PEDRO CÁCERES: "Si la guerra duraba una semana más, yo no estaría vivo"

 


Una entrevista de MATÍAS ESCOBAR: 

Siempre me movilizó lo de Malvinas, pero nunca me había animado a hacer un mano a mano con un ex combatiente. Para mi, Pedro Caceres no es un ex combatiente ni un veterano, para mi es un héroe de nuestro país. Y quiero sumar este testimonio a los miles que ya hay, porque si no tenemos memoria no sabemos adónde vamos. Y la historia de Pedro es parte de nuestra historia, de nuestra identidad.

  

Pedro nació en Corrientes y vivió toda su vida en Quilmes. Es de la clase ‘62 y tenía 19 años cuando fue a la Guerra de Malvinas. Cumplió los 20 allá, el 19 de mayo de 1982. Fue como soldado y era el encargado de la sala de armas y jefe de lanzacohetes. 

 

Actualmente trabaja en una escuela de Don Bosco como portero y viaja por distintas ciudades y países compitiendo en maratones. En 2012, ganó la Maratón de las Islas Malvinas, junto a tres compañeros, bajo el nombre "Dimos Todo". 

 


  “Esta es la cocina de Tumbledown. Acá pasé 65 días de mi vida".

 

¿Qué recordás del día en que te convocaron para ir a Malvinas?

 

-Yo estaba un año antes en la colimba en Río Grande, Tierra del Fuego, haciendo la instrucción, hasta que me tocara la baja el 28 de marzo del 82. Desde ahí pasé directamente a Malvinas.  Yo estaba vestido de civil, desde hacía tres días y de repente nos hacen vestir de verde. No entendíamos qué pasaba. El 2 de abril amanecimos en el campo y nos enteramos por la radio que habían tomado Malvinas, ahi nos dijeron que vayamos avisándoles a nuestras familias que íbamos a ir a la Malvinas. 

 

-¿Cómo se comunicaban?

 

-Mandábamos cartas, que llegaban una semana después o la expreso, que tardaba tres días. Por intermedio de eso, le escribí a mi madre y a mi padre. Nosotros, en ese tiempo, nos sentíamos preparados para defender a la patria. 

 

-¡¿Cómo?!

 

-Y sí, lo que pasa es que a esa edad, uno no tiene conciencia. Yo creo que nadie está preparado para ir a la Guerra. Los rambos no existen. Por ahí, tu miedo te hace sacar lo mejor de vos. Cuando voy a los colegios a dar charlas, me preguntan si tuve miedo, y sí, claro que tuve miedo. Nunca sabés cómo vas a reaccionar en casos extremos.

 

-¿Es verdad que sus superiores les pegaban y los maltrataban

permanentemente, aun estando en acción?

 

-Yo no viví eso. Yo siempre tuve una personalidad bastante fuerte. Entonces a mi no me forreaban, pero sí, forreaban a mis compañeros. Nos trataron mal. Hubieron días que no teníamos para comer y yo iba a robar comida a la cocina. 

 

-¿Qué comían?

 

-Los primeros días comimos bien porque nosotros llegamos el 8 de abril y estuvimos, hasta el primero de mayo, normalmente: comíamos polenta o arroz con carne. Comíamos espectacularmente. Pero después del primer bombardeo, el 1 de mayo, los aviones que traían comida ya no llegaban. Ahí empezó a faltar comida, pero nos daban una ración, que era una caja con cuatro galletitas, una mermelada, un chocolate para calentar, y una lata, como si fuera la de arvejas, con carne o albóndigas. En donde yo estaba (Monte Tumbledown) no había ovejas, que los otros choriaban a pleno. No sabés lo que era. 

 

-Contame eso…

 

-Había ovejas a patada. Nos decían que no se podía comer porque eran de la gente, pero era mentira, sobraban muchas ovejas. Si estudiás la historia de Malvinas te vas a dar cuenta que los habitantes las masacraban porque es impresionante la cantidad que hay. Hay más ovejas que personas, entonces en algún momento las tenían que sacrificar.

 

-¿Se sentían en desventaja con el armamento?

 

-Nuestras armas no sirvieron para nada. Nuestro lanzacohetes tiraba entre 700 u 800 metros. Los ingleses te atacaban desde el barco. El cañón de ellos tiraba más de 20 kilómetros. Después nos trajeron un cañón que también tiraba 20 kilómetros, pero lo teníamos que mover porque nos detectaban con los radares. Ellos veían todos los movimientos nuestros. Todas las noches nos borbardeaban, pero todas las noches, eh. 

 

-¿Y de día que hacían?

 

-Trabajamos todo el día, cavando pozos con una palita que parecía de juguete, se te rompía permanentemente. A eso súmale el frío, la humedad, la lluvia. Para colmo, fuimos en pleno invierno. Vivíamos cavando pozos para que no nos vieran: calculábamos las posiciones. Los cabos nos boludeaban como si estuviéramos en el batallón. La gente no tiene idea de nada. La gente no se imagina lo que vivimos. Salvo la gente que se precupa por saber, de hecho, me pasa con mis propios hijos. Nunca hablé de la guerra con ellos ni con mis hermanos.  Es difícil, a mi me costó mucho. Yo estuve 20 años sin hablar de Malvinas. 

 

-¿Y por qué pensás que lo volviste a hacer?

 

-Por la terapia. A partir de ahí empecé a valorarme como persona. Cuando nosotros volvimos de Malvinas, nos hacían sentir que fuimos los culpables de haber perdido. Yo llegué a las 5 de la mañana a mi casa y nadie me esperaba. Es como que nos trajeron escondidos.  Y así estuvimos, hasta que nos dio bola Néstor Kirchner. Menem, en el ’91, fue el primero que nos dio la pensión mínima, que era de $140, que no era nada. 

 

- Me decís que recién en el ’91 los reconocieron, ¿Alfonsín, durante su mandato como presidente, nunca se preocupó por los veteranos? 

 

-Alfonsín, si vos escuchás a los veteranos, nos cagó hasta el día en que se murió. Porque se murió el 1 de abril (en realidad murió el 31 de marzo de 2009, pero la gente fue a despedirlo el 1) y al otro día era nuestro día, el 2. Alfonsín nos metió a todos en la misma bolsa. Habrá hecho bien eso del nunca más, de que enjuició a todos… ¿y los soldados qué? Algunos dicen que los veteranos somos ex combatientes, pero no, somos combatientes porque seguimos combatiendo para conseguir nuestros derechos y para que no se olviden de Malvinas. 

 

-Vos que estuviste adentro, ¿es verdad que estábamos “ganando” la guerra?

 

-Verdaderamente estábamos ganando la guerra. Ellos tuvieron más bajas que nosotros. Ellos sufrieron más que nosotros. En entrevistas que dan los soldados ingleses confiesan que no aguantaban más. Ellos sufrieron un mes navegando, cruzando el Atlántico. El 13 cuando llegaron a Bahía San Carlos, les averiamos ocho buques, nosotros veíamos todo desde la montaña, y estábamos esperando que lo terminen de liquidar. 

 

-¿Qué se te pasa por la cabeza cuando volvés a escuchar el discurso de Galtieri en Plaza de Mayo ante miles de argentinos?

 

-Nosotros no teníamos idea de nada. Pero me molesta más el ciudadano común: un día antes los habían cagando a palos a todos y después estaban festejando que había una guerra. 

 

-¿Por qué creés que festejaban? 

 

-La gente no tuvo conciencia. En realidad, esto no iba a ser una guerra: la idea principal era tomar Malvinas, quedarse un grupo de soldados ahí y después negociarlas. Si la gente no hubiese ido a Plaza de Mayo, yo creo que no hubiera existido la guerra. ¿A quién se le ocurre que los ingleses iban a ir a Malvinas 30 mil kilómetros en barco?

 

-¿Estuviste prisionero?

 

-Estuvimos cuatro días, pero nunca nos dimos cuenta que estuvimos prisioneros. 

 

-A ver…

 

-Primero y principal, nunca nos rendimos. Nunca soltamos nuestras armas. Nos replegamos de la montaña y fuimos en fila al pueblo, mientras seguían bombardeando de todos lados. Nosotros no teníamos a los jefes, no sabíamos nada. Yo tenía granadas y cargadores a patadas y mi fusil. Nos metieron a un galpón gigante con todas las armas, así como estábamos. Hablaban en inglés y nos decían, desde la puerta, que no podíamos salir. Si alguno se piraba, podíamos hacer un desastre, pero ya no dábamos más. 

 

-¿Tampoco se les pasó por la cabeza escaparse de ahí?

 

-El hambre te hace hacer cosas. Un día un flaco se va de donde estábamos y encuentra un galpón lleno de comida, hasta el techo había latas. Era lo mismo que metas a un nene en un kiosko: había fiambre, dulces, jugo y lo que quieras. Y comíamos desesperadamente y terminamos empachados. 

 

-¿Cuándo se fueron de ahí?

 

-Al otro día nos mandan al aeropuerto, en Puerto Argentino, caminando 12 kilómetros. A medida que íbamos caminando, dejábamos los cascos, los cinturones y los fusiles por orden de ellos. Les dejábamos igualmente las cosas que no le sirvieran porque, o sino, sería un trofeo de guerra para ellos. 

 

-¿Escribías en plena guerra?

 

-Yo había hecho como un libro del día a día que vivíamos, pero un día cuando nos replegamos, perdí rollos de fotos y la libreta. Es una pena. Todos los días escribía lo que hacíamos, lo que comíamos y lo que había aprendido. Me acuerdo que escribí “hoy es mi cumpleaños y festejamos con bombas”.

 

-¿Recordás cuál fue la peor noche de todas?

 

-La última noche fue terrible. Nevaba y nos moríamos de frío. Se me murió un compañero en mis brazos, que ya tenía un agujero en el estómago y la pierna por la mitad, por la bomba que le cayó a su lado. Los superiores nos mandaron a la primera línea y yo intuía que nos iban a hacer mierda. Cuando se fueron todos los oficiales, nos fuimos, porque los ingleses iban a entrar por ese lugar. Yo te aseguro que si no nos íbamos, yo no estaría acá. Lo más lindo es que buscamos a los oficiales y no había nadie, quedamos solamente los soldados. Los ingleses ya habían pasado todas las líneas y llegaron a la montaña en donde estábamos nosotros. Era de noche y empezaron a llovernos balas trazantes (son las que prenden luces de noche). Mientras nos replegábamos, me caían todas las balas en los pies. Yo creo que si la guerra duraba una semana más, yo no estaría acá.

 

-¿Por qué decís eso?

 

-Ya no se comía porque te daban una ración por día y el frío te mataba, siempre la misma ropa. En los 70 días que estuve solamente me bañé dos veces. Un día nos llevaron al puerto y nos bañamos con agua salada, nos pusimos jabón y se nos pegaba todo el cuerpo: era peor que estar sucio. Y la segunda vez me bañé en un charco grande de agua que había en la montaña que yo estaba. Dos veces me bañé.

 

-¿Qué hacían con los cadáveres? 

 

-Cuando nos rendimos, que fuimos al aeropuerto, a los cadáveres los tiraban en un pozo común, todo amontonado, como si fueran perros muertos. En el cementerio de Darwin no hay ningún cadáver, es todo simbólico eso de las cruces. Es imposible que hayan trasladado todos los muertos a 100 kilómetros de donde estábamos. Para mi no hay nada ahí. Los muertos están donde los enterrábamos nosotros.

 

-¿Volverías al Malvinas?

 

-Conozco a veteranos que fueron como cinco veces. Yo no vuelvo más, flaco. Solamente iría si me lo piden mis hijos o mi actual mujer. Yo ya cerré mi historia cuando fui  a correr en 2012 y abrí otra. 

 

-¿Qué es la patria para vos?

 

-Eso lo tengo claro. (Se emociona y se le caen lágrimas, pero tiene la voz firme, sin quebrarse). Para mi la patria es todo. Yo la siento, pero me duele que la gente no la sienta. Me due le que la gente ponga laj bandera solamente cuando hay un Mundial. Para mi la patria es todo y yo te lo puedo decir porque tuve la oportunidad de defenderla.

Gracias a Juan Carlos Lara por el contacto.

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