EN NOMBRE DE ELLAS (y de ellos)


Como lector de la revista LA MUJER DE VIDA, me resultó gratamente estimulante el tierno relato de Laura Kopouchian, donde detallaba escalonadamente la historia familiar desde su ascendiente materno.
Indudablemente en nuestra cultura, aunque no se perpetúe en linajes, la rama femenina que nos precede tiene un alto ascendente para nuestra identidad, incluso nuestra identidad masculina.
Fue entonces que creció en mí la ocurrencia de convocar a mis relaciones electrónicas a volcar vivencias similares: hubo respuestas reconfortantes… y promesas.
Una de ellas fue la deFresía que incluimos en este blog, con anterioridad.
Ahora les pongo en pantalla el escrito detonante de mi propuesta, a la espera que el tiempo de vacaciones nos de oportunidades de imitar lo conocido y remitirlo al suscripto, para pueda dar lugar a una acción edificante, y una devolución que nos una luego, con nuevos componentes.
Para ello les dejo mi correo cordoncuneta@hotmail.com





“Visto en Casa”
Mi familia Materna
Por Laura
Kopouchian




Mi familia materna es sumamente pintoresca, Merecería que alguien escribiera
su historia, una especie de Cien años de soledad menos caribeña pero igualmente singular.
Contaría por ejemplo de mis tías abuelas, cuatro mujeres hermosísimas, y del día de 1930 en que, a escondidas de su padre, dieron el coqueto
puntapié inicial en la inauguración del Estadio Centenario de Montevideo. Las cuatro entraron al campo de juego luciendo vaporosos vestidos con los colores patrios y sombreritos al tono, y grande fue el escándalo paterno al día siguiente, cuando la foto salió en todos los diarios.
O de su único hermano varón, mi abuelo Tico, el hombre más bello que conocí jamás. Viajó cinco veces al Amazonas, cada vez con un acompañante distinto porque nadie se atrevió a volver allí. Vivió entre los indios bororo, que lo adoptaron como su médico milagroso. Fue el primer arqueólogo del Uruguay y hoy su rostro ilustra una estampilla y un museo lleva su nombre.
También hablaría del primo Robertito, pirómano aficionado, que casi logró quemar un hotel entero en Buenos Aires. Él, marino mercante, le había hecho un regalo especial a su mujer: un muñeco inflable para que le hiciera compañía en el lecho conyugal, de modo que ella no lo extrañara tanto en sus meses de ausencia.
Incluiría la historia de la tía Lila, a quien su marido le había asegurado que, como era diabólico, le era imposible tener sexo. Luego de décadas de matrimonio, Lila descubrió que durante todos esos años su esposo había tenido una amante. “Me estafó la vida”, se quejaba a quien quisiera oírla.
Relataría el periplo de mi tía Graciela, requerida por el gobierno uruguayo del ’73 por izquierdista, que escapaba de una dictadura sólo para caer en otra; así pasó del Uruguay a Chile, y de Chile a la Argentina… justo antes del golpe. Luego de incontables desventuras terminó exiliada en Suecia.
También mencionaría a su madre, mi abuela Eca, a quien Tico (el arqueólogo) dejó por la prima hermana de él. Eca desesperó, esperó, y cuando él regresó a casa, veinte años después, lo recibió sin una pregunta, como si se hubiera ido el día anterior, y lo cuidó amorosamente hasta su muerte.
Terminaría hablando de mi madre, a quien hace un mes, mientras tomaba el té, le cayó un pedazo gigante de mampostería en la cabeza y no sólo sobrevivió, sino que a sus 73 años lidera manifestaciones de protesta contra los atropellos de un intendente de la zona Norte de Buenos Aires. La semana pasada me sorprendió al aparecer por televisión llevando una pancarta carta, mientras la placa roja de Crónica rezaba: “Piquetera deluxe”.
Supongo que muchas familias serían dignas de un relato así. Miro el álbum familiar, desde donde me sonreían todos, los que todavía están y los que no, y me digo que todavía estoy a tiempo de escribirlo."

2 comentarios:

Pali dijo...

¡¡¡Buena escritora!!!
Te lleva a ese sentimiento de elicoidal de los sucesos. Repitiéndose,haciendo causa-efecto de cada acto. Y Mingo haciendo del libro devolviéndolo a su lugar espiritual. Redescubrir en lo cotidiano y descubrir lo profundo es más allá de todo eso. Gracias Mingo.

Anónimo dijo...

Gracias a este texto, pero sobre todo a vos Mingo, que con solo una sugerencia, hiciste que pudiera expresar tantas cosas que no podia ni imaginar.......
A animarse, y aceptar el desafío,es muy valioso este espacio que nos brindas, gracias por todo nuevamente.,
FRESIA