Ante otro 11 de julio




El pasado de Río Grande es fácil de describir, y no porque este despojada de complejidad, sino porque el proceso que nos ha dado vida societaria es corto y reciente.

Hasta hace un siglo todavía existían grupos humanos en el norte fueguino que vivían en la edad de piedra, eran nuestros cazadores recolectores que vivían desde hace milenios en armonía con la naturaleza.

La llegada del hombre blanco fue traumática, y la ganadería –acción pujante que dio vida a este pueblo- sepultó al ona y su mundo.

El Río Grande pastoril es el que vio nacer a este pueblo, como un caserío que preveía la cordialidad del alojamiento y la oferta comercial al viajero que entraba o salía del mundo agropecuario por los muelles de nuestro río.

En 1949 todo comenzó a cambiar, el estado se interesó por el desarrollo de este lugar y en forma tardía realizaba sus inversiones de servicios; entonces apareció el petróleo. Río Grande vio crecer su población estable, y poco a poco se fueron  resolviendo las situaciones de incomunicación con el resto del territorio y el país.

Por 1972 la existencia de una Ley, la 19640, alumbró una etapa irrepetible: la de la industrialización y la argentinización. De los distintos puntos del país comenzaron a llegar los nuevos fueguinos, y el estado debió de proveer de servicios en forma urgente ante una demanda sostenida.

Todos nosotros, en mayor o menor medida hemos crecido en este último período del ayer riograndense, y es así que –con los ojos cansados de estas últimas crisis- podemos examinar nuestra historia reciente y ver como tan pronto el desarrollo reciente –basado en el procesamiento de insumos importados- pasó por situaciones complejas, a las que fue fortaleciendo el Estado –de las mas diversas maneras- como una forma de mantener población, y conformidad, por ideales de soberanía en algún momento, o por la urgencia de sostener la voluntad del electorado.

Vivimos en un Río Grande que un día quiso ser La Capital Económica de la Tierra del Fuego, un Río Grande que hoy con al retirada del Estado  en sus más diversos frentes aparece signado por los flagelos de la miseria y despoblamiento.

¿Qué nos queda encontrar entonces en esta fecha? No tanto la simple medida administrativa dictada por el Presidente Irigoyen, que en un momento permitió el acceso a la Tierra Pública en este pueblo que ya venía existiendo desde mucho antes que el 11 de julio de 1921, y también la posibilidad de un conjunto de emprendimientos productivos en chacras y quintas circundantes.

Lo que debemos  ponderar es que –más allá de las diversas situaciones productivas- este pueblo ha sido siempre un lugar de trabajo y oportunidad, de oportunidades para trabajar, y por ello –más que por el juego de los oportunistas- es que ha crecido nuestro deseo de ser fueguinos, a la vez que resulta por todo ello una Tierra del Fuego deseada.

En medio de todo esto está nuestra memoria, y la de los que nos precedieron, que sabe que en buena medida siempre las cosas que nos cambiaron la vida se decidieron desde afuera: enajenación de las tierras públicas, políticas crediticias, guerras ciertas e imaginadas, estímulos exploratorios, legislación de amparo y promoción, hasta nuestra misma provincialización fue decidida desde la Nación y no desde nosotros mismos.

Esta escuela nació casi con la Colonia Agrícola, su promotor fue Telmo Suarez un maestro que vino a propiciar la distribución de las tierras publicas –en ese momento acaparadas en pocos estancieros-, su idea de dar una escuela para los pocos niños del lugar era una forma de democratizar el saber, y de contribuir al asentamiento de familias en un medio que hasta entonces poco tenía para darle al poblador sedentarios.

La escuela nacional nació como una iniciativa de particulares que buscó más tarde su reconocimiento oficial, y la gente de entonces no se hizo esperar, por suscripción pública levantó el local escolar.

Donde el Estado era el gran ausente, la vocación patriótica y solidarias de los primeros riograndenses lo suplía con creces.

Trabajo, solidaridad, resolución y ejecutividad en las acciones públicas y privadas tal vez sean los grandes valores que nos ayudaron a crecer; los valores en los cuales deberíamos ejercitarnos desde el aula... para incorporarnos luego con su torrente en una sociedad por ahora lamentablemente vacilante. Trabajo, solidaridad, resolución y ejecutividad que también esperamos aflore en los hombres y mujeres que a esta hora  rigen los destinos de este pueblo que ya no puede estar tan de fiesta como antes....


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