Despertar, siempre despertar. Despertar en mi, despertar en los demás. Despertar y levantarme.
Mis padres que tardaron en llegar al matrimonio tardaron en ser padres. Mamá encaró la cosa por el lado de los repollos y escribió una carta a Dalmacia, suponiendo ciertas las creencias inculcadas en su familia yugoeslava. La carta volvió rechazada tal vez por su poco conocimiento de la lengua materna escrita. Entonces papá creyó encontrar la solución escribiendo a la cigüeña -directamente a París- y cada uno en lo suyo esperaron novedades. El hecho que la carta no fuera devuelta, y si el aviso de recibo por el que pagaron un fangote de guita, les llevó a pensar que el sistema era el apropiado: en algún momento llegaría el preciado vástago. Por entonces se discutían en la sobremesa los nombres posibles: Mateo u Onofre, Marisa y Laura. ¿Y qué pasó? No puedo contarlo todo aquí que aparezco restringido a 1200 caracteres.
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