BETTY VERA: Creencias y vivencias.


El sábado 16 fuimos agraciados en presentar el libro de nuestra amiga.
Para el caso hicimos un escrito que leímos como parte de las múltiples actividades artísticas,  que rodearon la aparición del sexto “hijillo”.




Como se ha dicho que la infancia es la patria del poeta, este libro de Betty Vera se enciende de patriotismo y poesía, reflejando  sus vivencias más tempranas ocurridas en medio de un trasplante.
Y con ese hecho vital nos descubre la transición de una familia que hace algunas décadas se muda del campo a la ciudad esperando mejores oportunidades.
La narración elaborada en amenos capítulos va fichando la existencia de la niña, su hermana, sus padres, los familiares, más directos, los vecinos: y la patria no está en la nacencia santiagueña –mágico alumbramiento bajo un árbol- sino que se traslada a San Nicolás, en la Provincia de Buenos Aires, donde los Vera habitan la segunda casa de un barrio que crece y crece.
Betty es testigo de estos avances.
La señorita Vera ha sido en su accionar fueguino, maestra. Oficio urbano y rural en el cual volcó amores de madre.
Las letras despertaron en ella fantasías y realidades, los libros fueron apareciendo con un lenguaje simple, atrevido y amable. Hoy presentamos de ellos su última producción: Creencias y vivencias.
Yo me imagino a Betty planificando concienzudamente la trama a describir. Pero al mismo tiempo la siento atrapada en los recuerdos, convocadas por las cosas, fortalecidas por las experiencias inmediatas y ajenas, fichando su realidad.
Para, en un momento de orden final, conformar un relato de 72 capítulos, recordando la trama que va desde el primero –con la presentación de sus padres-, hasta el último, que con solo tres fotos nos vincula con las emociones de quien siente que ya lo ha dicho todo.
Como la narración se construye sobre hechos reales en el libro hay buenos y malos, pero como todo en él es profundamente humano –incluso el universo fantástico de ciertas creencias- ni los malos son tan malos, ni los buenos son tan buenos.
La niña que crece es una en su familia donde todo parece andar más lento, la niña que en su entorno se relaciona con la calle y la escuela y ambos espacios son contiguos pero distantes y allí –todos en conjunto- recorren la vida en situaciones que más allá de los pequeños conflictos demuestran un estadío solidario de la vida urbana, un sensación de caminar en un país mucho más seguro que el que hoy se nos presenta.
Y la pequeña Betty mira la vida sin pensar casi en el futuro, porque los niños no necesitan hacerlo. Aunque de la simple lecturas de estas páginas aparece lo que serán su vocación futura en las aulas.
Creencias y vivencias ya lleva su tiempo de existir, y con ello suman muchos los que han tenido la oportunidad de leer, esto hace que una presentación como la que hoy nos  trae al Centro de Antiguos Pobladores, tenga la gente que lo conoce, pero también los curiosos que saben que este puede ser el momento de poseerlos.
Algunos como lo tuvieron lo leyeron. Otros comenzaron y prometen seguir. Otros están esperando.
Algunos se recrearon e informaros ordenadamente. Otros obviaron las historias familiares y prefirieron las generalizaciones. Quien más conversó sobre esta lectura y contó las proyecciones personales sobre lo leído.
¡Qué bien que nos hace escribir y leer!
¡Qué bueno que los que han sido maestro no descansen en esta tarea!
¡Cuán valiosa la palabra impresa para despertar sensaciones y transmitir valores aun ante la dominante galaxia de los multimedios!
Olvidaba de contarles que aun en su formato de bolsillo el libro de Betty es tremendamente rico en imágenes, y que no es un libro solamente para los que hemos madurado por la vida, sino también, para aquellos que nos mantenemos jóvenes, de alguna manera, y los que lo son concretamente y puedan apreciar cómo fue la vida que los precedió.
Ya casi para dejarle a la autora la palabra una confesión a la autora, yo también tuve un amigo como Puño Fácil, pero que como no tuve abuelos de envidio al suyo: Ramón Belizán, descripto en su capítulo 23 por sus porfiados amoríos.
¡Muchas gracias Betty por dejarnos compartir en este nuevo paso, este nuevo libro!


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