Hacía falta que llegara este invierno para que creciera mis
manos, con rumbo directo a mi corazón, este trabajo de Omar Hirsig con Fede
Marcel, tan cargado de realidades como de fantasías. De hechos manifiestos
altamente creíbles por el protagonismo que se han ganado los sectores de la
sociedad involucrados en esta publicación, como tan increíbles a la vez porque
la resolución de los dramas de la sociedad fueguina parece venir a resolverse solo si un conjunto de
situaciones esperanzadoras consiguieran romper las atrocidades cotidianas.
No hay medias tintas en nuestro mundo austral: lo que no es
blanco es negro. Las tintas del artista plástico lo demuestran. Las cosas que
los medios que informan no se atreven a informar.
Solo es Blanco el Guanaco –así lo creen los que lo aman y
los que le temen- y esta es tan solo una primera parte; donde revive lo que
debería estar muerte, y donde fallecen los que por ningún momento más merecerían
vivir. Ni aquí, ni en ningún otro lugar del mundo.
El drama tiene como punto de partida, tal vez la vuelta de
tu esquina, y luego recorre la Tierra del Fuego espacio que se recorre en sus
atrocidades más englobantes.
Se nos presenta como Novela Gráfica y por los tiempos que
corren en que nos animamos a sentirla y presentarla como “La novela del
centenario”.
Pero al ser primer capítulo de una serie que esperamos ver
en su continuidad, con ansiedad, es que llamamos la atención sobre el nombre
que lo identifica: El origen del fuego. Y en ese plano es una narrativa
escalofriante de purificación.
Aunque también es una novela policial.
Hirsig y Marcel son cómplices de una escrito seductor, algo
propio de este lugar al que algunos identifican como un espacio lleno de
oportunidades, pero que dentro de la trama de lucha entre lo siniestro y lo
siniestro pasa a ser una suerte de “Tierra del Ojalá”.
En la última viñeta emerge una figura que creo estará
destinada a mayores y no menos secundarios protagonistas, a la que Hirsig ha
venido dando forma, y logrado venta, en estas últimas semanas. Se alimentan de
la misma sustancia que mis compañeras domésticas, creo que cuando se los conté
ellas también, aun en su irracionalidad, se estremecieron. Porque Guanaco
Blanco no deja a nadie sin sus propios escalofríos…
No hay comentarios:
Publicar un comentario