HISTORIAS DE RADIO. PARAMECIO

 



Ella disfrutaba todas las noches escuchando radio PARAMECIO. Y su imaginación volaba con lo que oía. Ya era difícil escuchar una radio AM, y ella tenía un antiguo receptor a válbulas con el que sus abuelos se mantenían informado de lo que pasaba en el mundo durante la guerra de los Boers.

El antiguo aparato se salía de frecuencia y había que volverlo a sintonizar, con suma delicadeza, mientrs el artegacto burbujeaba con mayor intensidad que la cafetera.
Ella vivía sola, y esta circunstancia la llevaba a recordar un tiempo en que en su pequeña granja se carneban los chanchos. La radio era un grito agónico porcino ensordecedor, y las válbulas cantaban como el cisne antes de morir,
María, nuestrra protagnista, no podía salir de una sintonía a otra porque su finado esposo la había dejado anclada en un solo punto del dial. El tenía sus programas predilectos pero a la vez existía un gato que le movía el dial.
Hay una parte de esta historia que no ha sido develada, es que pasó con el gato. El gato se llamaba Churchill. Un día salió y no volvió.
La radio Paramecio conserbaba frecuencias de una antigua broadcasting llamada woldstar. Pero de tanto en tanto nuestra oyente se olvidaba del tiempo transcurrido y conversaba con su ausente esposo sobre la inexplicable relción que podía existir entre los nuevos programas que ella no puede elegir, pero que sentía los elegían a ellos.
Ella controlaba serieamente la marcha de la programación esperando a las 2 AM -le leían la receta de cocina- y el despertar.
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