24. LOS PUENTES DE LA MEMORIA “Estaba aquí sabiéndose parte de un develado por sus mayores, y desvelado en su futuro”.

 



Desde su silencio nos escucha Eduardo Van Aken. Nos mira, los lee, nos contempla, nos analiza. Pocas veces opina, guarda el estilo de ciertos fueguinos viejos, como en realidad lo es. Se nos acercó con esa firmeza con la cual el fue construyendo, memoria a memoria, foto a foto, papeles en mano, distintos tramos de la historia lugareña, donde revalora el papel paterno, desde su accionar comercial, desde su inserción en la vida comunitaria por medio de la Comisión de Fomento, y antes aún como Delegado del Consejo Nacional de Educación en tiempos en que todo se podía esperar de los vecinos y poco del poder público que seguía lejos.

 

Eduardo nació en Ushuaia el 1 de Octubre de 1918. Hijo mayor del matrimonio integrado por Edward Van Aken y Amanda Traba Fernández. Su padre un belga nacido en Amberes en 1893, llegó a América en 1900, dedicándose en la Isla Picton a la explotación ganadera, eso fue hasta 1914; compartía esta actividad con su hermana mayor, Magdalena Van Aken, y el esposo de la misma Mariano Edwards los que habían conseguido a tal fin autorización del gobierno chileno. Cuando la tarea resultó improductiva, Van Aken se radicó en Ushuaia donde fue empleado de la Contaduría del Presidio, Gerente de La Anónima, y más tarde, al impulso del Gobernador Repetto, comerciante independiente.

 

Repetto, que era a la vez Capitán del Vicente Fidel López, lo estimuló a él y a Fadul a radicarse en el puerto del norte: Río Grande; el sirio fracasó por un incendio en el que perdió todo, el belga tuvo mejor suerte, pero partió para quedarse instalando su comercio y llegado el tiempo logró invertir en ganadería con dos establecimientos, los hoy conocidos como Río Claro, ayer Eva, y San Salvador.

 

Para cuando la familia se traslada a Río Grande, en 1920, doña Amanda ya había dado a luz también a Mario Vicente, en el 20, en tanto que aquí nacería Jorge Amado. La esposa de Van Aken era una puntarenense nacida en 1896, primera hija americana de una familia española. De los tres hermanos solo sobrevive nuestro vecino de hoy, dado que Mario falleció en 1958 en un accidente en Entre Río, en tanto que Jorge lo hizo luego de una prolongada dolencia en el año 1965, lejos también de la tierra que lo viera nacer.

 

Don Eduardo ha construido en su comercio de la calle San Martín un Río Grande pequeño y añoso, el Río Grande de su infancia. Ha recurrido para ello a la tenacidad de sus manos de la que salieron en réplicas las maquetas de los distintos establecimientos que daban vida al pueblo del 21, las cinco casas despertando sobre la costa del río donde él también tenía su hogar, muy cerca de donde hoy está la Prefectura. El Río Grande liliputiense que por él vive, encierra una fundación didáctica inesperada en un hombre de pocas palabras, pero sobrados ejemplos por su preocupación por el ayer, como lo fue su documentada referencia al funcionamiento de la Comisión de Fomento en el Tercer Congreso de Historia Fueguina celebrado en Ushuaia en 1980.

 

La última vez que nos pusimos a dialogar acordamos la importancia –poco reconocida por cierto- que él encuentra en la trayectoria paterna y el reconocimiento comunitario; entonces Don Eduardo reclamaba como una reivindicación la imposición de un nombre en una calle de la ciudad, “gente con mérito, pero no tanto lo tienen”. Eso nos llevó a recorrer el plano de la ciudad y descubrir lo que para nosotros –al igual que a él- resultaba inadvertido, ese espacio que vincula Felipe Vallese con Chacra 4, que lleva el nombre y los dos apellidos de su progenitor.

 

Ahora es tiempo también de mirar al futuro, Van Aken es el único en su familia que se ha quedado en Tierra del Fuego, sus orgullos andan dispersos, uno de ellos se llama Estela Alicia, es la hija que ha sido nombrada en las Naciones Unidas como Directora de Relaciones Públicas, la primera persona no norteamericana en el cargo; Estela Alicia es abogada y escribana y domina tres idiomas...

 

Son Eduardo historiando a su familia, has historiado a nuestro pueblo. Recuerda que el 19 de noviembre de 1928,es la fecha de la constitución de la primera Comisión de Fomento, con la que se inició la organización comunal en el puerto atlántico fueguino. Para aquella fecha él ya no estaba en Río Grande. Las necesidades de progresar en el estudio habían forzado a la familia a desprenderse de su presencia enviándolo a Punta Arenas, bajo la tutela de la tía Magdalena. Es que en Río Grande había nacido la escuela fiscal, pero su funcionamiento fue dispar y esporádico. Todavía no tenía local propio. Y en el calendario de aquella época, donde las vacaciones largas eran de invierno, alcanzó el tercer grado entre 1924 y 1927. Cuarto no lo hizo y en Punta Arenas –Liceo San José- terminaría el 5to y 6to preparatorio. Van Aken comenzó la enseñanza media en el Liceo de Hombres de Punta Arenas, pero el segundo año, cuando hubo que pensar en el conjunto de la educación familiar, ya fueron a parar los tres hermanos a Buenos Aires. Los menores en el Senillosa de los padres Escolapios, él en el Bernardino Rivadavia.

 

En 1937 inició sus estudios de electrónica en la Facultad de Ingeniería, para entonces esta disciplina no estaba estructurada como carrera. Llega a perfeccionarse como radiotelegrafista, estando embarcado en la flota Mihanovich realizando travesías por dos años y algo más tarde entre Buenos Aires, Montevideo y Colonia. En 1939 estudia de radioaficionado y de allí su matrícula LU9CZ. Al año siguiente lo encontramos trabajando en Vespucio, Salta, trabajando con ese oficio de radiotelegrafista en YPF, mientras como radioaficionado había pasado a ser LU4A. Ya para el 43 se había casado con Enriqueta Colombini Petrolini, una prima de una cuñada de la que nacerán sus dos hijos.

 

En 1945 sale de la selva. Vuelve a la electrónica donde después de otro viaje de Radiotelegrafista en el Río Jáchal, esta vez a Nueva York, pone en marcha, con la tecnología que importa, su fabrica de televisores HECTRI en Buenos Aires. Hasta que dejó la actividad en 1977, llegaron a fabricar 3000 aparatos receptores, otros tiempos, otra productividad, había que hacerlo todo...

 

La muerte de sus padres: Eduardo el 10 de septiembre de 1971, y de su madre el 16 de septiembre de 1974 –el mismo año del fallecimiento de su esposa- lo llevó a radicarse nuevamente en Tierra del Fuego. Compró la parte de los hermanos en la sucesión, instaló su negocio de electricidad, volvió a recorrer campos que poblara su padre, y se dedicó a ordenar papeles constituyendo interesantes intentos de reformular lo historico de nuestro lugar.


De mis RASTROS EN EL RÍO, El Sureñó 1992.

 

José María Méndez: Mi vida como fotógrafo.

 


Desde el pasado domingo tengo en mis manos el ejemplar de este libro logrado por José quien desde hace unos cuarenta años desarrolla en el medio fueguino la tarea de “fotógrafo de sociales. No hace mucho lo conocimos cantor, y con ello hubo un CD que refleja las cualidades de su voz, e tantas chacareras se lo cree santiagueño, pero Méndez es salteño, y llegó a Río Grande por los mandatos del servicio militar en 1978, y aquí hizo lo suyo.

El libro reúne sus recuerdos conducimos en el plano literario por Luís Cardarelli, y no se inclina a miradas técnicas de su actividad, sino a reflejar conflictos humanos, situaciones enérgicas en una profesión que algunos suponen mansa.

Nos sitúa en las últimas décadas del siglo que pasó, y se proyectan hasta el presente, cuando ya las prácticas de registro de imágenes no dan la misma perspectiva que se tenía en un pueblo con marcada movilidad social.

Mi vida como fotógrafo no me regalado muchas oportunidades para sonreír.

Para el crease o no trascribo uno de sus instantes.

LA INJUSTICIA TUVO SU CASTIGO

Cada vez que saco fotos pregunto el domicilio para cuando está reveladas las acerco, y de paso cobro el trabajo si la suerte me acompaña, porque hubo veces que no fue así. Depende como me traten yo le fío, porque no cuesta nada fiarle, porque es una miseria de pesos.

El siguiente caso es referido a una persona que vive en la parte céntrica de la ciudad de Rio Grande, en Monseñor José Fagnano al 900, a quien le llevé las fotos que le había sacado. Cuándo me vio exclamó ¡Oh, el fotógrafo! Le entregué las estampas, las miró una y diez veces diciendo ¡Muy lindas! Al final dijo. –Hoy no tengo plata, venga mañana.

Al otro día fui y… No había nadie. Al siguiente observé que estaban porque al verme cerraban las cortinas y se escondían; yo golpeaba la puerta y sentía que se reían. Y así pasaron varios días hasta que un día salí bien enojado para esa dirección, agarré todas las fotos y las rompí picándolas en pequeños pedazos dejándolas en un rincón del nicho de gas.

Habrían pasado tres días o cuatro cuando me llamó la directora de la escuela diciéndome que quería hablar conmigo. En ese momento recordé que cuando ella era maestra, me contó que a su hijo le quitaron la bandera porque el padre no iba a rezar a la iglesia, ya que el muchacho era alumno de la escuela Don Bosco y por más que tenía buen promedio como el padre no iba a rezar, le quitaron ser abanderado.

A esa situación yo la consideré injusta, y la maestra me conto que su hijo quedó mal, muy triste que al ver que en un colegio católico permitieran esa injusticia y siempre guardaba eso que nos contó quien ahora era directora.

Cuando llegué a la escuela entré para hablar con ella, y lo primero que me dijo es que tenía una queja en mi contra. Y cuál es la queja, respondí. Una señora trajo unas fotos a las cuales usted las rompió. Sí, yo las rompí. Las veces que las llevaba para que me pagaran el trabajo, que hacía como diez meses que hice las tomas, cerraban las cortinas y por más que llamaba a la puerta no atendía. Y se acuerda usted cuando a su hijo le quitaron la bandera por que su marido no iba a rezar, eso también fue una injusticia. Y lo lamento por el hijo, pero mi acción la hice por ella.

Después de ese descargo que realicé, la directora me dijo, Méndez, siga sacando fotos en la escuela, a la cual agradecí.

El libro termina con un escrito de Jorge Bruzo donde estaca la labor de nuestro fotógrafo en torno a las “Jineteadas fueguinas”.