tanga sabor a primicia, porque aun no se ha publicado?

-Acabo de entregar a la Universidad de Comodoro otro trabajo sobre Tierra del Fuego, titulado “Etnografía de Tierra del Fuego”.

-¿Podría enviarnos también fotos personales y de hallazgos hechos por usted?

-¡Cómo no! Les voy a mandar algunas cosas sobre arqueología y dibujos rupestres, porque últimamente ya llevo como más de diez años, trabajando exclusivamente sobre pinturas y grabados rupestres de Santa Cruz.

-¿Quiénes, cuándo, dónde y cómo hicieron esos grabados y pinturas rupestres?

-Los indígenas, los más antiguos se remontan a diez mil u once mil años atrás, hay otros de menor edad: seis mil años. Acabo de hacer un trabajo de investigación en lago Posadas, en Santa Cruz, precisamente sobre grabados y pintura rupestres.

-¿Qué datan de…?

-Ya había recibido la información de un técnico del museo que había enviado hace diez años atrás, para que investigara en la zona y trajo una serie de fotografías en realidad muy buenas. Después, un alumno nuestro –un estanciero- me envió otra serie de fotografías. Al compararlas y estudiarlas, encontré que había algo que no corría, que no se veía en claro: pero me quedé en la impresión de que unas pinturas de bóvidos eran del tiempo español. Como ya poseía fotografías de escenas de bóvidos, mucho más antiguas, al hacer el estudio, supuse de que lo que se encontraba en el lago Posadas era mucho más reciente. Bien: volví ahora para hacer el estudio completo de lo que había allí, y me encontré con esta novedad: que esos bóvidos que yo había interpretado como del tiempo de los españoles eran netamente del tiempo indígena, y tan antiguos, que los encontré pintados a una altura de cinco metros y medio de altura, en las paredes rocosas, en plena cordillera…

-¿Pintados por…?

-Los indígenas patagónicos.

A esa altura sobreviene una interrupción:

-¿Cómo estás, Bombén? ¡Qué alegría! –dice del P. Molina, a tiempo que abraza al exalumno.

-¿Cuánto tiempo que no lo veía, padre! ¿Usted no cambia nunca!..

-Acabo de tener un accidente, pero me han dejado como nuevo: la Providencia no ha querido que me vaya…

Y, tras un breve diálogo:

-Encantado, padre, felicidades.

-Que sigas progresando.

Un gran lago glaciar

-¿Podría explicarnos cómo podrían pintar a cinco metros y medio de altura?¿Qué altura tenían los patagónicos?

-Significa lo siguiente: que el patagónico no se molestaba a pintar: pintaba a ras del suelo, a medio metro.

-¡Cómo hacía para pintar?¿Qué usaba?¿De qué se valía?¿Cómo eran esas pinturas?

-Para explicar el origen de esas pinturas, no tuve más que mirar la conformación geológica de la región. Antiguamente fue un gran lago glaciar. Los remanentes son esos laguitos que quedan: Posadas, lago Salitroso, lago Pueyrredón. Pero, hubo un momento en que todo eso formó un inmenso lago interstadial. Después, al retirarse, los hielos, las morenas laterales (que son las grandes acumulaciones de piedras, de cascotes, de arcilla, de barro) dejaron acumulados esos sedimentos, que se apoyaron contra ese cerro. Cuando llegaron los indígenas encontraron los sedimentos a la altura de cinco metros, y –parados sobre las morenas- hicieron sus pinturas. Después, al correr el tiempo, cinco mil, seis mil años, esas morenas se fueron degradando, fueron cayendo y la erosión las fue demoliendo, hoy están casi a ese nivel.

-¿Qué altura tenían los patagónicos?

- Entre 1,80 y 2.30 metros de altura.

-Esas pinturas ¿datan de once mil años?

-Esas pinturas datan de un tiempo impreciso, después que se vació el lago. Se podrían pensar en ocho mil años.

“El dato concreto es que en la Argentina existieron los unicornios”

-¿Qué otro detalle interesante acerca de esas pinturas podría darnos?

-Lo más interesante de estas pinturas es esto: el que yo me haya rectificado de un error cometido al analizar las fotografías anteriores, porque yo había creído siempre que esas pinturas eran del tiempo español. Ahora me encontré con que no son de esa época, sino del tiempo indígena viejo. Al principio había interpretado como bóvidos españoles: toros y vacas del tiempo español. Ahora –que he estado allí- y he sacado las fotografía de esas pinturas, me encuentro con que representan animales de los que se llaman unicornios, es decir, que tienen un solo cuerno. Y no hay una sola representación, sino hay cuatro representaciones, con un gran cuervo curvo, que es igual a la pintura que yo había relevado cenca del río Santa Cruz y que tiene una antigüedad de seis, siete mil años antes de Cristo. Ahora resulta que es el mismo animal en cuatro representaciones distintas: el macho representado con cuerno, y la hembra sin él. Es un caso interesante, porque en la paleontología argentina no existe ningún animal unicornio. Cierta vez que el doctor Frenguelli publicó algo sobre un bóvido, se lo negaron todos los paleontólogos argentinos. Cuando yo le mandé la fotografía de ese animal al prehistoriador doctor Osvaldo Menghin, él no la tuvo en cuenta; pero, cuando vio después el esquema sacado por un técnico, dijo: “Ahora tenemos en la mano un argumento para definir que en la Argentina han existido los bóvidos, o, por lo menos, los unicornios, y que Frenguelli tenía razón”. El caso concreto es que en la Argentina existieron los unicornios.

-¿Pertenece a alguna institución científica?¿Han reconocido sus méritos en el área antropológica?¿Se lo ha designado en alguna institución?

-No me interesa eso: sólo me interesa el ejercicio de mi ministerio.

-El ejercicio de su ministerio ¿no podría extenderse también a un área tan interesante como la de los investigadores, en que usted se encuentra como pez en el agua? ¡No podría hacer también allí mucho bien?

-Me interesa en forma tangencial.

-¿En qué revistas antropológicas publica sus artículos?

- En “Acta prehistórica”, cuyo director es el doctor Osvaldo Menghin, y la revista del Salvador, que se llama “Antiquitas” y en anales “Anales”, de Comodoro a la cual le he mandado también algunos trabajos.

“Plagio a la obra del P. Melanesio”

-Tenemos entendido que el general Perón fue plagiario de una obra del P. Domingo Melanesio, cuyos trabajos criticó el doctor José Imbelloni.

-Efectivamente: el folleto del entonces mayor Juan Domingo Perón se intitula “Anotaciones de la toponimia patagónica- 1935”, prologado ecomiásticamente por el doctor José Imbelloni. Es un plagio de la obra del padre Domingo Melanesio llamada “Etimología araucana de 1918”. El comentario respectivo se lo envié al historiador P. Pascual Paesa.

Patagonia

-Conforme usted sabe, por ley 16.964, de 30/9/66, y el respectivo decreto reglamentario 1907, del 21/3/67, el Gobierno dividió al país en “ocho zonas para el desarrollo”. ¿Podría, por favor, delimitar los límites geológicos de la Patagonia (para la citada disposición legal, integrada por las provincias del Chubut y de Santa Cruz y por el territorio nacional de Tierra del Fuego)?

-Los límites geológicos de la Patagonia están dados por el río Atuel, el Salado, el Curacó y el río Colorado. Termina en Tierra del Fuego.

Comahue: “un término aplicado arbitrariamente a una región”.

-La región de desarrollo Comahue –según se sabe, también- abraza las provincias del Río Negro, el Neuquén y La Pampa y quince partidos bonaerenses. ¿Es correcta la grafía de Comahue así llano?¿Cuál es su significado?

-Comahue es un término aplicado arbitrariamente a una región, sin base científica. Pueden darse varios significados: a) Comall-hue = orla del vestido o de una cosa; b) Comu-hué = lugar de recreo; c) Ciomo-hué = observatorio en ranquelche; d) Comé-hue = lugar lindo; e) Comá-hué = lugar de monte, como en Comá-nhelo = lugar de monte, en ranquelche.

Colegio Nuestra Señora de Luján.

Hé aquí la nómina de salesianos que trabajan en el Colegio Nuestra Señora de Luján, de Río Gallegos Santa Cruz, fundado en 1885:

Dir: P. José Giori; Pref: P. Víctor Vincent; Párr: P. Miguel Giosa; Cat: P. Juan Luzovec; Cat. El: P. Manuel Espinosa; Cons. El: P. Renato Baez; Confes.: Manuel J. Molina; Porf.:Coad. Marino Francioni, P. Eulalio J. Paris (Curia de Río Gallegos) y el P. Rómulo Rodríguez (Curia de Río Gallegos).

Muchas son las preguntas que deseamos formular, pero más son las diligencias que el P. Molina debe desarrollar en esta capital; por ello, antes de despedirnos, queremos satisfacer nuestra curiosidad:

-¿Podría, por favor decirnos, padre, si, acaso, alguna vez pensó en preparar algún salesiano para que siga sus pasos en sus exploraciones antropológicas?

-(sonrie)- Escribí hace tiempo… Pero, no se dio importancia al asunto.

-¿Sus cargos actuales?

-Profesor del comercial salesiano en Río Gallegos y profesor adjunto de la Universidad de la Patagonia San Juan Bosco.

-¿Es director del Museo de Ciencias Naturales de Santa Cruz?

-Lo fui hasta 1964.

Los habitantes de la Tierra del Fuego en el Jardín de Aclimatación.


Conocida es la relación aquella de los aborígenes fueguinos que eran exhibidos como animales en Europa. La situación ampliamente criticada desde la perspectiva de los derechos humanos no alarmaba a buena parte de los contemporáneos a estos hechos, que veían en ello una interesante recreación y una forma de hacer ciencia.

A tal fin una lectura descriptiva:

Los habitantes de la Tierra del Fuego en el Jardín de Aclimatación.

Por Girad de Bialle.

(Traducido de la “Revue Scientifique de la France el de l’Étrangers” para los “Anales del Ateneo”)

En el número de los pueblos, o bien dicho, de los grupos humanos colocados en los últimos grados de la escala de la civilización, pueden ser contados sin injusticia a su respecto los habitantes del archipiélago situado en el extremo Sud del Continente Americano, entre el estrecho de Magallanes y el temible océano que azota al Cabo de Hornos con sus olas formidables, -o sean los indígenas de la Tierra del Fuego, nombre que e á a aquel archipiélago. Se losa ha llamado Fueguinos porque su patria es designada igualmente con el nombre de Tierra del Fuego por los hispanoamericanos de Chile y del Plata. –Bougainville, en el siglo último, en su bello viaje alrededor del mundo, les llamó Pécheres, “porque, dice, fue esta la primera palabra que pronunciaron al “acercársenos y que sin cesar repetían”. En realidad, estos desgraciados salvajes, cuyo lenguaje no se conoce, y que parecen no haber llegado al estado social caracterizado por la constitución de la tribu, no tienen denominación étnica, y desaparecerán (no pasan del número de 300, según se asegura) sin haber tenido jamás, ni aún en forma más rudimentaria, una existencia nacional. Llamémoslos, pues, fueguinos, cono se hace de ordinario, y pasemos al examen de sus caracteres etnológicos.

Lo que primero llama la atención del observador, en presencia de los fueguinos del Jardín de Aclimatación, en el aspecto sud-americano, -permítasenos la frase.-de su fisonomía general.-Cualquiera que haya considerado con alguna atención los tipos andinos, sean en si mismos o en fotografías, no podrá dejar de reconocer la sorprendente semejanza que hay entre los fueguinos y los Quichuas del Perú o los Aimaras de Bolivia. –Parece, pues, indudable, que los unos y los otos provienen de un tronco común; -pero, mientras que los Quichuas y los Aimarás, colocados en mejores condiciones de desenvolvimiento social, o enérgicamente impulsados adelante por una influencia civilizadora extraña y desconocida, llegaron a a un grado de cultura bastante elevado, los antepasados de los fueguinos permanecieron en su estado casi primitivo. –Expulsados por algún misterioso acontecimiento de la comarca más próspera que debió ser su morada originaria; arrojados sin duda bajo el clima inhospitalario de la triste y estéril Tierra del Fuego por las razas nómadas, belicosas y atrevidas de las Pampas sud-americanas, por los Patagones, por ejemplo, que son todavía hoy sus opresores hereditarios, aquellos infortunados indígenas experimentaron una especie de degeneración, convirtiéndose en los salvajes miserables y abyectos que hemos tenido ocasión de conocer.

En su estado actual y tales como los vemos en el Jardín de Aclimatación, los fueguinos están lejos de figurar con ventaja en la lucha por la existencia. Bajo el punto de vista sociológico, como lo hemos dicho más arriba, no se reúnen en tribus; forman solo algunas pequeñas aglomeraciones de individuos que cazan y pescan juntos, pero que no están unidos por ningún vínculo social. Los once indígenas que han sido exhibidos en París, forman uno de aquellos grupos, y su conductor asegura que el hombre de más edad que los otros que se encuentra entre ellos, no es un jefe y que no se puede saber si las mujeres que hacen parte de la banda, son las esposas de estos o aquellos, o si viven todos en completa promiscuidad. Se ignora igualmente la filiación paterna de los niños o mas o menos edad, que figuran en el grupo. Es el más fuerte, naturalmente, que están sometidas las mujeres, convertidas así en sus esclavas. Son para ellas los trabajos más penosos; llevar las cargas, buscar las conchas de molusco, recoger las bayas y los hongos, mantener al fuego, remar en las piraguas o ir a nado- bajo el frío y la lluvia, a agotar, el agua que se ha acumulado en las mismas (Bougainville, Viaje alrededor del mundo).

Cuando se trató de fotografiar al grupo del Jardín de Aclimatación, los preparativos de la operación y el aspecto del objetivo, les causaron un verdadero terror, que fue difícil disipar. El más aciano de los hombres del grupo, el que ejerce sobre él una especie de autoridad bastante vago no consintió en sentarse sino colocado detrás de las mujeres, con las cuales se hacía así una muralla contra el peligro que sospechaba pedía existir en el aparato fotográfico. En fin, cuando las fueguinas son viejas y el hambre acosa cruelmente a aquellos tristes indígenas, se las mata para comerlas, al paso que se economizan y conservan los perros, porque estos animales sirven para coger las nutrias, y las mujeres viejas no sirven de nada, como lo decía con una ingenuidad feroz, el joven interrogado por M.Low;-“El joven contó en seguida la manera como se procede para matarlas. Se las tiene sobre el humo hasta que estén sofocadas, y describiendo este suplicio, imitaba riendo los gritos de las víctimas o indicaba las partes del cuerpo que se consideraban como las mujeres”. –(Darwin, Viaje de un naturalista alrededor del mundo.)

Se afirma que una de las mujeres del grupo del Jardín de Aclimatación roía una tibia humana en el momento en que ella y sus compañeros fueron encontrados por la tripulación del buque que los ha transportado a Europa. Malquiera que sea la veracidad de este último detalle, los fueguinos no deben ser considerados como caníbales inveterados. Si ciertos casos de antropofagia se manifiestan ente ellos, es sólo cuando el hambre los acosa demasiado rudamente, y matan a uno de entre ellos para comerlo sino en circunstancias análogas a aquellas en que europeos sitiados o náufragos han sólido hacer otro tanto. En la Tierra del Fuego no pasa nada semejante a esas grandes hecatombes humanas, a esos banquetes espantosamente refinados en que los naturales de las islas de Fidji se regalan con la carne de sus esclavos y de sus prisioneros, preparada de cien modos diversos para halagar su sensualidad, su glotonería; -nada de semejante tampoco a esas expediciones de los Nyam-Nyams y de los Monbutus del centro del África, que, a pesar de poseer numerosos rebaños y campos fértiles y bien cultivados, van a atacar las poblaciones de sus vecinos, vociferando como grito de guerra: “¡Carne! ¡Carne!”.

El fondo de la alimentación de los fueguinos es de los más miserable: el país lúgubre que habitan, húmedo y frío, produce pocos vegetales comestible: cierta yerba amarga cuya flor se asemeja a la de nuestros tulipanes (P.Nyel, cartas edificantes, 1705), la baya de un arbusto enano y un hongo parásito de la haya (Darwin): he ah{i todo lo que una tierra ingrata les ofrece. Bajo aquel clima en que la temperatura varia solamente entre +19 y -1 centígrados, según Darwin, es indispensable sus alimentación más fuerte y sustancial, y es al mar donde los fueguinos van a buscarla. Aquellos indígenas son esencialmente ictiófagos; el pescado hace sus delicias, y cuando lo comen, lo que no le es fácil, puesto que no tienen redes y las líneas de pescar que poseen son lo más rudimentario que puede concebirse, no se toman á menudo el trabajo de hacerlo cocer: lo comen crudo y casi vivo aún. (Wallis).

Pero, para ellos, la buena, la excelente, la maravillosa fortuna llega cuando alguna ballena muerta viene a encallar en la costa; entonces, la banda dichosa que tiene la suerte de hacer este descubrimiento, se arroja sobre aquella masa de carne, la devora, se harta ávidamente de ella, olvidando en ese festín de carne, putrefacta la mayor parte de las veces, las angustias de un hambre que por lo general nunca es aplacado. Sin embargo, los fueguinos, se asegura, tienen la previsión de hacer reservas para los malos tiempos; entierran en la arena grandes pedazos de ballena, y en tiempo de escasez vuelven a buscar aquel alimento desagradable, en estado absoluto de descomposición. Pero no tienen con frecuencia buenas fortunas semejantes, y el alimento cotidiano de aquellos indígenas consiste principalmente en moluscos. Los del Jardín de Aclimatación pasan el tiempo en comer almejas que se los distribuyen con abundancia; las esparcen sobre las cenizas calientes de su hogar, y una vez que se abren, rompen el molusco. Como todos los comederos de mariscos de concha, tienen los diente gastados desde temprana edad, como lo prueban las mandíbulas de los adolescentes y de la joven del grupo que hemos examinado. Cazan también la nutria, la foca, el perro marino, y en las regiones vecinas de la Patagonia, la vicuña o guanaco; pero, a pesar de su destreza en el tiro del arco, la escasez de esos animales no les permite contar mucho con tales cacerías para variar y, sobre todo, fortificar su alimentación.

De los citados mamíferos es que sacan los elementos de sus trajes, muy simples por cierto. Lo mejor vestidos son los que pueden disponer de pieles de guanaco. Este es el caso de los del Jardín de Aclimatación, que se envuelven en sus capas de cuero, poniendo el pelo una vez para dentro y otras para afuera. Pero en la Tierra del Fuego los hay más miserables, que no tienen para cubrirse en aquel país lluvioso y donde nieva con frecuenta, más que una pequeña piel de nutria que se ponen sobre las espaldas y con la que abrigan la parte de su cuerpo más espuesta al lado de donde viene el viento. A pesar de esta lamentable pobreza, los fueguinos tienen el gusto del adorno: -sin hablar de la alegría experimentada por los del Jardín de Aclimatación al adornarse con cintas de color brillante y con bujerías de vidrio dadas por los visitantes, diremos que entre ellos, en su país, ni bien la práctica de picarse y pintarse el cuerpo no está muy desarrollada, sin embargo, goza de bastante estimación la costumbre de embadurnarse de negro, de blanco y de rojo. Se fabrican collares y brazaletes de plumas, de barbas de ballena y de conchas.

En cambio, el arte de la construcción permanece, por decirlo así, ignorado en la Tierra del Fuego. Las habitaciones de los indígenas, a pesar de la rudeza del clima, no son ni siquiera chozas, sino solamente cunas de follage orientadas de modo que la parte menos mal cerrada se halle contra el viento, se encienda el fuego en la abertura, y se amontonan allí mezclados los indígenas, apretándose los unos contra los otros par asentir menos lo efectos del fríos. –Los fueguinos no son, por otra parte, sedentarios; vagan famélicos a lo largo de las costas, buscando sin cesar un lugar rico en pescado o en moluscos que abandonan después de haberlo agotado. En sus migraciones, navegan más que lo que caminan y es rarísimo que osen aventurarse a cruzar el mar inclemente de aquellas regiones, en las pobres embarcaciones de que están provistos. Para tener una idea de ellas, figurémonos unas largas y malas piraguas de corteza de árbol, cuyos pedazos están unidos y como cosidos con juncos, trozos de madera torcidos en semi-círculos hacen las veces de cuadernas y mantienen en lo posible la forma grosera de la embarcación, cuyas junturas están calafateadas con musgo y arcilla. En el medio de la piragua, sobre un lecho de guijarros y de arena húmeda, arde el fuego, que cada banda fueguina se guarda bien de nunca dejar apagar y que transporte cuidadosamente con ella o que alimenta, como lo hace la del Jardín de Aclimatación, en un gran tronco que lentamente se consume.

No puede decirse que esos salvajes ignoren el arte de hacer fuego, pero en su patria brumosa y fría, la extinción del hogar es una verdadera calamidad, pues la dificultad de volver a encenderlo es grande a causa de no mostrarse frecuentemente madera no mojada, ni hojas secas.

El gran viajero Cook cuenta que los fueguinos emplean para producir el fuego, el método de percusión, en vez del de frotamiento, que es el usado por los salvajes de los climas cálidos. Golpean dos piedras sobre un montón un montón de musgo seco o sobre una pulgada de plumas muy finas que guardan para este fin y que les sirven, así, de yesca. Es, según parece, más bien a frecuencia de las hogueras encendidas así por los indígenas a lo largo de las costas de su archipiélago, que a la existencia de volcanes, a lo que se debe que aquella comarca haya sido llamada Tierra del Fuego por los primeros navegantes que la visitaron.

El mobiliario de los fueguinos no es más perfecto que su traje; se compone de algunas canastas ligeramente tejidas de juncos, que sirven para llevar a sus conchas y sus hongos; de vasos de corteza cosida como sus piraguas y de sus armas y útiles. En materia de armas, poseen hondas, así como arcos bastante cortos y de una considerable curvatura, de los que se sirven con mucha destreza; sus flechas, conservadas en sacos de piel de foca, están provistas de puntas de vidrio de botellas que obtienen de los marineros europeos y que arreglan hábilmente por medio de pequeños golpes y de numerosos recortes, según un procedimiento más o menos análogo al que los arqueólogos que se ocupan de las épocas pre-históricas llaman “solutréen”. Este arte de la talla del vidrio en punta de flecha parece no ser reciente entre los fueguinos; no es, en verdad, más que la aplicación a una materia nueva de un procedimiento empleado para labrar la obsidiana, que es una especie de vidrio natural producido por la acción volcánica, aún en actividad en Tierra del Fuego. Es igualmente con puntas de vidrio o de obsidiana, con lo que arman ciertos pedazos cortos de madera con un puño, y que casi pueden llamarse puñales. Como el hombre cuaternario, el fueguino emplea siempre los huesos de los animales en la fabricación de instrumentos; es así que tienen cuchillos de hueso que nos hacen el efecto de raspaderas para la preparación de los cueros, y arpones de dos o tres metros, cuyas largas y barbadas puntas son también de hueso.

A pesar de su salvajismo y de la posesión de un cierto número de armas, aquellos indígenas pasan por seres de una gran mansedumbre; si libran algún combate entre ellos, es bien raramente y entre dos bandas que usurpen su territorio respectivo. Los del Jardín de Aclimatación son muy dóciles y no causan ningún trabajo por indisciplina. Hablan poco y en un tono muy dulce y muy bajo, sin mover casi los labios, pues las palabras son apenas articuladas en la laringe y en la parte posterior de la boca. Su inclinación a la imitación ha sido señalada por todos los viajeros y nosotros hemos podido observarla en el Jardín de Aclimatación: no lejos del recinto donde los fueguinos estaban acampados, se encuentra el gran estanque de los cisnes y de los patos; un cisne de los llamados trompetas se puso a lanzar gritos que parecían un toque de clarín, sin que nosotros diésemos al hecho ninguna importancia, cuando de repente el mismo sonido se dejó oír a nuestro lado: era uno de los indígenas, que tranquilamente, sin moverse, sin salir de su posición acurrucada, se entretenía en imitar al cisne.

Un detalle característico de su estado de inferioridad es su manera de beber. En vez de llevar el vaso lleno de agua a sus labios y hacer pasar el líquido por la garganta, se inclinan sobre el cubo y aspiran lamiendo el contenido. Hemos visto a una de las mujeres madres, del grupo del Jardín de Aclimatación, conservan en la boca el agua así absorbida, y, para hacer beber a su hijo echársela en la de éste.

El espectáculo que no han ofrecido estos indígenas es, pues de los más instructivos. La población parisiense ha podido estudiar directamente, al natural, al hombre primitivo, y hacerse así una idea de lo que fueron los primeros pasos de la humanidad (1). –pues como hemos dicho más arriba y como lo habíamos ya escrito anteriormente (Los ueblos del África y de la América, pág. 134), “pocos pueblos nos representan mejor que los fueguinos lo que debieron ser los hombres cuaternarios”.

(1) Mr. Abel Hovelacque acaban justamente de dar a luz un libro en el que, siguiendo el método inaugurado por Sir John Lubbock, trata de reconstruir el estado del hombre primitivo antiguo, por medio de los datos suministrados por el estudio del “hombre primitivo contemporáneo”.

Aunque no podamos adherirnos a ciertas teorías de M. Hovelacque, que no parecen tener un carácter demasiado absoluto, no por eso dejaremos de recomendar ese libro (Les debuts de l’humanité), que contiene, respecto de lo que queda de salvajes verdaderamente salvajes en nuestro globo, detalles de los más interesantes, y noticias tan completas como es posible darlas.