Con oídos de niños me percaté de esa realidad, producto de una conversación en la peluquería de Mecha Dura donde clandestinamente –y corte de pelo mediante- se dialogaba sobre cuestiones laborales, al estar suspendida la actividad sindical.
Mucho había costado la organización y el reconocimiento para dar vida a SUPA –Sindicato Unido Portuarios Argentinos- pero el gobierno de Onganía había dado marcha atrás con estas iniciativas.
Y el temor de los trabajadores es que ese año, en razón del boicot inglés a los buques argentinos, pudiera tener una réplica, entonces no entraría el caponero y se perdería para los portuarios ese trabajo invernal que representaba el mayor ingreso de todos los pautados en este Río Grande.
¿Qué era lo que había pasado?
El gobierno aquel –de la denominada Revolución Argentina- había sancionado en octubre de 1966 la denominada “ley de ordenamiento portuario”, se consideraba al puerto porteño como sucio, y debía salir de esa situación para competir en el mundo. La medida buscaba incrementar la productividad del puerto de Buenos Aires y los obreros, disconformes por la medida inconsulta, comenzaron el 19 de aquel mes con una huelga por tiempo indeterminado.
De allí la represión, la intervención del sindicato –que no afectó solamente al de Buenos Aires- sino que llegó también a Tierra del Fuego, y una reacción que tuvo por protagonista a Eustaquio Tolosa (foto) que buscó una solución inesperada: buscar la solidaridad gremial internacional.
Y en Londres, sede de la FITT –Federación Internacional de Trabajadores del Transporte- salió la orden de declarar el boicot a los buques argentinos, hasta tanto de revieran las acciones represivas y el nuevo ordenamiento legal para los trabajadores argentinos.
La solución no llegó en lo inmediato, se prolongó hasta los primeros meses de 1967.
Entonces los ingleses estaban con nosotros, por más que la prédica antinglesa se dibujaba por la reacción futbolera con el caso Ratín, en el Mundial de Fútbol, y el desvío del avión de Areolíneas Argentinas a Malvinas, por el Grupo Conet.
Dos años antes de iniciados estos conflictos Eustaquio Tolosa había aceptado la invitación del Embajador británico en Buenos Aires Humphe+rey Middleton, quien lo había invitado a viajar a Londres a comunicarse con sus pares, y establecer vínculos que se pensaba positivos para el crecimiento de la causa laborista
En esos días de proscripción peronista el dirigente portuario pensaba que se podía refundar el partido de Cipriano Re yes que diera identidad electoral a Perón, en su primera presidencia.
En el historial gremial se recuerda que el 8 de febrero de 1947 se concreta el acuerdo que reglamenta el trabajo de los Estibadores Portuarias y es, Evita, desde la Secretaría de Trabajo y Previsión quien dirige a los estibadores un emotivo discurso.
El S.U.P.A quedará formalmente constituido en 1964 bajo la conducción del histórico dirigente Eustaquio Tolosa, es decir después de los acercamientos con la FITT.
Será Tolosa quien en octubre de 1966 llevé adelante la primer huelga importante contra la dictadura de Onganía, dirá en dicha ocasión: “ni la campaña confucionista del gobierno profusamente recogida por los grandes diarios; ni el ofrecimiento de abultados jornales a los carneros; ni la famosa topador haciendo astillas la ranchada portuaria en “Martín Guemes”, han sido capaces de quebrar la valerosa decisión de los estibadores argentinos, en defensa de sus convenios colectivos y reglamentos de trabajo. Han pasado ya más de 30 días, desde que los trabajadores portuarios abandonaron los muelles del país, iniciando una heroica resistencia contra la inconsulta, arbitraria y prepotente del gobierno de Onganía. Apenas dos mil carneros – casi todos sin libreta habilitante- realizan dificultosamente, con lentitud e ineficacia, algunas tareas de estibaje, mientras numerosas embarcaciones se niegan a ser cargadas en tales condiciones, para evitar graves riesgos que algunas veces – como en 1960- se concretaron en tragedia. Entre tanto los 35 mil huelguistas reciben la más amplia y fraternal colaboración de gremios, villas, barrios, ferias y mercados, convirtiendo así sus luchas, en una jornada ejemplar para toda la clase obrera amenazada. Este reconfortante panorama de solidaridad proletaria, se completa con el apoyo activo dispuesto por los gremios portuarios del mundo entero”.
Y finalmente que pasó con el caponero en Río Grande. Los grandes compradores británicos enviaron un barco con bandera noruega, bandera de conveniencia.
Y aquí la cosa había pasado por el Gaucho Tolosa, que lejos estaba del Gaucho Rivero.
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