El obispo White Stirling relata su contacto con los alacalufes: "Íbamos en busca del viento, pero de inmediato alteramos nuestro curso y nos llegamos hasta el grupo de la canoa".



Corría el mes de marzo de 1876.


Viajando en el “Allen Gardiner” desde Ushuaia hasta Punta Arenas, encontramos nativos todos los días hasta que llegamos al Paso Brecknochk. Debo decir que dejamos Ushuaia el 20 de marzo y atravesamos el Brecknock el 27.

Nuestro viaje fue hecho lentamente y tratamos de anclar todas las noches. El domingo 26 permanecimos tranquilamente en una caleta, donde con marea baja, el “Allen Gardiner” reposó sobre un fondo arenoso. El arreglo para esto fue hecho el sábado a la noche, después de un día húmedo y molesto, durante el cuel habíamos llegado al extremo y soportado continuamente las ráfagas del huracán que rugía sobre nosotros desde las montañas. El refugio de la caleta donde estuvo el “Allen Gardiner” era muy agradable y nuestro Día del Señor pasó pacíficamente, iluminado por los servicios de nuestra iglesia.

El lunes temprano el capitán nos puso de nuevo en navegación y pronto entramos al paso Brecknock. Los botes del “Beagle” pasaron a través de los canales por los que el “Allen Gardiner” hacía su viaje desde Ushuaia a Punta Arenas. Posiblemente, con esa excepción, nuestro pequeño velero misionero ha sido el primero en usarlos. Pero cuando llegamos al Paso Brecknock, estábamos cerca del mar abierto y de islas frecuentadas a veces por loberos. Habíamos oído de una reciente colisión de una nave americana con los indios y, como había habido pérdida de vidas, esperábamos alguna hostilidad. Hasta entonces, los indios nos habían buscado y se habían puesto a la par, mostrando placer por nuestra presencia; su conducta había sido perfecta. Muchos de ellos habían visitado Ushuaia y todos habían oído del lugar, de Mr. Bridges y Mr. Lawrence, que estaba a bordo, y de otros amigos de su gente. Ofrecían pieles de lobo en venta y aceptaban dinero, con total confianza de que al volver a visitar la Misión, o por medio de amigos, obtendrían su valor en bizcochos, ropas u otros artículos para su uso. Invariablemente decía “Gracias” al recibir cualquier cosa, aun por el pago de pieles, lanzas o flechas.

Tuvimos una gran satisfacción con su conducta y vimos con mucha satisfacción la extraordinaria influencia de la Misión.

Durante unas 120 millas, la corriente de sentimientos amistosos y de confianza se veía muy vivamente. Hasta entonces, también hablaban el mismo idioma. Yo había observado cuidadosamente el límite donde no sólo podíamos encontrar el yagán, sino también otro idioma. Esto ocurrió en el Paso Brechnock y excitó grandemente nuestro interés. A una gran distancia, el capitán, mirando a través de los binoculares, descubrió una canoa cerca de la costa, a sotavento del “Allen Gardiner”. Íbamos en busca del viento, pero de inmediato alteramos nuestro curso y nos llegamos hasta el grupo de la canoa. Remaron con fuerza para alejarse, manteniéndose cerca de la costa, evidentemente esperando que, antes de llegar nosotros, pudieron dar vuelta a cierta punta de tierra y encontrar un escondite en una caleta cercana.

El obispo Obispo Waite H. Stirling, escribirá:

Al principio, estábamos tan lejos que sólo podíamos ver sus movimientos con poca claridad y cuando, de repente, se encendió un fuego en la costa y se levantó una señal de humo, nos imaginamos que el grupo de la canoa había desembarcado y estaba invitando nuestra presencia. Sin embargo, una búsqueda decidida, por medio de los anteojos para campo (que son un admirable regalo al “Allen Gardiner” por los hijos de Mr. John Fair) reveló que la canoa seguía retirándose, presionando hacia adelante con los mayores esfuerzos por parte de los brazos masculinos y femeninos. Era evidente que uno de los indios había dejado la cano y nadado hasta la costa para encender el fuego, con la intentención de desviarlos y retrasarlos. La cacería se tornó excitante, ya que el “Allen Gardiner” contaba con una brisa que lo empujaba, y los indios estaban remando como si les fuera la vida en ello. Al final, la entrada de la caleta fue alcanzada por la canoa, justamente cuando llegamos al alcance de los nativos con nuestras voces. Hubiera sido riesgoso ir más cerca con el “Allen Gardiner” sin una investigación previa, de modo que nos contentamos con acercar el velero y gritar a los nativos que no se asustaran, sino que se acercaran a la nave. Sin embargo, fue en vano y después de un infructuoso retraso, retomamos el viento favorable. En unos tres cuartos de hora o algo así, la canoa en cuestión fue vista saliendo al canal y, a la entrada de la caleta, observamos una segunda. Pensando que los nativos ahora podrían tener valor como para comunicarse con nosotros, volvimos a retroceder para tener eventualmente una conferencia. De ninguna manera, los visitantes tenían confianza en nuestra buena disposición y, sin embargo, habían quitado de su asta todas las puntas de lanza y sostenían pieles a la distancia, como para indicar sus propósitos pacíficos. Cuando llegamos a su lado, dando salida a sus sentimientos, lastimados por su experiencia anterior, gritaron con excitación: “¡Hombres blancos malos, tacaños! ¡Hombres blancos malos, tacaños!” No nos indignamos con ellos, pero sí con algunos que los habían impresionado tan lamentablemente con en cuanto al carácter de presuntos cristianos.

Habíamos llegado al límite del idioma. La canoa contenía representantes de dos tribus y dos idiomas. Los hombres se habían aventurado y consentir en tener comunicación con el velero, persuadidos por un muchachito, que los convenció con labios muy fervientes. Había oído de Ushuaia, pues algunos amigos habían estado allí. El “Allen Gardiner” era para él una señal de paz y buena voluntad.

Desde este punto hasta Punta Arenas no vimos indios, aunque un marinero de a bordo, que había estado cazando lobos en estas regiones 18 meses antes, nos señaló bahías que entonces estaban “llenas de indios”.

Tengo en mente la impresión de que, cerca del Estrecho de Magallanes y en zonas visitadas por loberos, los nativos de Tierra del Fuego son maltratados. Esta impresión fue confirmada cuando lo oí de boca del gobernador en Punta Arenas. Si es así, es simple la explicación sobre su no aparición entre el Paso Brecknock y Punta Arenas.


En su conjunto, el viaje a través de los canales de Tierra del Fuego fue muy agradable y muy interesante. Los glaciares eran soberbios y el panorama grandioso, mientras que la presencia de los indios durante nuestras primeras semanas de viaje aumentó grandemente nuestra alegría y satisfacción. 

Ilustramos esta referencia con una fotografía muy posterior a estos hechos, donde los alacalufes ya comenzaban a llamarse kaweskar. Por años no hubo interés del lado argentino sobre su existencia argumentando que eran indios chilenos, por el contrario desde el vecino país siempre había interés por estudiar etnias que fueron investigadas cuando ya solo habitaban en territorio argentino. La isla se mostraba sesgada por el limite internacional.

¿Sabía Usted?

Qué en la Exposición de París del año 1889 varios aborígenes onas (selknam) fueron exhibidos como antropófagos en una jaula?

Qué en 1900 se inaugura en Río Grande su primer comercio llamado “El cañón”?

Qué entre los navegantes que visitaron la Tierra del Fuego figura del Comodoro John Byron, abuelo del gran poeta romántico inglés del mismo nombre?

Qué el primer periódico de Ushuaia se llamaba “La Risa”, Semanario noticioso-jocoso-literario independiente. Data, según su único hoja manuscrita del 14 de diciembre de 1902. Luego apareció como “El Fueguino”?

Qué el 18 de agosto de 1943 Tierra del Fuego es declarada por el Decreto 5.626 “Gobernación Marítima”, pasando a depender del Ministerio de Marina?

Que en un decreto firmado el 10 de junio de 1819 por el Gobernador Delegado de Buenos Aires, Manuel Rodríguez, se menciona por primera vez oficialmente a la Tierra del Fuego? (En realidad debe decir Martín Rodríguez)

Qué el primer poema escrito sobre Tierra del Fuego se debe a un visitante norteamericano del siglo pasado llamado J.C. Palmer, y el poema lleva el título de “Thulia. Un relato del Antártico”?

Qué el 29 de noviembre de 1889 Julio Popper recibió la patente de Invención de su Cosechadora de Oro, concedida por la Oficina de Patentes de Invención de Buenos Aires, instalando cinco de ellas en la zona de San Sebastián?

Qué la estampilla de Julio Popper, que actualmente se exhibe en el Museo del Fin del Mundo de Ushuaia, fue diseñada por el litógrafo austríaco Rodolfo Soucup y que la casa  “Juan H.Vidd  y Cía”, de Buenos Aires imprimió la misma?

Qué la primer construcción realizada con cemento en Río Grande, fue en 1938 cuando se levantó la actual Misión Salesiana?

Este cuestionario y sus respuestas en el número 2 de la revista Al sur del cielo, publicada en Julio de 1993.

En su Editorial además leemos:

Como todos sabemos esta ciudad se diferencia de las del resto del país por haber sido fundada por un decreto presidencial que data del 11 de julio de 1921 precisamente.

Decreto que fundaba, edificaba una ciudad: ya nacida.

Una ciudad que se creó a sí misma lentamente desde finales del siglo pasado, y a la que convendrían sin duda estos versos que Borges escribiera para su ciudad natal: “La juzgo tan eterna como el agua y el aire”.

Creación y eternidad, Elementos propios del pensamiento y de las visiones poéticas, que siempre se hacen realidad.

Tal vez la sensibilidad de tres poetas de la ciudad: Gutiérrez, Cajal, Gallardo intuyeron que algo más que un decreto se necesita para fundar una ciudad.

Entonces resolvieron fundarla nuevamente el 15 de septiembre de 1989 en el acto que dieron llamar: La fundación Poética de Río Grande.


Y esto es el comienzo de otra historia.

Primeras noticias sobre Puerto Pimienta



Los holandeses de la expedición de Spilberger Fueron a dar a un lugar conocido como la bahía de CORDES, una suerte de puerto en el gran canal.

El lugar fue aprovechado para dar descanso a la tripulación y revisar el estado de los barcos.

Se junto agua, se proveyeron de leña, y además recolectaron “corteza de winter” –nuestro familiar calafate- muy preciado entre los marinos para combatir el escorbuto.

El recorrido permitió conocer otros lugares a los que se evaluó en sus condiciones marineras.

Esta sería la última experiencia holandesa por el estrecho. La próxima expedición buscaría otra ruta, y realizaría relevantes descubrimientos.

Se encuentra en la isla de los Pingüinos, registrando las siguientes novedades:

En la isla de los pinguinos vimos dos cadáveres que habían sido enterrados a la manera del lugar, y tenían sólo poca tierra sobre ellos, rodeados en cambio de flechas y arcos. Se los descubrió un poco y se vio que habían sido sepultados en pieles de pingüinos, uno era el cuerpo de un hombre de tamaño normal, el otro sin embargo, era de 2 ½ pies de estatura. Alrededor del cuello tenían pequeños collares de caracoles que relucían como perlas. Se les echó encima, enseguida, tanta tierra como se les había quitado. Uno de los capitanes nos contó que en esta costa había visto varios indios con sus mujeres y niños, y que les habían hablado muy amistosamente, y el les había regalado cuchillos y otras mercancías, y les había dado vino español, con lo cual se pudo ver por sus gestos, estuvieron muy satisfechos.

En agradecimiento les habían dado a nuestra gente ciertas perlas, de concha de caracol ensartadas, elaboradas con destreza; sin embargo no regresaron durante el tiempo que echamos ancla aquí. Pensamos que se debía al temor de nuestros disparos, ya que todos los días se salía a cazar.., En la costa de enfrente mucha gente había encendido una hoguera. Tenían canoas de ellas cuales una vino hacia nosotros y con su remo nos hicieron señas, pero no se atrevieron a venir a bordo.. No lejos de aquí perdimos dos hombres que fueron muertos por los salvajes, con mazas, cuando quisieron cazar una aves terrestres muy bonitas.


Las crónicas de los viajeros holandeses que acompañaron la expedición de Spilbergen hablan de nativos descomunales:

Vieron allí a un hombre de gigantesca estatura, que trepaba a las colinas para observarlos mejor. Esta era la tierra llamada del Fuego, que se halla al sur del Estrecho.

Desembarcaron y no encontraron nativos.

Solo vieron dos avestruces y un río de agua fresca, bordeado de arbustos y zarzamoras.

En la margen sur hallaron agradables bosques, donde abundaban los papagayos: a los 54 grados sur las montañas estaban cubiertas de nieve.

Era el 25 de marzo de 1615. Llamaron a este lugar Puerto Pimienta, porque las semillas de uno de los árboles le supo a Pimienta.

Encontraron luego algunos salvajes y traficaron con ellos, cambiándoles cuchillos por cuentas de perlas.

Algunos hombres de la tripulación que desembarcaron para cazar aves fueron sorprendidos por salvajes que asesinaron a dos de ellos.


Spilberger seria el quinto navegante en circunnavegar el globo, regresando a Holanda después de tres años de navegación.

Jovita Vargas, madre de desaparecido.



El 15 de octubre de 2006 era el día de la Madre, y el diario El Sureño publicaba en el suplemento Nuevas Letras esta sentida relación que hoy recuperamos en otro 24 de marzo, Día de la Memoria, la Verdad y la Justicia. Jovita fallecería el 3 de diciembre de 2012, en casa de su sobrina Leticia.., frente a mi casa...

Guillermo Carlos Barrientos Vargas es uno de los tres fueguinos que forman parte de la negra lista de 30 mil víctimas de la última dictadura militar. Jovita Vargas, su madre, lo recuerda junto a Nuevas Letras a casi 30 años de su desaparición. Para ella el día de la madre nunca fue motivo de festejos, pero cada día de su vida recuerda a su hijo.

El joven había marchado a Córdoba para estudiar Ingeniería electrónica en busca de sus sueños; quería un futuro y una sociedad más justa, si hasta peleaba junto a otros amigos por un mejor régimen de becas en el Territorio. Pero allí solo encontró  su desaparición durante el último régimen militar argentino. Nunca más se supo nada de él y su madre aun lo espera.

Jovita Vargas llegó a Río Grande en el año 1950. En esa época no había agua, ni luz, ni gas. La vida era distinta, dura y sin embargo esta mujer no bajó los brazos. Se casó con Guillermo Barrientos a dos años de su llegada a la ciudad y al siguiente año nació su único hijo, Guillermo.

“Nació con un kilo y medio, era huesito y piel porque mi embarazo fue muy malo, no podía comer nada. Pero era tan sana esa criaturita, es que lo crié bien cuidado. Que no esté mojado, que no reciba correntadas porque no había gas, nada”, expresa doña Jovita. Guillermo como tantos otros fueguinos nació en la enfermería del BIM Nro 5, que era el único que podía atender esas urgencias en la ciudad, y a sus diez años falleció el padre.

Tiene la mirada perdida, melancólica quizás y cuéntalo difícil que era ser madre por aquellos años. Corría el año 1953 y había que salir adelante: “el agua era de pozo y cuando nevaba o hacía mucho frío, escarchaba dentro de casa, en los pisos estaba todo escarchado, era difícil porque no había gas”, recuerda.

Una herida eterna.

Guillermo desapareció el 7 de noviembre de 1977. “Luego de cenar en casa de su mejor amigo y mientras esperaba el colectivo que lo llevaría a su domicilio en calle Guillermo Miller Nro 1227, es secuestrado por un grupo de civiles portando armas largas, que se había identificado como “fuerzas conjuntas de seguridad”. Ambos esperaban en la avenida Colón, pleno centro de la ciudad de Córdoba, cuando varios vehículos se detuvieron, obligándolos en forma violenta a subirse en dos de ellos. De allí en más el amigo de Guillermo pierde el rastro, desconociéndose el día de hoy su paradero”, relata el historiador Mingo Gutiérrez el 3 de noviembre de 2002 en Rastros en el Río”.

“Cuándo mi hijo vino la primera vez de vacaciones tenía 17 años, después no lo vi más, y cuando lo fui a buscar a Córdoba no lo encontré en ningún lado, anduve en los juzgados, hablé con jueces y nunca más tuve novedades de él”, recuerda Jovita con dolor.

“Para mi es una herida eterna, era el único que tenía en la vida”, dijo esta madre resignada afirmando que a pesar de lo dura que ha sido su vida, se ha obligado a ser una mujer “firme”. “Eso lo sufro sola y callada, mi hijo no pudo conocer esta casa, y cuando vi que mi marido no estaba y mi hijo no venía me quería morir”, dice pensando en aquellos primeros momentos de incertidumbre.

Un hotel, ser madre.

“Tuve un hotel alquilado y lo compré, después lo vendí y compre esta casita, pero mi hijo no la alcanzó a conocer, fue después que el desapareció”, recordó esta mujer que vio crecer Río Grande y comenta que era muy difícil ser madre por aquellos años. Cuando quería ir al frigorífico debían pasar en bote, “aparte la gente de las estancias pasaba a caballo, después hicieron pedregados, cercos y al final llegaron las rutas”, destacó.

Finalmente invocó a aquellas épocas cuando vivía con sus padres, “mi madre era una mujer muy sencilla, muy suave que nunca me castigó. A veces nos retaba pero nada más. He sido hija de un buen matrimonio y eso me ayudó a aprender valores”.

Al ser consultada sobre la juventud actual, es muy tajante. Sus apreciaciones son debido a los años que ha vivido y a lo difícil que ha sido su vida. “Yo no creo que la juventud vuelta a tener respeto, cuando una se acostumbra a algo siempre lo va a hacer. Como tenés que comer, como criás a tus hijos. Las mujeres tienen que saber que deben cocinarle a su esposo y su hijo”, destacó Jovita.

Finalizando la nota en sus manos temblorosas, fumaba un cigarrillo lenta y pausadamente. La mujer ya está más tranquila, los peores recuerdos ya han pasado pero ella afirma que ninguno le hace mal, que está todo “en mi cabeza” aclara y de vez en cuando recibe la visita de los amigos de Guillermo que aún viven en la ciudad “¿Vos sabía que tiraron el Miramar abajo?”, pregunta finalmente como queriendo hacer eterna la visita.



En las fotos: Guillermo, junto a sus padres, desde la esquina del Miramar. Foto para su DNI.





Sobre las retransmisiones desde Buenos Aires.



LRA 24 conserva en el rack de su sala de control un receptor de radio de gran potencia que por los años 70 era el medio por el cual se podían tomar las emisiones de LRA 1. (*)

Los espacios informativos no eran muy extensos, y su buena recepción dependía en muchos casos de la estación del año en que nos encontrábamos. Si era verano el sol generaba ruidos y disminuía la apreciación de los contenidos. Si era invierno mejoraba totalmente y podíamos escuchar –al igual que cualquier receptor de onda larga- emisiones distantes casi como si fueran locales.

Nos movíamos en el mundo de la Amplitud Modulada y la cabecera enviaba también sus señales en Onda Corta.

Escrita a máquina aparecían las frecuencias de emisión más apropiadas en cada horario, y por ellas pasaba el trabajo del operador antes y durante cada espacio.

Un segundo receptor como el que aquí mostramos permitía que mientras se emitía por uno se pudiera buscar en otra frecuencia una recepción mejor y en cierto momentos haciendo el pach y moviendo potenciómetros se podía cambiar la de escucha deficiente por otra mejor.

Desde el servicio oficial se sabía estas dificultades y en algunos casos se establecían cadenas, más en el norte del país: una emisora tomaba la de cabecera, otra la tomaban a ella, y una tercera tal vez podría recepcionar la que hacía de último eslabón.

Pero nosotros estábamos muy lejos. La más cercana, en Comodoro Rivadavia LRA 11- era imperceptible a plena noche. El enlace siempre se daba con Capital.

Los contenidos de nuestra programación estaban dados por programas locales en vivo, y programas grabados. De estos últimos que llegaban en cintas abiertas podía haber una segunda categoría: los espacios de embajada –RAI, DW, Radio Francia Internacional, Radio ONU- y los elaborados por otras emisoras, primordialmente LRA 1.

En cierto momento llegó autorización para retransmitir eventos deportivos, pero claro.., Radio Nacional no tenía equipo periodístico, por lo que se podía sintonizar señales de otras radios, por lo que los oyentes locales se sorprendían por la presencia de publicidad, situación vedada a todas las emisoras del servicio oficial, por entonces. Y esto en todo el tiempo que podía durar un partido de fútbol por Radio Argentina o Radio Rivadavia.

El mundial 78 nos hizo salir de esta manera, sin mejorar técnicamente nuestra recepción que en muchos casos se tornaba ruidosa. En un momento, en medio de los festejos por algún gol de Kempes advertimos que el entusiasmo del relator no era tan grande, hasta que nos dimos cuenta que por escucharse mejor, estábamos tomando una potente radio de Montevideo.

En el 82 la circunstancia de Malvinas nos mantenía atentos a saber lo que pasaba con el oído puesto a lo que se decía en Buenos Aires. El horario de transmisiones locales quedó restringido por las limitaciones de circulación que existían en la localidad, y la misma población veía recortado horarios escolares, y de funcionamiento de empresas y comercios. Aunque la guerra se desarrollaba en invierno no se podía escuchar del todo bien, y a la cadena oficial que se imponía a cada rato sumábamos la recepción de la Azul y Blanca que emitía Radio Rivadavia.

En un ángulo del control Miguel Bersier instaló un potente receptor de su propiedad, y por ese y otro que tenía instalado en su casa, nos llegaban emisiones dadas en el mismo escenario del conflicto que después el director se encargaba de descifrar o traducir, o en el caso de lo propiamente argentino.., en interpretar; aunque esa información no podía salir al aire. Personal de Prefectura –Los Albatros- prestaban atención a todo ese cócktel radial, mostrándose intranquilo, situación que se apreciaba por la forma en que sostenían sus armas.

Pero llegó la democracia.

Algo mejoró desde lo técnico, y por sobre todas las cosas la urgencias para informar sobre hechos de gobierno.

Con el correr de los años, y durante la década del 80, sin que tuviéramos servicios de microondas fueron más frecuentes las emisiones desde LRA 1, y también más extensas.

Pero no siempre esto que se vivía, el de las Cadenas Nacionales, era aceptada por los oyentes que resultaban objetos de una experiencia en muchos casos redundante.

Y eso se dio cuando se comenzó a difundir las sesiones del Congreso de la Nación, donde Tierra del Fuego tenía solo dos representantes en diputados, que además no eran del todo conversadores.

Para el personal de la emisora conectar con LRA 1, aunque la situación técnica fuera deficiente, representaba para parte del personal dejar de trabajar por un buen rato. El operador era el que tenía que prestar mayor trabajo para tener siempre al aire la mejor señal, pero otros podían distraerse incluso viendo en televisión otras ofertas recreativas.

Pero estaba el segmento de los colaboradores, gente que al menos una vez a la semana hacía sus programas honorariamente, y que cuando esperaban encontrarse con su público debían asimilar que allí estaba la radio del Congreso de la Nación, como dueña del éter.

La Revista Arco Iris reunía a entre su elenco de redactores a por lo menos tres que tenían su programa en LRA 24, y leamos lo que decían de todo esto.

“..hacemos incapié en la mala costumbre que tiene Radio Nacional, empeñados en difundir las sesiones del Congreso y demás, condenando a un amplio radio de alcance que posee por amplitud modulada, y única alternativa en muchos lugares (campamentos, plataformas, etc.). La pregunta es: Que beneficio aporta a nuestra comunidad el emitir estos discursos paso a paso entre los representantes que no elige y que cobrar buenas rupias por su trabajo (concurran o no), más el beneficio de pasajes que varios reparten entre amigos y familiares? (perdón, nos fuimos del tema…)”.

“En Buenos Aires existe LRA 37, Radio Congreso. Y ahí sí: QUIEN QUIERA OIR QUE OIGA!”

Los años han optimizado los señales y visto cada tanto intentos desde el centro a la periferia por controlar los contenidos.  Apuntando por sobre todas las cosas, sobre todo cuando los gobiernos centrales comienzan a tener crisis de representatividad, a lograr emisiones desde capital, en horarios más extensos, y en espacios más centrales.


El viejo receptor Hammarlund, parase decirnos por todo esto: ¡Y a mí me la querés contar!

(*)Quién quiera saber algo más de nuestro receptor puede buscar por aquí http://www.radioblvd.com/sp600_rebuild.htm. En el mercado argentino se ofrecen entre 395 y 500 $. 

EVOCACIONES ***Marzo 22, de 1902. Johan Gunnan Anderson. en casa de Mr Hurst.



Se trata del expedicionario antártico sueco, haciendo base en la Gran  Malvina.

Viajando en la goleta Fair Rosamund, esta naufraga sobre la costa de Bahía Stephens luego de una gran tormenta; entonces el viajero –naturalista que estudiaba los insectos del lugar- encaró llegar por tierra a Bahía Fox cosa que consiguió en dos días de marcha.

En ese lugar es recibido por Mr Hust, jefe de policía de la Gran Malvina, realizando de la experiencia el siguiente registro en su diario de viaje:

“Le dije en pocas palabras que formaba parte de la expedición sudpolar sueca y viajaba actualmente a lo largo  de la costa de Malvinas en espera del regreso del Antartic, que había naufragado en el Fair Rosamond, en puerto Stephens, y que había venido a Bahía Fox, para esperar la goleta de correo Estrella!.

-Puede Ud alojarme en su casa hasta la llegada del barco? –pregunté al concluir mi relato.

Mr Hurst quedó algo pensativo.

-No le gustaría tomar una tasa de te? –me preguntó para ganar tiempo.

Gracias –le interrumpí-; necesito que me conteste usted ahora mismo; mi guía está esperando afuera hasta saber si tengo alojamiento, para volverse inmediatamente y llegar a Double Creek a la noche.

Me ofreció otra vez té, pero le reiteré mi súplica y fue a consultar el caso con su señora. Dos minutos después estaba todo arreglado, y durante las 144 horas (seis días) que estuve en Bahía Fox, fui agasajado de la manera más cortés por la amable familia de Mr.Hurst.

Su hijo Roberto, me acompañó continuamente en mis excursiones: era un despabilado e inteligente muchacho, cuyo entusiasmo patriótico no tenía límites. Se había aprendido de pe a pa la historia de Inglaterra, sobre todo las modernas expediciones militares a las Indias y el Sudán, poseía además un voluminoso álbum con la lista de todos los buques de la marina inglesa, cuyos nombres había aprendido de memoria. Durante las veladas disputábamos sobre la guerra sudafricana; él era un imperialista de pura sangre: yo, en cambio, era partidario de los Boers; pero, a pesar de esto, nos hicimos íntimos amigos.

Anderson descubrió en esos días minerales, fósiles, insectos y crustáceos que no avistó Darwin cuando pasó por el lugar.



El barrio Danés.



En el único número que se publicara de la revista Mirador Fueguino, se publicaba esta relación periodística vinculada a un barrio “privado” de la ciudad. Allá al poniente el Barrio Danés, nacido de la compra de terrenos a los vecinos DAnilo Havelka y NEStor Monti. La situación, así como se contaba no era mejor por ser privado de lo que sería en otros lugares de la ciudad donde la misma crecía ganando tierras a espacios fiscales.



Estuvimos charlando con algunos habitantes del Barrio Danés de nuestra ciudad. Ellos nos contaban un poco la historia del lugar y las dificultades que tuvieron y tiene actualmente. Este es el resumen de lo dialogado.

El barrio nació allá por 1986,, cuando comenzaron a venderse los lotes. En ese entonces esto no era más que campo abierto, con la casilla de los chicos que se encargaban de mantener la señalización, casilla que más de una vez se dio vuelta debido al viento. Poco a poco fueron llegando los primeros habitantes, a los que podríamos definir como verdaderos  héroes, dadas las condiciones en que se arriesgaba a instalarse aquí.
Todavía no se sabe por qué, pero lo cierto es que las obras de agua, cloacas y gas prometidas para fines del ‘86 o enero/febrero del ‘87 recién se comenzaron a ver, en el caso de agua y cloacas, en abril/mayo ’87 y las de gas, si se quiere las más necesarias, recién se habilitaron en enero/febrero del ’88. Esto es importante destacarlo, ya que aquí se trata de un barrio particular, existiendo en los contratos de compra-venta una cláusula con el compromiso de entrega de los servicios. En cuanto a la luz, por suerte existían tableros de obra, y en ese sentido la Cooperativa fue rápida, ya que pronto se pudo contar con las primeras bajadas particulares.
Los inviernos del ’87 y del ’88 fueron muy duros. Sólo aquellos que lo vivieron pueden saber lo que es pasar un invierno, o dos, sin gas, dependiendo de un cilindro de 45 Kg., que a veces se terminaba en un sábado o domingo, obligando a estar hasta el lunes sin ellos, gastando fortunas en electricidad y a pesar de todo ver como se formaba una capa de hielo del lado de adentro de los vidrios.
Por suerte, estas cosas hoy fueron superadas. Pero dejan un recuerdo difícil de olvidar en aquellos que lo vivieron: sobre todo por el hecho de haberse sentido muchas veces estafados, toda vez que meditaban acerca de las promesas a corto plazo de quienes comercializaban los lotes, y se caía en la cuenta que no se cumplían.


El barrio necesita alumbrado público, de ser posible antes del próximo invierno.
Esto es un pedido para aquellos que tienen poder para decidir a qué barrio atender con prioridad y a cuáles dejar para después: que el Danés sea tratado en igualdad de condiciones con todos los otros barrios de nuestra ciudad. El hecho de haber podido adquirir los lotes no quiere decir que los que allí habitan sean de condiciones económicas desahogadas. Muy por el contrario, la mayoría accedió a ellos con grandes sacrificios, privándose de un montón de cosas para poder pagar las cuotas, empujados muchas veces por las perspectivas de crecimiento rápido que planteaban quienes vendían y, por sobre todo, creyendo en Tierra del Fuego, detalle no tan necesario a la hora de recibir un terreno fiscal de regalo, pero si importante cuando se trata de invertir lo que bien se podía haber utilizado en la compra de un auto, o algunas comodidades fáciles de trasladar en caso de verse “apurados” porque “la isla se hunde”.
También se hace un llamado por este medio para aquellos que sean propietarios de terrenos desocupados (más del 50% a tres años de su inicio), para que se hagan cargo de ponerlos en condiciones, por ejemplo procediendo a su relleno y cercado, para terminar así con las lagunas internas del barrio. Recuerden que esos lugares se constituyen en peligros latentes para los niños que juegan en las cercanías, a la vez que afean la imagen de lo que con el tiempo pretenden que sea un “barrio”.





Seis lecturas sobre Milton Roberts.




 Ernesto Maggiori historiador de la Patagonia hace un abordaje de la vida de Milton Roberts, ese que antes de ser juez de paz en Río Grande fue un comisario en años bravos. Su impronta aparece en el libro La cruzada patagónica de la Policía Fronteriza, de la cual tomamos varias referencias.

Roberts es el patriarca de una gran familia de múltiples apellidos insertados a la vida fueguina, y no hemos conseguido que su nombre sea escrito correctamente en la calle que lo recuerda.., pero tal vez la solución venga después de esto.

Inspiró la obra de algunos escritores de renombre, como Andrés Rivera, que puso aspectos fantásticos sobre su accionar, Maggiori se ajusta a la verdad de los documentos que estando dispersos el unió con prolijidad..

Entre las fotos hay una de Milton y su esposa, tomada en dependencias del Juzgado de Paz que se construyó en Río Grande por gestión suya, y que constituye un ícono relevante de la arquitectura de época, la misma fue suministrada por su nieta Susana Gladys Roberts.



Página 123. De Milton Roberts relatábamos que había nacido en 1889 en Liverpool, Inglaterra. Luego de trabajar como reportero en Nueva York y conocer y aprender del detective Pinkerton- famoso policía privado de los banqueros norteamericanos que dio origen a la agencia de detectives que lleva su apellido-, algún tiempo después Roberts tomaba la decisión de viajar a la Argentina junto a sus padres y hermanos. Era 1898 y apenas tenía 18 años, pero con los conocimientos ya adquiridos y con la experiencia de campo que forjaría en la Patagonia, estaba determinado que tenía por delante un futuro promisorio. Durante un tiempo fue empleado de una compañía minera que cateaba los terrenos fronterizos en los Territorios del Sur. Luego fue contratado por la Comisión de Límites que dirigía el Perito Moreno. En el año 1905 fue convocado por el gobernador Lezana para que colabore en el Censo Nacional que estaba por ejecutarse. En 1906, decidido a no dejar perder sus conocimientos como “cazador de pistoleros”, se alistó a las incipientes fuerzas de la Policía Territorial del Chubut. Cuando la Policía Fronteriza fue creada, el debió incorporarse al plantel. Su actitud caballeresca y profesional, pero por sobre todo su experiencia previa le sirvieron para apartarse de los abusos y no involucrarse en las intrigas y actitudes rayanas en lo delictivo de muchos de sus compañeros de oficio. Roberts estaba casado con Ana Ellis, una galesa que conoció en la misma Colonia 16 de Octubre, mientras desempeñaba sus funciones. Ella era sobrina de Owen Williams, uno de los primeros maestros  de la Colonia. Mientras, Lucio Ramos Otero acusaba a “La Fronteriza” de no hacer nada para probar su secuestro y robo, mientras el expediente judicial de la causa lentamente engrosaba con las declaraciones hasta alcanzar más de 700 fojas. Para enero del año 1917 los vecinos de la colonia 16 de Octubre y Esquel elevaban una nota a las autoridades destacando la buena conducta y procedimientos con que Roberts ejercía hasta entonces sus funciones. Mientras tanto el Comisario continuaba persiguiendo cuatreros y bandoleros que se refugiaban en los contrafuertes de la cordillera. 


Página 125. .. ese mismo año (1918) un horrible crimen había conmovido a los pobladores del Genoa y los alrededores. Se trataba del salvaje asesinato cometido contra los esposos Córdoba. Españoles que se habían asentado en el valle desde 1907. (Anota el autor: Este matrimonio de inmigrantes tenía su población entre los cascos actuales de las estancias “El chalet” y “La Cristina”, en los alrededores de Gobernador Costa.)
Todo sucedió en la noche del 7 de octubre de 1918 y le correspondería –una vez más- al comisario Roberts resolver el caso con eficacia. Los esposos Córdoba como se acostumbraba, esa noche recibieron generosamente a dos paisanos pasajeros brindándoles comida y alojamiento. Unas pocas horas más tarde volvieron a golpear la puerta y era otro desconocido, que fue también gentilmente invitado a pasar, fingiendo no conocer a los presentes. Pero cuando se encontraban ya de sobremesa, a la señal de uno de ellos se pusieron de pie y desenvainando sus cuchillos apuñalaron a los indefensos y sorprendidos dueños de casa. Los vejámenes y ensañamiento se hicieron evidentes cuando la policía halló al otro día secciones del cuerpo de la mujer atados al palenque de la entrada del negocio. Antes de huir revisaron toda la casa, llevándose mercadería y unos 10.000  pesos en efectivo. Una suma muy considerable para la época, pero recordemos también que no existían bancos y los comerciantes en algún lugar debían esconder su dinero. Enseguida Milton Roberts organizó la pesquisa y el seguimiento. Las huellas todavía visibles lo llevaron hacia el lago General Paz debiendo internarse en la zona boscosa, es decir casi en territorio chileno. Allí logró alcanzarlos y sorprenderlos. Antes de ser capturados los asesinos se defendieron a tiros. Se trataba de José Rosario Rodríguez, su hijo Domingo Rodríguez y un tal Gamaniel Luna, todos de nacionalidad chilena. Cuando el tiroteo era intenso, al verse acorralado Gamaniel Luna intentó suicidarse, pero su brazo destrozado de un balazo por la partida de Roberts no le respondió. Luego el juez Letrado del Chubut, Dr. Armando de Barelli dictaría una sentencia de condenatoria de 25 años para los Rodríguez, mientras Gamaniel Luna fallecería en prisión. Domingo Rodríguez lograría evadirse en 1925 de la Penitenciaría Nacional junto a otros presos peligrosos, pero luego fue vuelto a capturar en Santa Cruz.



Página 141… En abril de 1923 el abogado Lorenzo Amaya se había comunicado por carta con Milton Roberts –que en ese momento cumplía funciones en Leleque- informándole que el ministro del interior lo designaba como Comisario Inspector del Chubut. Esta designación motivó a varios destacados pobladores a expresar su apoyo en diarios regionales y capitalinos, muchos de ellos le enviaron telegramas de felicitaciones. En el año 1924 Roberts es destinado al Territorio de Santa Cruz. Esto volvió a movilizar a los vecinos de Esquel, que elevaron una petición con 250 firmas, oponiéndose al traslado y tratando de dejar sin efecto la medida.  Asimismo se enviaron notas a los diarios La Nación, La Prensa y La Razón. Pero el ministro Vicente Gallo desoyó los reclamos y Roberts tuvo que aceptar resignado su nuevo destino. Hubo una primera cena de despedida que se realizó en Leleque. A ella concurrieron algunos estancieros del lugar, unos pocos compañeros de la fuerza y habló el señor Albornoz  expresándole el agradecimiento de los vecinos y lamentando su próxima ausencia.
En Santa Cruz Roberts reemplazaría al comisario Ricardo Carranza, que no había podido cumplir con el objetivo de disciplinar a los policías destacados en las zonas fronterizas, provocando una protesta generalizada, a la que antes hacía referencia. Las protestas habían obligado a la jefatura de policía a enviar comisarios encargados de recorrer la campaña para recoger testimonios y levantar las denuncias necesarias. El segundo banquete de despedida de Roberts fue organizada en Esquel. Allí el número de concurrentes fue mucho más alto. En el acto hicieron uso de la palabra los señores Saúl Luque, Evan John Roberts, Dr. Roggero y Ángel Moré.


Página 142… En el año 1924, mientras Milton Roberts ya ocupaba elcargo en Santa Cruz, realizó una breve visita a sus amigos de Cholila para despedirse de ellos. Estando en la casa del poblador Sixto Jeréz escuchó los reclamos de su mujer para que se ocupe de averigur el paradero de uno de sus hijos, Eustaquio Jerez, cuyas últimas noticias habían sido desde Lago Buenos Aires. Y del que luego su familia ya no se supo mnada más. Ni bien Roberts estuvo instalado en Río Gallegos emprendió una primera gira de inspección en compañía del policía Alejandro Ferrer. Cuando llegó al destacamento más cercano al lago, que estaba a cargo del comisario Juan Izzo, logró movilizar el personal para que establecieran las primeras averiguaciones al respecto. Si bien la policía ya sospechaba de las actividades de un poblador de apellido Galván, no había pruebas contra él. No tardaron mucho en encontrar en el campo que poblaba Damián Segundo Galván algunos caballos que habían pertenecido a Jerez y cuya posesión no pudo justificar.  En esos días y ante la novedad llegó un hermano del desaparecido e interrogando a Galván vio aperos, una montura y prendas que habían pertenecido a su hermano Sixto. En esos días Galván dio versiones que se contradecían sobre el posible destino de Jerez. El hombre ya no tendría escapatoria y lo sabía. Para mejor habían desaparecido por allí mismo tres personas más, dos de ellas peones del mismo sospechoso. Un día Galván cargó un carro y tratando de pasar desapercibido se fue de su morada en dirección a Comodoro Rivadavia. Entonces Roberts comisionó al cabo Andrés López  para que lo siga y lo detenga. López lo alcanzó en el paraje “Las Cortaderas”. Conducido a la Comisaría del lago enseguida fue “interrogado” y no le quedó otra posibilidad que confesar.
Al otro día fue conducido atado en un caballo al escenario de sus crímenes. Allí fue obligado a desenterrar a sus víctimas. Luego se prestó voluntariamente a la reconstrucción de los hechos.

Página 143… En enero de 1922 Galván que había cedido un puesto para que Jerez lo ocupe momentáneamente, lo había invitado a una fiesta que se celebraba en Balmaceda, del otro lado de la frontera. Pero antes de llegar le descerrajó un tiro en la cabeza y le asestó dos puñaladas. Le robó la tropilla, los objetos personales, unos 1.200 pesos en efectivo, y un cheque por 4.000 pesos. Luego y como hizo con cada una de sus víctimas, arrastró el cadáver con el caballo y lo ocultó entre los montes. Al volver a su casa se encontró con que uno de sus peones llamado Andrés Bonet le reclamaba los sueldos atrasados, en el mismo momento Galván le dio muerte de un tiro y repitió la misma manera para esconder el cuerpo. Lo mismo ocurrió con otro de sus peones que también reclamó haberes, se llamaba Enrique Almonacid.
El mismo criminal confesaría no mucho después que en junio de 1924 llegó a algunos arreglos con un paisano llamado Manuel Vargas, que se ocupaba de fletar carga con un carro que pertenecía al comerciante nativo Maliqueo. En algún momento ambos discuten y Galván le disparó dos tiros, uno de ellos de atrás; habiéndolo luego despojado de su ropa, dinero, caballos y chata. Con ese mismo carruaje circulaba cuando fue detenido- El 21 de enero de 1926 el Juez Letrado de Río Gallegos Dr. Jacinto R.Miranda,dictó sentencia para el cuádruple asesino.

Página 144…En esa misma recorrida Roberts resolvió otro crimen que había sucedido en el campamento Holdrich del Ferrocarril el día 15 de octubre de 1917. Se trataba del asesinato del telegrafista Américo Albania, cometido por un sujeto conocido como Juan Pancho, o como José Fernández, o Ramón Silva, O José Silva, alias “Chicharra”, tal la lista de nombres falsos que utilizaba. Una vez identificado y detenido, el asesino fue enviado al penal de Rawson, jurisdicción a la que pertenecía la causa. Por estas destacadas actuaciones, Roberts fue homenajeado nuevamente pero esta vez en Santa Cruz. El acto se realizó el 27 de febrero de 1926 en la jefatura de Policía de Río Gallegos. Esa vez concurrieron varios vecinos de Lago Buenos Aires, que agradecidos le obsequiaron un diploma y una medalla de oro. Se encontraban presentes el gobernador del Territorio, Dr. Germán Vidal, varios funcionarios públicos y destacados vecinos de esa localidad. Con los años para poder jubilarse Roberts tuvo que acumular antecedentes y eso le hizo trabajar como empleado de la justicia de Tierra del Fuego. Recién en el año 1948 pudo hacerlo. Desde entonces se radicó en Puerto Deseado, donde pasó esa última etapa de su vida coleccionado algas marinas y realizando cuadros con ellas. Una técnica y labor muy patagónica por cierto. Muchas veces su colección fue expuesta y he visto fotos de ella en la revista “Argentina Austral”.
Milton Roberts falleció el 8 de julio de 1961 en Temperley, provincia de Buenos Aires. Tenía 81 años de edad. Sus restos fueron sepultados en el cementerio de Llavallol. 



Ernesto Maggiori vende sus libros en la feria de El Bolsón, y vive de esa producción. Además del libro que aquí mencionamos se puede conseguir Tecka, una aproximación histórica, Resistencia social y casos de bandolerismo en Patagonia, Problemas limítrofes a comienzos del siglo XX que casi provocan una guerra, Loas años de la Revolución en Patagonia 1918 -1930, Consideraciones y reflexiones acerca de la historia de los pueblos mapuche y tehuelche, Voces de un pasado todavía presente, Historias de Fronera, policías, bandidos, baqueanos, arrieros.., entre otros.


EVOCACIONES*** Marzo 19, de 1765. Bautismo del San José.


Se trata de la embarcación que luego de un naufragio en la zona de Policarpo, fue construida por los sobrevivientes y emprendió una aventura inimaginada.

La nave náufraga se llamaba Purísima Concepción y navegaba la ruta del Río de la Plata al Callao, buscando pasar al sur de la Tierra del Fuego.

La embarcación construida con sus restos fue bautizado como Saint Joseph y las Ánimas, invocando al santo del día.

Se había terminado de armarla y al día siguiente seria botada, consiguiendo su flotabilidad.

De toda la tripulación y el pasaje hubo un solo desaparecido sobre el cual se tejieron leyendas, una de las cuales escrita por Enrique Inda, dice que se habría quedado entre los haus, enamorado de una mujer fueguina.

Entre el pasaje que regresó a Montevideo estaba Manuel Moreno, quien a la postre sería padre del prócer de Mayo, Mariano Moreno; nacido porteño cuando se padre decidiera no embarcarse más, dadas las peripecias vividas.

Durante muchos años la información no armonizaba, puesto que se hablaba de nos naves: la Purísima Concepción por una parte, y la Gurruchea por otro, cuando Gurruchea era el nombre del capitán de las dos embarcaciones: el Purísima y el Saint Joseph. El padre Juan Esteban Belza vino a dilucidar este tema en un capítulo de su libro La isla del fuego, a la que dio el singular título de El capitán que fue navío.

Hay referencias que la nave construida con los restos del naufragio y madera fueguina sirvió en el puerto de Montevideo hasta al menos  el año 1811.

Este episodio a inspirado a algunos novelistas...

Este traspié náutico se dio en la costa fueguina en los mismos días que navegaban este sur, haciendo pie en Malvinas, el inglés Byron, y el francés Bougainville.


Los últimos días fue noticia, cuando aparecieron vestigios que son estudiados por la comisión arqueológica del Museo Provincial y del Cadic, que recorrieron el litoral atlántico fueguino.

Hablando en criollo...

Por la Radio Nacional
que es patria, rumbo y camino,
llegando al pueblo argentino
con un sentido moral.
Ojalá que el celestial
señorseñor nos brinde su apoyo,
entre murmullos de arroyo,
aromas de pasto y grama,
a escuchar nuestro programa,
los invito
                Hablando en criollo.

Tal era el pórtico poético del espacio que entre 1996 y 1998 conducía Elvio Sepúlveda con Luchínb Rodríguez. Un campañista y cajero del Banco NBación unidos en cercanos proyectos de criollismo. Programa de fin de semana que después dió pie a que Elvio hiciera Atardecer Campero, de 6 a 7 de la tarde, de lunes a viernes.. esto entre el 97 y el 98.

Elvio, cargado de nostalgia de aquellos tiempos más sedentarios -ahora recorre el campo santacruceño en su condición de mercachifle- recurda su primera entrada a LRA 24, en un espacio que conducía El Chango Medina, con otro conductor que vestía con guardamonte, el espacio se llamaba Fortín Sureño.

En Hablando en Criollo se daba también la presencia de Néstor Ortiz, que por entonces tomaba el apodo de Coirón..

En lo criollo se formaba parte del Fortín Cauchicol, y la Federación Gaucha.

En lo radial tenía su ingerencia Mario Nievas, que apuntaba al futuro de la danza entre los más jóvenes con la Academia Francisco Minkiol, y en todo esto Elvio piensa que quien tiene buena memoria sobre estas producciónes en Jorge Bruzzo, que no se perdía una en su condición de oyente.


Potencial económico de la industria del avistamiento de aves.



Mi hija Ana, trajo de sus vacaciones un conjunto de periódicos igual que otros amigos vienen haciendo desde hace año para complacerme como curioso lector. En uno de ellos –The Panama good times- leímos aun artículo que referenciado a ese país también podría tener principio de aplicación al nuestro, y más específicamente a nuestra provincia.


 La observación de aves no es lo primero que uno piensa a la hora de buscar estrategias para impulsar el desarrollo económico de nuestros países. Pero algunos expertos insisten en que deberíamos ponerle más atención a este curioso, tal vez excéntrico hobby, que genera ingresos excepcionales en otras partes del mundo.

La Organización de las Naciones Unidas estima que solo en Estados Unidos, el avistamiento de aves y otras especies salvajes genera cerca de U$S 32.000 millones anuales. Un monto similar al producto interno bruto de un país como Costa Rica, asegura la entidad. A la par, es necesario  tener en consideración que los países latinoamericanos se caracterizan por su asombrosa biodiversidad, elemento fundamental para el desarrollo y promoción de dicha actividad turística, la que da a América Latina una ventaja imbatible. Pues, encabezado por Colombia, es la región del mundo con mayor número de especies de pájaros en todo el planeta.

Simultáneamente, esta categoría de viajero suele tener solvencia económica, por lo que viajan armados de equipos sofisticados y van por el mundo en safaris fotográficos retratando nuevas especies para su colección. Los números hablan por sí solos, existen 3 millones de observadores de aves en Reino Unido y 46 millones de observadores en los Estados Unidos. Sin duda alguna, es un mercado emergente que motiva a los entes encargados de la promoción turística del país a invertir esfuerzos en promover este nicho turístico.

Debido a su ubicación y forma geográfica, Panamá se convierte en un punto de encuentro para aquellos que aman la naturaleza y en especial para los observadores de aves. Anualmente, desde los primeros días de octubre sobre la cima del cerro Ancón se encuentran los voluntarios de Audubon efectuando el conteo de aves, uno de los más grandes del continente. Justamente, por la condición de istmo esta área se convierte en la “puerta” por donde pasan casi todas las aves que toman la ruta de Centroamérica hacia el sur. En el lapso de un mes y medio pasarán más de 3 millones de aves rapaces, como resultado en 2015 se batió el record con un conteo superior a 2 millones de aves en un solo día.


No hace mucho tiempo nos preguntábamos cuando dinero deja por día al puerto de Ushuaia y a la capital provincial la visita de un crucero. Tal vez el reciente viaje de la gobernadora a Miami nos la pueda devolver con estos números concretos que parten de la necesidad de alentar la economía fueguina de otra manera. Tal vez sería hora también de que se comience a afilar el lápiz para buscar ese universo consumidor de naturaleza que se esconde tras los observadores de aves.

Un apunte sobre la Bahía Inútil. Escribe Hernán Genovese.



Algunas expediciones que llegaron al archipiélago de Tierra del Fuego proporcionaron datos geográficos que, de modo implícito, vincularon a la Bahía San Sebastián con la Bahía Inútil. Esto se debió a la proximidad entre ambas bahías, una abierta hacia el Mar Argentino y la otra hacia el Estrecho de Magallanes. La relación partía de una concepción errónea: suponer que estas dos bahías en realidad no eran tales, sino que eran la entrada y salida de un canal que corría en dirección Este-Oeste. Este supuesto canal, que de acuerdo a esta concepción venía a dividir a la Isla Grande, fue conocido con el nombre de Canal de San Sebastián. 

Tras el descubrimiento holandés del Estrecho de Le Maire (1616), el Rey Felipe III ordenó preparar dos carabelas para ser enviadas a la Tierra del Fuego. Sus nombres: Nuestra Señora de Atocha y Nuestra Señora del Buen Suceso. Las naves, al mando de los hermanos Bartolomé y Gonzalo Nodal, partieron de Lisboa el 27 de septiembre de 1618. El 19 de enero del año siguiente, fondearon cerca del actual Cabo San Sebastián. Cruzaron el “nuevo” Estrecho de Le Maire, y el 5 de febrero tuvieron a la vista el Cabo de Hornos, al cual nombraron Cabo de San Ildefonso. El derrotero continuó por el Pacífico hasta ingresar al Estrecho de Magallanes el día 25 de febrero. El 11 de marzo alcanzaron el Cabo Vírgenes, sitio por donde habían pasado semanas atrás. En razón de este periplo, se adjudicó a la expedición el mérito de confirmar que Tierra del Fuego era realmente una isla.

No obstante este importante aporte al conocimiento geográfico austral, estos expedicionarios españoles mantuvieron una concepción geográfica que los antecedía y que hasta el momento no había sido aclarada. Plantearon la existencia de un canal cuyas bocas de entrada y salida estaban en el Mar Argentino y en el Estrecho de Magallanes. Así, en sus escritos se referían al “Canal de San Sebastián”.

Juan E. Belza, en su libro “El romancero del topónimo fueguino”, apunta que los hermanos Nodal “supusieron que la Entrada de San Sebastián era el comienzo de un estrecho, y así lo consignaron en sus cartas (...). El engaño provino de la característica del terreno, un gran valle coronado de colinas que une a San Sebastián con Bahía Inútil en el mar Pacífico”.

“Tanto creyeron esto los Nodales que el 8 de marzo (1619) cuando ya casi habían rodeado la isla y navegaban por lo más ancho del Estrecho frente a la actual Bahía Inútil escribieron en su diario: ‘En este paraje nace de la parte sur otra boca de canal que sale para Leste que al parecer se comunica con el canal de San Sebastián’”.

Efectivamente. En un mapa del viaje de los hermanos Nodal que confeccionó el cosmógrafo Pedro Texeira Ealbermas, publicado en el libro de Juan E. Belza, se observa claramente dibujado el imaginario canal que atraviesa en forma levemente curva el territorio norte de la Isla Grande. Junto al comienzo de este canal, sobre el actual Mar Argentino, se lee - lupa en mano - la siguiente inscripción: “Entrada d S Sebast”. Su boca occidental, se observa en la zona de la actual Bahía Inútil.

Juan E. Belza continúa su exposición al respecto:

“Pero los Nodales no inventaron la fábula. Ya el misterioso canal fueguino aparecía en la cartografía francesa de la segunda parte del siglo XVI. Y persistió imprecisamente en Mazza, Ortelius y Sebastián López, todos anteriores a los Nodales. La creencia perdurará dos siglos en la cartografía mundial. Véanse al azar los mapas de Gerardo Walk (Ámsterdam, 1654), de Nicolás de Fer (París, 1720), de Mattew Seuter (Augsburgo, 1740), Thos Kitchin (Londres, 1756), Juan de la Cruz Cano y Olmedilla (España, 1775) y Carta Esférica Española de 1799”.

“El cartógrafo Juan de la Cruz Cano y Olmedilla, que, a pedido de Casimiro Ortega construyó una carta para ilustrar El viaje del Comandante Byron alrededor del mundo ..., y la grabó en Madrid (...) en 1769, afirma que de acuerdo a la Descripción de don Francisco de Seyjas y Lobera ... el canal de San Sebastián está comunicado con el mar del norte y es navegable por navíos pequeños. Y lo diseña unido con lo que hoy llamamos Bahía Inútil”.

Esta carta aparece también representada en el libro de Belza (*), aunque su reproducción apenas hace legible las anotaciones que en ella aparecen. El mismo mapa puede ser encontrado en internet, y en este caso, ampliando el área geográfica de nuestro análisis, se distingue nítidamente el canal en cuestión acompañado del siguiente nombre en inglés: “St. Sebastian’s Channel”. Ese nombre aparece escrito a lo largo del dibujo del canal, aunque antes de llegar a la supuesta desembocadura Oeste, y tras ser atravesado por otro que corre en dirección Sur-Norte, el canal que analizamos se mueve sin indicación de nombre alguno. Según la carta, el canal sale al Estrecho en el área de la actual Bahía Inútil entre dos islas. Por otra parte, en su desembocadura Este puede leerse el nombre “C. St. Sebastián”.

Es curiosa también la observación de Juan de la Cruz Cano y Olmedilla - basada en don Francisco de Seyjas y Lobera - referida a la posibilidad de que este canal podía ser navegado por “navíos pequeños”. Claro está, si alguna vez un pequeño barco hubiera realizado el intento, hubiera demostrado que aquel paso no era real.

La existencia del Canal de San Sebastián representada en la cartografía y escritos de la época, quedará finalmente desacreditada en la primera mitad del siglo 19. Así lo cuenta Juan E. Belza en su libro:

“En 1826 el Almirantazgo Británico organizó el relevamiento hidrográfico de las costas fueguinas conocido como ‘Viajes de levantamiento de los buques de S.M. (Británica) Adventure y Beagle’. En 1827 el jefe de la expedición Parker King fijó la base de operaciones en la bahía de San Juan, en el Estrecho. Y pronto destacó a la chalupa Hope para explorar las inmediaciones del Torren (isla) o el Arská (vieja casa del bosque) de los choncóiucas, que los blancos llamaron Isla Dawson y verificar la existencia del famoso canal. La Hope no logró su cometido. En enero de 1828 el capitán Phillip Parker Ping revisó la zona del Lago de los Estrechos a bordo del Adelaida y sólo halló una enorme bahía, la Jorrká o lugar del chorrillo, a la que llamó Inútil”.

“En Junio de 1830, cuando Fitz Roy retornaba del sur con la Beagle penetró en la bahía de San Sebastián y tras examinarla desde su boca decretó la inexistencia del canal. Sin embargo, para disipar cualquier duda volvió el 17 de febrero de 1834: ‘A pesar de haber estado antes en esta bahía, no hubiera podido afirmar que no me hubiera engañado acerca de la existencia de un canal; tan clara, y definida aparecía allí una amplia abertura. Sin embargo pocos minutos más me desengañaron: alcancé a distinguir una tierra baja y llana que cerraba el horizonte occidental, y poco después fondeamos en la bahía ...”. (Belza, Juan E. “El romancero del topónimo fueguino”, Instituto de Investigaciones Histórica de Tierra del Fuego, Buenos Aires, 1978).

... Y allí llegué una vez, a la Bahía Inútil. Aquella bahía que alguna vez fue canal. Me recibió con sus vientos incesantes, fuertes, que corrían en desesperada fuga de la isla. Me encontré parado frente a sus aguas verdes y completamente revueltas, iluminadas por el sol de la tarde. Tal vez hubiera sido posible imaginar un barco a velas cruzando frente a aquella playa desierta, con sus marinos cumpliendo tareas desplazándose de aquí para allá en la cubierta, vistiendo ropas de otros tiempos. Acaso también hubiera podido escuchar sus voces, traídas por el viento y resonando en cada rincón de la bahía.-

(*) El mapa aparece con el título “Carta del Estrecho de Magallanes, una de las publicadas en Madrid en 1769 por Juan de la Cruz Cano y Olmedilla, de la Real Academia de San Fernando”.


“Los salvajes tienen ideas extrañas sobre la propiedad”


Así lo expresó en una carta monseñor José Fagnano el 17 de marzo de 1893, carta que fue publicada en el Boletín Salesiano en columna identificada como NOTICIAS DE NUESTRAS MISIONES - TIERRA DEL FUEGO

Ayer llegué a la Isla de Dawson, en la Tierra del Fuego, después de haber pasado más de un mes de peligros y fatigas. El objeto principal de mi viaje fue el de buscar un lugar á propósito para la fundación de una nueva Misión. Dictados por el R. P. Beauvoir los ejercicios espirituales á nuestros Hermanos y á las Hermanas de María Auxiliadora en la Misión de San Rafael, y hechos los preparativos necesarios, partí en nuestro pequeño barco acompañado del R. P. Beauvoir, de los coadjutores Ferrando é Ibáñez, del joven Cesario Villalobos y de dos indios, uno ya bautizado, Luis, y otro todavía catecúmeno, Octavio. Luis habla bien el español y el yagan, y regularmente el ona. Octavio, que es una ona, entiende, pero no habla el español, y vino como práctico para ponernos en relación con los onas del centro de la Tierra del Fuego.

La mención sobre el tema propiedad aparece al avanzar la crónica exploratoria.

La guardia contra los salvajes. Acampamento- Un cacique.

Hacer la guardia por la noche es acá indispensable, como quiera que es menester tratar de evitar cualquier sorpresa de los indios, quienes podrían robarnos algún caballo ó matarnos con sus flechas por habernos atrevido á llegar á sus dominios. Los salvajes tienen ideas extrañas sobre la propiedad: cazan pájaros, guanacos y zorros en sus campos, donde no puede entrar persona alguna de otra tribu, y el llegar á ellos de improviso es una como declaración de guerra.
Buscábamos los orígenes del Río Grande, andando siempre al sud-este, pero en esta dirección se extendían bosques interminables, de manera que solo después de seis días de marcha á caballo, por valles y colinas minadas por las talpas, llegamos, el 22 de febrero, á su nacimiento, á unos cuarenta kilómetros del mar.
Los humos que el día anterior habíamos visto no lejos del camino nos indicaban los lugares preferidos por los Onas para la caza. Pasamos el río y á las tres de la tarde nos detuvimos en una isla abundante en pasto y algunos robles, que eran los últimos que habíamos de encontrar. Luis distinguió á poca distancia  un grande acampamento de indios, y animado á llegar allí con Octavio y manifestar á los salvajes el objeto de nuestro viaje , le recomendé les advirtieran que no viviesen á nosotros en la noche, porque nuestros perros los podrían dañar, sino hasta la mañana siguiente, que serían muy bien recibidos.
Luis y Octavio vistieron una piel de guanaco y partieron.
Entretanto el R. P. Beauvoir y yo nos pusimos á visitar la isla y á buscar camino por donde continuar viaje al día siguiente.
Llegaron nuestros indios al caer la tarde, acompañados de otro indio, capitán ó cacique de aquella tribu, cubierto con una piel y ensangrentadas las piernas.

Dos días antes había trabado combate con los indios de otra tribu y había perdido dos de los suyos. Ahora al ver nuestro fuego habíase figurado que aquella tribu enemiga hubiera vuelto á librar nueva batalla; pero luego supo por nuestros indios que éramos gente de paz, que nos brindábamos por amigos suyos y estábamos dispuestos á defenderlos de quienesquiera que tratasen de hacerles daño, vino alegre á nuestra tienda. No aceptó la sopa, ni la galleta que le ofrecimos, pero sí un pedazo de pato asado, que comió con mucho gusto. Luego le regalé dos mantas de lana y le puse al cuello una medalla de María Auxiliadora; le prometí pagarle al día siguiente la visita, y se retiró. Con todo no dejamos de estar alerta durante la noche.