IDENTIDAD. Peluquería selknam. (*)

Así como se señala que una característica primordial en la identificación de los antiguos cazadores fueguinos era la mirada, otro aspecto característico de su apariencia ha sido su cabellera, que –bueno es decirlo- no registra calvos en toda la etnia.

El hombre solía cubrirse la cabeza con el kochel, pieza triangular construida con piel de guanaco, un símbolo de su condición de guerrero, de hombre adulto. La mujer andaba con la cabeza descubierta.

Los cabellos eran lacios y de ninguna manera se encontraban insertados dénsamente, por el contrario se encuentran a bastante distancia uno de otro. Aparentemente cada hebra tenía un radio superior al propio por el agregado de grasa de guanaco que constituía su base higiénica, tomaba así un color negro-marrón brillante, y en algunos casos en negro chocolate con aclaramiento en las puntas.

El límite de la cabellera bajaba mucho en la frente y con la edad se producía un encanecimiento parcial que nunca llegaba a blanquear toda la cabeza, sólo hebras que mantenían sus raíces oscuras y que se decoloraban en los extremos.


“En el pasado –Martín Gusinde hace referencia al cabello- ni hombres ni mujeres se lo cortaban, dejaban que les creciera y lo dejaban suelto alrededor de la cabeza. Su crecimiento era lento y limitado. Eran pocas las mujeres cuyo cabello crecía más allá de los hombros. Nunca se lo trenzaban”.
 
Estudios realizados por Karl Saller llevan a colocar a los cabellos del selkman en una categoría mas gruesa que la de los centroeuropeos, en una proporción de 105 micrones a 112 y 116 en las mujeres y varones fueguinos. El investigador germano determinó a la vez que el cabello de niños y adolescentes solía ser más claro que en los adultos.

Pero Gusinde es menos técnico y más descriptivo al analizar la relación entre los fueguinos y su cabellera: “ Temporariamente los hombres sujetaban un poco el pelo largo y suelto con una fina cuerda del kochel; los hombres de edad solían ceñir la frente y la región occipital con una cuerda de tendón. Las mujeres no usaban nada semejante. Ellas se cortaban el mechón que les colgaba a la cara a la altura de las cejas con un corte horizontal, separaban el cabello en dos partes sin marcar una ralla definida, lo peinaban sin mayor cuidado y untaban el pelo lacio y negro frecuentemente con grasa blanda de guanaco para aumentar el brillo. El idéntico arreglo del cabello en los dos sexos, a lo que se agregaba, en los hombres, el abundante tejido adiposo subcutáneo y la piel tensa del rostro, que suavizaban sus rasgos volviéndolos agradables, y, finalmente, el gran parecido en la indumentaria hacen que, a menudo, un extraño no logre determinar si una persona es de sexo masculino o femenino”.


Para extirparse los piojos, que solían atacarlos masivamente, solían emplear un peine de barba de ballena de 12 centímetros por siete, con dientes de seis centímetros de longitud. El selknam logró soportar a estos únicos insectos molestos en el medio fueguino, y si bien se rascaba con frecuencia, su presencia no parecía lastimarlo de alguna forma.

(*) Traemos en este domingo una nueva lectura de EL RÍO memorias de la zona. Ejemplar número uno donde consignábamos: El río autoriza –y agradece- la reproducción total y parcial de los artículos publicados en este periódico, por aquellos que sin lucrar alimenten el caudal de nuestra divulgación, con la condición de que, por una cuestión de respeto se cite al autor y la fuente de obtención, enviándonos un registro de la misma. La misma filosofía que sostenemos con este blog.

Imágenes tomadas de LOS ONAS, de Carlos Gallardo.

TRÍPTICA NACIONAL.GEOGRAFÍA.19. La enseñanza de la geografía en la escuela argentina por 1925. Gobernación de Misiones.

Allá por el año 1925 la firma CABAUT y Compañía Editores publicó una GEOGRAFIA ARGENTINA donde daba cuenta de la existencia de un distrito federal y 14 provincias a las que se sumaban las gobernaciones del norte y del sur.

Las del norte eran Chaco, Formosa, Misiones y de los Andes.

Y las del sur de La Pampa, Neuquén, Río Negro, Chubut, Santa Cruz y Tierra del Fuego.

¿Que decían para que aprendieran los niños argentinos sobre lo que se conocía como Gobernación del Misiones?

Confina al NE y S con el Brasil, al SO con la provincia de Corrientes, y al Oeste con el Paraguay por el río Paraná.

Tiene 30.430 km2, y su población es de unos 58 mil habitantes.

El terreno es quebrado, abierto de bosques y surcado por muchos cursos de agua.

La vegetación tropical y espléndida hace de esta región una residencia en extremo agradable; el clima, aunque caluroso, es sano.

Hay tres pequeñas sierras que, juntas, forman una especie de Y: la sierra del Imán de N a S, la de Iguazú de E a O, y la de Victoria de S a N.

Los principales ríos son el Paraná, con el Iguazú. Célebre por sus magníficas cataratas, y el Piray- Guazú; y el Uruguay, con el Chirimía, Acuaraguay, Paraíso y Pepirí- Guazú.

La industria consiste en cortes de mader5as y cultivos tropicales; el comercio, en exportación de maderas, yerba-mate, caña de azúcar, arroz, maíz, frutos y pieles.

La capital es Posadas con 10 mil habitantes, siguen Corpus o San Martín, Santa Ana y Candelaria, todos sobre el Paraná, y Concepción y San Javier sobre el Uruguay.


El material leído forma parte de la serie La Escuela Moderna que  distribuía La Librería del Colegio.


Desde la calle. 1. Elcano.


La calle donde se levanta la intendencia lleva el nombre del capitán vizcaíno que completara la empresa de Magallanes, dando la primera vuelta al mundo.

Las calles de Río Grande no tenían nombre cuando se constituye la Gobernación Marítima, la armada tenía prerrogativas presidenciales, entre ellas la de imponer denominaciones. Se cuenta que los uniformados presentaron a los integrantes de la Comisión de Fomento un listado de los nombres para las arterias de entonces, y allí al observarse que predominaban las de referencias naval- el presidente de la entidad, Don Francisco Bilbao, habría dicho: “Déjenme alguna para mí. Que calle en que vivo se llame como el que dio la primer vuelta al mundo, que era de mi lugar”. Es que Bilbao era vasco, y como vasco se impuso.
Así esa larga calle construida prácticamente entonces sobre la acera de los números impares –del otro lado estaba el mar- pasó a llamarse Elcano.
Pero no tendría que ser El Cano, como por ahí se la ha visto escrita.
Tendría que ser Sebastián Elcano como se presenta en la cartelería actual que le ha dado rango de Boulevard, sino Juan Sebastián Elcano, que era su nombre y apellido correcto.

Entraba en el breado y hueco pino
Tomando el dulce y suspirado puerto
Juan Sebastián Elcano Vizcayno,
Piloto de este mundo el más experto;
Después de haber andado en su camino
Cuando del sol se halla descubierto
En una nave dicha, la Victoria
Hazaña digna de inmortal memoria.

Lo rezaba en el verso el poeta Francisco Mosquea, con el nombre de Numantina.


Con esta fama de haber navegado en la única nave sobreviviente de la gran expedición, hará mérito para embarcar nuevamente en la armada de Loayza, de la que será Piloto Mayor.

Su nave, la Santi Spírtu, naufragará en aguas magallánicas, y las tarde cuando por imperio de otras muerte comandaba la empresa fallecerá en muerte oscura ”en el lecho, haciendo testamento y pidiendo dádivas para su parentela pobre” Había comandado esa infortunada flota por cinco días. Era el 4 de agosto de 1526, y lo consumía el escorbuto.



EVOCACIONES** 27 de agosto de 1894. Desde Punta Arenas, Maggiorino Borgatello dirige correspondencia al sucesor de Don Bosco, donde cuenta alegrías y penas.

Varias son y diversas las noticias que debo darle; unas buenas y malas otras.

Ayer tuvimos una gran consolación; dos jóvenes de unos diez y ocho años vistieron el hábito de las Hijas de María Auxiliadora. Son cinco ya las hijas de Puntarenas que se consagran al Señor en la vida religiosa, y que con otras cuatro de Chile, se unieron á las Hermanas que vinieron de Europa para ayudarnos en el apostolado. Esto nos prueba que el terreno no es tan ingrato, ni completamente estéril, como parecía en un principio.
Esperamos que Dios N. S. nos mandará niños en nuestra ayuda. ¡Lo necesitamos tanto! ¡Oh cuanto mal intenta hacer el demonio en esta ciudad y en todas estas regiones! ¡Atemoriza el pensarlo! Cada vapor que llega á este puerto, pone nuevos obstáculos á la obra moralizadora del Misionero. Si el Señor no pone remedio, la cosa va mal. Encomendamos encarecidamente en sus oraciones y en las de nuestros amados Cooperadores á nosotros y á estas pobres almas tan insidiadas por el demonio, que hace cuanto puede para no dejarse arrancar este extremo confín de la tierra, donde ya de tanto tiempo ha fundado su reino.

El martes de la semana pasada á las diez de la noche, con tiempo borrascoso, con viento frío y nieve, Monseñor Fagnano, apenas de vuelta de la Misión de la Candelaria, en compañía de Don Pistone y de Don Scagliola, con el mismo vapor Torino partió para la isla Dawson, con el fin de trasladar á aquella Misión doce indios que nos confiaron pocos días antes y para llevar víveres á nuestros hermanos. A aquella noche siguió un día todavía peor para viajar; el viento helado continuó por todo el día y cada media hora venían ondas de helada nieve. Nuestros pobres hermanos pasaron todo aquel tiempo en viaje; pues el jueves por la mañana, con un tiempo no menos perverso, estaban ya de vuelta con Don Bernabé que se prepara para ir al Río Grande.

El misionero le cuenta a Don Rúa:

Trajeron buenas noticias de la Misión de San Rafael. La pequeña iglesia está ya terminada y es muy hermosa; le falta solamente la torre. Inauguraron el muelle que es muy cómodo y tuvieron el consuelo de ver venir nuevos indios, entre los cuales un tal Jacinto, compañero del capitanejo Antonio, que es el más indiferente hasta el presenta para con nosotros y fue el que cooperó más eficazmente á la triste insurrección contra Don Pistone en 1891; vino con toda su familia decidido á quedarse para siempre en la colonia; fue recibido muy cortésmente y se le asignó una casa. La escuela de música va progresando como también progresa el espíritu de religión entre los salvajes. En resumen, esta Misión principia ya á darnos algunos consuelos.
Aquí en Puntarenas, aunque la estación sea propicia para fabricar, por falta de medios y con grande dolor nuestro, hemos debido suspender los trabajos de la nueva iglesia, que tanto necesitamos. La capilla actual, además de ser privada, es completamente insuficiente para una población de más de tres mil almas. Los gastos hechos ya para esa nueva construcción pasan de diez y siete mil seiscientos pesos, de los que hasta el presente, solo hemos podido reunir diez mil quinientos, y todavía serían necesarios al menos otros veinte mil.
Y ¿Deberé ocultar á V., amadísimo Padre, que estamos cargados de deudas? Todavía están por pagar los quince mil pesos por el viaje que el vapor Amedeo hizo el año pasado á la Misión de la Candelaria; otros tantos hay por provisiones necesarias para los dos colegios de Puntarenas; luego para la Misión de Dawson, para esta nueva iglesia, para la Misiónde la Candelaria; en una palabra, nos hallamos tan cargados de deudas, que dan mucho que pensar á Monseñor, porque no sabe como podremos pasar adelante. ¡Pobre Monseñor! Confía tanto en la Divina Providencia, que estamos ciertos que no nos faltará en las presentes estrecheces.

En tanto que ya para cerrar su correspondencia dirá:

En tanto que admiramos la grande confianza en la Divina Providencia de este nuestro amado Prefecto Apostólico, nos edifica sobremanera su gran espíritu de sacrificio. Animado del mayor celo por la gloria de Dios y por la salud de las almas, se muestra siempre intrépido y no le arredra peligro alguno. La semana pasada cuando desembarcó en el Río Grande, con intensísimo frío y nieve en abundancia, no pudiendo la canoa llegar á la orilla, se descalzó y se dirigió á tierra con el agua y fango hasta las rodillas. Antes de salir de Puntarenas para aquella Misión, yo le había provisto  de un buen par de zapatos; mas á su vuelta no vi en sus pies que unas viejas zapatillas. ¿Qué había hecho de los zapatos? Confesando en aquella capilla, vio al indio Calafate que perdía los pies entre dos viejos zapatos; no le permitió su compasivo corazón dejarlo ir en tal estado á recibir su santa Comunión; se quitó los zapatos y se los regaló al joven indio.- Tales actos de abnegación y sacrificio le atraen grandemente las simpatías hasta de los mismos salvajes, y á nosotros nos sirven de grande estímulo para soportar con alegría cualquier sacrificio.
 Reciba, amadísimo padre, mis afectuosos saludos y le ruego se digne extenderlos á todos esos dignos superiores. Bendígame y me permita besarle con respeto la mano y profesarme con aprecio, afecto y reconocimiento.


Gesto de honradez.

La señora Josefina Abogado de Piñero ordenaba papeles y encontró en un recordé del semanario El Austral, correspondiente a 1962, una pequeño recuadro que pasó a entregarnos.
Llegó hasta ahora por ser aquel diario el que traía noticias del nacimiento de su hija –Silvia Beltrame-, ya fallecida.
La nota dice así:

El día 28 del mes ppdo, la señora María Gallegos de Soto, enfermera de la Cínica del Dr.Ferrá halló en la vía pública la suma de  m$n 51.000 en efectivo y los entregó en la Comisaría de Policía local. Posteriormente se hizo entrega esa suma al señor José Parún, que resultó ser dueño del mismo.
Estos gestos como el de la señora Soto, deben ser imitados, máxime en una urbe tan pequeña como la nuestra, donde todo debe desarrollarse en una conveniente y sana convivencia social. Por nuestra parte, este Periódico felicita a la señora de Soto por su gran gesto de honradez que comentamos.

La protagonista de este momento era madre de Susana Cecilia Soto Gallegos, actual presidenta del Centro de Antiguos Pobladores, a quién le pedimos una foto de madre cosa que hizo con premura.


Y recordó que durante su trabajo en el Banco TDF, del cual ya está jubilada, encontró en una oportunidad un fajo de $ 20.000, “con el que por entonces se podían comprar dos autos”, dinero que hizo entrega sin ánimo de apropiárselo.
Se dirá que la honradez está en la sangre, pero tal vez en el ejemplo familiar que nos educa.


RASTROS EN EL RÍO.91* 25 de agosto: Día del Peluquero.

Creo que allá por el año 1960, cuando mi familia volvió a vivir en Río Grande, el primer paseo de reconocimiento hecho de la mano de mi padre terminó en el sillón de la peluquería. Esta circunstancia se repitió durante mi infancia. Llegaba un sábado, mi padre preguntaba si estaba listo, y me había lavado la cabeza, fregado el cogote y limpiado las orejas lo mejor posible y partíamos los dos para la amansadora capilar.

No puedo recordar los temas de conversación que se desarrollaban en ese recinto, pero eran muchos entre los mayores. Los chicos nos comportábamos de otra manera porque el peluquero era bastante chinchudo, un peluquero de aquellos que si te portabas mal –y malportarse  podía ser simplemente moverse cuando la máquina nos pegaba un tirón- suspendían el corte y te mandaban de vuelta con la escalera correspondiente ante la risa de todos.

¡Ni que pensar si aparecía un piojo!

Las revistas eran un montón informe para curiosear. En su gran mayoría ejemplares de El Gráfico que llegaban en barco y servían para ponernos al día en imágenes sobre lo que trabajosamente nos informábamos por la radio. Por suerte a veces las finanzas andaban bien, entonces en el negocio de al lago se podía comprar una historieta, con una lectura más afín a nuestra fantasía.

El tiki-tiki de la maquinita, el peine fino, los enormes botellones y su pulverizador que formaban fila frente al espejo, junto a un frasco industrial y turquesa de Lord Cheseline, eran parte de la escenografía. Las sillas dispares, el perchero, el calentador a velas, los ceniceros, eran los otros ingredientes. El invierno empañando el vidrio donde podíamos dibujar o escribir a escondidas, si no nos veía el peluquero, y el frío nos esperaba afuera cada vez que nos blanqueaba la cabeza en una media americana.

Todavía no afloraba la moda de los Beatles y lo de los Hippies, que causarían las primeras luchas generacionales por el pelo libre. Antes cuando un niño se portaba mas solían llevarlo ante el peluquero con algunas exigencias: -“Déjele un mechón para agarrarlo más fácil”, o se confinaba al niño rebelde a la vergüenza del corte “a cero”.

Me han dicho en El Sureño que hoy es el día del peluquero. Vuelvo a mi memoria –y en la de otros- sobre este oficio ligado a la pulcritud de la gente. Algunos nombres resultarían significativos:



Antonio Fava, instaló su peluquería sobre la que fue la de Pacheco; y junto al mismo –librería de por medio- “La Guacha” Vargas hacía la competencia.

En el hotel de Julio Andrade –el papá de Cano- Ulloa, de triste final cuando ya oficiaba de zeppelín, comenzó a peinar la suerte.

Luis Mansilla, peluquero de Aeronaval, seguía –después de hora- en la calle Espora, allí donde terminaba el pueblo, con los cortes de pelo en su propio domicilio. Mansilla es aquel al que llamábamos “Cachaña”.

Las guarniciones militares disponían de peluqueros propios entre el personal de servicio, no obstante ello de allí paso a obtener un oficio Cayetano Salazar –el Chango- colimba tucumano que por los años ’60 instala su peluquería sobre la calle Perito Moreno. ¿Cómo no se podía aprender a cortar el pelo, con 500 cabezas de veinte años disponibles todas las semanas! El Chango, en los años en que la relación pelo largo y disciplina se puso tensa en el colegio Don Bosco, recibía en horario escolar a los que acataban las directivas; el joven partía a lo de El Chango, allí le dejaban el cogote como le gustaba a la señorita Tita, y a fin de mes con la cuota de la cooperadora llegaba la cuenta.

Entre la gente que más recuerda la vieja policía aparece el nombre de Lombardo. Yo también pasé por su tijera cuando atendía a los particulares en casa de Alonso, pero lo una vez sola, me daba risa porque era tartamudo y tenía miedo que se enojara, porque era policía.

Tijera, tijera no, que se dice no. Lo habitual era una maquinita –la del tiki-tiki- de la cual conservé una por herencia familiar, dado que en el campo la peluquería era un servicio recíproco. Una máquina de esas era la que usaba el padre Zink, en sus años de parroquia urbana. Más de una vez lo vi llegar a Cirilo Tomas y su hijo mayor los sábados por la tarde al salón parroquial; después el petiso y el cura se perdían en un truco. Dicen que en la Misión el Cura Gaucho seguía con su práctica, aunque allí competía con las virtudes de Don Jorge Eterovich.

La tecnología avanzó con las máquinas eléctricas que exigían de los peluqueros nuevas técnicas de expresión corporal, para no terminar enmatambrado con los clientes que miraban temerosos como pasaba el cable frente a sus ojos.

Hubo un tiempo en que muchos nos desconectamos de la peluquería. Apareció un peine de plástico que con algunas Gillettes dio pie a que las mujeres se ensañaran con nuestras pelambres a cambio de una patilla más larga, o una colita de pato a la que no estaban acostumbrados nuestros tradicionales coiffeur. Estas navajas no tenían nada que ver con las Arbolito o Esquiltuna que servían para emprolijar los detalles poniendo una cuota de suspenso al finalizar cada corte profesional, y con las cuales se filtraba ese poquito de sangre que se remediaba con el alcohol del agua colonia, y que si llegaba a la camisa motivaba los justificados rezongos de las lavanderas. Mi padre se afeitaba en casa, no eran muchos los que concurrían habitualmente a la peluquería para que lo embadurnen en público; eso sí: él –cada tanto- llevaba sus seis Hein Boker & Co. Para que el perito peluquero al asentarlas se las dejara a punto de sus exigencias matutinas.

Las peluquerías siempre fueron cosa de hombres, hasta que apareció por los años 70 Diógenes Montalba, que en su negocio que estaba en Estrada entre San Martín y Perito Moreno inauguró la moda unisex.

Me han dicho que Mecha Dura sigue cortando el pelo en su casa. Y que Antonio Fava, que ahora vive del taxi, conserva en su hogar el sillón con el que trabajaba al lado de Zorjan. Antonio es protagonista de un hecho singular cuando le tocó cumplir una promesa jubilando luego de 30 años de servicios a Don Máximo Chaparro, al que desde aquel momento continuó esquilando gratis.


Hubo otro que se jubiló, pero por la calvicie, pero de él hablaremos en uno de estos encuentros en El Sureño.

En fa foto: Antonio Fava y Víctor Bórquez.

Los Moscos, una personalidad adjetiva y sustantiva de nuestra sociedad.

Escribe Pedro Gamma (*).

Hay que ser muy mosco para no darse cuenta de la importancia de los moscos en la Provincia. Sobre todo teniendo en cuenta que muchas personalidades importantes de su quehacer son han sido y serán moscos. Aunque hay que tener en cuenta que todo mosco, importante o no, se considera im-por-tan-tí-si-mo.

El mosco está dotado de una innata cualidad de exaltación de la propia individualidad, si algo no le falta a todo mosco es la auto estima.

Escribo estas líneas lejos de toda intimidad cuando un mosco curioso –el mosco siempre debe serlo- se aproxima y lee sobre el hombro los primeros esbozos de este ensayo para el cual ya tiene –no una crítica- una sugerencia: ¿Mosco no tendría que ir con mayúsculas?

Los Moscos son así, y yo prefiero no discutir con ellos. Por mas que uno tenga toda la razón de mundo, esta no tiene un peso tan gravitante como toda la razón del Mosco. Y lo nuestro, como argumento concreto, hasta científico, se pierde en la banalidad de los secundario, o en el espacio de la duda. ¡Para el Mosco, por supuesto!

El Mosco duda siempre de la capacidad de los demás, pero nunca de la suya.. propiamente.

El Mosco se siente un predestinado, aunque el destino de ha dado a ellos nada más que una gran responsabilidad subalterna, la de ser Moscos, pese a que pretenden llegar más alto.

¿De donde vendrá el apelativo Mosco? ¡De algún otro Mosco seguramente! Yo imaginado que se persistencia por confundir lo que se ve con la realidad, en incrementar su obstinación al límite, en llegar a perder la cabeza pro su porfía –todos atributos del Mosco- son propios de aquella situación que uno –Mosco o no- observa en el comportamiento del insecto que arremete contra un vidrio pensando que así podrá atravesarlos.

¡Lucen los Moscos en los ventanales de la fueguinidad!

Estudios realizados concienzudamente indican que en este nuevo siglo, siempre en el ámbito de nuestra provincia, la proporción entre Moscos y resto del mundo estaría dada por un cuatro a uno.

Dos personas se encuentran en un espacio público, conversan o de las perspectivas electorales o de las intensas lluvias del verano: al rato se suma una tercera –conocida de uno de los interlocutores pero del otro no- al momento se presentan y ya buscan parentescos o vínculos indirectos.. y después se suman a los temas convocantes. Y así llega un cuarto, que hace como que le pesan las bolsas del supermercado -¡cómo si hubiera comprado tanto!- y se suma al coloquio.. y entonces llega el quinto. El tema va a seguir siendo el mismo: el clima y/o la política; pero ante esa pluralidad ya comenzará a manifestarse con sus obsesiones uno de los integrantes del quinteto. Y los demás cruzarán miradas transmitiendo al poco tiempo desesperadas señales lumínicas alentando sobre el despertar inmediato de la mosquera en uno de los integrantes del grupo eventual. ¡Y ya lucharán por disgregarse! ¿Y el Mosco tenderá los lazos para evitar que esto ocurra!

No hay cosas de Moscos, pero hay Moscos para todas las cosas.

El Mosco se enciende en la individualidad de algunos fueguinos cuando consiguen quien lo escuche. El Mosco se cree inteligente, y en la mayoría de los casos lo es, pero no sabe administrar la modestia, respetar la equidad en el trato, anhelar un perfil bajo. El Mosco –naturalmente extravertido- no quiere que se lo ignore, y vive para eso.

Tal vez responda a un imperativo genético, o tal vez sea una respuesta a una sociedad que ha sido, ora pródiga de oportunidades, ora plena de postergaciones.

El Mosco abunda, y a veces daña.

Tomando en cuenta la ecuación cuatro a uno, sería un 20% poderoso si actuaran todos en el mismo sentido; por ejemplo formando el Sindicato de los Moscos, o el Partido de los Moscos.. y por que no: ¡La Iglesia de los Santos Moscos! Pero esto no ocurre así porque los Moscos, por su propia naturaleza solo piensan en si mismos. Lo que no quita que en el púlpito, en la tribuna o en la barricada abunden los Moscos como referentes de un conjunto que los deja hacer, por que si hay algo que no se les puede criticar a los Moscos es su vocación por la representatividad de los que ellos no consideran –secretamente- sus iguales.

Ya e esta altura de la lectura habrán podido ustedes hacer un pequeño listado mental de sus Moscos más conocidos, contribución que estimamos invalorable para la prosecución de nuestro estudio, por lo que solicitamos –de ser posible- nos acerquen sus opiniones y referencias a la redacción de nuestro periódico, comprometiéndonos, o no –eso depende de lo Mosco que sea usted- a guardar la privacidad de su información.

Por otra parte bueno es destacar que si en la proporción de cuatro a uno emerge un Mosco, esto no se da simplemente en las agrupaciones ocasionales, sino también en aquellas que adquieren un carácter más o menos permanentes.

Tal el caso de los cuerpos colegiados gubernamentales.

Pensemos que en una legislatura de quince miembros da para tres Moscos, exactamente; pero que en un Concejo Deliberante de siete, casi tenemos un Mosco y medio.

Esta proporción resulta inevitable, y si hubo partidos que en algún momento pretendieron presentar listas sin Moscos, así les fue. Algunos han pesado –resignadamente- que con un Mosco en la lista podrían garantizar una base del 20% del electorado, pero pronto han llegado a defraudarse: un Mosco no vota necesariamente por otro Mosco.

Aunque en esto de las elecciones, y tendremos durante el 2003 abundante material de interpretación, aparecen los momentos en que como un rasgo de sensatez   se vota a lo Mosco, como cuando se generan los votos castigo, los votos bronca, o los añorados comités de tachas.

Aclaramos, casi como un tópico de despedida, que los Moscos no tienen sexo: pueden ser Moscos y Moscas, y en estos tiempos de amplia tolerancia.. también Moscardones. Eso sí, es para tener en cuenta las conductas de los que son como Moscos para el sexo, donde la característica inicial es la pegajocidad.

Los Moscos forman familias, aunque no siempre familias de Moscos. Un hijo o mas puede heredar esta condición; pero en muchos casos el grupo crece y evoluciona con su Mosco primigenio, que puede ser o Papá Mosco o Mamá Mosca. Son raros los casos de un matrimonio Bi-mósquico, siendo la forma más frecuente la del Mono-mósquico. Aunque muchos, dada su individualidad desbordante, no resuelven su salida del celibato.

Los Moscos privilegian a las multitudes con su presencia, y en algunos casos, ya en su indumentaria uno advierte lo mosco que son.

(*) Durante la Exposición Rural de 2003 (viernes 14 de febrero) , en el Stand de Osvaldo Santarone, vendimos en número Cero de El río, un mensuario que cobró continuidad a partir de ese momento y del cual este blog se considera una continuador. Uno de sus artículos fue este, escrito por Pedro Gamma, cuyo análisis de la sociedad podrá ser actualizado, pero nunca superado...







TRIPTICA NACIONAL.LENGUA.20.El español del futuro, más simple y moderno

Dijo Andrés Oppenheimer, que una de las sorpresas agradables con las que se encontré durante una visita a España la semana pasada es lo que está ocurriendo en el campo de la modernización del idioma español para hacerlo más fácil de leer y escribir.

La Real Academia Española (RAE), que, desde 1713, regula la lengua española, evalúa seriamente eliminar antes de fin de año los acentos de las palabras "éste", "ése" y "sólo". En este momento, esas palabras llevan acento cuando se les emplea en ciertos casos y no en otros, lo cual es un verdadero dolor de cabeza para muchos.
Pero no todo queda en las tildes obsoletas

OPENHEIMER da su opinión: aunque en algunos aspectos la Academia sigue viviendo en la Edad Media -no hay excusa para mantener "judiada", un término que ya no se usa en ningún lado, ni en mantener vivas expresiones sexistas que también forman parte del español antiguo-, me alegra ver que la institución esté tratando de simplificar y modernizar más rápidamente la lengua española.
Los puristas no deberían alarmarse por las propuestas de españolizar palabras en inglés: es algo que viene ocurriendo desde hace mucho tiempo, y no ha puesto en peligro al idioma español.
Las palabras "fútbol", del inglés football , o "mitin", de meeting, hoy día son parte de la lengua hispana, sin que a nadie le choque. Y el intento de eliminar los acentos debería ser más que bienvenido: en la era de Internet y de mensajes de texto, donde casi nadie usa las tildes, estas últimas se están convirtiendo, cada vez, en más obsoletas.
Hasta ahora, siempre creí que la Academia era un anacronismo que mantenía a la lengua española presa en una camisa de fuerza. Pero después de visitar esta institución, empiezo a pensar que cumple una buena función al unificar y simplificar la lengua española en todo el mundo, asegurando así su supervivencia. Sólo hace falta que la RAE erradique algunos de sus vestigios medievales, y haga un poco de "marquetin".


EVOCACIONES****Agosto 21, de 1615. En su búsqueda de salvarse del Escorbuto la expedición holandesa de Lemaire se dirige a Sierra Leona buscando remedio para este mal.

De ese lugar tenían referencias por otros navegantes y donde arribaron el 21 de agosto. Luego de sobrepasar los peligrosos bancos existentes frente a aquellas costas, fondearon en una bahía y se dirigieron a tierra con los botes. Allí no hallaron seres humanos, aunque encontraron algunos ríos de donde proveerse de agua potable. También descubrieron varios limoneros, de los cuales recolectaron cerca de 2.000 limones no completamente maduros y, por lo tanto, buenos para almacenar.


Luego navegaron un poco hacia el Norte y fondearon en otra bahía, delante de un grupo de chozas de paja. Desembarcaron e intercambiaron con los pobladores varias cuentas y cuchillos por nada menos que 20.000 limones, una reserva de vitaminas esenciales suficiente para abastecer varios meses a la tripulación. Pensaron que también podían obtener arroz y gallinas, pero en ese momento no había. Los habitantes de estas costas, acostumbrados, por cierto, a la presencia de naves europeas, no rehuían el contacto con los marinos.

Sin embargo, muy diferente sería la relación con los pobladores de la Patagonia.

El escorbuto era denomina la “lepra del mar”, Scheubuik (escorbuto, en holandés) palabra compuesta que significa “rajar el vientre”.


El escrobuto es una enfermedad producida por el déficit de ácido ascórbico (vitamina C) en la dieta o por dificultades para su absorción. Se caracteriza por alteraciones intercelulares en las paredes de los vasos sanguíneos. Esto produce hemorragias en diversos tejidos, especialmente en la mucosa bucal, y pérdida de piezas dentales. También puede causar hematomas diversos, anemia, mala cicatrización de las heridas, infecciones secundarias, ennegrecimiento y caída de las uñas, trombosis secundarias, problemas articulares, debilitamiento y fatiga.

La historia de la medicina reconoce al Dr. James Lind, de la Armada Británica, como descubridor de la prevención y de la cura de esta enfermedad, según su tratado de 1753 titulado A Treatise on the Scurvy.

Sin embargo, la expedición de Schouten y Le Maire demostró, casi un siglo y medio antes, que se podía prevenir el escorbuto poniendo en práctica normas alimentarias específicas. Durante la travesía, existió una marcada preocupación por el acopio de alimento fresco y de grandes cantidades de cítricos, importante fuente de vitamina C, que provenía esta y muchas otras enfermedades. Obviamente, los marinos holandeses ignoraban qué sustancia “milagrosa” podrían contener estos cítricos, ya que las vitaminas –como sustancias químicas con propiedades especiales- recién fueron descubiertas a comienzos del siglo XX. De qué modo adquirieron aquel conocimiento es algo que aun resta aclarar, pero con seguridad, la tradición oral jugó un papel importante en este aspecto.
Uno de los secretos del éxito de la expedición fue combatir esta enfermedad y cuidar de la salud de sus navegantes mediante una buena alimentación. Un claro ejemplo de ello es la baja mortalidad registrada durante la larga travesía que, al llegar a su fin, computó únicamente tres muertes y sólo una causada por el escorbuto. Este elevado índice de supervivencia constituye todo un logro para la época.

Pese a la adecuada prevención y tratamiento que los holandeses pusieron en práctica, otros navegantes no supieron interpretar la valiosa información que guardaban los diarios de la expedición. Recién en el siglo XVIII, el Dr. J. Lind comenzó los estudios sobre esta enfermedad, concluyendo que la ingesta de limones era la mejor prevención para ella. A partir de entonces, se incluyó el consumo periódico de cítricos en la dieta de las tripulaciones de la Armada Británica y varias décadas después, lo hicieron también las Armadas de Francia y España.



Como el curanto. Segunda parte.

La presentación anterior hizo referencia a la elaboración en Nueva Zelanda de una comida de origen aborigen que es similar al curanto, por su cocción subterránea.

De la lectura de Aku-Aku escrito por  Thor Heyerdahl -el navegante de la Kon-Tiki- surgen variadas referencias al horno de tierra, umu takapu, que pone en evidencia practicas similares pero con alimentos en pequeña escala en la Isla de Pascua.  Son los que sirven de ofrendas ceremoniales a los espíritus protectores de las cavernas subterráneas, cuando se pretende el ingreso a las mismas. En esos caso se cocina subterráneamente gallinas envueltas en hojas de plátano. Situación que las hace muy apetecibles aunque el que da testimonio de todas estas acciones debe conformarse solo con la rabadilla.

Agregamos a esta entrega las fotografías que nos proporcionara María Cristina Bargiela, fueguina que por la Feria Costumbrista de Quellón -extremo sur de la Isla Grande de Chiloé.


Se aprecia como el plástico se ha incorporado para facilitar la condensación del calor del vapor.


Y como se han venido preparando los infaltables micaos.


En tanto que los mejillones morirán para placer de los consumidores.


Esta sería una porción, como para llenar el estómago de un par de concurrentes.


Y aquí están las víctimas propiciatorias.


EVOCACIONES** Agosto 19, de 1820. . Se amotina la tripulación de David Jewitt, corsario norteamericano al servicio del gobierno de Buenos Aires.

Las circunstancias que consideré de interés las relató casi en estas palabras: la necesidad de tener
una tripulación eficaz y la imposibilidad de obtener hombres que todos tuvieran buenos antecedentes, lo habían inducido a sacar algunos de la prisión común. Entre éstos había uno que había intentado capturar un navío con valores a bordo, que se encontraba fondeado en el Río de la Plata; pero como la noche era oscura, afortunadamente para el dueño del dinero, se confundió de barco, abordando una goleta nacional, donde fue atrapado y enviado a la cárcel. El capitán Jewitt se dio cuenta que éste era un hombre osado y temerario, pero se persuadió a sí mismo de que, dirigiéndolo juiciosamente, podía ser de utilidad; decidió, por tanto, tomarlo como suboficial, aunque el gobernador discutió al respecto con él, insistiendo en que se trataba de una persona altamente desprovista de principios. El capitán Jewitt respondió que correría el riego; y que si aquél se hiciese culpable de amotinarse, lo fusilaría. La previsión del gobernador resultó ser correcta, como se verá a continuación. Ya llevaban cierto tiempo navegando sin que se manifestara descontento alguno entre la tripulación: toda indulgencia permitida por el servicio les fue concedida; y al oficial sacado de la presión, el capitán lo fue ascendiendo periódicamente hasta que, en determinado momento, alcanzó el grado de teniente. Se puede fechar el motín desde el día en que obtuvo su ascenso. Este villano, por tener una relación más estrecha con los oficiales, contaminó la mente de algunos, propagando un espíritu de insubordinación entre los marinos; de modo que se trazó un plan para ejecutar el más hórrido asesinato, que fue evitado por una circunstancia muy fortuita.

La historia de este motín fue escrita por James Wedell y figura en su libro UN VIAJE HACIA EL POLO SUR, realizado entre los años 1822 y 1824.

La noche del 19, el capitán Jewitt estaba acostado en su hamaca cavilando sobre el surtido de personajes que tenía a bordo cuando su mente se iluminó providencialmente, por así decirlo, con la necesidad de vigilar la conducta de su tripulación. Se levantó de inmediato, se puso una capa de color oscuro y, sin ser visto, llegó a la parte delantera dela cubierta de los cañones, del lado de babor. Aquí, las luces habían sido apagadas con el propósito de ocultar las actividades de los conspiradores: desde el lado opuesto oyó a un grupo enfrascado en discurrir sobre el motín. Quedó atónito al descubrir las intenciones crueles e inhumanas de estos infelices; pero cuando entendió que a medianoche, siendo entonces las 11y 40 minutos, daría comiendo la escena de asesinato y que él debía ser la primera víctima de su barbarie, apuñalado en su hamaca, no esperó a oír más, sino que se apresuró a regresar sin ser percibido. De inmediato mandó buscar al capitán de las tropas, lo informó del estado del barco y le ordenó poner a los soldados a las armas con la mayor velocidad posible. En cuanto le informaron que estaban listos, ordenó que dos oficiales, de quienes sospechaba, fueran detenidos, y, al mismo tiempo, convocó a los marineros a la cubierta. Los soldados se desplegaron en el alcázar y todos los oficiales en los que podía confiar se armaron.
Ante tan súbito descubrimiento de sus terribles designios, y ante al aspecto vigilante de la partida del capitán, los amotinados fueron ganados por el pánico. De todas formas, acudieron a popa, y el capitán J. los acusó de su crimen, ordenando quienes no estuviesen comprometidos cruzaran al lado de estribor. Se alzó un murmullo; pues tenían intención de resistirse; pero como desconfiaban unos de otros, permitieron calladamente que los cabecillas fueran capturados y aherrojados. Así, por el mero accidente de que el capitán Jewitt haya salido en ese crítico momento, entrándose de la villana conjura, se evitó una espantosa serie de asesinatos. Una vez restaurada la subordinación, tomó las disposiciones necesarias para llevar adelante consejos de guerra de acuerdo a las formas establecidas por los patriotas de Buenos Ayres, según las cuales el comandante de un barco de guerra está investido de poder sobre la vida y la muerte. La evidencia que surgió entonces implicó a tantas personas de quienes no se sospechaba, que decidió que la clemencia era incompatible con la seguridad del barco y las vidas de los inocentes. Al parecer, la intención de los amotinados era eliminar a todos los que pudieran mostrarse enemigos de su proyecto principal, que era izar la bandera negra y azotar los mares como piratas, haciendo del asesinato su principal recurso de seguridad.

Jewet había tomado posesión de Malvinas para el gobierno  e Buenos Aires el 9 de noviembre de 1820, estando en Puerto Soledad un conjunto de cincuenta barcos pesqueros, los que son notificados esta novedad.

Finalmente, tras un concienzudo examen de la evidencia por parte de sí mismo y de los oficiales del barco, el capitán Jewitt se vio forzado a la perturbadora necesidad de sentenciar a muerte a dos oficiales y dos marineros. Uno de los oficiales era la persona a quien había sacado de la prisión y ascendido. El día designado para la ejecución se erigió un cadalzo sobre la serviola de estribor y los cuatro desdichados encontraron la muerte por fusilamiento. Lamenté mucho, dijo el capitán Jewitt, que tan severo ejemplo fuese necesario, y de haber sido yo un espectador desinteresado, ciertamente habría clamado por que se los perdonara; pero mi compasión me influyeran. Aquí terminó su relato; y, habiéndosele informado de la muerte de su primer oficial, replicó con gran compostura, pues estaba familirizado con la muerte en todas sus formas: “Muy bien, hágase cargo de sus pertenencias”. El oficial fallecido, me dijo, estaba comprometido pasivamente en el motín; pero le ahorró el juicio debido a su enfermedad.
Con gran cortesía, el capitán Jewitt ordenó que se colgara una hamaca para mí en el lado de babor de su cabina; y cuando nos retiramos, noté que dormía con los pantalones puestos, con una daga al cinto y un par de pistolas sobre su cabeza. Como yo no me hallaba provisto de armas de defensa, sólo me quedaba confiar en que se observara estrictamente la neutralidad; pero el barco quedó en paz, y dormí sin ser molestado.
A los pocos días tomó posesión formal de estas islas en nombre del gobierno patriótico de Buenos Ayres, leyó una proclama bajo su bandera, izada sobre las ruinas del fuerte, y disparó una salva de veintiún cañonazos. En esta ocasión, todos los oficiales vestían uniforme de gala, que es exactamente el mismo que el de nuestra armada, lo cual combinaba mal con el estado ruinoso del barco; pero él fue lo suficientemente sagaz para calcular el efecto de esta parada sobre las mentes de los patrones de barcos que estaban en las islas; y como había reclamado su derecho al naufragio del barco francés anteriormente mencionado, con exclusión total de varios barcos con destino a Nueva Shetland que habían llegado aquí, era consciente de la necesidad de dar una apariencia de autoridad. De hecho, infundió tal terror en las mentes de algunos patrones de barcos sobre la captura o robo de sus naves, que uno de éstos propuso tomar las armas contra él; pero al señalarle al capitán Jewitt, confesó su error y sus temores cedieron.

El final del relato de Wedell deja en evidencias de los riesgos que se corría cuando se contrataba corsarios, para empresas de soberanía.


El 29 de noviembre partí de Port Louis y dejé al capitán Jewitt completando sus reparaciones. Me he enterado de que se llevó su barco al Río de la Plata y que ahora está al servicio de los brasileros. 

LOS SELKNAM y el ORDENAMIENTO DE LA TIERRA.

Dice Carlos Vega Delgado que es interesante la cosmovisión que tenía el pueblo selk'nam. Federico Echeuleilene entregó el siguiente mito a Nelly y Guillermo Pennazzo, referido al ordenamiento de la tierra:

            "Porque todo qèùqrqà (ser del sur) se encontraba acá donde está el Hotel San Martín, anzp'e (sierra Carmen Silva), vivía allí una joOèn (doctora), que murió en el año 1921.
            Esa llevaba la descendencia de la Luna, JoOèn (doctora), también como la Luna. Se llamaba Hont'eèn, parecido que la mamá de Garibaldi.
            Cuando murió dijo:
            Que se va a oscurecer el Sol cuando yo muera.
            Justo el día que murió en el 1921, fue un eclipse. Murió. Se oscureció el Sol(*).
            Era JoOèn bastante grande. Ella quería sostener el alma del muerto, Kàzpìn kuaAn uie (alma vida volver). No puede Kàzpìn (alma) al muerto, la sostenía así en el aire. La veían todos.
            Kázpìn es peluda, bien delgadita, como una muñeca, dicen que así la vieron. Ella la sostenía para ver si podía volver alma al muerto.
            Tiempo primitivo me parece que había uno que hacía resucitar, porque también K'oQj (Mar), también quería hacerla resucitar a su hija Ochn (ballena), cuando murió. Pero el padre no pudo sostener su alma.
            En ese tiempo todavía no había mar, entonces él se hizo mar, para hacer vivir a Ochn (la ballena), cuando murió.
            Entonces en ese tiempo, todavía no se convertía, no había K'oOj (Mar).
            Las K'oOj Tap (Bahía San Sebastián y Bahía Inútil), eran personas. No había mar. Ya se hizo mar él, entonces pudo Ochn (ballena) morir en el mar, no morir en tierra. Ya se convirtieron verdaderamente en ballenas y el padre se convirtió en mar.

            Esa es la desaparición, desaparece K'oOj (mar) de la tierra, ya se convirtió. Así se fueron convirtiendo todos, cada uno en su lugar.


La indígena que murió el día del eclipse fue María, indígena ona, tercer acta de defunción del año. Deceso producido en Estancia Sara a consecuencia de una gripe. 82 años. Soltera. Testigos Francisco Saldivia y Paulino Alvarez. Apuntes de Oscar Domingo Gutiérrez que corroboran el dato de Federico.

En la foto Federico al tiempo de su inciiación.

Conversaciones con Ramón García.1. El padrino de Cordón Cuneta.

“De cómo un 9 de septiembre de 1991, comenzamos también en El Sureño una columna que adaptándose en el tiempo ha querido ser reflejo de una voluntad de construir la identidad y la memoria de nuestro pueblo.”



Ramón García cultiva la Tierra del Fuego. En perito Moreno 740 llegará diciembre y colocará el cartel que anuncia: Hay lechuga..

Antes a abonado su quinta, ha sembrado la semilla que el mismo produce, la ha regado, y ha visto nacer el verde en el corazón de la manzana donde vive desde 1952.

Primero será el tiempo de la espinaca y los rabanitos, la fecha: últimos días de octubre. Después despertará la acelga, los ajos, las zanahorias, las habas, coliflor, perejil, papas y nabos. Las arbejas crecerán hasta dar sombra. La lechuga vendrá justo a tiempo para acompañar en la mesa un corderito de primera, Para Navidad peregrinarán los amigos de Ramón, y Carmen –su esposa- le dará una mano para atenderlos a todos.

Y luego en sus almácigos despoblados por las ensaladas de tantas familias aparecerá como sustituta la escarola, esa que Cumento reclama a manos llenas.

Allá por el año 1942 su suegro, Casimiro Torres García, se instaló en San Martín 747. la quinta comenzó en el fondo, crecía más rápida que la casa. Él tomó la posta y la tierra le responde desde hace casi 50 años.

Todos los días se pierden pequeñas cantidades de buena tierra, las que emigran pegadas a las raíces. Ramón se preocupa por recuperarla, para eso ha tenido su camión.  A los 68 años ya no se agacha a arrancar los yuyos, que llegan antes que la verdura, tiene un tablón y sobre él se acuesta para “uñear la cizaña”.

Produce su propia semilla. De repollo calcula que tiene almacenada para diez años. Sus ajos enormes son hijos de aquellos que guardó en un bolsillo, un invierno de 1966. Traía carga de Aerovías Halcón, que aterrizaba en YPF con los primeros vuelos verduleros. Estima que por cada diente sembrado esta semana recuperará 18. Y 18 fueron las bolsas de papas que salvó de una siembra hecha en María Behety, donde ganó la escarcha.

La quinta no tiene ningún secreto para Ramón. El secreto era el trabajo.










TRÍPTICA NACIONAL.HISTORIA.17.UN PAIS PORTUARIO SIN PUERTO

En el año 1824 el gobierno de la Provincia de Buenos Aires por ese entonces a cargo del gobernador Martín Rodríguez, negoció con la compañía bancaria Baring Brothers de Londres, Inglaterra, un empréstito por un millón de libras dando, origen a la deuda externa argentina.

En principio este capital iba a utilizarse para la construcción del puerto, para el establecimiento de nuevos pueblos y para obras de salubridad.

Durante la colonia, en tiempos de la sujeción al virreynato del Lima este no consintió que saliera la producción de lo que hoy es nuestro país debiendo canalizarse la misma hacia el Alto Perú y de ahí a Lima.

En esas condiciones poco podría progresar el Río de la Plata situación que contrastaba con el Brasil que comerciaba libremente con Inglaterra, paises que por otra parte comenzaron lentamente a infiltrar su comercio clandestino en ambas riberas del plata dando lugar al contrabando.

Cuando pasó el momento inicial de la plutocracia española, esa que llevó el oro de los indígenas a una España que terminó comercializándolo con Francia y Holanda; se pensó que algo de provecho se podía sacar del inactivo puerto de la Trinidad. Y fue entonces cuando nació el Virreynato del Río de la Plata con el propósito de expulsar a los portugueses asentados en la Colonia del Sacramento y comerciar exclusivamente luego… con la metrópoli española.

Esa situación no tranquilizaría ni a los ingleses, ni a los lusitanos, ni tampoco a una parte importante del comercio de Buenos Aires, los que accionarían y complotarían para acercar este país al libre comercio.

Los vaivenes de la política internacional dieron apertura a las relaciones mercantiles en el plata, por fuera del monopolio.

Buenos Aires vio nacer al Consulado, entidad que tuvo a su frente a la figura de Manuel Belgrano, cuyas opiniones no fueron coincidentes con la de los comerciantes del plata, en lo que se denominaba la Junta de Gobierno.

Belgrano fue designado el 6 de enero de 1793, en días de la Revolución Francesa, que extendía su pensamiento más allá de sus fronteras. El Secretario perpetuo de este organismo que era en parte mercantil, y en parte junta económica opinaba que “el comercio debe tener libertad de comprar donde más le acomode y es natural que lo haga donde se le proporcione el artículo más barato para reportarle utilidad”.


Y es lo que no querían los intereses metropolitanos en el Plata.

Lincoln Ross Colcord, un escritor nacido en el Cabo de Hornos.


En Agosto de 1883, mientras se dirigía hacia el este, luchando contra los ventarrones del Cabo de Hornos, el barco Charlotte A. Littlefield, al mando de LInconln Alden Colcord, soportó una gran tempestad, teniendo sus cubiertas a flor de agua.
Dieciocho meses antes, la pequeña Joanna nacía en el mar, en las proximidades de Nueva Caledonia: ¡y ahora, su madre , la joven Jennie Carver estaba a punto de dar a luz otra criatura, mientras doblaban el Cabo de Hornos!
Aprovechando hasta la última unión del velamen, el capitán Colcord se mantuvo en cubierta día y noche, luchando por alcanzar una latitud muy favorable.

Dice Félix Riesenberg en su libro Cabo de Hornos:

El día 14, en medio del huracán incesante en pleno Atlántico y  a una latitud de 54 grados 45 sur, arribó la cigüeña.
Pero eran competentes estos comandantes de veleros, y el pequeños Lincoln Ross Colcord vino al mundo en condiciones muy satisfactorias.
Había fortaleza y fe marina dentro de esos viejos navíos de madera.
Durante casi quince años la familia continuó en el mar, los niños fueron educados a bordo de la nave. Joanna realizó su obra: su colección de salomas y cantos cariños: Roll and Go, y Songs of American Sailormen han contribuido a preservar aquellas tradiciones.



Lincoln es considerado un autor de la ficción del  mar e historiador marítimo,

Colcord pasó gran parte de sus primeros catorce años a bordo de los buques en aguas profundas, una experiencia que inculca en el niño un amor perdurable del mar e influyó fuertemente sus intereses y actividades de años más tarde. 

Gente de mar de la quinta generación, Colcord y su hermana son los tema del libro Parker Bischop  Albee Jr. Cartas del Mar, 1882-1901: Joanna y la infancia de Lincoln Colcord  (1999).

En 1916 Colcord emergió como una figura literaria importante. Macmillan había publicado tres de sus libros, y una veintena de historias de mar y varios poemas había aparecido en revistas como American, Bookman, McClure, y Hampton.Bert Bender escribió en Mar Brothers: La Tradición del Mar americana Fiction deMoby-Dick hasta el presente (1988)

De que la escena del tifón que aparece en la novela El mar Drifting Diamond de Colcord (1912) habría sido apreciado incluso por Herman Melville, el autor de Moby Dick.

Al revisar el primer libro de Colcord con cuentos del mar, El Juego de la Vida y la Muerte (1914), el New Tork Times (01 de noviembre 1914) lo comparó favorablemente con Joseph Conrad, lo que sugiere que "el espíritu de la mar y el misterio de Oriente "infundir las obras de ambos autores.

Después de otro libro de similar temática: Un instrumento de los dioses (1922), Colcord volvió cada vez más a la investigación y escritura de la historia marítima. 

Ayudó a su hermana, Joanna Colcord Carver, con su colección de salomas, Roll and Go: Canciones de American Sailormen (1924). 


Nuestro autor  compiló Registro de buques construidos en el río Penobscot y Bay(1932).

En 1926 conoció a Ole Edvart Rolvaag, un novelista que había pasado su juventud en el mar como un pescador de la costa de Noruega. Trabajando en estrecha colaboración con el autor, Colcord tradujo el primer libro de Rolvaag, Gigantes en la Tierra: Una Saga de la pradera (1927), del noruego. La amistad entre estos dos marineros condujo a artículo biográfico de Colcord, "Rolvaag Pescador agitó el puño en Fate" (The American Magazine [marzo 1928]).

La década de 1920 a finales encontraron Colcord revisar libros marítimos y navales para el New York Herald Tribune. 

Sobre su actividad en ese tiempo dirá Riesenberg. Lincoln, por entonces un distinguido escritor y crítico de temas marinos fue el escollos contra el cual muchos libros zafios naufragaron; otorgó buenos vientos a los auténticos bajeles que alguna vez emprendieron excursiones tipográficas

En esta capacidad él revisó una supuesta autobiografía, The Cradle of the Deep (1929), por la actriz Joan Lowell, quien afirmó haber pasado sus primeros diecisiete años en el mar; Colcord señaló que todo era una ficción. Su exposición causó una controversia literaria sensacional, y que surgió con más fuerza que nunca estableció como autoridad preeminente en el mar. 

En 1936 su aporte resultó decisivo en la fundación del Museo de Penobscot Marine en Maine: The Neptune estadounidense.


El niño nacido en el Cabo de Hornos tiene una impronta fueguina que no ha sido reconocida, tal vez todo comience  funcionar de otra manera, si se llega a la traducción de sus escritos.

(En la foto los hermanitos Coldord, 
en la cubierta de un barco, 
con una cabra como mascota)