UROS.3.DOC: ¡Hay que fijarse a quién se le da una mano!


¿Hay que fijarse a quién se le da una mano?

¿Qué es lo que piensas tú sobre lo que estoy diciendo?

Tal vez tengas más argumento para responderme después de que conozcas esta historia.

Aunque yo creo que cuando comience de darás cuenta de inmediato de quienes estoy hablando. Tu papá, tu finao papá, tu mamá, la difunta tía, bien te tiene que haber contado algo de la historia de estos tarambanas. Aunque cuando comience mi historia el tarambana será uno solo, y el otro no aspiraba a serlo.

El otro.(Hay un suspiro. Un cigarrillo que se enciende, una bocanada de humo que se dispara hacia un costado, y la mirada tenue que lo sigue, la mirada del narrador) El otro era un oficial de carabineros.¿Sabes lo que significa eso? En Chile significa que te revisaron los antecedentes, tuyos, de tu familia, te prepararon, te instruyeron, hiciste escuela, mostraste valor, entereza…

Y con el tiempo se convertís en orgullo de los tuyos, de tu familia, de tu barrio. El mocito aquel que vimos crecer ahora viste el uniforme verde, y como oficial. ¡Es respetado! Y en algunos casos, y por cierta gente que no falta en ningún país, también temido.

Uno de estos hermanos… ¿Yo ya había dicho qué se trataba de dos hermanos?

-Dale nomás, seguí.

Uno de estos hermanos era el que llevaba una vida tranquila, con futuro, con familia, dos hijos hermosos que ahora de grandes.. ¿Pero para que vamos a hablar de eso? El hermano tenía su hermano tarambana. Un hombre bueno, pero apartado del camino. Y a ese hermano un día quiso ayudarlo. ¡Habrá sido por lo que se lo pidió? ¡Alguna sugerencia de algún allegao? O viene al caso ahora. Pero por obra del destino un día los vimos a los dos, al tarambana y al otro, vistiendo el mismo uniforme con orgullo, uno como oficial que era, y para eso había empeñado su vida, el otro no si ni agente era, aspirante tal vez. Y así una noche les tocó compartir una guardia importante, con otros dos que se lamentaban sobre lo larga que era la noche…

Estaban los cuatro y solo uno –el tarambana- apuraba un cigarrillo como yo lo estoy haciendo ahora, lamentando de antemano que el atado le quedaran muy pocos para cubrir las urgencia de la noche. Ronda para acá, ronda para allá, y siempre el mismo tema. Uno de los que no era su hermano, que por otra parte era el encargado de los centinelas, le dijo que nada le costaba salirse de la edificación y correr hasta un baratillo cercano donde conseguiría los cigarrillos que la faltaba. Le brillaron los ojitos al tarambana, que salió y volvió rápidamente ocultando algo en la chaqueta del uniforme. Algo que con el otro centinela fue una carcajada y un beso: ¡un botellón así de grande de no cual bebida fuerte! Lo que fue un beso para dos, fue un beso para tres, y lo que fue un beso para tres terminaría por ser un beso para cuatro; cuando ya todos se reían en la fría no che del sur el responsable cayó en la irresponsabilidad del trago. ¡Y comenzó a subir la marea!

Al rato los tendríamos en dos parejas jugando al truco. Al estilo uruguayo, como se juega en el sur chileno. Y no pudiendo apostar plata, el carabinero –al menos en esos tiempos- no podía andar con un solo peso encima que pudiera incriminarlo, no pudiendo apostar por plata lo hicieron por prendas. De un lado los dos hermanos que se entendía perfectamente las señas, pero los otros dos, que habían pasado un duro invierno por Yendagaia donde habían intimado en todos los secretos que puede haber entre dos humanos, no le iban a la zaga. Entonces pasó después de muchas prueba fatal, perdido el truco en un falta envido los ganadores determinaron que debían traer una gallina del corral de la comandancia, que ellos se encargarían de encontrar bien temprano de encontrar la casa amiga donde la convertirían en cazuela.

El hermano noble pareció despabilarse, colocarse en mente nuevamente los galones, e impartir una orden de poner las cosas en su lugar, pero el tarambana se salió con el honor de la palabra empeñada, y que las deudas de juego también son deudas con la vida.

Y fue así, que mientras estaban en la singular tarea solicitada por la prenda, se encendieron linternas, sonaron silbatos, y se escucharon imperativos gritos de atención. Cosa que fue tarde para escapar para los dos hermanos, que –es lo que siempre se supuso- fueron delatados por lo ganadores.

No se cuantas mañanas cuando fueron llamados a la plaza de armas de la institución, y en presencia de toda la dotación fueron degradados, y su nombre publicado en la prensa, el del oficial, y el del tarambana.

A uno le arrancaron hasta las condecoraciones, que las había tenido; al otro no le dejaron botón ni el marrueco, y con una bayoneta le cortaron los cordones de los bototos.

-¡Terminó la historia para uno y para otro!

-Comenzó otra historia. El oficial como sabía inglés se piantó para Malvinas donde trabajó un buen tiempo, después lo tuvimos quí..

-¿Y el tarambana?

-¿Vamos a seguir hablando de gente cómo esa?

-¡Hay que fijarse a quién se le da una mano!

Uros entró a contar las monedas que tenía reservadas para comprarse un nuevo atado de cigarrillos, en una mano las monedas, en otra -la que tenía dos dedos inmovilizados- inició una cuenta mirando fijamente sus uñas en un gesto que evidenciaba que algo le estaba faltando.

¡Todos en un tiempo, uno en la multitud!

Hay una realidad insoslayable: todo este sistema de comunicación montado en torno a Internet y la era telemática sirven, primariamente, para transmitir sentimientos. Nuestras preocupaciones parten a la velocidad del rayo, y nuestra alegrías con el clamor de un relámpago. Giuliana Cobián, fueguina en trance de capacitarse como comunicadora, participó desde la experiencia porteña, y nos envió un conjunto de fotos que reflejan situaciones diversas en torno al Bicentenario de la Revolución de Mayo; imágenes que queremos compartir con todos Ustedes. (Siempre escribí Ustedes con mayúscula, no se sin por alguna regla ortográfica, si se por un respeto de mi corazón)
Desde la plaza solitaria de otros días, hasta el escenario multitudinario de la 9 de julio: las presencia de las mujeres símbolo; y emblema de lo que todos tendríamos que haber hecho. (Yo le tengo miedo al todo, como todo lo que nos totalitariza.¡Pero también hay escepciones en mis sentencias!). Las grandes simbologías gráficas, construidas en alguna medida para un destino efímero en la muestra, buscan lo perdurable en el que pasó: una foto es una denuncia, además que un recuerdo.
Una foto. Millones de fotos. Cada argentino, el que se puso la camiseta -como más- o cualquier otro, intentó testimoniar lo vivido, y a la vez lo perdurable. Y un pasar frente al Colón -redivivo- nos lleva a pensar que no hay grandes divisiones en el nivel del pueblo. Como se evidencias en cualquier encumbramiento social. ¡Y habrá que ver cuándo nos decidimos a programar en nuestra vida: entrar y disfrutar de las propuestas del Colón!
Pero nuestra Giuliana no se detiene, y los personales populares figuran también este envío. Como un oportuno comerciante callejero que ojalá haya hec ho en esta fiesta...¡Su América!
Y otro que con su puesto de hamburguesas, habrá aplacado el apetito que cuando creció puso freno a muchos deseos de andar y andar. ¡La hamburguesa siempre triunfa! Más allá de los 72 stand que enriquecieron el Paseo Gastronómico. ¡Hm! ¡Qué rica la hamburguesita!
Y los stand de provincia que servían para estimular el necesario conocimiento de nuestra Argentina interior, en días de exaltación de la Argentina anterior.

En la mirada fotográfica de esta fueguina que si cabalgó como cabalgó como nosotros, siempre niña, puede haberse imaginado jinete (¿o se escribe con a?) de cabalgaduras prehistoricas, irrumpiendo festiva en el espacio de todos.
Con su graciosa contribución, ella nos ha hecho partícipe de una experiencia en que quisimos ser todos en un tiempo, ser uno en la multitud:

Vidrieras del Bicentenario



Aunque no se lo promovio mediante concurso, como en otros tiempos, el comercio de Río Grande, respondió expontáneamenrte ornamentando sus vidrieras con los colores celestes y blancos, en alusión al Bicentenario de la Revolución de Mayo.
La situación alcanzó a comercios que habitualmente no hacen exaltaciones de tipo patriótico, y estos colores tal vez se mantengan en oferta mientras dure el mundial de fútbol.
Un caso aparte fue el de Novedades El tío -ese nombre no figura más en vidriera pero se llamaba así-, comercio del Paseo de La Plaza que ornamentó a sus bellas vendedoras con una motivación argentina.

Cuento de velorio.doc *

Muere el escritor magallánico Dinko Pavlov y de pronto advierte que en su existencia espiritual se encuentra haciendo cola sobre una nube. Tratando de esclarecer su situación y satisfecho de alivio en su penosa enfermedad, interroga a quien le precede en la fila:

-Dígame amigo, ¿qué estamos haciendo aquí?

-Estamos apurando la marcha para poder entrar pronto al paraíso.

-¿De qué paraíso estamos hablando?

-Del único que existe: ¡el paraíso celestial!

-¿No le parece que estamos meando fuera del tarro? ¡El único paraíso del que tenga conocimiento existió en la tierra y se llamaba Unión Soviética!. Y ya no existe más…

-Usted crea lo que crea, o no crea en lo que no crea. Pero a la corta o la larga cruzaremos por la puerta celestial.

-¿Piensa que va a ser fácil entregarme a tan grande desatino? Ya me va a escuchar el encargado…

Y entre rezongo y rezongo, a la hora de reclamarse un cigarrillo que lo tranquilice, advierte que en su nueva situación ni siquiera tiene bolsillos donde meter la mano para rascarse. Porque se ha muerto, pero como fuera en vida, su picazón ante dilemas materiales y espirituales se mantienen vivo. Y así llega el momento en que lo recibe el encargado.

-¿Dinko Pavlov?

-¿Y quién voy a hacer?

-Simón Pedro para servirlo. Siguiendo su planilla de antecedentes aquí se consigna que Usted pese a no creer en nosotros y en la existencia ultraterrena se ha ganado –por ser buena gente- un lugar definitivo en el paraíso.

-Y dígame, sin que por esto se piense que he resignado a mis principios: ¿con qué damas he de compartir la delectación eterna?

-Me parece amigo, que Usted no esta bien informado sobre la fortuna que ha tenido en caer entre nosotros, y no en el barrio del Rojo, (advierte Simón Pedro señalando con el pulgar hacia abajo) pero si sigue insistiendo en su postura tenemos un lugar para los disconformes. ¡Le teníamos un lugarcito junto al cura Muñoz en la nube magallánica!

-¡Yo me planto en mis trece! ¿Adónde tengo que ir?

-Siga a la vuelta-, dice Simón Pedro moviendo la cabeza con resignación y algo de fastidio.

Y Dinko, remedando el gesto, se dirige hacia otra nube donde solo hay un alma. Un alma que aunque no ha ingresado aún al paraíso no esta carente de luminosidad. Superado el encandilamiento inicial, nuestro psicólogo advierte que se trata de un espíritu conocido:

-¡Manuel!,- exclama con fervor y estira un abrazo, que le es devuelto de inmediato por el poeta Manuel Zalazar que balbucea con la boca incrustada en el hombro del recién llegado, diciendo su apellido:-¡Pa, pa, Pavlov!

-¡Pachacho! ¡Qué suerte encontrarte aquí! No estar solo en este trámite absurdo, el de tratar de no entrar en un lugar que se sabe que no existe.

-¡Dinko!.- dice el poeta de Las Goteras sacando aire de no se dónde, cuando siente que se ha aflojado el abrazo.

-¡Pero tú llevas de muerto varios meses! ¿Tan largo es el trámite?.

-No se… Es que la muerte me agarró sin documentos.

*Con alguna lágrima y la nostalgia por los muchos momentos felices compartidos. Reclamamos la presencia de quien recién ha partido, con una foto donde aparecen, junto a un mostrador fueguino los que están y los que no están: Dinko y Manuel. Julio y Pavel.

El río, como los pájaros.

Del pueblo chato y polvoriento estaban las nubes, las únicas que parecían darle verticalidad a tan gran peladero, en el confín de la tierra.

Del río las variables eran diferentes, y eran las aves las que se arremolinaban sobre los barcos, golondrinas como su gente, las que elevaban el confín de la costa.

Fue en 1942 que el español Jerónimo Gómez Izquierdo llegó hasta aquí y dio forma de libro a sus impresiones: A través del Territorio Argentino. Tierras Australes. La Patagonia. Tierra del Fuego, y en una foto de Weinstein colocaba el siguiente epígrafe: “Por millares las aves marinas a la costa de Río Grande, Tierra del Fuego, en la época de faena del frigorífico, para devorar los desperdicios”.

Jerónimo recorría este espacio de paz en tiempos de guerra, y tal vez su andar no haya sido muy distante del inaugural viaje del Ushuaia a nuestro pueblo -16 de febrero de 1941- embanderado en sus laterales para que la neutralidad argentina lo proteja de cualquier acción de las flotas beligerantes.

Pasaron los años. El frigorífico paralizó sus enjundiosos ritmos de industria y trabajo. Pero las aves siguieron poblando la costa y se llegó ha incorporar una palabra: humedal, y se rescatar sobre gavioterío del nada sabía la identidad de uno de ellos: “el playero rojizo”, se los protege, se los estudia, se los anilla, y hasta se identificó a uno que en su ir y venir ya recorrió distancian que lo llevarían tranquilamente a la luna, a la luna ida y vuelta.

De Corrales a Tranqueras

Ha vuelto a sus encuentros invernales Lavando Cebaduras, el programa de Radio Nacional Río Grande para el hombre de campo. Ha vuelto y los que rondamos los amaneceres nos acompañamos con su música, reiterada a veces, escueta. Eso fue lo que me vino a pasar esta mañana. El programa comienza con la voz y el relato del Dr. Adrían Bitsch, al promediar el mismo -a eso de las 7.30- ingresa Fernando Tropea el locutor de turno que lee datos del tiempo y mensajes. En la segunda media hora aparece el Dr. Fabián Zanini.
El programa tiene sus modalidades antiguas, como que lleva 35 inviernos en el éter fueguino; y una de ellas es largar el tema, anunciarlo sobre la ejecución del mismo y luego volverlo al principio. A veces ocurre que el operador no comparte las interpretaciones, o el mismo doctor ve que el tema se pone largo y lo acorta pidiendo que simplemente continúe, perdiéndose parte de la ejecucción del relato.
Yo sabía que en el control estaba Pepe Fuenzalida y al primer anuncio de Fabián que escucharísmos aquella milonga de Osiris Rodríguez Castillo, yo temí que me perdiera parte de la interpretación.
Fabián recordaba a los cuatro guitarreros que según él acompañaron toda su vida a Zitarrosa, no se si la cosa era tan así, pero yo venía transitando por Prefectura Naval, cuando derrepente la canción no siguió su marcha: ¡Pepe la volvió a colocar desde el principio!
Yo sentí que el día se me estaba regalando, traté de recordar cuales eran las cosas que venían lastimando al corazón del autor y del intérprete -orientales ambos- para que siempre me haya conmovido este poema, en alguna medida.
Entonces volqué al vehículo sobre la derecha de San Martín y seguí rumbo al Centro con menos prisa que los demás. Y allí de pronto, casi junto a un borbotón de lágrimas me vino la respuesta: es la historia de un hombre que tuvo su vida dura, pero que tuvo una parte feliz en su existencia.
Entonces poco importaba lo que se había sufrido, porque la fuerza de lo que se había tenido como contrapeso: el amor, atenuaba aun desde su soledad la dureza de la entrega, de la pérdida, o quien sabe hasta del abandono.
Cuando llegué a la radio venía pensando si un simple tema musical podía despertar en los que nos escuchan todos los días tantas sensaciones o valores como hoy lo había conseguido con esta emotiva canción. ¡Y creo que sí!
El programa terminaba y cada uno se despertaba en lo suyo.
Yo que siempre saludo con un ¡felicidad!, hoy con Pepe lo hice con un "muchas gracias"; él tal vez no lo entiendió de momento, pero a mí ya no me faltaba nada en ese día de trabajo... ¡para ser feliz!

Papel y tabaco

En el año 1971 inicié en la Escuela Superior de Periodismo, de la Universidad Nacional de la Plata los estudios de una carrera corta que finalicé el 27 de diciembre de 1973. Por entonces, siguiendo una de las primeras Guías del Estudiante me di cuenta que se podía lograr una capacitación en eso que formaba parte de mi gran diversión durante el secundario: hacer la revista del colegio.

La experiencia fue arrolladora, y el tiempo pasó más rápido de lo que pensaba. Por entonces las áreas humanísticas de la universidad platense, la Periodismo podía incluirse en ese segmento, se mostraban más preocupadas en hacer la revolución que capacitar profesionalmente a sus alumnos.., y yo transité por esos caminos entre sueños y realizaciones.

Muchos compañeros iban quedando en el camino, y la desprotocolarización de las aulas llevó a que no hubieran actos de colación de grados; igual un 12 de marzo de 1975 recibí mi diploma como Licenciado en Ciencias de la Información, y luego hubo una gran fiesta en la pensión donde vivía -9 número 594- donde por años nadie se había recibido de nada.

¡Qué hacía yo entonces todavía por La Plata? Si bien mi proyecto pasaba por dedicarme a lo laboral del periodismo estaba cortado por el Servicio Militar. La asunción del General Calcagno había generado una excepción para todos los que tenían prórroga universitaria, pero su pronto desplazamiento llevó a la conducción del arma ejército, la que me tocaba por sorteo, a tener que pasar por la revisación médica obligatoria, que se demoraba. Por lo tanto mientras aguardaba la firma del ITS que me dejaría fuera de la formación militar inicié en 1974 la oferta de capacitación que existía en la misma Escuela: el Profesorado en Ciencias de la Comunicación, donde era más evidente la formación en investigación que la pedagógica. Al de eso terminé por aprobar mi última materia de un segundo (o quinto) año el 22 de diciembre de 1975; y a retirar el título recién en 6 de mayo de 1979. Cuando ya había corrido mucho agua bajo los puentes de Río Grande a donde había vuelto y me había servido de lo aprendido para ser primero profesor en el Instituto Don Bosco y luego locutor en LRA 24.

Y se darán cuenta que quedan de por medio muchas cosas por contar, pero esta no es mi autobiografía autorizada, es solamente un momento emotivo que viví hace algunos días.

Mi primer título, demorado por problemas en la designación del guardasellos en la Presidencia de la conflictiva universidad de esos días, fue guardado en un tubo negro de plástico, y por entonces, como una forma de preservarlo de la acción de los insectos se decía que nada mejor podría resultar que colocar en su interior un buen cigarro. El tabaco tenía mejor fama en todos los órdenes por entonces, y también en este caso como conservador del papel, ante posibles termitas.

El cigarro elegido vino de lejos. Oscar Urruty, un farmacéutico que fue a pasar su luna de miel del otro lado de la cortina de hierro, al casarse con su novia de años: Michova (la que bautizaba así también su farmacia en City Bell), me trajo de regalo un Habano cubano –el viaje se había hecho desde la isla caribeña- junto a una historieta de Disney comprada en Yugoslavia; en recuerdo de mis ancestros, y como una demostración ante el muy difundido “Para leer el Pato Donald”, -de Ariel Dorfman y Armand Mattelart- tratando de demostrar hasta donde llegaba el imperialismo por entonces.

Pero eso fue para el primer diploma. El segundo se enrolló con el primero y muchos años después, siendo concejal en Río Grande, el viajero que fue a Cuba fue el menos izquierdista del cuerpo: Osvaldo Pagano; y su cigarro ocupó un segundo cilindro donde quedó uno de los diplomas académicos y el de la Junta Electoral que avalaba mi designación.

Y así pasó el tiempo.

Hace unos días, a pedido del CFI, y por unos trabajos que espero den a luz en este Año del Bicentenario, debí abrir los envases ya hermetizados por el tiempo con la finalidad de fotocopiar los papeles. Y sí apareció el primer cigarro, el del 75, algo despuntado por tantos ires y venires. Me ayudaba en la tarea de componer las copias mi prima Verónica Angelosanti, la de los ojos güeros, que todavía se mantiene en las filas de los fumadores. A ella le conté esta historia fulmigante, y después pensé que luego de 35 años bien podríamos darle al cigarro su función inicial: entonces la Nica comenzó la fumata añeja que cierra esta historia, y de cuyo final tal vez daremos cuenta algún día..

¡Me sorprendieron infraganti!


Fue en el mismo momento en que intentaba con mi pen drive extraer la información contenida en la cabeza del León Blanco.

Para los que no lo conozcan: antiguo fotógrafo de la gobernación fueguina, inspirador de la Fototeca territorial, diligente cameraman en los orígenes de la televisión ushuaiense, integrante del elenco del periódico Semanario Territorial, ya en Río Grande titular del Centro Histórico Documental de la Municipalidad y director de Tiempo Comunitario. Tras su jubilación se autoidentificó como "peón de la historia", y con esa grafía identificó su Niva 4x4, blanco como él.

Me agarraron infraganti, pero no encontré el puerto USB apropiado, en el craneo de Miguel Ángel Vítola.

Papeles de El Páramo.2


Certifico haver vendido al Sr. Gramasco Giasinto un cavallo sayno de mi propiedad con la marca que sigue “JV” para que conste doi el presenter Certificado ante los testigos. El Porvenir. 33.Enero 1896 (¿).

Testigo Francisco Bazovich. Miguel Romano.

Traspaso este Certificad al Señor Matteo Martinic. Grasinto Gramasco. Septiembre 20. 1896. Testigo Nicolás Marínovich. Rafael Rusovic.


Habrá que hacer una lectura precedente sobre lo comentado en el ítem anterior (Papeles de El Páramo.1) para sacar como rápida conclusión que aquí emergería un anterior dueño del saino que si no fue de mi abuelo, fue del padre de Don Mateo Mártinic Beros. Pero no queda constancia de quien pudo ser el anterior dueño, toda vez que se registra la firma de un testigo, evidentemente el dueño también podría ser analfabeto.

Obsérvese que la naciente capital de la Tierra del Fuego recibe el nombre de El Porvenir, no Puerto Porvenir como se la llamó después, ni Porvenir como ahora se la reconoce.

Abel “Pisto” Arriagada. “El primer día que me presenté a la Planta, para mí fue la desgracia más grande”.


El viernes 5 de junio de 2009 nos reunimos en la Planta Transmisora de Radio Nacional Río Grande para homenajear a nuestro primer jubilado.

Es cierto que ya antes algunos compañeros han pasado a revistar en la clase pasiva, pero ellos lo han hecho renunciando a un segundo empleo sobre el cual ejercían su derecho, o bien se trataba de aquellos que obtuvieron un traslado, o fueron cesanteados previamente por las medidas de ajuste de los años 90.

El caso de Pisto es diferente y se da dentro de nuestra normativa que no plantea ninguna excepción por trabajar en Tierra del Fuego, y se concreta sobre los 65 años de edad para los varones, que en el caso de Arriagada se obtiene ya con 48 años de servicio.

Abel Segundo Arriagada nació en circunstancias difíciles para su familia el 23 de diciembre de 1943, todo se preparaba para un fin de año lleno de esperanzas en el hogar constituido por José Abel y Juana Laborich donde ya se registraba la presencia de dos niñitas Inés y Aurora, José como practicante y trabajador de lo que viniera del lado del Frigorífico y su puerto, Juana en las tareas domésticas que no eran pocas en aquel Río Grande donde no todos los vientos eran malos.

Pero un accidente en ruta, en un camión recién bajado del Lucho terminó con la vida de varios vecinos que transportaba un polaco sin carnet que fue recibir el vehículo para llevarlo a la zona del lago. El padre muere el 7 de diciembre, y Pisto vendrá a ser hijo póstumo..

En su infancia la familia se agranda, la madre establece su relación con Teólifo Hirsig, trabajador portuario, y comienzan a venir las niñas, y el Toto que casi al final del camino marca otra presencia masculina cuando Pisto ya era un hombrecito..

Y hombrecito que era comenzó a saber del trabajo, orillero del mar, y con algún caponero más adelante.

Hasta que un día se le dio y entro en un empleo estable, de sueldo fijo en $ 2000 –dos fragatas- y $ 1500 de bonificación. Era el 1 de junio de 1961 y pasaba a ser “unifornado transitorio”.

Ya en este tiempo donde no ha dejado de trabajar en los buques, cuando se da el momento y acomodando los horarios, vendrá el momento de formar su hogar, y así van naciendo José Abel –como el papá que no conoció-, Juan Ramón, Berta Marcela, Inés Carolina, Alberto Fabián, Pablo Martín y Cristina. ¡Siete! Y ahora ya en el tiempo de contar los nietos llega a 14, incluyendo en la lista a la criatura que no llegó a nacer por las contingencias que mataron a su madre en un accidente automovilístico.

Pisto… ¿Por qué se llama Pisto?

En medio de las urgencias de hacer crecer la familia levantó su casa allá en Belgrano al fondo -1180- mostrando sus cualidades de constructor, mientras tanto llevaba un peso más al presupuesto doméstico con la fabrica de soda, y con sus menesteres de pescador que en casi todos los casos no iba más allá de la fiesta del cholgueo, y sus magníficos curantos.

¡Si lo sabremos en los estudios de la radio, aun al filo de la marea roja!

Un día decidió buscar otros horizontes dentro de la Secretaría de Comunicaciones pero en otra repartición, y lo destinaron a la Planta Transmisora de LRA. Fue en las contingencias del golpe de estado del 76 y allí se llevó el gran susto: tareas de mantenimiento previas, sumadas tal vez al nerviosismo de la hora, llevaron a que los equipos no arrancaran el 26 de marzo. Y allí debieron descubrir encañonados por las tropas de la Marina, los problemas que no aparecían de ninguna manera, pesando sobre todos la sospecha de un sabotaje, y amenazas intimidatorios de todo tipo…

Después llegaron años más tranquilos, incluso un temporada en Estudios trabajando como auxiliar de discoteca y en alguna circunstancia operador –tal vez para mejorar el lejano- y su regreso al fin a la Plata donde termina sus días de asalariado.

Y decimos de asalariado, porque Pisto –incansable- ha encontrado en su chacra de la margen sus un desafío para su falta de fatiga.

-Y ahora ¿Qué nos queda pisto?

-¡Nos queda todo!

María Eugenia Duré, reciente incorporación a nuestra LRA 24, transcribió una entrevista realizada por Mingo Gutiérrez, cuando la radio cumplía 25 años. Entonces esto fue lo que conversaron:

MG - ¿Como se te dio la oferta de salir del Correo, que era una historia de vida tuya y pasar a trabajar en lo nuestro, en Radio Nacional?

PA - Surgió lo siguiente. En aquella época estar en el Correo y pasar a Radio Nacional vino por comodidad mía. Necesitaba venir a la Radio por diferentes motivos.

MG - ¿Te convenía?

PA - Si, exactamente. Por turnos y horarios. Por tener otros trabajos por afuera.

MG - Eso siempre se nos dio a la gente de Nacional, tener la posibilidad de combinar actividades.

PA - Si, exactamente.

MG - O sea que vos comenzás a trabajar en esto pero ya estabas en la Costera, la radio frecuencia.

PA - Si, efectivamente. Como decís, en radio frecuencia. Estaba con el alfabeto Morse. Comunicándome con los buques.

MG - Y era mas entretenido eso, me parece.

PA - Si, claro. Era más lindo. Ahí tenías que aprender. Nosotros íbamos un grupo de cuatro del Correo todas las noches para poder ser radio operador.

MG - Pisto, y cuando pasás a la Planta (Planta Transmisora de Radio Nacional) ¿qué es lo primero que te toca hacer?

PA - El primer día que me presenté a la Planta, para mí fue la desgracia más grande… (Risas).

MG - ¿Qué te pasó?

PA - El primer día recuerdo bien, fue histórico; el 24 de Marzo de 1976.

MG - ¡El día del Golpe Militar!

PA - Sí, el día del Golpe. ¡Justo ese día! Nuevito en la Radio. Se descomponen los equipos y había que arreglarlos y yo tenía muy pocos conocimientos. (Risas)

MG - A tal punto que, dijo, Pedro Franco, tuvieron que utilizar un liquido que dejó peor los equipos de lo que estaban antes.

PA - Sí, exactamente. Se le puso un líquido al agua, creo que era un anticorrosivo. Donde destapó toda la cañería; pero en vez de destaparla, la tapó más. (Risas) Y después hubo que trabajar toda la noche. Ese fue el día que más horas hice; porque entré a las dos de la tarde y salí como a las seis de la mañana del día siguiente (Risas).

MG - ¿Después, pasó las horas extras?

PA - No, nada de horas extras (Risas). Estábamos ahí, firmes al cañón.

MG - En un tiempo te tuvimos por los estudios de Radio Nacional.

PA - Si, efectivamente. Estuve alrededor de seis años. En programación. En discoteca. Y anduve un año haciendo de operador. Estuve trabajando ahí, haciendo lo que se podía. Conocí mucha gente. Operadores, no operadores. Políticos, no políticos. De todo un poco.

MG - Te tocó una etapa divertida; que fue la primera etapa de la democracia.

PA - Si, efectivamente. La primera etapa de la democracia.

MG - ¿Pisto, sos de los de los que hacen la cuenta de los años que te faltan para jubilarse?

PA - Si vamos al caso, no se. Por edad, me falta todavía. Pero por años de servicio, te digo que un mes más. En un mes más estaría cumpliendo treinta y ocho años de servicio; el 1ª de julio serían treinta y ocho años. Por años de servicio considero que soy el más viejo de todos.

MG - Por que he de señalar, que en la historia de Radio Nacional, hay unos pocos que se han ido por jubilación. Hay muchos que se han ido por otros medios. De los pocos que se han ido por jubilación, creo, salvo el viejito Rosso, pero que vino de afuera, todavía no tenemos un jubilado propio. Todos se han jubilado por el otro trabajo.

PA - Si, Exactamente.

MG - O sea que si no anda entre vos y Chenú…por ahí anda el primer jubilado que nos espera a nosotros.

PA - ¿Si?, la verdad que no tengo la menor idea. Chenú es menor que yo en servicio. Ahora, si él computa otros servicios, podremos andar parejos. Yo, en una misma repartición considero que soy el más veterano de todos (Risas).

MG - Y si miramos al Correo donde ingresaste siendo muy joven; ya no queda gente de tu edad trabajando.

PA - No. Si me pongo a analizar yo calculo que no; no quedaría ninguno.

MG - Alguno que no te conoce; si queda alguno que no te conozca en Río Grande, debe pensar que estamos hablando con un anciano. Pero Pisto tiene una vitalidad formidable.

Te quiero agradecer por este dialogo. Simplemente estamos trayendo voces de la gente que hizo y hace a Radio Nacional a lo largo de todo este tiempo. Estos 25 años no son poca cosa y ojala el futuro nos depare más felicidad.

PA - Bueno, muy agradecido por esta nota y un saludo a la gente de Radio Nacional.

MG - Y otra vez vamos hablar de las cholgas…

PA - Ah, si, si…eso sería muy interesante (Risas).

La contribución fotográfica es de Sergio Salvador, que lo sorprendió al homenajeado con una placa que recuerda su paso por la radio, en sus manos.

¡Trabajen, trabajadores!


Mientras se calienta el asado, mientras revolvemos el locro. Cuando se sienten lejanos pero se sienten los bombos inconformistas. En medio de las tareas que nos agregamos al días libre: limpiar la casa, podar los árboles, escuchar a lo Beatles… ¡Emerge el día!

Y por ello quien se sienta ante su PC para inaugurar un mensajero río de comunicación se le ocurre un pequeño cuestionario –resabio de sus días docentes- que puedan acumular respuestas con las cuales después elaborar un informe que nos sirva, que nos hierva, que nos parta por la mitad si fuera necesario.

Y aquí va el interrogatorio del cual Internet misma podrá aportar ayuda:

1.-¿Quiénes fueron los mártires de Chicago?

2.-¿De que se los inculpó?

3.-¿Qué relación guardan con el 1 de mayo?

4.-¿Cuándo y como se conmemoró por primera vez el 1 de mayo en Argentina? (o en tu país si no sos de aquí)

5.-¿Qué uso le dio la Iglesia Católica a esta fecha?

6.-¿Qué sentido le dio el peronismo?

7- ¿Cuáles crees que han sido los mayores logros de los trabajadores en los últimos cincuenta años?

8.-¿Cuáles son los mayores logros pendientes?

9.-¿Quién es tu mayor referente gremial, vivo o muerto, y porqué?

10.-¿Crees que hubo un mejor tiempo que el presente para ser trabajador?

No ponemos nota, pero nos gustaría recibir alguna de estas respuestas entre los que tenemos un vínculo asalariado, y con la vida.

Correo de respuestas: cordoncuneta@hotmail.com