EVOCACIONES*30 de septiembre de 1871. Llega a Ushuaia la familia Bridges.

Funcionaba ya en la Bahía la Misión anglicana de la cual Tomás Bridges era Superintendente. Su familia, compuesta entonces por su esposa –Mary Ann Varder-, y su pequeña hija nacida en Malvinas:  Mary, residían en la Isla Keppell, sitio desde el cual se iba organizando lentamente la labor evangelizadora entre los canoeros fueguinos.

Por entonces solo vivía en Ushuaia una familia blanca –también misionera- en matrimonio Lewis y sus dos hijos.

El viaje entre Malvinas y Ushuaia, realizado a bordo del velero Allen Gardiner, fue sumamente penoso y accidentado, a tal punto que partiendo el 24 de agosto recién llegaron a destino el 30 de septiembre. ¡36 días de navegación entre el archipiélago de Malvinas y el archipiélago fueguino!.


Por esos días, al referirse a los nativos yaganes, Tomás Bridges escribirá: “No venimos a gobernarlos, sino a aconsejarlos, razonar con ellos, enseñarles y guiarles”.


Con el tiempo se incorporarán a la familia tres varones: Despard, Esteban Lucas y Guillermo, y una niña Ana.

RASTROS EN EL RÍO.91* “Y fue con un primer censo que encontramos elementos de reflexión sobre la población colonizadora del antiguo Río Grande.”


 

El 10 de mayo de 1895 se realizó en la República Argentina el Segundo Censo de Población y Vivienda, que en Tierra del Fuego resultó ser el primero aplicado por las autoridades nacionales.

Creemos oportuno traer algunas cifras de aquella experiencia estos Rastros en el río, ya sea al ingresar en la anécdota o bien al sumirnos en la realidad social de aquellos días. El Territorio gobernado entonces por Pedro Godoy sumaba aquel año para el Departamento de San Sebastián un total de 73 habitantes, 17 casas, e inexistencia de familias.

Los datos -que hoy se insiste son reservados- nos sirven para configurar algunas referencias, teniendo en cuenta que no se atendió a censar a la población aborigen que no estaba reducida; aparecen nombres, edades y profesiones de aquel segmento de la isla que hoy es el Departamento de Río Grande.

Si atendemos a las nacionalidades diremos que aparecen 13 argentinos, a los que podemos agregar 6 cuyo lugar de nacimiento resulta Tierra del Fuego, hecho que puede atender a una cuestión de mestizaje o condición aborigen. Al final 19 connacionales sobre 73.

Los austríacos, que luego se llamarían yugoeslavos, llegan a sumar 16, todos hombres.

En realidad la presencia femenina es mínima, llegan a ser 8 las identificadas, cuatro de ellas religiosas más una niña de ocho años, lo que hace suponer que la vida galante estaba reducida a su mínima expresión.

Quince aborígenes son censados como procedentes de San Sebastián, en los informes de Ushuaia, sin saberse si estaban de paso, o los datos se tomaron mediante otro recurso.

La profesión del lugar y del momento era ser minero, los austríacos continuaban los derroteros y ambiciones de Popper. Seguían en interesante número de policías, en demasía para la población blanca existente lo que lleva a prefigurar en su accionar una presencia dirigida esencialmente a anteponerse a los aborígenes. Los trece policías bajo la jefatura de José Pezzoli, el Comisario censista, eran seis argentinos: dos de Santa Fe, tres de Buenos Aires y un cordobés, el primero, Vicente Castro que por entonces tenía 39 años de edad. Pero además de los argentinos se registran cuatro españoles, y un representante de cada uno de los siguientes países: Portugal, Italia y la República Oriental del Uruguay.
Los militares de aquel censo son cinco, es que se viene desempeñando en la zona la Comisión Demarcadora de Límites, bajo la jefatura de José Castro Sumbland, porteño, secundado por Carlos Backhausen, alemán de 48 años.

La ganadería que apunta a aparecer –todavía no se instalan estancias en la zona- está representada por tres ovejeros: un portugués Samuel Martínez, un inglés Jack Dicks, que en las crónicas de la Misión aparece con el apodo de Chale, y Andrés Beltrán, con ese apellido se lo sindica de nacionalidad escocesa. El único estanciero es un inglés, Normand Wodds de 25 años; años después su apellido aparecía ligado a la firma Waldron. Los Wood tenían su ámbito de acción del lado chileno, Estancia San Martín, donde su nombre aparece ligado a casos de matanzas de indígenas.

Desconocemos el propósito de su inclusión en nuestras estadísticas a no ser que fuera un habitué del medio argentino, porque la metodología no parece haberse basado en una encuesta realizada en un solo día, sino en la observación continua de la autoridad policial.

La Misión era uno de los establecimientos visibles, allí se registró al único sacerdote José Maria Beauvoir, italiano de 44 años; dos coadjutores Juan Ferrando y Antonio Bergese aparecerán como carpinteros, el tercero del oficio es un argentino Miguel Ipeconi.

Las religiosas son Rosa Mosobrio, italiana, Rosa Gutiérrez, chilena, y una joven de 15 años de nacionalidad desconocida: Maria Oyarzo.

Tres jornaleros formaban la fuerza laboral, uno de ellos es francés, en tanto que del lado de la peonada sólo aparece un sanjuanino de 26 años: Gregorio Morales.

El panadero del lugar –vaya a saber si venía con el oficio o lo desempeñó aquí- era un paraguayo Juan de la Cruz Franco. En tanto que en alarde de ciencia y técnica se nos daba la presencia del agrimensor Carlos Glade y del químico Bruno Ansörge.

La única costurera era Candelaria Arpi, chilena, moza sin edad definida, en tanto que otra de las damas de lugar Isabel Chamorro, es la madre de Marcos Chamorro, el más joven de los censados que tenía aquel 10 de mayo de 1895 sólo dos años.

Los más viejos serían Antonio Bergese de la Misión y Luis Botazzi, minero, eran los veteranos de cincuenta años.

No se registran en los datos de este censo apellidos que luego se hayan perpetuado en familias antiguas de la localidad. El hecho demográfico europeo no estaba garantizado aún. Los indígenas, ni siguiera incluidos, Sus mujeres, en el mestizaje forzado o inevitable, fueron perdiendo identidad racial y nominativa. El celibato de algunos y el golondrinaje de otros no configuraban un afán de poblamiento que tanto tiempo tardaría en manifestarse.




Visitamos la exposición sobre Aeroposta Argentina en el Museo de la Ciudad.


Bajo una idea de Esteban Chiquito Martínez, Luís Soler en colaboración con el equipo de prensa del Concejo Deliberante de Río Grande llevó adelante la realización del documental que recorre el historial de la empresa pionera de la aviación sureña: AEROPOSTA ARGENTINA.


Su momento de auge fue cuando hizo llegar semanalmente a Río Grande los trimotores Junker. Aviones que en ese momento volaban en Europa como reflejo de la mas alta modernidad.



La experiencia de Soler lo llevó a buscar a personas conocedoras del desarrollo de esta etapa de la aeronavegación, entre ellos a Carlos Alberto Bilbao, piloto de la firma.



El Museo Virginia Choquintel no solo prestó sus instalaciones, contribuyó con su personal técnico, y sumó elementos museísticos relacionados.



La proyección realizada el miércoles 25 en Alberdi 555 se vio acompañada de esta muestra que reúne muchas de las imágenes acumuladas durante la experiencia que recorrió Francia, España y Marruecos antes de dedicarse de lleno a reseñar la experiencia argentina.




Las primeras unidades Laté, de solo cuatro pasajeros y piloto viajando fuera de la cabina la hermanan con la nave que el 2 de septiembre de 1935 inauguró el servicio hasta la pista acondicionada en el frigorífico local.


Luis Milton Ibarra Philemon Alla atras veo un cuadro del Laté 28 en Comodoro Rivadavia, al lado una del Laté 25 en Rio Gallegos, la que esta vertical me parece que también es en Rio Gallegos no la distingo muy bien. (la observación nos llega de Calafate)


Los estrados del volar muestran esos bemoles, a la vez que otros elementos dejaron su vida útil par dar textura a los recuerdos.



El ala derecha del Museo reúne la muestra, la curiosidad de los visitantes, y esta maqueta que se pregunta.."¿cuándo podré volar?"


Triptica Nacional.Historia.06. La deuda externa.



En el año 1824 el gobierno de la Provincia de Buenos Aires por ese entonces a cargo del gobernador Martín Rodríguez, negoció con la compañía bancaria Baring Brothers de Londres, Inglaterra, un empréstito por un millón de libras dando, origen a la deuda externa argentina.

En 1825 Bolivar que había contraído grandes deudas en su causa libertaria decía: Aborrezco más las deudas que a los españoles, y descubre la manera de pagarlas: he indicado al gobierno del Perú que venda a la Inglaterra todas sus minas, todas sus tierras y propiedades y todos los demás arbitrios del gobierno, por su deuda nacional, que no baja de veinte millones..

Y por 1826 ya teníamos en Buenos Aires un agente inglés: Bernardino Rivadavia.

Los billetes se imprimen en Londres y el Banco Nacional tiene una mayoría de accionistas británicos, monopoliza la emisión en el país.

A través de ese banco opera la River Plate Minino Association, que le paga al presidente argentino un sueldo anual de mil doscientas libras.

En Inglaterra gobernaba  George Canning quien propuso que ya era hora de terminar con el tiempo de las glorias militares, para comenzar con las argucias diplomáticas.

Hasta entonces, es verdad, habían hecho mucho más por Inglaterra los contrabandistas que los generales; y en este tiempo son los mercaderes y los banqueros los que ganarán las grandes batallas por el dominio del mundo.

En 1822 Brasil se independiza de Portugal en lo que es algo más que una rebelión de un hijo Pedro (sombrero en alto en la imagen) , con su padre Juan... el rey lusitano.

Juan había desvalijado el banco y se había llevado a Lisboa todo el metálico.

Entonces llegaron de Londres las primeras libras esterlinas: millones de libras esterlinas.

Las rentas de aduana fueron hipotecadas en garantía y los intermediarios nativos recibieron el dos por ciento de cada préstamo.

Para 1829 Brasil ya debe el doble de lo que ha recibido.


Cuervos, cuervitos, cuervotes...


Bajo el  variable cielo de la primavera la calle Lasserre mostraba otro clima en nuestro Río Grande.



Caminábamos de temprano buscando un colectivo que no fuera el de los choripanes...


Y con fondo de nuestra Torre de Agua, que pronto albergará a la Dirección Provincial de Turismo, y será mirador de la ciudad, apareció él...



El Cuervomóvil.



Su inconografía entretenía a los que querían verlo de afuera, antes de llegar con su curiosidad, o su solidaridad con la institución de Boedo.




Estaba la impronta de la virgen de San Nicolás, desata nudos, abriéndose paso junto al conductor.


Y Daniel Rivarola, que ya había ido y venido no se cuantas veces, nos muestra de los calcos aquel cuyo diseño más le agrada.




En la labor periodística la gente de radio y del cuervo están en primera línea: Sebastián Bendaña y José Piñero.



Mientras que en el interior se atiende a la afición. 


Durante doce horas sumaron 210 socios nuevos, más de lo que hubieran imaginado (70 u 80), y vendieron 30 metros cuadras de su nuevo estadio. El estado de sus sueños que espera ser pagado a Carrefour que levantó en el lugar, en años tristes, un supermercado.., en lo que fuera EL GASÓMETRO de San Lorenzo de Almagro.

Huella de luz


Hasta el 4 de octubre, de lunes a viernes, de 8.30 a 16, está abierta la exposición de fotografías, pinturas e instalaciones de María Luján Gasillón y Alfio Baldovín.


Esto es en el segundo piso de OSDE, Laserre 544.ESPACIO DE ARTE.


Desde el año 1972  hasta la fecha Tierra del Fuego se ha visto favorecida por decretos y leyes que fortalecen el desarrollo de la promoción industrial, lo que conlleva a que diversas fábricas y empresas se radiquen en este suelo, terruño transformado en "isla-faro" que conquista y atrae a cientos de personas de disímiles rincones de nuestro país.


Luz, tierra, arribo, estar, permanecer...






"HUELLA DE LUZ" reflexiona sobre nuestra incidencia en el contexto  que nos rodea, sobre los efectos que repercuten inevitablemente...


Hábitos y costumbres que dejan huella en la tierra, en el agua, en el aire, en cada ser vivo.


¡Ah! Entrada libre y gratuita...

EL PADRE JOSÉ FORGACS, y sus pasos santacruceños.4


Mientras esperamos que desde la red alguien despierte con la inquietud de identificar tiempos, lugar y personales agregamos esta imagen que lo muestra al cura junto a una muchachada, pendientes de una primicia periodística...



 Mientras que en este otro plano se lo ve, muy joven, entre la vegetación del lugar.
 Por aquí está con otro sacerdote, y un tercer hombre, junto a fardos que muestran la producción lanera del lugar.
¿Una estancia? ¿Un puerto?

Mientras que para el final se desborda su pasión sanlorencista:



Eugenio Mimica-Barassi, académico de la lengua en Chile.

Nuestro amigo Eugenio, destacado narrador de este sur, ha sido designado para integrar la Academia Chilena de la Lengua.

Ocupa un lugar que en otro momento sirvió a la designación de Roque Esteban Scarpa, Ernesto Lívacic Gazzano y Enrique Campos Menéndez; entre plumas magallánicas.

Mimica-Barassi, al tiempo en que lo conocimos, tenía campo en Tierra del Fuego, y de los menesteres cotidianos de su labor dejó un registro que tuvo difusión periodística.

Busque al momento alguien que desde el sector argentino podría reflejar de la misma forma la cotidianidad de una tarea compleja: encargarse de dirigir una estancia ovejera, y todavía sigo esperanzado que poder conseguirlo. Mientras tanto con las felicitaciones para el académico hago rescate de estas páginas, que espero estén en el agrado de mis lectores.





En 1967, la arqueóloga Annette Laming de Emperaire publicó un libro titulado “Patagonia, en el confín del mundo”. Volumen de viaje a impresiones, personales y descarnadas del mundo austral. En las primeras páginas señala: “Debiera hacerse una psicología del confín del mundo. Sus habitantes están marcados por el aislamiento, el desarraigo, la ruptura con cualquiera otra comunidad humana, y por la necesidad de adaptarse a un clima duro y triste, a un paisaje que no ha tenido tiempo aun de humanizarse. Aquí el hombre posee, o al menos conoce, casi todos los medios técnicos del mundo; pero está, al mismo tiempo, completamente separado de ellos! Hay frases señeras en este libro revelador: “El clima, como la incompetencia de la mano de obra, permiten cultivar una que otra cosa”. También este párrafo, delicia para ambientalistas: “Una botella vacía yace en la huella… Más tarde, empero, hallaremos otras muchas –llenas, a veces- a través de los miles de kilómetros recorridos por los caminos de la Patagonia”. Aquí la autora apunta a la alta cuota de ingesta alcohólica entre la gente de campo y la imagen nos recuerda el cuento “La botella de caña”, de Francisco Coloane. Aparecen alcances muy justos de nuestra solidaridad, como este: “Jamás, en los caminos de la Patagonia, se cruza a un vehículo detenido sin ofrecerle ayuda”. De la ciudad de Punta Arenas y la vida urbana dice categóricamente: “Los médicos y abogados llegan a esta tierra de exilio sin otro designio que hacer rápidamente fortuna y regresar luego al norte… nada está ligado a un pretérito, a una tradición…  y como después de todo se tiene otra formación y otras preocupaciones que la de los lugareños, se permanece completamente al margen de éstos”. De los huasos dieciocheros dice: “Tienen aspecto de disfrazados”, y de la cueca y sus cultores expresa: “este baile les pertenece, lo han traído consigo de sus comarcas del norte”. Podrán parecer apreciaciones lapidarias. Pero hay que sopesarlas, para concluir cuanta razón tiene Annete Laming en su visión del confín austral. Reiteramos, el libro fue escrito en 1967. ¿Cuál es la situación actual, al estilo Laming? ¿Cuál es la realidad, al menos en el ámbito de la Tierra del Fuego, hoy, a vientisiete años de este libro? Estos fueron los motivos de esta crónica: revelar, con el conocimiento y la autoridad que nos da estar íntimamente liados a Tierra del Fuego por asuntos laborales ganaderos desde nuestra misma infancia, la realidad actual de la legendaria isla, en nuestro ámbito. Lo que hacemos y no podemos hacer. Las faltas y carencias, las alegrías y penurias. Una realidad análoga a la de cientos de personas en nuestra misma condición.

Septiembre, lunes 26:
Por la mañana, últimos aprontes y compras. Cosas de supermercado. También farmacéuticas: aspirinas, agua oxigenada, dipironas, parches, curita, metapio y otros elementos de primeros auxilios para llevar renovado al botiquín de familia. A Tierra del Fuego hay que ir dispuesto a la autogestión, en todas sus formas.
Por la tard , cargar bencina para la camioneta y llenar un par de bidones. Hay que hacer combustible en Punta Arenas, porque en Porvenir el precio es más alto (el más alto del país, según un titular del diario que guardamos en una de nuestras cajas de archivo literario). Como si fuera poco en ningún otro sitio de la Tierra del Fuego chilena venden bencina especial. Aprovechamos a cargar también de la llamada corriente o de 87 octanos, para la motobomba y la motosierra (de la gasolina sin plomo ni hablar, no viene al caso). Luego, cargar el vehículo (un saco de papas, una botella de gas para la iluminación, tres bidones llenos, cinco cajas grandes con fideos y otra docena de ellas conteniendo víveres diversos). Todo cubierto con una lona para proteger la carga de algún chubasco o de los baldazos de agua salada si es que el cruce en la Melinka se pone feo. Ayer amaneció nevado en Punta Arenas y eso provoca preocupación ¿Cómo estarán los caminos, principalmente el inestable y arcilloso que une el cruce Las Flores con Río Chico? ¿En qué condiciones estará la entrada al puesto del campo de invierno? Preguntas que nadie nos puede responder y que uno mismo va despejando en la medida que quema etapas. Hace una semana que nos anotamos para cruzar en la barcaza: nombre del conductor, cédula de identidad, acompañantes si los hubiere, marca del vehículo y número de su patente. ¿Para qué tantos datos y burocracia? Exigencias de la autoridad naval, pero en el cruce de la Primera Angostura del estrecho de Magallanes no es necesario anotarse con antelación ni entregar ningún tipo de detalles. ¿Será en este caso para una más expedita y rápida identificación de los cadáveres por si llegara a ocurrir algún siniestro o un naufragio en medio del estrecho, o será que el desconfía de los ventitantos años de servicio de la vetusta embarcación? Y pensar que más de alguien habrá tildado de loco al empresario Goico Maslov cuando la compró. Goico, el mismo que tuvo que emigrar a Venezuela tras ser denunciado como jerarca del régimen allendista, y su casa-mansión de Punta Arenas allanada y requisada para ser luego centro de operaciones de la inteligencia y el soplonaje de la dictadura. Goico, personaje de novela que aun nadie escribe, el Nogueira que no pudo ser. De haber permanecido con nosotros ¿habríamos tenido ahora un gigantesco “hovercraft”, como los que cruzaban el Canal de la Mancha, antes de ser construido el túnel? Muchas veces se dijo que ese era su próximo proyecto. A propósito de Primera Angostura, tanto en el sector de la rampa de Punta Delgada, en el continente, como en el de Bahía Azul, en la isla, los automovilistas y camioneros argentinos hacen fila de vehículos en el lado derecho de la vía. Sin embargo, los pocos vehículos chilenos, fiscales o particulares, hacen una especie de “separatismo” y se colocan, nada de ordenados, en el lado izquierdo. Al parecer creen que así, marcando la diferencia de nacionalidad, tendrán preferencia en el cruce, cuando en verdad el turno es por orden de llegada. Son curiosidades y manías que si a nosotros nos llaman la atención imaginamos cómo impresionarán a los turistas  de otras latitudes.

Septiembre martes 27:
Ya en Porvenir, un almuerzo rápido y de inmediato tomamos rumbo al interior de la isla. El camino se encuentra seco, duro, en buenas condiciones. Hablamos de caminos de ripio y tierra, pues en la isla no existe un metro de pavimento o asfalto más allá de la periferia de Porvenir, Cerro Sombrero o Cullen. El estado de la “huella” nos tranquiliza. Estamos transitando en nuestra tierra, moviéndonos en nuestro elemento. Sintonizamos el radiorreceptor del vehículo. Para el Tercer Congreso de Historia, realizado en Porvenir en el mes de junio, un gentil operario minero del norte nos contó que escuchaba siempre radio PUdahuel F.M., en toda la costa norte de la isla y hasta arriba del cordón Baquediano. Nos alienta la esperanza que la señal satelital cubra toda la isla. No por ser fanáticos de esa emisora capitalina-nacional, sino para sentirnos más integrados y poseer otra alternativa en el dial. Ninguna onda de las radios F.M. de Punta Arenas sobrepasa al otro lado del cordón porvenireño.  Pudahuel no resulta la excepción, y nos quedamos “con los crespos hechos”. Habrá que seguir soportando la tediosa programación de las radios A.M. puntarenenses cuya sintonía pasadas las 18:00 horas comienza a ser interferida por emisoras argentinas, uruguayas y hasta brasileñas. Muchas veces, incluso, se logra escuchar solo un concierto de ruidos diversos y molestos. Tampoco llegan los canales de televisión a eses sector de la isla, ni la telefonía (el multicarrier o multiportador se transforma en una de las tantas inutilidades dentro de nuestro aislamiento). Recordamos, con cierta envidia, como se apostan en las esquinas céntricaspuntarenenses algunos “encorbatados en la nada”, celular en mano, hablando sueltos de cuerpo a cualquier punto del país. Ignorantes absolutos del otro mundo, al este del estrecho de Magallanes. Más que envidia dan pena. ¿Qué saben de identidad, de patrimonio? El submundo de la tecnología “no está ni ahí” con Soto Canalejo, ni con autarquías y anarquismos.
Dos horas y cuarto después de haber salido de Porvenir llegamos al cruce Las Flores. Todo seco, ni rastros de la última nevada. (La vida te da sopresas, sorpresas te da la vida) cubrimos rápido los doce kilómetros hasta el puesto de invierno. El piño está en el potrero de la calle, listo para el arreo de mañana, tal como lo solicitamos vía mensaje radial. En el puesto, las últimas instrucciones para el día siguiente. ¿Quiénes llevarán el piño y quién se encargará de llevar la tropilla? Está la gente justa para el trabajo. Volveremos a emprender el viaje. Nuevamente hasta el cruce Las Flores y de allí para arriba, remontando el cordón Carmen Sylva. Pasamos cerca del sitio Tres Arroyos, nuestro querido Tosca, el Machu Picchu fueguino. Prospecciones arqueológicas han arrojado allí un poblamiento humano que se remonta por sobre 11.000 años. El fechamiento hasta ahora más antiguo para la Tierra del Fuego. Nos estremecemos, como siempre al ver la silueta de ese también llamado Cerro de los Onas. ¿Qué hacen los cerebros de este país que no lo declaran todavía Monumento Nacional? Allí hay una fuente para el turismo. Pero estamos en la comarca que a nadie importa y a los que les importa nada pueden hacer.
Quince kilómetros más adelante llegarnos al valle del río Cachimba y vemos las casas de la estancia recostadas en el bajo. Hemos cumplido la última etapa de nuestro viaje. Uno más de los incantables  en todos estos años.

Septiembre, miércoles 28:
Feroz viento, el temporal más grande de la temporada. La radio anuncia el cierre del puerto en Punta Arenas. Hay ráfaga de 115 kilómetros por hora. Salimos temprano rumbo al puesto de invierno. A medio camino nos encontramos con tres piños que avanzan entre una polvareda enorme rumbo a los campos de veranada. El nuestro salió a las 6, 30 horas. Lo enfrentamos a mitad de jornada entre el puesto y Las Flores. El arriero que va en “la punta” anuncia que llegarán hasta “El Tosca”, para pernoctar durante la noche en el camino. El arriero que va en “la culata”, en cambio, muestra su desacuero. Quiere quedar en el “corral de aguante” del cruce. Le comunicamos que es mejor avanzar. Mañana la jornada puede ser más larga y el clima peor. Dice que no, que va a alojar en el corral. Conato de motín en la pampa. Algo común. Si uno se pone difícil te dejan el piño botado y arréglate como puedas. Póngase ustedes de acuerdo, decimos parco al renuente y seguimos camino hacia el puesto.
Hay que prácticamente desalojarlo. Dejar limpias las tres piezas que lo componen, única forma de evitar robos, bastante frecuentes, por lo demás. La puerta de entrada quedará sin cerradura, para evitar que la echen abajo durante los seis meses que permanecerá vacío. Estufa, camarotes, colchones, herramientas, mesa, bancos, cajas con víveres sobrantes y pertenencias del puestero son las primeras cosas que retiramos. Entre estas últimas es frecuente un saquito nada de liviano, con una sonajera de fierros y cadenas en su interior. Fácil de adivinar el contenido: trampas para cazar zorros. Con ello la gente de campo se provee de una par de sueldo extras. Hacemos la vista gorda como en tantas y tantas ocasiones. Amarramos muy bien toda la carga. El viento provoca que debamos hacernos oír a gritos. Pensamos en los “encorbatados de la nada”. Aquí los quisiéramos ver, ¡carajo! Volvemos a la estancia, descargamos y de nuevo al puesto. Esta vez el viaje es con seis enormes y balanceantes bolsos conteniendo lana de la esquila de ojos. Con el viento cuesta una enormidad subirlos a la camioneta. Al encontrarnos nuevamente con el piño debemos subir a un par de animales que no pueden seguir caminando. Así y todo vemos que avanza bien. Los otros van dejando un reguero de ovinos atados al costado de la huella y hemos visto a más de una gaviota o carancho haciendo su festín. A lo menos a un par de ovejas ya le han arrancado los ojos. Aprovechamos para acompañar al piño y para darle café, pan y asado a los arrieros. El amotinado entra en razón. Mejor avanzamos hasta El Tosca y alojamos en “la calle” (en el camino), dice. Seguimos a la estancia, descargamos los bolsones y los animales, y después de almuerzo vamos de vuelta al encuentro del piño. Llegamos al lugar señalado y ponemos una malla de alambre cruzando el camino. Cuesta desenvolverla con tanto viento, y más aún clavar estacas en el suelo reseco para sostenerla. En estos afanes aparecen dos vehículos doble tracción. Tocan sus bocinas para que las ovejas les despejen el camino. El detalle nos hace asegurar que no son lugareños. Nunca se toca la bocina para azuzar a un piño en arreo. Son turistas, gente que seguramente va por unos días a acampar al lago Blanco, para hacer pesca deportiva. Nos hacen señas y saludos. Divisamos, entre el velo de las lágrimas que nos provoca el viento y la tierra, que alguien capta imágenes con una cámara filmadora. Hace tres años, por igual fecha, un conductor enapino llegó a la estancia para comunicarnos que había pasado a atropellar a dos ovejas del piño. Las traía muertas en la camada de su camioneta. No fuimos nada de amables le catamos unas cuantas verdades. Muy común esto de los atropellos de animales. Le cobramos los ovinos muertos. Pero esa no era toda la historia. Después nos enteramos que uno de los arrieros se puso al frente del vehículo fiscal, para que el conductor se detuviera tras el estropicio y rebenque en mano lo conminó a que se presentara en la estancia. “Si no lo hace, ya nos veremos algún otro día en la huella y la cosa será distinta”, lo amenazó. Allí entendimos la “amabilidad” del enapino, al presentarse. Y es que el mundo petrolero con el ganadero no son compatibles. Se podría escribir mucho sobre el tema. Con detalles que “sacarían roncha”. La tragedia fue al desollar las dos ovejas muertas. Preñadas ambas, tenían gemelos en sus vientres. No eran dos, sino seis los animales muertos. La indignación fue colectiva y una suerte, para su integridad física, que el enapino no estuviera presente en esos momentos.
Finalmente la malla quedó firme. Ella y un par de perros impedirán que el piño siga avanzando por su cuenta durante la noche mientras los arrieros dormitan. Les dejamos carne, leña, azúcar, sal, café y pan. Todo para el churrasco de la noche y el de la mañana siguiente. Luego, seguimos al puesto para retirar los cuerpos de los animales consumidos y muertos. De los primeros contabilizamos cuarenta y tres. Esto hace un promedio de una animal carneado cada tres días y medio. Para un solo hombres es demasiado. Pero no hay que olvidar la frecuente visita de pasajeros (visita que puede durar una semana) y la alimentación de perros propios y ajenos, y uno que otro funcionario o viajero que pasa a pedir carne de regalo o a cambio de una botella de vino o licor. En fin, situaciones del oficio. Volvemos a la estancia con el cargamento de cueros y ocupamos el resto de la tarde en prensar un fardo con la lana de ojos. Mañana haremos el segundo.

Septiembre, jueves 29:
Amanece sin viento, pero escarchó muy fuerte. El agua del pozo tiene cinco centímetros de hielo y de las cañerías no sale una gota de líquido. Vamos al encuentro del piño y retiramos la malla. Debemos subir otros cuatro animales en malas condiciones. El frío es intenso, inusual para esta época del año. Comienzan a caer algunos aislados copos de nieve. El cielo se muestra amenazante. A las dos de la tarde el piño llega a destino. Cuando el último animal traspone la tranquera de alambres uno de los arrieros comenta: “Ya estamos en casa, hora que se largue a nevar cuanto quiera, ¡tiempo de mierda!”. Más que imprecación parece una orden. Diez minutos después, el coirón comienza a blanquearse con la nevada.
Por la tarde, además de hacer otro fardo con lana de ojos, logramos marcar a los potros. Los chubascos de nieve se suceden aislados. La ocasión sirve para ponerse al día respecto a situaciones acontecidas durante el invierno. Nos enteramos, por ejemplo, que el precio de los cueros de zorro estuvo bajo; quién cazó más y quién menos; quién compraba y en qué fecha visitó estancias y puestos. Algunos nombres nos hacen dar un respingo. ¿También ese metido en el asunto? En fin, aquí, en Tierra del Fuego, las necesidades tienen cara de hereje, nos consolamos, y repasamos mentalmente el posible itinerario de esos cueros; de manos de ovejeros cazadores a compradores invernales; luego, un furtivo cruce fronterizo donde son revendidos, y de allí un largo viaje a industrias peleteras de Buenos Aires para volver a Punta Arenas, en una especie de “re-importación”, donde son vendidos en la Zona Franca con el ingenuo cartelito: “Chaquetón de legítimo zorro fueguino”. Y ante esto nadie dice nada. Los ecologistas brillan por su ausencia (¿o por su ignorancia?). No es que defendamos al zorro. Es depredador, asesino, y punto. Pero las incongruencias existen. A eso apuntamos. Se prohíbe su caza, a pesar de que ayuda a disminuir la única fuente económica hasta ahora sustentable en el tiempo en Magallanes: la ganadería. A la gente de campo se les multa y hasta pueden caer en la cárcel si los sorprenden con cueros o trampas. Pero hay algunos que burlan muy bien las disposiciones y logran un fructífero negocio, muchas veces apoyados por “santos en la corte”.

Septiembre, viernes 30:
Sigue el frío intenso. Anoche cayeron seis centímetros de nieve y amaneció con viento del este. Hay una especie de neblina de nieve. La visibilidad es escasa. Recién a media tarde se despeja un poco. SE rodea el piño que está en el llamado “potrero del consumo” y comienza el aparte. Las ovejas están a quince días de la parición y deben irse cuanto antes a sus respectivos campos. También los corderos se ven débiles. De los carneros ni hablar. Algunos parecen tablas forradas en lana. Anoche cuando terminamos el aparte y la distribución de las ovejas. Corderos y carneros serán arreados mañana a sus potreros. No ha parado de escarchar. Ni un piño ha pasado hoy. Pareciera que el nuestro cerró la trashumancia. Tampoco vehículos. Los camiones que van a buscar petróleo al pozo del lago Mercedes también suspendieron su acarreo. El día no estuvo como para aventuras y sorpresas. ¿Cómo les habrá ido a los visitantes del lago Blanco?
Nos dicen que los vieron volver.

Octubre, sábado 1:
El tiempo mejor. Ladran los peros de madrugada; hay movimiento de cabalgaduras, señal que corderos y carneros están pronto a ser llevados a sus potreros. Hacemos el listado de víveres y otras necesidades que debemos procurar para el próximo viaje, y las futuras faenas de señalada de los corderos y esquila mayor.  Dejamos también dispuesta y aprovisionada la despensa para la gente. Revisamos galpón y bodegas, luego los corrales. Hay bastante que reparar: piquetes y postes quebrados. El piso de la manga está en pésimas condiciones y la boca de la salida tiene una gran depresión. Vamos de inmediato en busca de una picota. A pesar de que el suelo está algo escarchado sacamos unas seis champas de pasto que colocamos en esa concavidad provocada por tanto paso de animales, y el terreno queda nivelado. Muy típico esto de estar haciendo una cosa y dejarla para atender a otra. Fundamental es tener siempre un martillo cerca, y grapas y clavos de todas las medidas en el bolsillo. Aprovechamos también a reclavar algunos piquetes doblados por el viento, estirar hilos de alambres, afirmar tranqueras o cambiarle una tabla a la que la tiene rota. Luego, revisamos las máquinas de esquina, las desarmamos perno a perno, observamos el estado de cada pieza y las volvemos a armar. A una que otra debemos cambiarle ingenio para fabricarlos, pues ya no existen en el mercado.

Octubre, domingo 2:
Ponemos bencina al vehículo y cargamos los bidones y botellas de gas vacías. Tachos para la para fina (esa que tanto cuesta proveerse en Punta Arenas, pues para los servicentros no resulta un negocio rentable. La plata y la moda están en la bencina sin plomo y en el geogas, y bueno, con la plaga de taxis y colectivos…). Cortamos la llave de paso del agua para nuestra casa, para evitar pérdidas e inundaciones. Hacemos una última revisión mental para comprobar que todo está en orden. Entonces nos avisan que el caño de un calentador en la casa de los trabajadores está roto y que las chispas caen al interior de la plaza. Esperar el próximo viaje para traer un nuevo caño desde Punta Arenas puede resultar una solución a largo plazo y riesgosa. Nuestra mente trabaja como si archivo de un computador. En segundos nos bajamos de la camioneta y vamos hasta el sótano. Recordamos que allí hay guardado una tira de caño del diámetro necesario. Justo. Calza perfecto. Ahora sí, rumbo a Porvenir. Hay que estar en todas, no hay mejor universidad en el mundo que esto, nos vamos diciendo, aunque sea como consuelo.
El día está calmo, hermoso, se respira aire puro. El camino se encuentra completamente seco. En el sector boscoso del cordón Baquedano nos detenemos para apreciar la variedad de especies arbóreas. Los canelos y ciruelillos se encuentran a punto de florecer. Siempre que disponemos de tiempo hacemos este alto en el camino. Media hora después aparece el anfiteatro natural de la capital fueguina. Allí está la bahía, hermosa pero olorosa, absolutamente contaminada. Cerramos los ojos y la imaginamos con veleros, botes, “zodiacs”, “kayaks”, triciclos acuáticos, “windsurfs” y  demás elementos para practicar deportes náuticos, atrayendo a turistas de todo el mundo, que dejan “many dollars”. E imaginamos tantos sitios vacíos convertidos en vergel de hortalizas y “berries” (moras, frutillas, frambuesas), además de peonías y otras flores que son exportadas. El vergel de la Patagonia, tanto a cielo abierto como bajo enormes invernaderos. Y por cierto el turismo, mostrando la naturaleza virgen, pero también el bagaje inmenso de historia y aconteceres fueguinos, incluyendo los campamentos “fantasmas” del petróleo (Manantiales, próximamente Cullen, y luego Cerro Sombrero, a mediano plazo). Pero las políticas de desarrollo no apuntan nunca a la alternativa, a la osadía, al desafío. No se cambian los esquemas y se continúa otorgando mano de obra básica, tras proyectos básicos surgidos de una mentalidad básica. Todo Magallanes es un territorio de urgencias; una sociedad en permanente crisis. Una tierra que al parecer no sirve más que para mantener obreros, los que a su vez, sin mayores posibilidades de progreso, generan a su vez más obreros, manteniéndose la medianía, supliéndose a duras penas las necesidades primigenias. ¿Cómo revertir la situación, y que en vez de tantos asalariados existan más productores, y en vez de tantos servicios internos se generan servicios externos, para que las platas lleguen de afuera? Los atisbos de diferencia se vislumbran en Puerto Natales, y no porque se apilaron estudios sobre un escritorio, sino por un fenómeno colectivo (con mucha fortuna de por medio). Porvenir a la Tierra del Fuego toda deberán seguir esperando ese golpe de suerte. Ya hay empresarios extranjeros con ojos puestos en este lejano y aporreado sur, como el caso de un acaudalado y visionario fabricante de parkas y artículos deportivos que llevan la marca “Patagonia, y cuyo 1% de los ingresos los destina a preservar la naturaleza. El mismo empresario que adquirió varias estancias en la Patagonia chileno-argentina, con el afán de mantener esos campos como reserva de la humanidad. En todo el mundo, y también en Punta Arenas, se venden sus prendas deportivas. Por ello, creemos que la solución fueguina podría estar en esos rumbos, pero sin trabas ni “burocracias” administrativas, sin depredadores tributarios que solamente esperan a la víctima para darle el zarpazo para saciar su propia hambre, su aberrante ineptitud. Se necesita una mentalidad nueva, desafiante, laboriosa, sin reglismos personales. Mentalidad nueva para sacar partido del patrimonio, la historia, el carácter legendario, la naturaleza y hasta del descontento endémico. No habrá otra forma de progreso y dignidad . Aprovechar lo que se tiene, e inventar lo que no se tiene. Atraer a la gente, y no espantarla. Inculcarles identidad, conciencia por el trabajo y la tierra, y sepultarles las aspiraciones consumistas. Habrá que aguardar ese golpe de suerte, ese cambio de giro, de conceptos caducos, aunque por ahora parezca una utopía más propia de dementes que de cuerdos.
Promedia la tarde cuando la barcaza llega al terminal Tres Puentes de Punta Arenas. La jornada está concluida. Ya en casa, recordamos una visita realizada a Tierra del Fuego, en enero de 1992, por dos periodistas santiaguimos “free lancers”: Verónica Araneda y Hans Liechti. El fruto de aquella jornada apareció en mayo de ese año, en dos páginas de la revista “Ya”, de El Mercurio de Santiago. “Gente de viento”, fue el título que dieron a su reportaje, con un llamado de página que dice en parte: “Los escasos habitantes de las estancias de Tierra del Fuego viven olvidados por el continente. Sin escuelas, hospitales ni medios de comunicación, están casi totalmente aislados”. Estas palabras, surgidas de testimonios directos, son corroborados en otro párrafo de la crónica: “La ciudad (Punta Arenas) suena en los oídos como la tierra prometida, la urbe proveedora, pero que desconoce la realidad de esa gran isla que tiene en frente”.
Por eso, al final de esta crónica, la pregunta es: ¿de identidad patagónica-fueguina pregunta? Todos los términos expresados en estos extensos apuntes significan identidad. O al menos, son representativos de una buena parte de ella.

APUNTES FUEGUINOS, ENTRE LABORES Y RELEXIONES,  especial para IMPÀCTOS 63. 3 de diciembre de 1994.


RASTROS EN EL RIO.1991* “De cómo un micrófono indiscreto vino a registrar diálogos múltiples en un encuentro plural, de gente de otros días.”

La mala memoria es un dato ineludible de la realidad.

Quienes en lo cotidiano nos enfrentamos en una real tarea de salvajes por recuperar la memoria colectiva de nuestro pueblo sabemos que esta aflora bajo inconsistencia de los años.

Así escribíamos por 1991 un Rastro que marcaba presencia en los días del aniversario de la ciudad:

El domingo y el miércoles nuestro abordaje fue el mismo, primero con las situaciones domésticas que valoradas en efectos nos pueden reportar al tiempo pruebas únicas de acontecimientos  que a su momento no pudieron ser medidos por la trascendencia que lograron luego, segundo con un grabador que en una cena de viejos pobladores quiso escuchar todo, pero  oculto él,  desarticuló las ocultas inhibiciones del entrevistado y conformó un muy singular documento lingüístico.



-Así con el “Comelaucha”.
-No se salvaba nadie por aquella época.
-A todos le ponían un apodo.
-A Mirko lo conozco mucho, yo le voy a decir...
-Hay que decir que a él lo llamaban el “Comelaucha”.
-Si hoy lo veo no lo conozco.
-Lo conoció a un austriaco grande...
-¿Quién?
-Mariano.. curaba el empacho.
-¡No me acuerdo!
-Cuando tenía que curarse el empacho, ¿a quién veía usted?
-A lo mejor ha llegado donde Bruno, pero no me acuerdo.
-¿Usted cree en el empacho?
-¡Uhn?
-¿Usted cree en el empacho?
-¡El qué!
-El empacho.


...........

-¿Le gusta tejer?
-¡Si!
-¿Qué le gusta: tejer, coser..!
-¡Oh, cuanto cosí en Punta Arenas! Cosía.. o sea que no, yo aprendí costura, aprendí sola; que tenía mucho trabajo. Y la mamá tenía tinturería, y yo tenía también. Así que yo trabajé mucho...
-Usted sabe que yo me acuerdo, antes cuando se moría alguien uno tenía que vestirse todo de luto, ¿no? Llevaba toda la ropa a la tinturería:¡verde?.. lo teñían y se lo devolvían negro.
-¿Ah no! ¿Yo se teñir! Tiño cualquier prenda y todos contenta. Ahora último, cuando vine aquí –creo que estoy más de un año- ... y le teñí a una señora joven y otra señora un vestón y un abrigo y se fueron encantadas... ¡cómo nuevo!
-¿Usted compra la anilina ya hecha?
-Se compra las anilina. En una vasija grande se pone al agua, se entibia, no hay que ponerla hirviendo porque si se pone hirviendo se mancha. La mamá tenía tintuerería. Aprendió de un viejito que ella trabajó, y aprendió a teñir.
-¿Ella misma aprendió?
-En Punta Arenas, ella sí.
-Tenía un nombre la Tintorería.
-¿Tinturería Francesa!
-¿Y el viejito como se llamaba?
-Lorne. Y después se murió ese viejito apenas arrastraba las patas, los pies.
-Pero se hacia de todo en Punta Arenas.¿Se hacían zapatos también,? ¿No?
-¿Zapatos? ¡Los zapateros, sí!
-Se acuerda de un zapatero de por allá.
-Hoy en día no se hacen zapatos porque llegan y compran los zapatos nomás.¿Sería en los tiempos de antes?
-Claro, en nuestros tiempos.
-Zapateros remendones.
-Zapateros, hay, sí.
-Pero muy pocos.
-Y acá en Río grande, cuando un se quedaba con los zapatos rotos, ¿qué pasaba?
-¿Se los arreglaba alguien?
-No.. Si, claro, cuando tenía zapatos, traía y me los llevaba para arreglarlos. Pero, ¿qué hay zapatería? ¿Zapatero, zapatero!
-Yo me estaba tratando de acordar un zapatero bueno que había en Punta Arenas, que era una griego, y ahora no me acuerdo el nombre. Me hacía unas botas altas, ¡hasta acá! ¿Usted no usaba botas antes?
-No se, yo no me acuerdo.
-La gente usaba botas hasta la rodilla.
-¡Sería el tiempo muy malo antes!
-Y habría barro por todos lados, ¿no?
-Las botas esas se llamaban, puede ser, valdivianas.
-Un alemán también hacía eso.
-¿A sí?
-Si, casado con una iiindia. Y tuvo una hija, y a la hija la puso a la escuela alemana.
-Ahora dígame como era ella, por que me imagino que hija de alemán e hija de india debería ser...
-India, iiindia nativa. La hija también, ¡hija de indios, pués!.
-¿Qué parecía? ¿Más india o más alemana?
-¡No! Parecía a la madre, pero no era completa la madre. ¡Vive! Yo la conocía por mi hermana mayor que siempre la acompañaba. Está viviendo en Puerto Madryn.. Lo conocieron, vino con el marido por que se casó. Pero no me acuerdo el apellido de ella... Piguel. Ella se llama... Folyi Piriguel.
-¿Usa los dos apellidos?
-Nha.
-El se mató porque dijo:¡cuánto trabajar, trabajar..! Y se fue a matar. Se aburrió de trabajar, de hacer zapatos y se mató.
-Había mucha gente que se mataba.
-¡Mucha gente se mataba!
-Estaba aquí ese muchacho Smidth que se mató.
-¡Schmidth!
-Se había casado con una iiindia. Los padres lo echaron de la casa y entonces se mató.
-Casado era.
-¿Entonces no había gente antes? ¿No había mujeres que se fue a casar con una iiindia!
-Y.. no había mujeres. ¡No había hombres tampoco!, sinó las indias se habrían casado con los indios.
-Antes había indios en Punta Arenas, pero las personas que querían ser ricos les cortaban la cabeza.
-¿Pagaban bien?
-¡Serían esos Menéndez, Campos?
-Así es la historia.
-O sea que se hacían unos buenos pesos.
-Si, si hoy en día ellos son millonarios.
-Después había gente que andaba buscando oro.
-Buenos, ellos buscaban el oro, pué. Y los vendían seguramente, y le pagaban bién...
-Y todos apellidos...¡resonantes!
-Esos han muertos todos.¿Eh!
-Ya pasó mucho tiempo.
-Alonso... Alejandro.. eso está para la historia.
-Eso ya no cuenta el cuento.
-Uno de ellos era pariente de mi suegro, pero él no se llevaba con ellos. ¡Ah! Tenía el sobrenombre: “Picoroco”, por que tenía la nariz así...
-¿De dónde vino su suegro?
-Aquí se le murió un hermano al viejo, que en paz descanse, yo lo conocí –era muy buen mozo- no se parecía nada al resto... El, lo mataron. Uno le avisó que le robaron el hacha del caballo y lo fue a correr, entonces, en vista de eso, llegó un campesino, y le rompio todo acá... Pero si es gente habilosa, ...inteligente, rompe la sában y lo enguelve todo y lo lleva al hospital..¡se salva! Pero yo ya no vivía con él, ¡sino esa iiindia! Y cuando miraba, no miraba de frente, así. Como la Porota, ¡la Porota Triviño miraba así!
-Esa es costumbre de los gringos... Los gringos cuando hablan miran para otro lado. O dan la espalda, los administradores de las estancias dan la espalda.. ¡costumbre de gringos!, esa. No mirar a los ojos. Lo mismo que los chilotes de ojos azules.
-¿Mírenla a la veterana le da a la mandíbula comiendo y hablando?
-Está muerto acá en el cementerio, si. Parece que se llamaba Edmundo, ¡no me acuerdo!
-¿Si?
-¡No!
-Ese marido me tocó malo, ¡malo, malo..! No me daba un paso, me seguía ¡ah!. Era un borracho.
-En esa época todos tomaban.
-Ahí se peleaba con mi hermano.
-¿Pero por qué se peleaban así?
-Empezaban a alegar, y llegaba y pegaba este, y el otro también le aforraba. Pero eran tremendos, nunca dejaban tranquila a la mamá. ¡Y con la pensión? ¡Y nadie pagó nunca la pensión! ¡Vivían de la mamá! La mamá tenía pensionistas, la mamá sufría mucho con ese hombre.
-¡Dónde lo conoció la mamá?
-¿Ah?
-Dónde..
-Acá. Lo llevó fatiga a la casa, y mi hermano:¿te acordás del vecino?¡Que aquí que allá!.. no salió más de la casa. Le dio pensión la mamá, no se como algo así. Y no me daba un aso, salía, atrás... no podía ir yo a comprar con la mamá.¡Uy! que me dá, ¡que arrepentida estoy de haberme casado con ese hombre! Yo estoy separada de verdad.¡Eh! El vive con otra mujer. Hizo una gran cosa, que la mujer vive con él. Acá ha venido, ¡los días y las tardes! Llegaba allá en la casa que yo tenía.. de la puerta me lo echaba:¿qué querés? El vive una cuadra más atrás, una casa muy grande.

.........................................


-En esa época acá en Río Grande no había gas...
-La pura leña.
-¿Y quién traía la leña?
-Mi hermano iba a buscar leña. Ese sí que era malo, ¡malo, malo!, si iba a buscar leña.
-¿A dónde iba?
-No se que parte sería. Le daba el motor marcha, y arrancaba. No lo dejaba en descanso al motor. Y entonces se rompió el motor.
-¿Qué tenía, un camioncito?
-Tenía un chofer, Vargas, que le decían “La guacha”.
-¿La guacha?
-Mh.. tenía una..¿ja,ja,ja!. Lo tenía de pensionista la mamá.
.-¿Era soltero?
-Soltero.
-Yo no se por que le decían “La guacha”.
-Dos comían a costa de la mama. Y listo que había otro ...otro hermano mayor que también murió. No vería un cinco la mamá.
-¿Y la mamá cocinaba?
-Y después ...cocinaba y un día llorando dijo:¡hijita no puedo! ...la hermana mayor si que era floja.
-La que está en Punta Arenas.
-Floja se levantaba a las doce, la que está en Punta Arenas en el asilo Miraflores, de ancianos. ¡No hacía nada! Yo la ayudaba con el pan a amasar, ella no hacía nada; yo le llegaba a cortar la carne.
-Este hombre, mi marido: no hablo como la Apablaza que le decía Fernández al marido... encontró un viejito y lo mandó a la casa para que le de pensión, ahí estaba borracho tirao, ¿para qué? Comía de lo que yo trabajaba de la pensión.
-¿Quién era el que cortaba la leña?
-Los mismos pensionistas. Ellos cortaban y trozaban la leña por lo que les daba lástima a la mamá y era una forma de pagar la comida. Ese Bruno.. una vez tenia una máquina, que yo cosía, la vendió a una tal Salgado. Y le dije ¡no vendas la máquina por que yo coso la ropa!, la ropa mía, cortaba, que se yo, como modista. No soy modista pero aprendí. Y vendió la máquina, y me quedé sin nada. En la casa que estaba tenía, pero máquina usada, de segunda mano, ellos fueron a la casa yo traje algunas cositas, las sábanas, ollas, después las frasadas ella las mandó con ellas. La casa está allá, casita de material, bonita; no tiene mucha comodidad, tiene nada más que un solo dormitorio, un living comedor y una cocina, nada más. Yo sola le puse el hule, compré el hule y lo coloqué yo sola, había al frente un taxista y le dije: -Por que no levanta la estufa para meter abajo; y le pague cincuenta pesos y puse el hule.
-¿Con tachuelas?
-No, así nomás. Por que con tachuela allá no se usa. Está la casa bien arregladita, bien arreglada, y un tal Olguín había sacado todos los piquetes y hecho fuego, yo lo denuncié y cuando le hice la denuncia la arreglaron todo.
-Sinó iban adentro.
-De afuera. Habían piquetes, un cierre y ese cierre se los iban retirando todo, haciendo “juego” por que son unos flojos unos borrachos y no tienen nada. Así que yo, loca enterada, hice la denuncia enseguida en el juzgado local, y ahí me lo atrincaron.
-Usted seguro que no se acuerda como se hacían los colchones.
-Eso lo hacía la mamá. Le hizo no se cuantos colchones y ...mal agradecidos todavía. Hacía una tira larga así, y después con el cáñamo le quedaban lindos los colchones. Y ese Bruno... yo dormía en una camita, y me sacó la cama y la vendió a un hotel. Le digo: -¿Por qué me vende la cama, la marquesa? La vendió, entonces la mamá sacó otra. ¡Era malo, malo!
-¿Cómo era que se llamaba la mamá?
-¿Ella? ...La cañe.
-¿Por aquella época ustedes tenían agua en cañerías?
-Mh...
-¿Entonces por pozo, no?
-No, del pozo no.
-Cañería, como la de acá.
-La Cañe le decían a la mamá. Candelaria se llamaba.
-¡O sea que no había pozo!
-No se, yo no se nada, por que yo llegué al último, ellos...
-Ya estaba todo hecho..
-Mh..
-Por que era difícil escarbar. Hay lugares en que había pozos de veinte metros.
-¡Hubo muchos carreros en aquella época, gente que andaba..?
-¿Muchos qué?
-En carro...
-¡No...!
-Había ya ..camiones.
-Pasaban cargados de leña.
-Hubo un tren ahí...
-¿Un qué?
-¡Un tren!
-¡Nooo!
-¡No anduvo en trencito?
-¡En Punta Arenas iba a haber tren!
-Había un tren que llevaba los chicos al colegio, a pasear a María Behety, ahí si hay un tren,
-¿A la estancia o al parque?
-Eso ya no existe más.
-Lo levantaron todo.
-Ahora está lindo Punta Arenas.

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-¿Escuchaban radio aquí en Río Grande?
-¿Ah?
-Radio..
-¡Siií! Tenía radio Bruno. Tenía cocinero.
-¿Y la mamá no era la que cocinaba?
-La mamá le pelaba papas.. ¡Oh!, cuándo le hacía papas fritas y no estaban bien hechas se las tiraba. Era malo, malo
-¿Y el cocinero, era bueno?
-El cocinero.. un tal fuentes. Ese pura risa nomás.
-Era soltero.
-Casado.
-¿De qué se reiría intonces?
-Casado.., tenía una hija que se llamaba Rosalinda. ¡Ja, ja! Así decía y se ponía carcajadas.. de risa.
-¿Era linda la nena?
-No se, no la conocí.
-Yo si.
-El decía que estaba en Puerto Montt.
-Pero acá andaba soltero.
-Andábamos..
-No se.
-¿Cómo le llamaban a Fuentes?
-Había llegado como siempre a visitar a Bruno; Portolán,  que en paz descanse; Elgueta, que falleció; Aguilante Muñoz, que falleció, y otros muchos más que no recuerdo.
-¿Le gusta recordarse de esa época?
-Eso es lo que recuerdo.
-Pero me está contando cosas que pasaron hace 56 años.
-¿Qué cosa?
-¿Usted tiene buena memoria o se olvida?
-A si, yo tenía un novio. Pero no lo quise. Por que él era cura. Vino a trabajar acá, era arto simpático, harto dije.. y se casó con una mujer de la vida. Nora le llegó a rogar por favor... por que yo no me iba a casar con él. ¡Estaba mala de la cabeza! Y le agradeció cuando la fue a visitar.
-¿Cuándo estaba mal?
-¿Cómo se llamaba ese cura?
-Abraham Muñoz.
-Pero era cura en Chile.
-En Chile, entró a trabajar, se puso de empleado particular, si.
-Sería un hombre muy inteligente,¿no?
-Muy preparado,¿no?
-Preparado, preparado.
-Me había rogado, rogado que se iba a casar conmigo.
-¿Y Nora?
-Era una buena persona. De Punta Arenas, estuvo comiendo dos semanas y no pago nada.
-Buena persona pero no pagaba.
-Y la mujer, ¡dónde la conoció?
-Acá. Le decían la Mimisa. ¿Yo no se? ¡Cuándo vendría al pueblo! Tiene que ser así. Pero esa la echaron de acá, parece,  ah. Era una mujer que estaba pegando enfermedades y tuvieron que echarla. Cuando venía a lo de la señora de Alarcón, una vez lo vi bailando con ella.
-¿Usted no iba a misa?
-Cuando la señora de Alarcón me invitaba, nomás venía.
-Ella era de allá, de sus pagos.
-La conocía a la mamá, mucho; y tenían un hotel –Yadra- en Punta Arenas. Y cuando estaban de mozos le dejaron de herencia.
-Y después se vino para acá, ¿mire que cosa?
-Si.¿Quién?
-Ellos...
-¡Quien dice que vino para acá?
-Ellos..
-¿A si?
-¿Y se compuso no?
-¿Quién era el que tenía el correo para Chile?
-Un tal peña, un tal Tamargo.
-Camargo se fue al norte.
-Hizo plata.
-No se.
-¿Y con Ross no...?
-¿Ah?
-¡Arturo Ross!
-También era correo. Ross el que tenía hotel.
-¡Y aquí las mujeres cuando iban a tener sus hijos en el Frigorífico, que hacían?
-No se, me parece que había un hospital.
-Había pocas mujeres, también.
-En esa época los bailes se hacían con orquesta.
-¿Quiénes eran los músicos?
-Ni me acuerdo.
-Pero eran buenos.
-Creo que tocaban el acordeón.
-¿Se acuerda de las vitrolas esas que habían antes?
-No me acuerdo si era vitrola o era orquesta.
-Había muchos pescadores en el Frigorífico, yo conocía a un viejito que siempre me llevaba centollas, pescados, era muy bueno, de un accidente murió. Parece que acá mismo. No me acuerdo como se llama. Perdí la memoria. Por el nombre me acuerdo de Kopeske, pero no se, no se.
-Era trabajaba en la primera, andaba siempre con plata argentina, no usaba plata argentina el gringo ese.

-¡Silencio en la noche!, que ahora habla el Intendente..

....

-Queridos abuelos, buenas noches.