En la foto la traemos aquí, y hacemos que el tiempo se
detenga un rato en la plaza principal, y otro momento en la Vieja Casona. Allí
la acompaña Hernán Genovese, su novio de más de una década. Hay escapado de una
nueva visita a Ushuaia el lugar donde comenzaron a conocerse.
No mucho más tarde de aquella aproximación fueguina vendría
un día de mayores enlaces: el ponerse de novios; y la fecha estuvo marcada en
el cielo de Buenos Aires, aquella última vez que allí nevó.
El 9 de julio de 2007.
Hernán es el porteño que más sabe sobre Tierra del Fuego;
Lorena –más allá de sus apetencias fotográficas- era una profesional del
turismo y disfrutaba en viajar.
Si ella pensaba en variados rumbos, el tiraba siempre para
el sur.., su último andar fue por el sector chileno de la Isla Grande, un lugar
que les faltaba conocer.
Esos días fui sabiendo de cada uno de sus pasos, pero no
llegamos a vernos.
Con el que sí lo hice, en mis últimos viajes, fue con
Genovese, del cual fuimos recibiendo por este Mensajero del río, distintas
contribuciones producto de sus viajes y sus lectura; pero también era él quien
podía acercarse a donde yo estaba –la ciudad de La Plata- cuando llegaba con
problemas de salud que limitaban mi andar.
Un día lo entrevisté, estando yo acostado, reponiéndome de
un leve andar dado durante su presencia: fue la primera vez que reporteaba en
esa condición, y de sus palabras había un largo discurso plural, porque mucho
de lo que él había hecho y vivido se había dado con Lorena.
Era con ella, era por ella.
Un día tuvimos noticias desesperadas ligadas a la salud de
esta muchacha, la asaltaba una enfermedad vertiginosa, y el pronóstico no era
alentador.
Hernán había sido mi sostén a la distancia en días de
tristeza y soledad que los amigos conocen. Hernán, el amigo nuevo, enlazando
penas de norte a sur.
Del 31 de diciembre hasta aquí la salud de ella declinaba y
declinaba. Se cancelaban proyectos de vacaciones, uno que tenía los pasajes
comprados para que los Genovese vinieran a este sur; se distribuían las tareas
de acompañarla día a día, noche a noche, ya en tiempo de internación.
Un día Hernán recorrió Buenos Aires hasta dar con un libro
muy especial de un fotógrafo portugués y se lo llevó de regalo; en otra
circunstancia concurrió al Centro Cultural Borges donde se mostraban un par de fotografías de nuestra amiga; entonces Lorena
quiso ir a ver ese escenario personalmente.
Y finalmente llegó un momento en que Lorena se silenció; y
tras ello se apagó su estrella, ayer, en una madrugada del Día de los Enamorados,
tal vez no podía ser en otro momento..
Ahora lo que queda de Lorena podrá volar, y lo que queda de
él se apoyará en un nosedonde que es lo que apuntala su vida, su media vida..
1 comentario:
Trabajé con Lorena un par de años, allá por 2014. Luego la vida me llevó por otras latitudes y nunca más supe de ella. Éramos muy compinches; amante del buen café, solíamos juntarnos en la hora del almuerzo a beber una taza. Por esas cosas prnsé en ella y quise ubicarla, no encontré mucho. Hasta que se me dio por googlear y aquí me encuentro. Se me estruja el corazón de dolor, me he quedado sin palabras. Lamento llegar tan tarde, pero la recordaré toda la vida.
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