FUE HACE JUSTO UN AÑO - MAYO DE 2020

 




Mayo 1. A los 95 años falleció Edit Uribe. 

 

Mayo 4. La firma Cócaro despide 90 operarios por falta de pagos del gobierno desde hace cinco meses.

 

Mayo 6.- Lider y Montiel, empresas que no hacen viajes entre Río Grande y Ushuaia, desde el 15 de marzo, no tienen recursos para pagar sueldos.

 

Encuentran muerto en su casa a Eduardo Andrade.

 

Mayo 7.- Las fábricas electrónicas, menos Digital Fueguina, comienzan la reactivación parcial de sus tareas productivas.

 

Mayo 7. Se anuncia el cierre definitivo del Hotel Villa.

 

Mayo 8. Ha cerrado Lengas Pub y Narcizo.  El dueño de Pom Pom de Belgrano lo hizo sin pagar al personal.

 

Mayo 9. Comerciantes unidos se manifiestan en la Plaza de las Américas pidiendo la a apertura de sus negocios con protocolos de seguridad.

 

Mayo 10. Fallece Juan CATA Delgado (foto).

 

Mayo 12. En Australtex hay deficientes controles de salud, en uno de ellos se detecta que los operarios tienen temperaturas de 20 o 22 grados.

 

Mayo 13. La Cooperativa anuncia formalmente que ya cuenta con un servicio de crematorio en el predio de Estancia Las Violetas, pero que se hace reserva al uso inicial del mismo en previsión de muertes por covid 19.

 

Mayo 15. Cuándo ya buena parte de la ciudadanía usaba barbijo en sus salidas, el municipio se dispone a establecer el uso obligatorio.

 

 El acto recordatorio de la caída del Lear jet se realiza on line.

 

El Municipio realiza tareas de limpieza en sectores colindantes al relleno sanitario. Dicen que no se encaraba una tarea similar desde 2007.

 

Se denuncian hechos de vandalismo en baños del HRRG.

 

Mayo 16. Comienza a funcionar el quirófano móvil en la Margen Sur.

 

Mayo 17. Roban comida en lo de Nené, por 30 mil pesos, la puerta estaba abierta con lo que mitiga la responsabilidad de los imputados que habían sido filmados.

 

Mayo 18. Día Internacional de los Museos, el Municipal lo celebra on line con una exposición patrimonial de Esteban Rodríguez, y un concierto de música electrónica a cargo de Gian Escobar.

 

Franco Punjabi se convirtió en el primer graduado en modalidad online de la UTN local, se recibió de ingeniero industrial con un proyecto de fabricación de cerveza artesanal.

 

Mayo 19. Fallece Carmen de Baimácovic a los 95 años.

 

Francisco PATITA Barría  es noticia por las grandes hortalizas que produce en su chacra.

 

El INCUCAI coloca a Tierra del Fuego primera en donaciones por millón de habitantes.

 

Mayo 20. Los crímenes británicos durante la guerra de Malvinas. Conferencia online de la UNTDF, hablaron Carlos Amato y Mario Volpe, soldados; y Jerónimo Guerrero Iraola y Laurentina Alonso, abogados.

 

Mayo 23. El MRG conformó un Consejo Económico Social de emergencia con el foco en la lucha contra el hambre.

 

La MRG multa nuevamente a La Anónima por no respetar precios, pero no se anuncia el monto de la pena.

 

Mayo 24. Con peñas virtuales rivalizan gobierno y municipio esperando el 25. La intendencia contó con la presencia de Leda Soto, Fredy Gallardo, Facundo Armas, Nuevo Horizonte, Duo Monte Adentro, Banda Municipal, Facundo Agüero, Aldana Guerrero y la sanata, La cruza folk y Voces del sur.En tanto que gobierno movilizó a una Peña Virtual por la Radio Pública Fueguina.

 

Mayo 26. Los controles policiales quedan limitados al horario de 23 a 06.

 

La circulación autorizada comienza con los documentos terminados en números pares, y se intercalarán los días siguientes los impares.

 

Mayo 26. Se habilita la pesca en el mar. Abren gimnasios particulares.

 

Reabren los tribunales.

 

El MRG recibió insumos adquiridos en china para atender en medio de la pandemia.

 

Mayo 27. Comienzan los testeos rápidos en Río Grande.

 

Mayo 28. La Legislatura convierte en ley por unanimidad el programa PROGRESAR de ayuda financiera al sector privado afectado por la pandemia.

 

Condena de 20 años de prisión a padre que abusó de su hija menor. 12 años para su conviviente de origen dominicano. Preparaban a la niña para ejercer la prostitución.

 

Nadia Shapiro obtuvo la licenciatura en nutrición en base a un estudio sobre prácticas alimentarias de mujeres transgénero, con tratamientos de hormonización. Cursó estudios en la Universidad Nacional de Entre Ríos.

 

Juan José Soiza Reilly. La voz de la solidaridad.

Un escrito de LUIS ALBERTO MURRAY, publicado en Clarín el 11 de septiembre de 1988.

 Se creía uruguayo, pero nació en la hermosa ciudad entrerriana de Concordia (1880). En Montevideo, seguramente para gozar mejor de la calidad hospitalidad oriental, no aclaraba el equívoco. Fue  uno de los periodistas más brillantes de su generación, por cierto abundante en valores extraordinarios.

En la cuarta década del siglo aun en curso, consagró su voz inconfundible en la radio, donde impuso, como se verá, una modalidad solidaria sin precedentes. El cuento certero y la novela-dignos de relectura, aunque sus obras matrerean hoy en librerías de lance—tuvieron en él un cultor de nivel cuando menos no inferior al de sus crónicas y entrevistas más difundidas.

De su bibiliografía, no precisamente escasa, aun en especial memorable El alma de los perros por la originalidad del tema y el patetismo de sus protagonistas humanos casi sin excepción vagabundos ente voluntarios y vocacionales., y La ciudad de los locos, suerte de anticipación de la literatura fantástica iniciada entre nosotros  por Holmberg y el Lugones de Las fuerzas extrañas. Párrafo aparte merecen La muerte blanca, que podría haber sido escrita en los días que corren, como que su tema es el de la cocaína.

Simpatía e impertinencia

En 1907, de regreso de una gira europea, reunió en un volumen grandes reportajes enviados a la legendaria revista porteña Caras y Caretas. Eleonora Duse, Sara Berthard, el Papa Pío X, Guillermo Marconi y entre otros muchos personajes célebres  Gabriele D’Annunzio, le contestaron interrogantes casi siempre confidenciales o poco menos.

Le sobraban garra y delicadeza para que nadie dejara de responderle. En el caso del gran poeta italiano, por entonces encumbrado hasta el endiosamiento, ocurrió algo pintoresco. Cuando Juan José Soiza Reilly le preguntó si no pensaba viajar a la Argentina –donde sus lectores eran legión-  el autor de La figlia di Yorio, tras reflexionar unos segundos, dijo con tono displicente: “No sé si ese país está preparado para comprenderme”.

El periodista estuvo por agredir físicamente al vate (al que llevaba unos cuarenta centímetros de talla) pero se contuvo. Tal como cuenta al fin de la crónica, prefirió encasquetarse la galera, empuñar su recio bastón y retirarse sin saludar al “encantador impertinente”.

Alguien que no lo quería sugirió que más de una entrevista era fraguadas. En todo caso, , se las arreglaba para poner en boca del personaje lo que, con toda probabilidad, hubiese dicho al ser consultado… Algo semejante a “A la manera de..” del poeta Conrado Nalé Roxlo a través de su seudónimo humorístico  Chamico, supremo as del “pastiche”.

En 1948 la revista trisemanal  Aquí está reunió a Soiza Reilly y su colega y amigo Héctor Pedro Blomberg, el poeta de los puertos, mucho más conocido por sus letras de milongas, valses y tangos (“El adiós de Gabino Ezeiza”, “La pulpera de Santa Lucía”, “La que murió en París”)

La idea era que uno le hiciera un reportaje al otro, y al día siguiente se estableciera la reciprocidad. Ambos productos resultaron sabrosos como profesionalmente insuperables.

Solo que, según nos confió tiempo después el poeta del rosismo “permitido” en sus tiempos, Blomberg se entrevistó a si mismo con la firma de Soiza, y este hizo lo mismo  con la de su entrañable camarada. ¿Y qué? De la más severa lectura de los dos textos, surge ante todo que no se permitieron ningún adjetivo laudatorio. Esto es lo que debió hacer sospechar a los editores de la empresa Sopena, españoles de gran oficio pero inocentes como niños de pecho para las triquiñuelas de aquellos casi septuagenarios.

Mi cuarto de hora.


Una puntual enciclopedia nos anoticia que Juan José Soiza Reilly , fruto de sangre de Portugal e Irlanda, se desempeñó en diversos cargos burocráticos. Primero estudió para maestro, sin imaginar que llegaría a merecer el título pero en la muy distinta instancia del periodismo. Fue profesor de historia argentina en una escuela superior comercial de mujeres, secretario de la Convención Constituyente de la provincia de Santa Fe, en 1921; director de la biblioteca de la Facultad de Derecho de la misma ciudad… Nada especialmente apasionante, como puede apreciarse.

Pero entre los años 30 y 40, su voz bronca y su verba vertiginosa  (tantas palabras por minuto, casi sin “furcios”, como las que hoy dispara Víctor Hugo Morales) se hicieron indispensables a un inmenso auditorio, conquistado de una vez para siempre desde las primeras dos o tres semanas.

Había nacido por lo menos para la radio argentina un fenómeno atípico.. En quince minutos se enumeraban, pedidos no pocas veces desesperados, de toda clase de elementos de trabajo, de estudio, de rehabilitación para minusválidos, inclusos de primera necesidad (como alimentos-vendas, zapatos, pasajes de ferrocarril).

Era el único programa solidario en medios de comunicación –Radio Belgrano a la noche- sin un solo aviso, ni otro tema que la imperiosa urgencia de gente desamparada. Corrían tiempos todavía difíciles a partir de la crisis mundial y nacional del 30. Las enfermedades sociales –con la tuberculosis al tope- empujaban al pobrerío a “morideros” sin esperanzas: el paludismo era endémico en Tucumán, el mal de Chagas se lo empezaba a estudiar, ignorándose aún su etiología, no había casi obrero de frigorífico sin bronquitis crónica. Las dolencias venéreas ocupaban  a más de un tercio de los médicos. Los “dispensarios” municipales de la capital entregaban gratuitamente, a las madres sin recursos algunos, “hasta” medio kilo de leche en polvo.

La respuesta masiva no se hizo esperar al periodista convertido en incansable pregonero de carencias a cuál más dramática. “Doña Rosa de Tal, que vive en Tres Arroyos –vociferaba Soiza Reilly- ¡Si nos está escuchando, sepan que está en camino la maquinita de coser que pidió!”

Si doña Rosa por cualquier motivo no estaba oyendo el programa, algún buen vecino se comedía a comunicarle la novedad. Si se trataba de camas de hospital, se incluía el pasaje luego de hacer el trámite reglamentario en el respectivo establecimiento. O el viaje a las moderadas sierras cordobesas de Cosquín, por entonces casi única respuesta a la tisis pulmonar.

Cuando Eva Perón comenzó a proyectar la Fundación de Ayuda Social, que tras su muerte llevaría su nombre hasta septiembre de 1955, alguien le preguntó: “¿Algún parecido a la audición de Soiza Reilly”, “Si –fue la respuesta- Algo parecido: pero multiplicado por cien mil”.

La concreción del vasto programa torno anacrónica la empresa fraterna a través de un micrófono; era un quiosco al lado de una catedral. Así fue como la última noche de salida al aire su creador pudo decir, con más verdad que nunca: “Terminó mi cuarto de hora”.

Al conocerse en marzo de 1959 su fallecimiento, mucha gente más o menos anciana bendijo su nombre. La gratitud no suele ser ingrata con la auténtica caridad. Aunque se dé por cuentagotas. 


En las imágenes: Caricatura de Hermenegildo Sábat. Fotografía de su visita a Ushuaia, en 1933 junto a Cayetano Santos Godino: "El Petiso Orejudo".

PEDRO CÁCERES: "Si la guerra duraba una semana más, yo no estaría vivo"

 


Una entrevista de MATÍAS ESCOBAR: 

Siempre me movilizó lo de Malvinas, pero nunca me había animado a hacer un mano a mano con un ex combatiente. Para mi, Pedro Caceres no es un ex combatiente ni un veterano, para mi es un héroe de nuestro país. Y quiero sumar este testimonio a los miles que ya hay, porque si no tenemos memoria no sabemos adónde vamos. Y la historia de Pedro es parte de nuestra historia, de nuestra identidad.

  

Pedro nació en Corrientes y vivió toda su vida en Quilmes. Es de la clase ‘62 y tenía 19 años cuando fue a la Guerra de Malvinas. Cumplió los 20 allá, el 19 de mayo de 1982. Fue como soldado y era el encargado de la sala de armas y jefe de lanzacohetes. 

 

Actualmente trabaja en una escuela de Don Bosco como portero y viaja por distintas ciudades y países compitiendo en maratones. En 2012, ganó la Maratón de las Islas Malvinas, junto a tres compañeros, bajo el nombre "Dimos Todo". 

 


  “Esta es la cocina de Tumbledown. Acá pasé 65 días de mi vida".

 

¿Qué recordás del día en que te convocaron para ir a Malvinas?

 

-Yo estaba un año antes en la colimba en Río Grande, Tierra del Fuego, haciendo la instrucción, hasta que me tocara la baja el 28 de marzo del 82. Desde ahí pasé directamente a Malvinas.  Yo estaba vestido de civil, desde hacía tres días y de repente nos hacen vestir de verde. No entendíamos qué pasaba. El 2 de abril amanecimos en el campo y nos enteramos por la radio que habían tomado Malvinas, ahi nos dijeron que vayamos avisándoles a nuestras familias que íbamos a ir a la Malvinas. 

 

-¿Cómo se comunicaban?

 

-Mandábamos cartas, que llegaban una semana después o la expreso, que tardaba tres días. Por intermedio de eso, le escribí a mi madre y a mi padre. Nosotros, en ese tiempo, nos sentíamos preparados para defender a la patria. 

 

-¡¿Cómo?!

 

-Y sí, lo que pasa es que a esa edad, uno no tiene conciencia. Yo creo que nadie está preparado para ir a la Guerra. Los rambos no existen. Por ahí, tu miedo te hace sacar lo mejor de vos. Cuando voy a los colegios a dar charlas, me preguntan si tuve miedo, y sí, claro que tuve miedo. Nunca sabés cómo vas a reaccionar en casos extremos.

 

-¿Es verdad que sus superiores les pegaban y los maltrataban

permanentemente, aun estando en acción?

 

-Yo no viví eso. Yo siempre tuve una personalidad bastante fuerte. Entonces a mi no me forreaban, pero sí, forreaban a mis compañeros. Nos trataron mal. Hubieron días que no teníamos para comer y yo iba a robar comida a la cocina. 

 

-¿Qué comían?

 

-Los primeros días comimos bien porque nosotros llegamos el 8 de abril y estuvimos, hasta el primero de mayo, normalmente: comíamos polenta o arroz con carne. Comíamos espectacularmente. Pero después del primer bombardeo, el 1 de mayo, los aviones que traían comida ya no llegaban. Ahí empezó a faltar comida, pero nos daban una ración, que era una caja con cuatro galletitas, una mermelada, un chocolate para calentar, y una lata, como si fuera la de arvejas, con carne o albóndigas. En donde yo estaba (Monte Tumbledown) no había ovejas, que los otros choriaban a pleno. No sabés lo que era. 

 

-Contame eso…

 

-Había ovejas a patada. Nos decían que no se podía comer porque eran de la gente, pero era mentira, sobraban muchas ovejas. Si estudiás la historia de Malvinas te vas a dar cuenta que los habitantes las masacraban porque es impresionante la cantidad que hay. Hay más ovejas que personas, entonces en algún momento las tenían que sacrificar.

 

-¿Se sentían en desventaja con el armamento?

 

-Nuestras armas no sirvieron para nada. Nuestro lanzacohetes tiraba entre 700 u 800 metros. Los ingleses te atacaban desde el barco. El cañón de ellos tiraba más de 20 kilómetros. Después nos trajeron un cañón que también tiraba 20 kilómetros, pero lo teníamos que mover porque nos detectaban con los radares. Ellos veían todos los movimientos nuestros. Todas las noches nos borbardeaban, pero todas las noches, eh. 

 

-¿Y de día que hacían?

 

-Trabajamos todo el día, cavando pozos con una palita que parecía de juguete, se te rompía permanentemente. A eso súmale el frío, la humedad, la lluvia. Para colmo, fuimos en pleno invierno. Vivíamos cavando pozos para que no nos vieran: calculábamos las posiciones. Los cabos nos boludeaban como si estuviéramos en el batallón. La gente no tiene idea de nada. La gente no se imagina lo que vivimos. Salvo la gente que se precupa por saber, de hecho, me pasa con mis propios hijos. Nunca hablé de la guerra con ellos ni con mis hermanos.  Es difícil, a mi me costó mucho. Yo estuve 20 años sin hablar de Malvinas. 

 

-¿Y por qué pensás que lo volviste a hacer?

 

-Por la terapia. A partir de ahí empecé a valorarme como persona. Cuando nosotros volvimos de Malvinas, nos hacían sentir que fuimos los culpables de haber perdido. Yo llegué a las 5 de la mañana a mi casa y nadie me esperaba. Es como que nos trajeron escondidos.  Y así estuvimos, hasta que nos dio bola Néstor Kirchner. Menem, en el ’91, fue el primero que nos dio la pensión mínima, que era de $140, que no era nada. 

 

- Me decís que recién en el ’91 los reconocieron, ¿Alfonsín, durante su mandato como presidente, nunca se preocupó por los veteranos? 

 

-Alfonsín, si vos escuchás a los veteranos, nos cagó hasta el día en que se murió. Porque se murió el 1 de abril (en realidad murió el 31 de marzo de 2009, pero la gente fue a despedirlo el 1) y al otro día era nuestro día, el 2. Alfonsín nos metió a todos en la misma bolsa. Habrá hecho bien eso del nunca más, de que enjuició a todos… ¿y los soldados qué? Algunos dicen que los veteranos somos ex combatientes, pero no, somos combatientes porque seguimos combatiendo para conseguir nuestros derechos y para que no se olviden de Malvinas. 

 

-Vos que estuviste adentro, ¿es verdad que estábamos “ganando” la guerra?

 

-Verdaderamente estábamos ganando la guerra. Ellos tuvieron más bajas que nosotros. Ellos sufrieron más que nosotros. En entrevistas que dan los soldados ingleses confiesan que no aguantaban más. Ellos sufrieron un mes navegando, cruzando el Atlántico. El 13 cuando llegaron a Bahía San Carlos, les averiamos ocho buques, nosotros veíamos todo desde la montaña, y estábamos esperando que lo terminen de liquidar. 

 

-¿Qué se te pasa por la cabeza cuando volvés a escuchar el discurso de Galtieri en Plaza de Mayo ante miles de argentinos?

 

-Nosotros no teníamos idea de nada. Pero me molesta más el ciudadano común: un día antes los habían cagando a palos a todos y después estaban festejando que había una guerra. 

 

-¿Por qué creés que festejaban? 

 

-La gente no tuvo conciencia. En realidad, esto no iba a ser una guerra: la idea principal era tomar Malvinas, quedarse un grupo de soldados ahí y después negociarlas. Si la gente no hubiese ido a Plaza de Mayo, yo creo que no hubiera existido la guerra. ¿A quién se le ocurre que los ingleses iban a ir a Malvinas 30 mil kilómetros en barco?

 

-¿Estuviste prisionero?

 

-Estuvimos cuatro días, pero nunca nos dimos cuenta que estuvimos prisioneros. 

 

-A ver…

 

-Primero y principal, nunca nos rendimos. Nunca soltamos nuestras armas. Nos replegamos de la montaña y fuimos en fila al pueblo, mientras seguían bombardeando de todos lados. Nosotros no teníamos a los jefes, no sabíamos nada. Yo tenía granadas y cargadores a patadas y mi fusil. Nos metieron a un galpón gigante con todas las armas, así como estábamos. Hablaban en inglés y nos decían, desde la puerta, que no podíamos salir. Si alguno se piraba, podíamos hacer un desastre, pero ya no dábamos más. 

 

-¿Tampoco se les pasó por la cabeza escaparse de ahí?

 

-El hambre te hace hacer cosas. Un día un flaco se va de donde estábamos y encuentra un galpón lleno de comida, hasta el techo había latas. Era lo mismo que metas a un nene en un kiosko: había fiambre, dulces, jugo y lo que quieras. Y comíamos desesperadamente y terminamos empachados. 

 

-¿Cuándo se fueron de ahí?

 

-Al otro día nos mandan al aeropuerto, en Puerto Argentino, caminando 12 kilómetros. A medida que íbamos caminando, dejábamos los cascos, los cinturones y los fusiles por orden de ellos. Les dejábamos igualmente las cosas que no le sirvieran porque, o sino, sería un trofeo de guerra para ellos. 

 

-¿Escribías en plena guerra?

 

-Yo había hecho como un libro del día a día que vivíamos, pero un día cuando nos replegamos, perdí rollos de fotos y la libreta. Es una pena. Todos los días escribía lo que hacíamos, lo que comíamos y lo que había aprendido. Me acuerdo que escribí “hoy es mi cumpleaños y festejamos con bombas”.

 

-¿Recordás cuál fue la peor noche de todas?

 

-La última noche fue terrible. Nevaba y nos moríamos de frío. Se me murió un compañero en mis brazos, que ya tenía un agujero en el estómago y la pierna por la mitad, por la bomba que le cayó a su lado. Los superiores nos mandaron a la primera línea y yo intuía que nos iban a hacer mierda. Cuando se fueron todos los oficiales, nos fuimos, porque los ingleses iban a entrar por ese lugar. Yo te aseguro que si no nos íbamos, yo no estaría acá. Lo más lindo es que buscamos a los oficiales y no había nadie, quedamos solamente los soldados. Los ingleses ya habían pasado todas las líneas y llegaron a la montaña en donde estábamos nosotros. Era de noche y empezaron a llovernos balas trazantes (son las que prenden luces de noche). Mientras nos replegábamos, me caían todas las balas en los pies. Yo creo que si la guerra duraba una semana más, yo no estaría acá.

 

-¿Por qué decís eso?

 

-Ya no se comía porque te daban una ración por día y el frío te mataba, siempre la misma ropa. En los 70 días que estuve solamente me bañé dos veces. Un día nos llevaron al puerto y nos bañamos con agua salada, nos pusimos jabón y se nos pegaba todo el cuerpo: era peor que estar sucio. Y la segunda vez me bañé en un charco grande de agua que había en la montaña que yo estaba. Dos veces me bañé.

 

-¿Qué hacían con los cadáveres? 

 

-Cuando nos rendimos, que fuimos al aeropuerto, a los cadáveres los tiraban en un pozo común, todo amontonado, como si fueran perros muertos. En el cementerio de Darwin no hay ningún cadáver, es todo simbólico eso de las cruces. Es imposible que hayan trasladado todos los muertos a 100 kilómetros de donde estábamos. Para mi no hay nada ahí. Los muertos están donde los enterrábamos nosotros.

 

-¿Volverías al Malvinas?

 

-Conozco a veteranos que fueron como cinco veces. Yo no vuelvo más, flaco. Solamente iría si me lo piden mis hijos o mi actual mujer. Yo ya cerré mi historia cuando fui  a correr en 2012 y abrí otra. 

 

-¿Qué es la patria para vos?

 

-Eso lo tengo claro. (Se emociona y se le caen lágrimas, pero tiene la voz firme, sin quebrarse). Para mi la patria es todo. Yo la siento, pero me duele que la gente no la sienta. Me due le que la gente ponga laj bandera solamente cuando hay un Mundial. Para mi la patria es todo y yo te lo puedo decir porque tuve la oportunidad de defenderla.

Gracias a Juan Carlos Lara por el contacto.